Institucionalizar o desplegar la potencia instituyente?
Me parece que está bien diseñar los actores que participarán o deben participar en las discusiones sobre la LOCE.
Sólo que no me parece prudente limitarlo a los miembros de los aparatos educativos y estructuras sociales, ya que es sabido que las organizaciones sociales, siendo muy respetables, muchas de ellas hace ya tiempo están sumamente debilitadas y reducidas por diferentes motivos, lo que es lamentable, pero es una realidad que las autoridades y negociadores no dejarán de considerar.
Sabemos que en los barrios hay una fuerte agitación, preocupación e intercambios y este fin de semana se preparan asambleas vecinales en importantes localidades, como Villa Francia y La Victoria. También llegan noticias de todo el país sobre la adhesión a constituir los CET, Comités Populares por una Nueva Educación y Trabajo, en barrios y comunidades.
Las movilizaciones estudiantiles han llegado con una fuerte cuota de iniciativa y creatividad, han sido capaces de movilizar a muchas personas e innovar en las maneras de asumirse como sujeto de opinión e interlocución. Maneras que han sido hechas o descubiertas por fuera de los canales tradicionales de representación o de interpelación al estado. Las formas asamblearias y no partidarias de autoorganización son una contribución muy importante al país.
Eso no está siendo respetado por las formas canalizadas que se proponen, ya que al parecer se cuestionan los partidos, pero las decisiones se entregan en bandeja al parlamento, donde están esos partidos.
Por otra parte la discusión estaría siendo encajonada en la exclusiva modificación constitucional de la Loce, luego de lo cual habremos entre todos fortalecido la interlocución de los partidos que en las próximas elecciones sacarán a luz la capacidad de articulación que han tenido hoy día.
El problema no puede ser reducido a una plataforma economicista, reivindicativa y neocorporativa. Se trata de un problema más de fondo, de un cuestionamiento generalizado a las instituciones por parte de los estudiantes secundarios, aunque hayan matices entre ellos. No decimos que no haya que discutir la Loce, muy por el contrario, sino que hablamos de sujetos sociales que se posicionan de maneras distintas a las tradicionales, lo que equivale a decir que hay modificaciones en el plexo de la política y aún de la dinámica social.
La sociedad de la convención y del acuerdo social sólo presta atención a las “propuestas” y a los “modos” de hacerlas realidad mediante las instituciones, el ciudadano debe hacer llegar al estado sus necesidades y propuestas para que los alos funcionarios puedan “articularlas” con otros intereses (ya sabemos cuales). Eso es lo que la costumbre de esas entidades hace llevar las actuales dinámicas a las propuestas que se están haciendo por las “organizaciones sociales” dirigidas por determinados sectores políticos bien conocidos por todos.
Los partidos y organizaciones han perdido interlocución social, de eso no cabe duda, y hoy aparecen intentando colocar la potencia juvenil en función de sus posibilidades de transformarse en agentes corporativos, ya que si bien todos podremos discutir en algunas instancias la Loce, las decisiones se trasladan al congreso que podrá bloquearlas y así se divulgará la necesidad de “cambiar” la composición del parlamento, con lo que toda la energía desplegada por este nuevo actor social será introducida en el cuello de botella de la legalidad.
No estamos proponiendo la ilegalidad, sino el despliegue de la potencia hacia maneras de autoorganización de los demás involucrados en la problemática general que hace de verdadero trasfondo de la situación actual, es decir, os referimos a los espacios sociales donde la población puede reordenar sus formas de vida en formas renovadas aprendiendo de las nuevas maneras que traen los estudiantes, a saber, el asambleismo, el protagonismo directo, las coordinaciones horizontales, la autonomía, todo ello configurando gérmenes de contrahegemonía social que en el caso argentino fueron aniquilados por la preeminencia de las organizaciones y partidos por ser ellos los interlocutores sociales hacia un estado que aspiran a dirigir.
Lo práctico de estos análisis está en las nuevas maneras de asambleas que están siendo convocadas en muchos barrios, asambleas o comités populares, tanto da, lo importante es que estamos ante una oportunidad histórica de que nuevos actores sociales se posicionen como actores no sólo frente al estado, sino frente a sus propias vidas, su entorno y sus relaciones directas.
Por eso, apoyando todas las propuestas que salgan en dirección a la discusión, creo necesario:
Ampliar la discusión hacia los barrios.
No centrarse en comandos o redes únicas de comunicación, sino al contrario, desplegar la potencia estimulando diversas redes y encuentros barriales que más que redactar una posición explícita, se dinamicen en función de su reordenamiento interno en tanto nuevos sujetos sociales que pueden ir modificando desde esos puntos de partida las maneras de entender y reorganizar lo social desde abajo.
Ampliar la discusión hacia otros temas, como la precariedad del trabajo y la depredación de las empresas que acaban con nuestros recursos afectando gravemente el medio ambiente y la salud humana.
Eso implicaría que las personas no se instalen en espacios reducidos, por muy amplios que parezcan en su representación, sino que vayan a sus vecinos y estimules ahí la discusión intentando que sean prácticas de democracia directa y no sometidas a las instancias formales como juntas de vecinos o similares. Insistiendo en el concepto, la idea no es sólo discutir, sino generar espacios de intercambio y de autonomía de procesos de sujetos sociales de nuevo tipo con sus propias formas de pensamiento.
De no ampliar la discusión en forma barrial y temática, estamos sentenciados a ser simples colaboradoes de una reforma del estado y de uyn reordenamiento de la dinámica estudiantil hacia la institucionalidad vigente.