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Contrapoder, derecho alternativo y mediación constructiva

13.07.06

CONTRAPODER, DERECHO ALTERNATIVO Y MEDIACIÓN CONSTRUCTIVA

Profesor J

INTRODUCCIÓN

La mediación puede ir identificando y rescatando el sustrato cultural e identitario presente en la memoria histórica, el imaginario y la conciencia colectiva del “nosotros” presente en el barrio. Al mismo tiempo auxilia en el tejido relacional.

No basta identificarse con los otros, ser solidarios o tener aspiraciones o problemas comunes, es necesario visualizar hacia delante el perfil de una solidaridad y fraternidad basada en el sentido de pertenencia a un nosotros, un sujeto social colectivo comunitario que no sólo “entiende” y “acepta” la importancia del estar juntos y hacer cosas juntos, sino que la interrelación entre muchos se transforme en algo esencial, que se abra paso en la mente de las personas que el estar juntos resuelve situaciones, es un instrumento para vivir mejor, para enfrentar dificultades, muy superior al hecho de estar en sus casas para salir a buscar en solitario el sustento familiar. En el fondo se trata de que el estar juntos sea una “necesidad” de la gente, necesidad que no dependa de la conciencia o de la firmeza de principios, sino que, al igual que comer, sea una función ineludible, una opción obligada, determinada por la propia persona, que su impulso le lleve a estar con los demás y no sólo el sentido del deber o la “solidaridad” entendida como valor.

O sea, por una parte se trata de rescatar y reconfigurar el imaginario social y la cultura popular y por la otra tejer miradas, respetos, ese nosotros que hablamos más arriba. Eso implica un sistema de subjetividades y un sistema relacional. He ahí el como se comunica la gente y lo que circula por esa comunicación. Hablamos del ser social y de la subjetividad: Lo ontológico de lo social y lo subjetivo de la auto comprensión de la identidad de ese ser. Esto somos. Esta frase de dos palabras “esto somos” resume lo que estamos diciendo. El ser es una ontología y la expresión verbal “somos” es la manifestación del sujeto refiriéndose a sí mismo.
Si la comunidad o alguien de la comunidad consigue decir por su cuenta y con sus palabras: “esto somos”, estamos en presencia de un proceso de autoconciencia impedido normalmente por el sistema. He ahí la alienación: la imposibilidad de pensarse a si mismos, y menos en un sentido grupal.

La subjetividad tiene dos aristas: la mirada hacia el mundo y la mirada hacia si mismos y en su relación con ese mundo. La mirada al mundo son las opiniones, la mirada hacia si mismos es la autoconciencia. El auto conocimiento y la autoconciencia del nosotros son la base del protagonismo social. Nosotros somos y estamos en el mundo, por tanto tenemos voz. La autoconciencia de la voz junto al respeto por las otras voces acrecienta la autovaloración de la voz propia, por tanto la legitimidad de que se espere o se exija desde las otras partes el respeto merecido. De ahí a la lucha por materializar la propia voz hay un solo paso.

Todo este proceso implica un entrecruzamiento de haceres y decires que estén tejiendo los lazos entre unos y otros, es decir, es bueno que la gente vaya hablando entre ellos de lo que está haciendo, así se configura la autoconciencia de lo que se hace juntos, se afirma lo que se hace y se introduce hacia el cuerpo y hacia el inconsciente por parte del propio sujeto individual participante. Mientras se cruzan palabras, miradas y sonrisas al calor de lo que se hace, se arma el tejido de la conciencia colectiva, un tipo de contenidos subjetivos posible de ser sistematizado.

En este contexto entra la mediación constructiva. Un proceso de intervención que en vez de transferir contenidos de conciencia (a diferencia de las escuelas de cuadros), contribuye a disminuir las distancias entre los “yo” separados en un reforzamiento del encaminamiento hacia el “nosotros”.

El tejido relacional comunitario tiene millones de formas concretas de expresarse y millones de contenidos que circulan por eso lazos. Una conversación no es un lazo, pero puede contribuir a crearlos o fortalecerlos, pues coadyuva a la aproximación, al respeto, al escucharse unos a los otros, etc.

El tejido relacional y las maneras como avanza la mediación tienen dos objetivos:
1. Recuperar y actualizar la memoria histórica y la cultura popular de la localidad, o sea, que las soluciones o acuerdos se basen en ello.
2. Creación de formas nuevas de comunicación, interrelación, respeto, etc.

Todo ello está inmerso en un sistema general de relaciones de poder, ya que ese proceso se hace a contrapelo de la agresión permanente del status quo, es una resistencia, es el tejido de un sistema de contrapoder, poder popular o contrahegemonía. Simultáneamente es un proceso de construcción de una nueva sociedad. O sea, es un “pro” y un “contra”, tiene un lado de contestación, rebeldía y resistencia, y tiene un lado positivo-constructivo de modelaje de una nueva sociedad. Ambas caras de la moneda se apoyan mutuamente.

Al ser un sistema de contrapoder, adquiere de inmediato un carácter también jurídico, ya que el derecho oficial se basa en el poder establecido y el derecho alternativo se basa en el contrapoder. El poder domina, el contrapoder resiste y construye lo nuevo. Cada uno establece con su práctica los modos de relacionarse internamente y ambos entre sí, es decir, las maneras del comportamiento, las conductas. El poder basa su sistema de conductas en las normas obligatorias que envuelven y camuflan las relaciones económicas y de dominación. El contrapoder basa sus comportamientos en la práctica del nuevo tejido relacional que organiza el autocontrol de la propia vida comunitaria.

La intervención de la mediación constructiva es cooperante con el proceso de estructuración de un nuevo tejido relacional subyacente en el contrapoder, de allí que es coadyuvante del sistema de relaciones jurídicas internas de la comunidad, que son jurídicas porque expresan el contrapoder y se oponen a las formas de comportamiento derivadas del poder.

Así la ley y el derecho oficial “establecen” un sistema de relaciones jurídicas o más bien le otorgan carácter jurídico a las relaciones de poder. Y el derecho alternativo es el sistema de las relaciones jurídicas que se expresa en el funcionamiento del tejido relacional y comportamientos de vida en común, resistencia y construcción.

Existen dos tipos de derecho alternativo: el consuetudinario, que las comunidades aplican por costumbre, tradición, identidad. Y existe el asambleario que también se puede llamar del mundo de la vida, que genera comportamientos sumando la memoria histórica, la cultura popular y el imaginario social con las tareas, relaciones y decisiones vinculadas a la resistencia y construcción. Ambos se encuentran, uno viene y el otro va. Uno trae y el otro lleva. Se identifican porque ambos representan un proceso de autoconciencia (he ahí la “racionalidad” que el sistema opera desde el legislativo, por ejemplo) y una dinámica de resistencia y construcción.

LA MEDIACIÓN

Primeramente habrá que dar a conocer en el barrio la existencia de la clínica jurídica que podrá ver el tratamiento de problemas entre vecinos, familiares, amigos, parientes, etc.

Identificado el problema y las partes de acuerdo en trabajar con el mediador, se convoca a ambos.
El mediador deberá tener una buena presencia, hablar pausadamente (para generar desde el principio un ambiente pausado) y ser muy breve para evitar aparecer haciendo discursos o filosofía. Debe observar atentamente hacia más allá de las palabras, prestando atención a los gestos y miradas, en especial al estado de ánimo de las personas intervinientes. No importa que se agarren entre ellos a gritos u ofensas. Habrá que mantener la ecuanimidad y observar con atención por donde salen las vísceras, donde realmente aprieta el zapato de cada uno. No podemos hacer el papel de policías de estarlos separando, a menos, claro que se empiecen a dar golpes o a afectar más allá de la situación concreta. Si eso llegara a ocurrir, el mediador debe levantarse y dar por terminada la sesión. En ese caso deberá posteriormente acercarse a cada uno a indagar si aún habría disposición a retomar la mediación, lo que implica una breve conversación sobre lo que se ha escuchado para tener mayores antecedentes antes de juntarlos nuevamente.
Nunca el mediador puede “imponer” una autoridad o el “orden en la sala”. No podemos reproducir al tribunal ni a una institución, debe ser un espacio donde la gente se sienta cómoda y pueda identificarlo como espacio comunitario, propio, donde pueda andar como Pedro por su casa.
Nosotros debemos ser humildes y respetuosos, muy a la altura de ellos y si es posible, poniéndonos en un plano inferior, reconociendo en ellos una autoridad social. Sólo habrá que decirles que traten de ser concisos, para no alargar demasiado la sesión, aunque hay que asegurarles que se dispone de un tiempo tranquilo para escucharlos y ver como se contribuye a la aproximación de intereses.
La idea general es que cada uno ceda un poco en la capacidad de escuchar y atender a los puntos de vista del otro.
El mediador no puede tomar partido, es decir, aunque vea que uno tiene la razón, no puede decirlo, tiene que descubrir como hacer para que haya concesiones, dar un rodeo, entrar por otro lado, en fin.

INICIO:
Normas de la reunión. Se aclara que el mediador no va a decidir, sino que va a facilitar el diálogo y necesita que ambos traten de explicar su punto de vista sin interrumpir al otro para hacerse una idea clara y detallada del problema.

CONOCIENDO EL PROBLEMA:
Cada parte a su tiempo cuenta lo sucedido. Podrá haber una segunda vuelta.

ACLARACIÓN DE LOS HECHOS:
Las partes aceptan sus responsabilidades. Aquí habrá que ver si es posible que cada uno de ellos pueda ser objetivo, descubrir donde están los elementos de subjetividad o incomprensión y destacarlos con prudencia, no dictando cátedra. Hay que estar atentos a cuáles son los temas o actitudes que a alguno molestan.

Se ve que cosas hay que ponerse de acuerdo. Una vez determinado el asunto hay que precisarlo, es decir el mediador puede preguntar “¿Están ambos de acuerdo en que este y este son los problemas concretos que hay que resolver? ¿O tal vez falta alguna cosa?

IDENTIFICACIÓN DE ALTERNATIVAS DE SOLUCION:
Cada parte expone sus ideas sobre como piensa que debería solucionarse.

DISCUSION DE LAS PROPUESTAS DE SOLUCION:
Se reflexiona sobre las propuestas que han hecho las partes. Cada uno opina sobre lo que ha propuesto el otro. Si el mediador tiene algunas alternativas de solución, no podrá plantearlas directamente, habrá que insinuarla muy discretamente, para evitar que aparezca como un juez de paz.

ACUERDO Y CONSTANCIA DEL ACUERDO ENTRE LAS PARTES.
Se tiene que precisar con claridad los puntos del acuerdo, luego la forma que tiene que sellarse el acuerdo, pueda ser verbal o por escrito en un acta firmada por los tres, las partes y el mediador.

PUBLICIDAD
Se pregunta a los participantes si se puede dar a conocer el resultado o si prefieren mantenerlo en la intimidad. La publicidad puede ser en un boletín jurídico de la población, para que la demás gente vea que la mediación es un instrumento útil para todos.


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