Domingo 2 de abril de 2006
Vendrán buques y marineros, luego cantinas y droga, dice a indígenas de Colima
“Estamos en contra del progreso que se promueve para los de arriba”: Marcos
“No les estoy vendiendo una profecía malvada”, asegura
Ante la caravana zapatista, campesinos de Ostula denuncia transas entre dirigentes y la empresa siderúrgica Hylsa
La Jornada
Ostula, Mich. 1º de abril. Pisando fuerte en las tierras nahuas de la costa, la otra campaña vino a remover otro poco el ya de por sí movido despertar de los pueblos originarios del extremo Pacífico, que se cuentan entre los más olvidados e ignorados del país, que ya es decir. El desarrollo turístico de la región ha ido arrojando los pueblos a las serranías secas y ásperas del far west michoacano. Esto ocurre en el municipio de Aquila, en Coahuayana, Huizontla y Coalcomán de Vázquez Pallares.
El “compañero Tacho”, comisario de bienes comunales de Huizontla, dio la bienvenida al “comandante de los de abajo”, como llamó al delegado Zero, en un sobrio acto al rayo del sol, sobre una terregosa cancha de futbol, ante centenares de indígenas.
Gilberto Reyes Vera refirió que los pueblos llevan años “bajo los gobiernos neoliberales y su estrategia de acabar con nuestra cultura, nuestros pueblos, nuestras formas de gobierno interno… todo con programas suyos para favorecer al capitalismo y para que los pobres se queden con su pobreza”. Por eso, prosiguó, “estamos unidos a la Sexta declaración de la selva Lacandona porque allí se encuentra la esperanza de los pueblos indígenas”.
El delegado Zero estuvo acompañado en el estrado por representantes de los pueblos de esta región michoacana, de autoridades nahuas de Ayotitlán (Jalisco) y de distintos pueblos wixaritari de Jalisco y Durango.
Eutimio Díaz Bautista expresó: “Todos los pueblos tenemos los mismos problemas. Hay que luchar por las comunidades. Por eso venimos a acompañarlos”.
Concluidos los saludos, el conductor del acto ya estaba dándole la palabra al subcomandante Marcos cuando saltó al tablado Carlos Marmolejo, de Ostula, tomó el micrófono y dijo, con toda razón, señalando al visitante: “Hoy no es él el más importante. Primero tenemos que escucharnos nosotros, tenemos que hablar de los problemas de límites con Aquila y La Placita. Y de la empresa Hylsa, que nos está robando”.
Refirió que los dirigentes de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA) y de Aquila están negociando recibir de la empresa siderúrgica 8 mil pesos por cada comunero, “siendo que Hylsa nos debe 100 mil pesos a cada uno”.
Enseguida tomó la palabra un hombre de Pómaro, quien leyó un documento con demandas muy precisas y pidió al delegado Zero y a la otra campaña sumarse a ese “proyecto indígena y campesino” de 10 puntos:
Cumplimiento de los acuerdos de San Andrés; soberanía de la nación y los pueblos; renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte; revisión del artículo 27 constitucional, y cancelación de la reforma salinista para recuperar la propiedad social.
También demandó derechos integrales para los pueblos en lo político, lo cultural y lo social; un presupuesto que responda a las necesidades de los campesinos, no de los políticos; una agenda de bioseguridad que garantice armonía con la naturaleza y rechace el uso de transgénicos; una agenda legislativa que restituya los derechos sociales; una nueva Constitución, y respeto a las playas como colindancia con el océano Pacífico (”para que haya paz”).
Sólo en el municipio de Aquila existen unas 50 comunidades dispersas en la sierra, donde el analfabetismo es elevado y la agricultura, precaria; donde las artesanía no tienen salida y los servicios son inexistentes. Asolados por el narco y la violencia racista, estos pueblos quedan tan lejos de Morelia, la capital del estado, que es más fácil viajar a Colima para encontrarse con la “civilización”.
El acto de Ostula revistió gran importancia para los indígenas. El representante de Pómaro afirmó que la presencia de la otra campaña y el subcomandante Marcos en la región “animan y templan la lucha por la defensa de nuestro territorio y todo lo que es nuestro”.
Contra la regasificadora de Cuyutlán
Una tras otra, las historias de comunidades amenazadas por el progreso de las empresas representan despojo, contaminación, enfermedad, expulsión, pérdida de identidad, fin de fuentes de trabajo, desintegración familiar… Llama la atención que los tres niveles de gobierno insistan con tanta enjundia en estimular, apoyar o de plano crear planes y proyectos que generan todo lo mencionado, y no pocas veces la pérdida de algo de soberanía nacional en nombre del mercado libre y la atracción de inversiones.
Durante el último acto de la otra campaña en el estado de Colima, y tras escuchar la experiencia de pescadores, comerciantes, agricultores y vecinos del ejido Campos, en el norte del puerto de Manzanillo, el subcomandante Marcos expresó la noche del jueves: “La historia que han contado la he escuchado con mucha atención, es lo mismo que hemos escuchado en otras partes”. Y para ilustrar “lo que les quieren hacer a ustedes”, según dijo, recapituló los hechos de otras partes por donde ha pasado la otra campaña.
“Los quieren destruir completamente”, advirtió, y recordó los casos de la laguna de Acuitlapilco (Tlaxcala) y los damnificados del huracán Stan en Chiapas y Quintana Roo. “El gobierno, cualquiera que sea, municipal, estatal y federal, quiere volver a conquistar las tierras, hacer otra guerra de conquista”. En este caso, como en La Yerbabuena, en Colima.
Preguntó a los pobladores de Campos si acaso pagan menores tarifas eléctricas. Un no colectivo se hizo oír. Y Marcos explicó: “Era una pregunta, porque como tienen la termoeléctrica ahí y les está afectando, deberían cobrarles menos. Si ustedes averiguan lo que pagan los hoteles en la zona de lujo de Manzanillo van a ver que pagan menos que ustedes, porque están subvencionados”.
Y ya que la termoeléctrica contamina el aire (refirió el caso de Salamanca, Guanajuato, donde “por lo menos uno en cada familia está enfermo de cáncer”), el delegado zapatista preguntó a los pescadores cuánto vale su salud. “Que llegue la termoeléctrica, la regasificadora o todo lo que quieren meter y les digan: esto que vamos a hacer aquí va a hacer que uno de cada tres de ustedes se enferme de cáncer, pero le vamos a pagar el médico, se va a morir más pronto de lo que le toca, pero le vamos a ayudar a pagar su sepelio. ¿Quién va a aceptar eso? Resulta que el gobierno hace eso, y todavía tenemos que luchar para que nos dé un poco de ayuda por matarnos, literalmente”.
E insistió: “¿Por qué la termoeléctrica está en Campos y no en la zona residencial de Manzanillo? Si es cierto que no hace daño, que se la lleven a las colonias de los ricos. Lo que estamos viendo es que estos ricos, con la ayuda del gobierno, están volviendo a conquistar la tierra, y cada persona que vive en un lugar estorba, incomoda, hay que hacerla a un lado, a veces con engaños, a veces comprando a algunos de ustedes”. Y cuenta la historia del agua en El Batán (Querétaro).
Los funcionarios e inversionistas eligen: “aquí vamos a hacer un hotel, acá una planta, una industria, y la gente que está ahí hay que sacarla”. Existen dos formas. “Una, mandándola al panteón, que es lo que quieren hacer con ustedes, o reubicarla en otro lado, engañándola para que piensen que van a vivir mejor”.
La gente de más edad podrá decir que Campos “no era así; que se empezó a destruir, a empobrecer, a vivir con angustia y con enfermedades cuando llegó el progreso”, prosiguió Marcos.
“He escuchado aquí que ustedes dicen ‘no estamos en contra del desarrollo y el progreso’. Nosotros sí. Somos indígenas de Chiapas y nos alzamos el primero de enero de 1994 contra el gobierno federal porque el progreso y el desarrollo era el de ellos, de los de arriba, que se desarrollan y progresan a costa de nuestra miseria”. Por tanto, les pidió “que lo piensen bien, porque cuando ellos allá arriba hablan de progreso, hablan del de los ricos, no de ustedes, ni de nosotros”
Advirtió: “Van a convertir la laguna en puerto. Viene el buque y con él los marineros, y entonces las cantinas, la droga. No crean que van a llegar canchas de futbol, cines y teatros, no. Va a llegar todo lo que necesita la población de esos buques para pasar el día. Y si ustedes piensan que el gobierno los va a defender, están equivocados, porque es el gobierno el que está haciendo eso. Si están confiados nada más en que es cosa de respetar la Constitución, porque ahí se dice que uno tiene derecho a protestar, protesten lo que quieran, pero ellos les van a quitar la tierra, su casa, su pequeño comercio, su escuela, su futuro, su historia, su vida”.
Y el gobierno dirá, sugirió Marcos: “O se van a donde los estamos mandando o se van a buscar trabajo a Estados Unidos, y allí sí van a tener derecho de protestar”. Pero la empresa se va a instalar, expuso, “porque hay una ley que aprobaron los diputados y senadores del PRI, el PAN y el PRD, el gobernador del estado, el presidente municipal, el Congreso local y el Presidente de la República. La misma ley que ustedes quieren respetar es la que los va a despojar de todo. Y sí, van a poder hacer canciones de protesta y marchas, pero no van a tener nada”.
También podrán crear las comisiones que quieran, les dijo a sus escuchas, “para ir a pedirles, por favor, que no sean cabrones, que no los maten. Resulta que le tenemos que suplicar al que está encargado de garantizar nuestra seguridad y bienestar para que no atente contra nuestra vida, nuestra propiedad y nuestro bienestar, porque el plan que está detrás de la termoeléctrica, la regasificadora, la destrucción de la laguna y la construcción de ese puerto, es acabar con la vida comunitaria. No les estoy vendiendo una profecía malvada”, dijo.
“Les venimos a preguntar: ¿cuántos más se van a morir? ¿Cuántos casos más de cáncer? ¿Cuántos niños más con enfermedades pulmonares o de la piel para que Campos diga ya no, ya basta”. Pero “si nos organizamos, Campos va a volver a hacer lo que era, productor de frutas y pescado, no productor de enfermos”.