23-07-2006
El papel de las necesidades psicológicas en las prácticas militantes
Francisco José Eiroá Orosa
Diagonal
http://www.diagonalperiodico.net
Al realizar un análisis científico de los movimientos sociales de izquierda, las variables psicológicas individuales en el pensamiento y el comportamiento político resultan claves para entender la militancia.
Un militante es, en definitiva, una persona que se integra en un grupo para satisfacer ciertas necesidades. En general, en países industrializados sin problemas de abastecimiento la militancia cumple un papel doble: por un lado, socializador y nutriente de la autoestima; y, por otro, de realización, a través de la conciliación de pensamiento y conducta. Estos tres aspectos fueron descritos como ‘necesidades del ser’ por Maslow, científico que estudió la jerarquía de las necesidades humanas. El orden en que se producen estos dos fenómenos puede variar. Es decir, hay personas que piensan que el mundo debe cambiar, y para ello buscan un grupo donde desarrollar algún tipo de actividad que le produzca una percepción subjetiva de aporte a ese cambio, o se produce primero la integración en un grupo con este tipo de inquietud y después se interioriza la idea.
Desde ciertas perspectivas psicológicas, el individuo da sentido a su experiencia construyendo significados a través de un patrón que, a ser posible, va siendo progresivamente coherente y que tiene que ver con su sentido de identidad. Es decir, cualquier cosa está mediada por la manera personal que tiene el individuo de ver el mundo. Bajo esta perspectiva no existe la objetividad, desde la realidad física hasta las emociones pasan por filtros personales. Al trasladarlo al campo analizado en este artículo, no se debe interpretar esto desde una posición radicalmente relativista, sino más bien desde una autocrítica. Muchas veces los movimientos sociales pecan de promover la difusión de ciertos conceptos con tal vehemencia que se impide el aporte de nuevas ideas, sin hacerse cargo de que esta actitud está impregnada por el concepto judeocristiano de ‘verdad absoluta’.
Hace años entrevistando a una ex militante de Solidaridad, el sindicato católico polaco, fue sorprendente comprobar la cantidad de paralelismos que se podían encontrar en su narración con el de antiguos militantes españoles del PCE o CNT. A pesar del abismo ideológico existente, la idea de fondo era la misma. ¿Qué era lo que tenían en común? Básicamente el ansia casi orgánica de libertad o, al menos, de percepción subjetiva de ello. Independientemente de otros factores comunes, como la emocionalidad al hablar de disturbios con los grises o la Milicja (policía polaca), se vislumbraba claramente un placer por la rebeldía, una necesidad de emancipación del poder establecido.
Teniendo en cuenta que el ser humano, además de lo ya descrito, busca satisfacer su necesidad de sentirse libre, seguro y controlador de la satisfacción de sus necesidades (estas dos últimas descritas también por Maslow como ‘necesidades de déficit’), se puede inferir que estos son algunos de los pilares del filtro del que hablábamos. Si analizamos cualquier conflicto entre clases o grupos sociales de cualquier lugar, se puede percibir que quizá esta tríada no es más que el correlato psicológico de la lucha de clases.
Esto abre dos vías de análisis. Por un lado, se debe tener en cuenta que al participar en un movimiento social se enfrenta la subjetividad de varios individuos, y, en última instancia, se intenta adecuar una ideología preestablecida a los constructos personales de cada uno. Esto nos puede ayudar a comprender otras ideologías y a integrarlas incluso en la praxis. Por ejemplo, el clásico debate sobre la destrucción o la transformación del Estado podría ser conceptualizado como dos polos en un continuo con multitud de opciones intermedias, en lugar de como una dicotomía irreconciliable.
El método revolucionario
La segunda vía tiene que ver con el método revolucionario. Si se pretende transformar la realidad social, hay que tener en cuenta que si un sistema crea una percepción de carencia de las tres necesidades básicas de libertad, seguridad y control sobre la satisfacción de las necesidades, ese sistema entrará en crisis. Esta idea puede servir tanto para denunciar la precariedad que crea el sistema de una manera más rigurosa, como para reconocer los propios fallos. Ni un sistema carente de libertades puede conducir a la emancipación, a pesar de proporcionar cierto control percibido. Ni la destrucción súbita del sistema puede proporcionar las condiciones de seguridad individual necesarias para la construcción de un sistema horizontal.
La filosofía fenomenológica de Husserl es útil para trasladar estas ideas a la vida cotidiana. Según este autor, el conocimiento sólo es posible al liberarse de suposiciones previas. La próxima vez que analicen cualquier suceso, pongan la mente en blanco e intenten describirlo poniendo entre paréntesis cualquier impresión anterior, utilizando el vocabulario más inocuo posible. Y después háganlo desde su propio punto de vista. El contraste demostrará que parte de la realidad que se tiene por cierta sólo es parte de nosotros mismos.
* Francisco José Eiroá Orosa edita la Revista Científica de Transformación Social.