Sábado 12 de agosto de 2006
Los de Abajo
Gloria Muñoz Ramírez
Tres años de las JBG
La Realidad. Chiapas. El pasado 9 de agosto pasó inadvertido para la prensa, pero en territorio zapatista se celebraron, aunque no con baile ni ceremonias, tres años del trabajo de las juntas de buen gobierno, creadas en 2003 para consolidar un proceso que arrancó en diciembre de 1994 con la creación de 38 municipios autónomos y rebeldes.
La alerta roja acordada hace ya más de tres meses en solidaridad con los 27 presos de San Salvador Atenco y de la otra campaña no paralizó la autonomía, aunque postergó los contactos con el exterior y algunos proyectos de los pueblos, en su manera de refrendar su apoyo a quienes consideran sus compañeros.
El caracol Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños, mejor conocido como el caracol de La Realidad, permanece cerrado con grandes mantas en las puertas principales en las que se lee: “Cerrado por alerta roja”. Ahí no hay contactos ni visitas posibles. La junta no está, pero trascendió que se prepara el relevo de funciones, es decir, la entrega de cuentas claras a los pueblos y a los nuevos integrantes de lo que será la segunda junta de buen gobierno de esta zona.
Un recorrido por la cañada del río Euseba, la ribera del río Jataté y el camino de Margaritas a San Quintín permite ver el continuo trabajo del hospital de San José del Río, de la clínica de Santa Rosa, de las escuelas de San José, Guadalupe Tepeyac y La Realidad, entre otras.
El pueblo, dicen los zapatistas, es el que más ha aprendido de todo este proceso. “Ellos han aprendido a dar órdenes a las autoridades, a manejar su educación, su salud y otras necesidades. Ha sido difícil, porque hay muchas cosas que hay que organizar, pero en eso estamos”.
La autonomía seguirá su camino. Los pueblos siguen pensando que “esto está empezando” porque, como dicen por acá: “nosotros la autonomía no la tomamos de un modelo, sino que la vamos construyendo, la vamos formando y armando, buscándole sus piezas. No sabemos ni cómo va a ser después. Pero lo que es seguro es que no estamos como hace tres años, ni mucho menos como antes de la guerra”.
Cuesta trabajo ser zapatista. No es fácil trabajar, además de en la milpa o el cafetal, en los trabajos de salud y de educación, en la construcción de un camino, en el proceso de comercialización, en la construcción de escuelas, clínicas y centros de capacitación; en los trabajos como policías comunitarios y municipales; en las asambleas políticas en el pueblo o en la región. Y, además, “no tomar trago ni recibir nada del gobierno”.
Esto, dice Miguel, “es el orgullo de todos nosotros. Es nuestro trabajo. De por sí no es fácil, pero por eso somos zapatistas”.
(Durante años los zapatistas se fortalecieron frente a la muerte y la persecución ordenada por el gobierno. En Oaxaca y en Atenco sucederá lo mismo. Es increíble, como dijo en Oaxaca un hombre a este diario, “que se tengan que morir compañeros para que se vaya esa camarilla”).
losylasdeabajo@yahoo.com.mx.