Txente Rekondo
Rebelión
Kurdistán está asistiendo las últimas semanas a unos interesantes movimientos políticos que pueden alterar la situación de ese pueblo en un futuro a medio plazo. Las movilizaciones, la conjunción de diversos grupos en plataformas comunes, la capacidad operativa de algunas organizaciones armadas y la inquebrantable voluntad del pueblo kurdo por alcanzar sus objetivos apuntan en esa dirección.
Además, desde hacía mucho tiempo que el Kurdistán en su conjunto no asistía a este tipo de acontecimientos, la celebración de la fiesta nacional kurda, el Newroz ha sido el punto de inflexión ante el inicio de una nueva era. Las poblaciones kurdas que viven la ocupación en Turquía, Iraq, Irán o Siria han mostrado al mundo su determinación para que éste reconozca de una vez por todas el derecho que como pueblo tiene para disponer de su futuro como el pueblo kurdo decida. Tantas veces apaleados, olvidados o traicionados, puede que las llamas de la revuelta que se está extendiendo por Kurdistán puedan encaminarles a ese futuro tan ansiado y anhelado.
Mientras que miles de kurdos salían a las calles del norte, sudoeste y este de Kurdistán, así como las comunidades kurdas de Europa, para celebrar el Newroz y señalar al mundo entero que la llamada “cuestión kurda” puede y debe resolverse democráticamente, en el sur de Kurdistán la población también salía a la calle para denunciar el régimen corrupto impulsado por el PUK y el PDK en esa zona.
Los dirigentes kurdos han señalado la importancia histórica de este Newroz, equiparándolo con el de los años ochenta, cuando un líder del PKK, Mazlum Dogan, denunció públicamente las torturas sufridas en la prisión de Diyarbakir. Desde entones la celebración del Newroz se ha convertido en un día de “protesta, libertad, unidad y hermandad”.
Norte
La región del norte de Kurdistán, ocupada por Turquía, está asistiendo a levantamientos populares contra la presencia turca, y las protestas se están extendiendo por toda la región, alcanzando a Estambul. Durante todo el mes de marzo las manifestaciones y los enfrentamientos armados se han sucedido, pero a partir de la ultima semana han alcanzado una intensidad que hace que algunos observadores en la zona la comparen con las impresionantes protestas de julio de 1991, tras la muerte del dirigente kurdo Vedat Aymin, a manos de las fuerzas turcas.
Una de las características de las movilizaciones radica en la organización de las mismas, que aunque cuentan con el apoyo del PKK, han sido las poblaciones locales las que las han impulsado, y a las que se ha sumado posteriormente el PKK. La muerte de varios guerrilleros kurdos y sus posteriores entierros han desembocado en un aumento de la tensión y la violencia. Hasta tal punto se ha visto desbordado el gobierno turco que ha publicado una serie de medidas que han añadido más leña al fuego. Turquí pretende que los cuerpos de los guerrilleros muertos no se entreguen a las familias, quedando en manos militares que serán quienes les entierren en tumbas anónimas, las autopsias serán declaradas secretas y no se permitirán ritos funerarios islámicos para los muertos.
El gobierno turco, a pesar de las ligeras reformas promovidas tras la presión europea, sigue mostrándose incapaz de solucionar por métodos democráticos la situación, y menos aún respetar la voluntad del pueblo kurdo.
Este y sudoeste
La zona del este de Kurdistán, ocupada por Irán, también está asistiendo a importantes cambios en la escena política. Por un lado la capacidad militar del PJAK ((Kurdistan Free Life Party), que el año pasado causó más de cien muertos entre las filas militares y policiales iraníes, unida a las protestas organizadas en las ciudades del este kurdo, y por otro lado los intentos de varios grupos (PDKI, Komala, Partico Comunista…) para crear un frente unido en defensa de los intereses de su pueblo, son circunstancias que permiten valorar con optimismo el futuro kurdo, a pesar del incremento de la represión por parte de Teherán.
Siria mantiene la ocupación del sudoeste kurdo, y al igual que las otras zonas ocupadas por otros estados, la respuesta de los kurdos está mostrando una situación similar. Históricamente, el mes de marzo tiene varios aniversarios que recogen momentos trágicos para el pueblo kurdo en Siria. En marzo de 1993 se produjo la masacre de decenas de kurdos en una prisión siria, hace dos años, decenas de kurdos murieron en los enfrentamientos con árabes y tras la actuación de las fuerzas sirias, y a todo ello se le une la celebración del Newroz.
Este año, en torno a todos esos acontecimientos, miles de personas han salido a las calles de Aleppo y las principales ciudades sirias y la respuesta de las autoridades sirias ha sido la de incrementar la represión. Cientos de detenidos tras las protestas, la condena de un importante defensor kurdo de los derechos humanos, y sobre todo la existencia de más de ciento cincuenta mil kurdos a los que no se le reconoce la ciudadanía, junto al mantenimiento de la discriminación contra la población kurda en Siria es la fotografía que podemos ver en la zona.
Paralelamente, algunas organizaciones kurdas han convocado una conferencia para buscar una lista unificada de demandas para defender los derechos de la población kurda, al tiempo que ofrecen una salida negociada al gobierno sirio. De momento la respuesta de éste está en la línea de los gobiernos vecinos, represión y punto.
Sur
El norte de Iraq conforma el sur kurdo, y a pesar de la situación tan especial que se vive en esta parte del país, por primera vez en mucho tiempo la población local ha salido a la calle para denunciar el régimen policial que mantienen los dos principales grupos políticos, el PDK y el PUK. Aprovechando el aniversario de la masacre de Halabja, los kurdos han salido a las calles acusando a sus gobernantes de corruptos, al tiempo que han denunciado que la ayuda internacional acaba en los bolsillos de los dirigentes del PDK y PUK.
En las últimas semanas, esa muestra de rechazo “a la corrupción y la tiranía” de esas organizaciones ha ido en aumento. La respuesta de éstos ha sido más represión, detenciones masivas, y coacciones y arrestos de periodistas. Algunas fuentes señalan que algunos detenidos pueden enfrentarse a la pena de muerte. Organismos internacionales, como AI, han denunciado las amenazas contra la libertad de expresión que se están dando, y también han denunciado el monopolio de poder que ejercen esos partidos, calificando la situación como un “estado policial”, donde la Asayeesh (seguridad militar) y la Parastin (policía secreta) ejercen su poder, unido a un sistema judicial totalmente politizado y en manos del PDK y PUK.
La esperanza abierta en Euskal Herria ante la oportunidad de abrir un proceso de paz ha tenido eco en Kurdistán, desde donde algunos dirigentes kurdos apuntan que “la vía vasca” podría ser un modelo a seguir en la región, como anteriormente lo fue la experiencia de Sudáfrica en Irlanda, y la de ésta en Euskal Herria.
Kurdistán está en llamas, y su pueblo demanda a la comunidad internacional el apoyo necesario para buscar salidas negociadas y democráticas a sus demandas. En caso de que la situación no cambie, y los gobiernos de la región mantengan sus políticas represivas, las voces que se alzan en Kurdistán han dejado claro que están dispuestos a defender por encima de todo sus derechos, incluso si es necesario extender el fuego kurdo por toda la región.
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
Calma en Kurdistán, pero casi cien menores siguen detenidos
La ciudad de Diyarbakir, capital del Kurdistán turco, trata de recuperarse de los disturbios que hace unos días causaron 10 muertos y la detención de un centenar de menores, muchos de los cuales, según testimonios, han sido maltratados.
Noventa y nueve menores de edad que participaron en los altercados continúan detenidos y serán llevados ante los tribunales, donde 91 de ellos corren el riesgo de ser condenados a cadena perpetua, dijo a EFE el representante para los derechos infantiles del Colegio de Abogados de Diyarbakir, Cengiz Analay.
Además, Analay precisó que ‘el 95 por ciento de estos chavales han sido torturados o sufrido malos tratos’.
Los habitantes de Diyarbakir describen aquel fin de semana del 25 y 26 de marzo como ‘escenas sacadas de la intifada palestina’, con miles de niños y adolescentes en las calles, lanzando piedras a la policía y recibiendo a cambio gases lacrimógenos y fuego real.
Los enfrentamientos con el Ejército comenzaron cuando se llevaban a cabo los funerales por cuatro guerrilleros del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las montañas cercanas, y duraron cerca de una semana.
De los diez muertos, cuatro fueron niños. El gobernador de la provincia, Efkan Ala, hizo lo posible por calmar los ánimos afirmando: ‘Los que no conocen otro método que el del palo deben saber que esos días ya han pasado. Las ventanas rotas se pueden arreglar, pero las vidas perdidas no pueden devolverse’, dijo entonces, y hoy todos repiten sus palabras.
‘Yo no participé en las revueltas, pero seguro que mis hijos sí -dice Adem Akdag, un hombre de 45 años, kurdo, como la práctica totalidad de habitantes-. Aquí no hay trabajo, ni se puede producir nada, ni vender nada. No hay futuro para los muchachos’, señala.
Pero un vecino suyo que no quiere dar su nombre, va más lejos: ‘Le voy a ser sincero; aquí nunca habrá paz hasta que se resuelva la cuestión kurda; y el Gobierno y los soldados saben cómo hacerlo’, dice tajante.
‘Nosotros queremos la paz, no un estado kurdo. Pero estamos tranquilamente sentados a la puerta de nuestras tiendas, pasa la policía y empieza a insultarnos: ‘Meteos dentro, hijos de puta'’, nos dijeron. ¿Por qué?’, se queja un tercero.
En esta ciudad, hasta el presidente provincial del partido en el Gobierno, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, Abdurrahman Kurt, critica la actuación policial: ‘Los responsables son tanto los que empujaron a sus hijos a las calles como los que usan la fuerza desproporcionada’, reconoce.
En Diyarbakir, los rebeldes kurdos del PKK son llamados ‘guerrilleros’ por todo el mundo, incluso por aquellos que representan a los grandes partidos nacionales turcos, reconoce Medeni Oz, del Partido Popular Republicano.
Según Oz, los disturbios comenzaron en los funerales de los cuatro miembros del PKK cuando se extendió el rumor de que el Ejército kurdo había utilizado armas químicas para matarlos en un fin de semana particularmente sangriento en el que murieron 14 rebeldes.
El alcalde de la ciudad, Osman Baydemir, pertenece al Partido de la Sociedad Democrática (PSD), considerado el ‘brazo político’ del PKK, que se niega a condenar las acciones de la guerrilla.
El propio primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, rechaza sentarse con el PSD a discutir los problemas de los kurdos turcos mientras no declaren solemnemente que ‘el PKK es una organización terrorista’.
El alcalde Baydemir afirma que ‘la riqueza de este país incluye a los turcos y los kurdos’, pero se queja de que los medios de comunicación son los que están atizando el conflicto kurdo.
El alcalde pone como ejemplo la reciente entrevista concedida al semanario turco ‘Tempo’, titulada con unas explosivas declaraciones: ‘Los kurdos y los turcos no pueden vivir juntos’, algo que -asegura- nunca dijo.