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Chile: Nuevo ciclo de luchas estudiantiles

19.05.06

Ya lo anunciamos en un texto escrito a fines del año pasado: las batallas estudiantiles de este año vienen más fieras. Y no decimos esto para vanagloriarnos de que apuntamos en el blanco, sino simplemente para mostrar que la tendencia era evidente. Y sigue en aumento.

Hay un notorio crecimiento en la juventud chilena del sentido y el sentimiento de la autoorganización y la protesta, crecimiento en ambas direcciones: cuantitativa y cualitativa.

Como indicador del crecimiento cualitativo tenemos, por ejemplo, que las exigencias estudiantiles son mayores. Antes se peleaba contra los aumentos, hoy se pelea por la gratuidad del pasaje y de la prueba de ingreso a la universidad. Eso puede constituir un indicador de cómo van a venir otras luchas, ya que el discurso progre de Bachelet y la ausencia de políticas sociales reales legitima que la capacidad de movilización y exigencias sociales aumente, además de que el deterioro de las condiciones de vida es cada vez más evidente junto a la paradoja del sostenido crecimiento de los ingresos derivados del cobre y otras fuentes. Súmese a ello las últimas batallas de los trabajadores temporarios del cobre y las fuertes movilizaciones por los presos políticos mapuche y se tendrán los ingredientes de una retroalimentación que está estimulando la reorganización por abajo de diferentes sectores sociales, en especial los allegados o sin casa, que también han realizado fuertes jornadas de lucha en lo que va del año.

Lo destacado de todas estas batallas sociales es que los partidos de izquierda no están a la cabeza, sino que se trata de grupos autónomos, de anarquistas o coligaciones de diferentes organizaciones rebeldes de fuerte presencia en barrios populares. La izquierda tradicional tenía la costumbre de reclutar estudiantes para llevarlos al “trabajo social” y aún lo sigue haciendo, pero hoy es al contrario. Se trata de organizaciones e influencias que vienen desde los barrios a las salas de clase, por eso también nuestra insistencia en que los estudiantes salgan de las aulas y se integren a las actividades de autonomía, culturales, educación popular, nuevas metodologías de investigación social, psicología comunitaria, etc. de los barrios, puesto que allí está la escuela de la vida y de la autoorganización social desde donde se podrán extraer elementos para nuevas doctrinas y teorías de las diferentes disciplinas que se trabajan en las escuelas y universidades. No basta la lucha callejera, es necesario incorporarse a las actividades barriales asentando el cuerpo allí para salir desde esa realidad a discutir y batallar en las salas de clase y en las calles.

En efecto esa es la tendencia. La poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile fue perdida para el sector de la izquierda tradicional predominante, la alianza electoral del Podemos, y la ha ganado una alianza de grupos y frentes más próximos a lo social que a lo político. Lo mismo viene ocurriendo en diferentes facultades y federaciones, al igual que en los colegios y liceos. Hay una razón visual que refuerza esta interpretación y es que todos notan que ha crecido enormemente la cantidad de estudiantes que se cuelgan objetos típicos de los punks y anarquistas y se visten de negro, hay un notable incremento del ideario autónomo y libertario entre los jóvenes. Los colores rojinegro abundan y ya es difícil distinguir entre anarquistas y rebeldes seguidores de la tradición del MIR o del guevarismo en general, lo que representa una interesante especie de simbiosis, prolegómenos quizás de estas nuevas formas de entender la autonomía y la autoorganización social.

El asambleismo ha derrotado a las prácticas verticales en las escuelas y universidades, siendo claramente visible que en la mayoría de los centros de estudio es la asamblea horizontal la que genera los programas y acciones de protesta. Son pocos los militantes que hoy se aventuran a mostrar sus banderas e insignias a pesar de que los dirigentes les exigen portar los símbolos tradicionales. Por ejemplo en la Juventud Comunista hay niveles de crítica y deserción desconocidos en años anteriores. Además en las propias asambleas muchas veces se circula la voz de que es más justo no presentarse como militantes y que cada uno hable como persona que es, aunque no faltan los vanguardistas que aún practican las viejas maneras del reclutamiento y la agitación, pero cada vez se les escucha menos.

Por otra parte es muy fuerte la movilización en ciudades que no son la capital, como en Iquique, Arica, Antofagasta, Valparaíso, Concepción y Temuco, lo que le da a las tendencias anotadas un carácter general.

La alianza entre universitarios y secundarios también ha asumido ribetes novedosos, como por ejemplo abrir las puertas del campus para que ingresen los secundarios escapando de la represión o también grandes carteles universitarios saludando a los “pingüinos”, como se les llama a los secundaristas por el uniforme que deben usar.

La tendencia es altamente positiva y sería saludable que en los barrios pudiese discutirse la situación de los estudiantes, invitando los propios jóvenes a los padres y madres a reunirse en asambleas vecinales o como las quieran llamar para ver como apoyar las reivindicaciones de sus hijos desde sus lugares de vivienda, por ejemplo con declaraciones o hasta una marcha en la localidad con carteles alusivos. Los estudiantes en los barrios podrían interferir en las reuniones de apoderados llevando una nota para ser firmada por los presentes y por la directiva de los apoderados si es que están organizados, tratando de hacer una breve alocución explicativa. O quizás uno de los padres pueda llevarla y presentarla en esas reuniones.

Para eso tendrán que ser las propias asambleas estudiantiles las que discutan y planifiquen la tarea otorgando a cada uno el rol de trasmisor hacia sus familias y vecinos de propuestas de este tipo o similares, haciendo listas de quienes viven en el mismo barrio para que se constituyan en equipo de trabajo.

Si se consigue direccionar el movimiento estudiantil de esta manera, o de otras que ellos mismos descubran, hacia los barrios, la posibilidad de amplificación y fuerza de su movimiento se multiplicará varias veces, consiguiendo también estimular a los adultos de su población para que se pongan las pilas.

Nos solidarizamos totalmente con las luchas estudiantiles y esperamos que sigan funcionando en asambleas multiplicando el ejemplo.

Abrazos

Profesor J


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