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La organización armada reflexiona sobre la iniciativa de alto el fuego permanente para expresar que «no da ese paso sobre el vacío»
El número 110 de “Zutabe” lleva por título «Euskal Herria dugu irabazteko!» y es una edición especial dedicada íntegramente a analizar la iniciativa de alto el fuego permanente adoptada por ETA el pasado 22 de marzo. En dicha publicación, de cuyo contenido se hicieron eco ayer varios medios audiovisuales, ETA expresa que ha llegado el momento de «alimentar el proceso con compromisos concretos» y añade que «desde su inicio y hasta su final deben ser los agentes vascos sus impulsores y los ciudadanos sus protagonistas», correspondiendo a los estados «no poner trabas».
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Euskadi Ta Askatasuna afirma en su revista que las reacciones registradas tras el anuncio de su iniciativa «deberán medirse con el paso del tiempo, igual que los efectos reales de la decisión adoptada por ETA». Para ello, considera claves tanto el desarrollo del proceso democrático como las responsabilidades que adopte cada uno de los agentes para llevarlo a buen puerto. Y es que, según destaca, su iniciativa debe entenderse «en clave de proceso».
Entiende que ha llegado el momento de «alimentar el proceso con pasos y compromisos concretos» adoptados «entre todos», al tiempo que subraya que «la llave la tienen los ciudadanos y los agentes vascos. Desde su inicio hasta el final, deben ser los agentes vascos los impulsores de este proceso y los ciudadanos sus protagonistas». En cuanto a los estados español y francés, indica que «les corresponde no poner trabas al proceso democrático y respetar sus resultados».
La organización armada asegura que el objetivo del alto el fuego no es otro que «impulsar el proceso democrático» que sirva para superar el contencioso y «construir un marco democrático para Euskal Herria» en el que «sean respetados sus derechos» y sea posible la materialización de «todos los proyectos políticos».
A la hora de adoptar esa decisión, asegura, tomó en consideración «las relaciones mantenidas con distintos agentes, las voluntades expresadas y los intercambios de puntos de vista». Y agrega: «ETA no da este paso sobre el vacío».
«Hay condiciones suficientes»
Afirma que su iniciativa se basa «en la creencia de que existen las condiciones y los cimientos suficientes» para desa- rrollar el proceso de resolución, y resalta que, en su reflexión, han tenido un importante peso «los pasos» que se han dado en ese sentido.
Además del Acuerdo Democrático de Base que califica como «la primera piedra firme» en ese camino, manifiesta que «las relaciones mantenidas entre partidos y agentes de cara a materializar un proceso de ese tipo nos anuncian que estamos ante una oportunidad» de poder adoptar «compromisos firmes». Entre esos pasos, también cita «las voluntades mostradas para lograr la resolución del conflicto por medio de la negociación», un deseo que, a su entender, comparte el conjunto de la ciudadanía vasca.
Respecto al momento de decretar el alto el fuego, advierte que «no sólo debemos mirar a la actual situación o a la evolución de los últimos años. Eso sería un grave error. En estos momentos, es muy importante interiorizar la perspectiva histórica de la lucha de liberación, ya que, al fin y al cabo, ahora estamos ante los frutos aportados por décadas de lucha».
«Todos esos factores han posibilitado que haya condiciones para abrir un proceso democrático. La decisión de ETA no es más que una consecuencia de esa situación», añade.
Tras considerar que «ETA, con su decisión, ha puesto mucho de su parte», asegura que «ahora corresponde a todos los agentes actuar con el mismo nivel de responsabilidad». «A todos los agentes, y especialmente a los favorables a Euskal He- rria, les ha llegado el momento de adoptar compromisos firmes y decisiones valientes», señala, para después instar a Madrid y París a abandonar la represión y a mostrar su voluntad para una salida negociada.
«¿Qué es y qué no el proceso?»
Sin embargo, su emplazamiento principal se dirige a los ciudadanos vascos, ya que les llama a «sumergirse de lleno en el proceso y a luchar por los derechos de nuestro pueblo». En cuanto a la izquierda abertzale, cree que debe seguir con «su compromiso, esfuerzo y lucha, porque ése será el instrumento más eficaz para lograr una paz basada en los derechos de Euskal Herria».
La organización armada también sale al paso «de la intoxicación» y explica «qué no es» su iniciativa. «Aquellos que piensen en una paz sin contenidos, se equivocan. La paz será consecuencia del reconocimiento de los derechos de Euskal Herria; hay que construir una paz basada en la justicia», destaca, y prosigue diciendo que «cuando hablamos de proceso democrático, hablamos del paso a dar del actual estatus político impuesto a aquel que se basa en la autodeterminación y la territorialidad».
«Siendo la voluntad de ETA estabilizar la situación abierta y llevar el proceso al puerto de la libertad, basamos nuestra decisión en el convencimiento de que la respuesta que recibamos sea de la misma medida de la apuesta de ETA», señala.
En otro de los apartados de la revista, la organización armada plantea la siguiente pregunta: «¿Qué es ese proceso?». Y dedica varias páginas a exponer su opinión. «Cuando hablamos del proceso, estamos hablando del trayecto a realizar para abrir una nueva situación basada en la aceptación de unos mínimos democráticos en Euskal Herria», afirma.
Estima que, para llegar a ese escenario, deberá impulsarse «el debate democrático entre los agentes vascos, para que, finalmente, sin ningún tipo de límite, los ciudadanos vascos tengan la palabra y la decisión sobre su futuro».
Ese trayecto necesitará, a su entender, de la negociación y el acuerdo, de que los estados reconozcan los derechos de este país y de «la acumulación de fuerzas en favor de Euskal Herria. Hay que levantar un muro popular en defensa de la palabra y la decisión de los vascos». Asimismo, opina que habrá que aprovechar «las nuevas oportunidades que se abran para dar pasos decisivos en la construcción nacional».
La forma de llevar a cabo ese proceso democrático pasa, a juicio de ETA, por que sea «dinámico y alimentado entre todos los agentes», y requerirá de «pasos de todos y en todas las direcciones». El debate entre los agentes «deberá tener en cuenta la pluralidad y el conjunto de Euskal Herria» y su objetivo será «lograr un acuerdo político sobre el futuro» del país; en ese acuerdo «se reconocerán sus derechos». A los estados les corresponderá «respetar los resultados de ese debate democrático. Y, finalmente, a los ciudadanos vascos habrá que preguntarles por el futuro de Euskal Herria».
Cree que las fuerzas favorables a la autodeterminación serán «los principales impulsores del proceso, y en torno a ello deberá organizarse la presión y movilización popular». Y es que, en su opinión, «hay que impulsar que Euskal Herria salga a la calle; la defensa de sus derechos debe hacerse en la calle; frente a los ataques, hay que responder como pueblo».
Un extenso repaso a lo acontecido durante las últimas décadas
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Antes de sumergirse en su análisis sobre el alto el fuego y sobre el futuro de un proceso democrático, ETAinicia este “Zutabe” exponiendo su re- flexión sobre la situación política actual y sobre el papel de algunos agentes: la izquierda abertzale, el PNV, EA, IU, Aralar-AB a quienes engloba bajo un mismo epígrafe y los estados español y francés.
Posteriormente, la organización armada re- sume las primeras reacciones respecto a su declaración hecha pública el 22 de marzo, aunque apunta que «más adelante habrá que hacer una valoración más profunda de estas posiciones».
ETA dedica otro capítulo a su «Frente Negociador», un tema del que «se habla a menudo». Ante las «filtraciones y mentiras» que se leen «en la prensa», el texto repasa «su trayectoria histórica». En primer lugar, explica que este frente es «un ámbito de lucha para superar mediante un acuerdo el conflicto que los estados español y francés tienen con EuskalHerria». Respecto a su «objetivo», reseña que es «alcanzar un acuerdo que garantice los derechos de EuskalHerria».
A renglón seguido se explica brevemente el contenido de la Alternativa KAS, de la Alternativa Democrática presentada por ETA en 1995 y de la propuesta realizada en Anoeta por Batasuna en noviembre de 2004. También se repasan los diversos intentos negociadores, desde Martín Villa en tiempos de la UCD hasta la reunión con representantes del Gobierno Aznar el 19 de mayo de 1999.
El documento prosigue recordando las diversas iniciativas de cese de actividad armada llevadas a cabo antes de la vigente declaración de alto el fuego permanente. Unas decisiones que, a juicio de ETA, han marcado «puntos de inflexión» en el devenir de conflicto. Buena parte del texto corresponde a la época de Argel, incluyendo la publicación del «segundo acuerdo alcanzado por los representantes de ETA y los del Gobierno» del PSOE, que «los dirigentes españoles no cumplieron».
La parte final está dedicada a analizar el documento «Elkarbizitzarako bake bidea», presentado por el PNV el pasado octubre. La organización armada critica un texto que «ataca a ETA y a la izquierda abertzale» y en el que la formación jeltzale mantiene su «ambigüedad histórica» y se sitúa «en un púlpito para decir a unos y otros qué deben hacer, pero sin concretar ellos sus propias responsabilidades».
Amnistía, fuerzas armadas extranjeras y Ertzaintza
«Konponbideak oinarria» baduela uste du
Euskal herritarren erabakia errespetatu beharra dagoela aldarrikatzen dutenen erreferentzia bilakatu da, ETAren aburuz, Oinarrizko Hitzarmen Demokratikoa. «Horrekin, burutu beharreko prozesu luze baten lehen harri sendoa jarri da. Bertan bildutako borondateak eta orain arte egindako urratsek balio handia dute», adierazi du. Gainera, gerora ere «ekarpen handia» egingo duela uste du. «Haren printzipioak edozein prozesu garatu ahal izateko kontuan hartu beharko dira». -
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ETA destaca dos «condiciones democráticas» sobre las que subraya la importancia de «llevar a cabo una fuerte lucha ideológica y de movilizarse en las calles». Uno es la situación de los presos, que «no es una cuestión técnica. Y no es una cuestión sólo de ETA. Los presos son presos de EuskalHerria» y «su puesta en libertad es una condición democrática para la resolución del conflicto, ya que no hay paz sin amnistía. Son militantes políticos que están encarcelados por luchar por los derechos de EuskalHerria». Añade que la amnistía supone «el reconocimiento del carácter político» de los prisioneros y de su lucha.
El segundo aspecto es el de la «desmilitarización». En este capítulo, ETA señala que «no es posible asegurar una situación de paz hasta que no sean expulsadas las fuerzas armadas que durante largos años han oprimido a Euskal Herria». En cuanto a la Ertzaintza, ETA estima como «imprescindible» la «desactivación de sus cuerpos especiales».