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La rebeldía y la izquierda electoral colombiana

28.03.06

Diferentes posturas ante las elecciones, que pueden confluir.
Por una parte el ELN llama a formar un bloque de la izquierda con los liberales para acabar con el reinado de Uribe y abrir paso a mejores condiciones de diálogo y organización social.
Por otra parte importantes sectores reformistas agrupados tras las consignas contra el Alca se pronuncian destacando la crítica del candidato de izquierda al candidato liberal.
Lo importante es que la izquierda institucional en general con su actividad electoral ofrece ilusiones y el ELN plantea solamente aislar y sacar a Uribe, es decir, no abandona la línea de trabajo de que la única gobernabilidad posible está en las organizaciones sociales y el pueblo, no tiene ilusiones de que las cosas se arreglarán “por arriba”. Será tarea de los de abajo.

1. El ELN

Revista Insurrección No. 054 - marzo 17 de 2006
Ejercito de Liberación Nacional de Colombia

Editorial

ELECCIONES PARLAMENTARIAS 2006: CUATRO AÑOS MÁS DE LO MISMO

El pasado domingo 12 de marzo, se llevaron a cabo las elecciones para elegir un nuevo Congreso Nacional. Más allá de las cifras y de las interpretaciones políticas que dan como ganador absoluto al Uribismo, lo que queda claro, es que por diversos motivos políticos y sociales acumulados de tiempo atrás, las formas como se manifiesta el quehacer de los partidos políticos tradicionales no representa el sentir nacional y cada vez es mayor su deterioro.

Para algunos, las estadísticas de las elecciones del pasado domingo, pueden suscitar toda suerte de análisis y dependiendo de donde se les mire las apreciaciones variaran. Politólogos, expertos y analistas con datos en mano nos dicen que hubo una barrida total del Uribismo y que la suerte de la oposición está echada. Pero en política, las cosas no son tan simples y nosotros desde el Insurrección proponemos una mirada más crítica en torno a los resultados del proceso electoral llevado a cabo. Veamos:
1. No se puede hablar de un ganador absoluto, cuando de un potencial electoral de 26 millones de electores con que cuenta el país, según datos del propio Concejo Nacional Electoral, sólo votaron el pasado domingo nueve millones quinientos mil colombianos, lo que representa una abstención aproximada del 65%. Si las elecciones, según la democracia burguesa, son el momento decisivo en que los ciudadanos ejercen sus derechos, entonces es muy precaria la legitimidad cuando esa democracia está sustentada sólo en el 35% de los ciudadanos.
2. Si bien, cuantitativamente las fuerzas del Uribismo se pueden considerar ganadoras ya que eligieron 68 Senadores de 102 posibles, el universo electoral del presidente está sustentado en una confederación de viejas disidencias del partido liberal, en nuevos agrupamientos de pequeños partidos de la derecha más rancia de Colombia y en una coalición de estos con el partido conservador, que aprovechando las ventajas burocráticas que el gobierno le ha concedido a cambio de su apoyo, lograron - como hacía rato no podían- elegir 18 senadores. Para una confederación de partidos que han contado con todas las ventajas dadas desde la presidencia de la República, con miles de millones de pesos del erario público, con los parlanchines de los grandes medios a su favor, con unas fuerzas armadas en matrimonio con los paramilitares que han sembrado el terror en las fuerzas sociales y de oposición, era de esperarse este triunfo e incluso aspiraban a mucho más.
3. Aunque todos los analistas coinciden en resaltar los hechos anteriores, no se han tomado la molestia de analizar el por qué figuras prominentes del Uribismo como Moreno de Caro, representantes no vergonzantes de los paramilitares como Leonora Pineda y Rocío Arias, figuras conocidas defensoras del neoliberalismo como Enrique Peñalosa y Antanas Mockus, no alcanzaron una votación decorosa y por tanto sus agrupaciones políticas no funcionaron, quedando por fuera del Congreso Nacional.
4. El partido liberal, hoy en oposición, logró aproximadamente un millón y medio de votos que lo colocan en el Congreso con diecisiete parlamentarios. Si tenemos en cuenta que el viejo Uribismo se nutrió del interior del partido liberal ya que sus dos tendencias principales, el llamado “Partido de la U” de Juan Manuel Santos y “Cambio Radical” de Germán Vargas Lleras provienen del liberalismo, podríamos anotar que la votación de los liberales corresponde a un gran esfuerzo de los dirigentes de este partido para no dejarse esfumar de la vida política del país.
5. Aunque la derecha lo quiere negar, uno de los grandes triunfadores del domingo 12 de marzo, fueron las fuerzas de izquierda y sociales que agrupadas en el Polo Democrático Alternativo lograron la mayor votación de la izquierda en toda su historia: novecientos cincuenta mil votos para la elección del Parlamento y un millón ciento cincuenta y cinco mil para la elección interna de su candidato presidencial, ganada en franca lid por el Maestro Carlos Gaviria. Las cifras indican que hace cuatro años el Polo sacó quinientos sesenta mil sufragios para elegir seis senadores. Hoy cuatro años después duplica esta votación y elige 11 senadores. Entonces, ¿de qué derrota de la izquierda es que está hablando la derecha?

A MANERA DE CONCLUSIONES

a. Los datos anteriores, le darán sin duda alguna a la confederación de fuerzas del Uribismo un control total de las decisiones que se adopten en el Congreso Nacional, lo que conlleva a consolidar el proyecto reeleccionista presidencial, con sus consecuencias nefastas en lo político, en lo social, en lo económico y en lo internacional. Se consolidará el modelo despótico de derecha y se agudizará el conflicto social y armado que enluta nuestra patria.
b. Es de esperarse una alianza política amplia entre las fuerzas opositoras al régimen de derecha. Para no perecer en el intento se requiere una amplia coalición entre los parlamentarios del partido liberal, del Polo Democrático, de algunos representantes del partido conservador y de los parlamentarios indígenas. Una alianza entre la izquierda y los sectores más al centro del espectro político, está hoy a la orden del día.
c. Las fuerzas de oposición se enfrentarán a un presidente candidato, que controla el poder legislativo, que cuenta con una gran cantidad de recursos económicos y políticos, dada su investidura, lo que sin lugar a dudas muestra un desequilibrio a favor del régimen de derecha. Esto es que ahora como nunca antes se abre la brecha entre el candidato presidente y los demás aspirantes, entre ellos, Horacio Serpa elegido democráticamente en la consulta liberal, el maestro Carlos Gaviria del Polo Democrático Alternativo, quien le ganó la consulta interna a Antonio Navarro.
d. El desafío principal del Uribismo es fortalecer su control del poder en todos los espacios para lograr ganar las elecciones presidenciales en la primera vuelta, el próximo 28 de mayo. Sin embargo, si miramos las cifras electorales del pasado domingo, las cosas no parecen tan fáciles: en el año 2002 Uribe fue electo con seis millones de votos. Contra todos los pronósticos, la confederación de partidos que lo respaldan, sólo logró cuatro millones seiscientos mil votos. Y lo más grave es que excepto las formaciones llamadas “Partido de la U” y “Cambio Radical”, mutadas en los últimos meses del liberalismo al Uribismo, las demás corrientes que lo respaldan bajaron significativamente su votación. Partidos de estirpe Uribista como “Colombia Democrática”, “Colombia Viva” y “C-4” (los llamados Evangélicos de Yimmi Chamorro), casi desaparecen del escenario nacional. Esto da cuenta entonces que con estas cifras, el Uribismo no solamente bajó su votación respecto a las votaciones del 2002, sino que las cifras actuales no le alcanzan para alzarse con la victoria en la primera vuelta.
f. Estamos adentrándonos en una coyuntura de alta polarización política, que llevará a que en todos los ámbitos de la vida nacional el debate y las decisiones respecto a temas como el TLC, la reforma tributaria, la ley de justicia y paz, la salida política al conflicto, nos conciernen a todos los colombianos y colombianas y no solamente a las esferas del poder político y económico. No obstante, es de esperar que todas estas temáticas, de primer orden en el futuro de la vida nacional, sean abordadas, tanto en el Congreso Nacional como en la Cámara de Representantes, por parte de las fuerzas de izquierda, democráticas y de lo que hoy llamamos oposición, con sujeción al sentido de patria y al respaldo entregado en las urnas por el pueblo.
g. Ahora que no vengan las fuerzas de la derecha y del Uribismo a cantarnos alabanzas a su victoria, a la supuesta libertad, a su democracia, al sistema electoral colombiano; resultará sólo una nueva farsa llena de fantasías y retórica para tratar de engañar a ingenuos, porque a pesar de su pírrico triunfo electoral, la lucha contra el TLC, contra la reforma tributaria, por la salida política al conflicto, contra la impúdica ley de “justicia y paz”, por una política internacional soberana, contra el Plan Colombia, la lucha contra su reelección, se fortalecerán en los próximos días en todos los espacios y a todos los niveles.

El Ejército de Liberación Nacional seguirá alentando y participando con todos sus activos políticos, militares y sociales contra las manifestaciones seculares de la estructura de la propiedad privada en Colombia, contra las élites y los privilegios, contra la mal llamada “democracia” que encarcela y asesina a diario a dirigentes sociales, de oposición, y a poblaciones enteras bajo el pretexto de luchar contra “el terrorismo”. Seguiremos alzando nuestra roja y negra bandera comunera donde haya cualquier tipo de injusticia y desigualdad, nuestras armas seguirán alzadas como parte de un proyecto nacional que combate por un nuevo país y un nuevo gobierno, verdaderamente representativo, democrático y soberano.

Nada ni nadie nos detendrá en este propósito.

2. Los reformistas
Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y
el Alca, Recalca

Página web: www.recalca.org.co
Correo electrónico: recalca@etb.net.co
Bogotá, 27 de marzo de 2006

Las elecciones y el TLC

Después del cierre de las negociaciones del TLC con Estados Unidos, el 28 de febrero, el gobierno montó una multimillonaria campaña publicitaria, saturando los medios de comunicación con mensajes a favor del Tratado, tratando de causar la impresión de que todo fue exitoso en la negociación. La gigantesca operación buscaba minimizar el efecto negativo que para el gobierno podía tener el hecho de haber cerrado las negociaciones dos semanas antes de las elecciones parlamentarias, dado que las últimas encuestas habían mostrado que una mayoría de la población se oponía al TLC.

Este despliegue se acompañó de un llamado a participar en las elecciones y, de una forma u otra, el mensaje gubernamental fue que la participación implicaría un apoyo a su política de seguridad democrática y al Tratado. Con el resultado electoral, el gobierno cantó victoria y la gran prensa anunció un arrollador triunfo del uribismo.

La realidad es otra: En verdad la abstención superó el 60 por ciento, lo cual indica que los llamados presidenciales no entusiasmaron al electorado. Los partidos uribistas mantuvieron la mayoría que ya tenían, lo que le había permitido al gobierno aprobar toda su agenda en el Congreso en la legislatura pasada. Sin embargo, no hay “grandes avances del uribismo” sino una gris refrendación del hecho de que se gobierna con el apoyo de una minoría de la población con capacidad de votar, aunque sea una mayoría de los que participaron en las elecciones. Desde este punto de vista, lo previsible es que –una vez se someta el TLC al Congreso– la mayoría uribista intente aprobarlo sin mayores debates. Empero, seguramente llamarán, como lo están haciendo para la reelección, a todos los parlamentarios elegidos y que fueron cuestionados por sus vínculos con sectores paramilitares.

El hecho de que existan algunos parlamentarios uribistas que hayan manifestado reparos a algunas partes o a todo el tratado, debido a que afectaría intereses de sus regiones, permite un margen de acción para la presión social a nivel regional y nacional, pero también presagia que el plan de compensaciones por 500 mil millones de pesos que ha prometido el gobierno, tiene que ser cuidadosamente repartido para asegurar que pueda neutralizar a los gremios, garantizar a los parlamentarios una capacidad de maniobra a nivel regional y asegurar la aprobación del TLC. Como todo el mundo sabe que este dinero es poco, que no se dará en forma permanente y que no alcanza a ser ni la mitad de lo que el gobierno va a perder por la disminución de recaudos de los aranceles, muchos de los sectores inmediatamente afectados no podrán ser apaciguados.

Sin embargo, las elecciones al Congreso también reflejaron que el Partido Liberal tiende a disminuir su fuerza y que la izquierda crece. En las elecciones parlamentarias el Partido Liberal manejó una posición ambigua frente al TLC. Aunque en el último tramo algunos precandidatos tomaron distancia del mismo. La colaboración del liberalismo con Uribe durante buena parte de su mandato y la participación del liberalismo en la aplicación de las políticas de apertura y privatización durante los últimos 17 años, restan credibilidad a su oposición al Tratado. A pesar de esto, no puede negarse que en el liberalismo existe una importante corriente intelectual y política que ha criticado el TLC y la apertura y que dirigentes como Eduardo Sarmiento, Amylkar Acosta, Piedad Córdoba y Mauricio Cabrera, entre otros, han mantenido una actitud independiente. Ya en la conformación de la bancada parlamentaria, no se puede asegurar que el liberalismo se oponga como bloque al Tratado.

La izquierda aglutinada en el Polo Democrático Alternativo, principal corriente de oposición al TLC, fue clara e incluso publicó días antes de las elecciones un aviso en la prensa comprometiéndose a votar en contra una vez sea llevado al Congreso. Por otra parte, entre las seis mayores votaciones al Senado, dos fueron obtenidas por dirigentes de izquierda que no han tenido ninguna ambigüedad en su oposición al Tratado: Gustavo Petro y Jorge Enrique Robledo. Pero más que las 20 curules, la importancia del resultado para la izquierda fue la victoria de Carlos Gaviria, caracterizado crítico del Tratado y quien disputa con Serpa la opción de enfrentar a Uribe en la última vuelta.

Horacio Serpa ha venido criticando el Tratado e inclusive ha sugerido que se consulte a la población. Gaviria también lo critica, pero reprocha a Serpa su participación en toda la gestión neoliberal de los últimos años y sostiene que el Partido Liberal carece de credibilidad en esta materia.

Indudablemente el tema del TLC tendrá gran importancia en las elecciones presidenciales y es significativo que después de la inmensa campaña publicitaria, según una reciente encuesta, apenas el 48% de la población lo apoya. Es previsible que tan pronto se conozcan los textos y se revelen los inmensos estragos que va a significar para el país, nuevamente la opinión ciudadana se incline en contra del mismo. No podemos aceptar la posición derrotista de que el TLC ya es un hecho cumplido y que simplemente hay que acomodarse. Quedan casi dos años de debates y el análisis de lo acordado permitirá explicar a la población los perjuicios del mismo. Entonces se escuchará la voz del pueblo.


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