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Otra mirada a la Alerta Roja: Una respuesta a John Ross

23.08.06

Boletin “Chiapas al Dia” No. 516
CIEPAC, CHIAPAS; MEXICO.
(18 de AGOSTO de 2006)

OTRA MIRADA A LA ALERTA ROJA:
UNA RESPUESTA A JOHN ROSS
Alejandro Reyes - 18-Aug-2006 - num.516
Radio Zapatista, KPFA, Berkeley, California

Resumen:
Un artículo reciente de John Ross, periodista estadounidense, ha provocado una sonada controversia por las críticas que hace a la Alerta Roja decretada por el EZLN en mayo pasado. CIEPAC pidió a dos intrépidos viajeros, de privilegiada perspectiva, sus reflexiones al respecto. Este Boletín es el aporte de uno de ellos.

Mucha gracia me causó la historia que me contó Ernesto Ledesma del CAPISE: que cuando John Ross llegó al Café Tierra Adentro, en San Cristóbal de las Casas, hace un par de semanas, preguntó con irónica timidez si era bienvenido o si sería corrido a patadas. El siempre gentil Ernesto contestó que Cómo, amigo Ross, ésta no es la antigua izquierda de vanguardias ilustradas e ideologías infalibles, nosotros somos múltiples y diversos, rebeldes cada uno a su manera, un mundo donde caben muchos mundos… Bueno, estas ya son palabras de mi tintero, pero si no fue eso lo que dijo, algo similar sería, o por lo menos lo habrá pensado. El hecho es que en Tierra Adentro nos encontramos a John Ross, el compañero Daniel Nemser y yo, varias veces a finales de julio, donde muchas amenas charlas tuvimos. Por allá aparecía parsimonioso y sonriente, ataviado con su kaffiyeh árabe bajo el chaleco de cuero, su boina negra y las largas barbas blancas, a polemizar amenamente con cáustica cordialidad.

Pero a pesar de la bienvenida, la pregunta de Ross, medio burlona, medio juguetona, no era enteramente inoportuna. Recientemente, John Ross ha sabido ganarse la animosidad de un buen número de simpatizantes de la Otra Campaña y la ira de algunos más. Autor de libros y artículos importantes sobre el zapatismo, John se ha vuelto, en los últimos meses, un crítico tenaz de la Otra Campaña. En particular, su reciente artículo, “A Report from the Red Alert”, provocó un pequeño sismo de indignación en algunos círculos zapatistas.

La reacción es comprensible aunque quizás no enteramente justificable. Para muchos de nosotros, la Otra Campaña representa uno de los experimentos más novedosos y creativos de redefinición de la democracia y el intento más osado de nuestros días de repensar nuestro mundo: una nueva forma de hacer política, un nuevo entendimiento de las relaciones sociales. Esto, en un contexto de creciente fanatismo a nivel mundial y un creciente desencanto con las posibilidades de la democracia electoral. Y justamente en el momento en que el movimiento pasa por sus primeras dificultades serias, en el momento en que es víctima de la brutalidad del estado en un contexto de manipulación mediática que oscila entre el completo aislamiento y la demonización oportuna, viene el compañero John, con su prestigio de antiguo conocedor del zapatismo, a echarle leña a la hoguera.

Pero la crítica -y la autocrítica- es no sólo útil sino necesaria, de manera que creo más saludable tomarse una tacita de café zapatista con el compa y dialogar con espíritu abierto, que caer en paroxismos de indignación.

En su artículo, como en nuestras conversaciones personales, su crítica está centrada en la lógica -y en las supuestas consecuencias- de la alerta roja anunciada por el Delegado Zero el 3 de mayo de este año a partir de la represión de Atenco. Según su lectura, hay dos problemas fundamentales. Primero, que declarar alerta roja en territorio zapatista -con los resultantes perjuicios para el funcionamiento de las comunidades- por causa de Atenco no tiene sentido: una cosa no tendría que ver con la otra. Y segundo, que como la decisión de hacerlo proviene de la estructura militar del EZLN, irrumpe con su inherente verticalidad en la anhelada horizontalidad del zapatismo civil. El resultado de esto, según John, ha sido la desarticulación de la Otra Campaña y la “deserción en masa” de los adherentes.

El compañero Daniel Nemser y yo iniciamos a finales de mayo un viaje por la república mexicana, desde Sonora hasta Chiapas [ver su blog en español e inglés en http://pinguinozapatista.blogspot.com/], con el objeto de entender la situación de la Otra Campaña antes y después de Atenco -en los estados donde no llegó el Delegado Zero y donde sí pasó-, participar en la asamblea nacional de adherentes en el DF y la marcha del 2 de julio, entender el movimiento popular oaxaqueño y, finalmente, la situación en Chiapas en el contexto de la Otra Campaña y de la alerta roja. Esta investigación nos permite hacer ciertas observaciones sobre las críticas de John Ross, basadas en conocimiento de primera mano.

Las críticas sobre la lógica de la alerta roja no son exclusivas de John: la inconformidad con las dificultades ocasionadas por ella se escucha con cierta frecuencia tanto en Chiapas como en el resto del país. Sin embargo, la gran mayoría de las personas con las que hablamos en Chiapas entienden la alerta roja como una necesidad de autodefensa. Y el hecho de que la decisión provenga de la estructura militar no es motivo de conflicto, pues la alerta corresponde justamente a una lógica militar. No se trata aquí simplemente de un acto simbólico de solidaridad con los presos políticos de Atenco, a algunos miles de kilómetros de Chiapas -aunque también sirve este propósito-, sino de una estrategia inteligente y calculada de defensa contra el peligro real de la represión. Tanto Onésimo Hidalgo del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria (CIEPAC) como Michael Chamberlin del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) y muchas otras personas estrechamente vinculadas a la situación local entienden que el punto más débil de la Otra Campaña es justamente Chiapas. Desde 1994, el gobierno de México ha hecho todo esfuerzo posible por circunscribir el conflicto a las comunidades indígenas en el estado, retirándole así su carácter nacional. La osadía de la Otra Campaña de extender el zapatismo a todo el país representa una amenaza para el gobierno que, en la medida de su éxito, se vuelve intolerable. Una acción militar en territorio zapatista podría desarticular la Otra Campaña al localizar nuevamente el conflicto en Chiapas y forzar al Delegado Zero a regresar a la selva.

Varios hechos parecen confirmar esta hipótesis. Primero, no cabe duda que uno de los objetivos principales de la represión de Atenco fue dar un golpe certero a la Otra Campaña, en un momento en que ésta empezaba a volverse incómoda -cuando el discurso del Delegado Zero arreciaba, cuando las denuncias de despojo y brutalidad del sistema se repetían una y otra vez, contrastando con el discurso vacío de las campañas políticas, cuando la indignación se convertía en resistencia en lugares como la Parota y, evidentemente, Texcoco. Esto queda confirmado al escuchar los testimonios de víctimas de la represión, miembros de la Otra Campaña que no tuvieron nada que ver con el conflicto del 3 de mayo y que estaban en Atenco el 4 de mayo con la evidentemente fracasada intención de servir como escudo humano contra la violencia estatal. Muchas de estas personas fueron golpeadas, violadas, torturadas e interrogadas explícitamente por su supuesto vínculo con el EZLN.

El violento y muy alarmante desalojo de la comunidad zapatista Ch’ol de Tumbalá, en el Caracol de Roberto Barrios (unos días después de la publicación del artículo de John Ross) demuestra la vulnerabilidad de las comunidades y la real amenaza de la violencia estatal. Si bien es debatible si esto es simplemente una continuación de la guerra de baja intensidad presente desde 1994 -aunque por muchos olvidada- o un recrudecimiento de la represión en el contexto de la Otra Campaña, lo que sí queda claro es que la precaución de la alerta roja está lejos de ser un delirio.

Pero la más grave afirmación de John es sobre la supuesta desarticulación de la Otra Campaña a partir de Atenco. Nuestra visita a los estados de Sonora, Chihuahua y Zacatecas reveló un panorama mucho más complejo y ambiguo que el que John pinta. En lugares como Ciudad Obregón y Parral la visita del Delegado Zero sin duda hubiera contribuido para unir fuerzas y atraer actores reticentes. En ambos lugares la Otra Campaña es incipiente; los compañeros son luchadores comprometidos y talentosos, pero por varias razones la Otra Campaña no ha despegado; la visita de Marcos y la karavana hubiera podido darle el empujón necesario. Al mismo tiempo, en ambos lugares existe la percepción de que la cancelación de la visita provocó una autodepuración de personas poco comprometidas, más interesadas en tomarse la foto con Marcos que en construir alternativas. Ya en Zacatecas la suspensión de la campaña y la crisis de Atenco sirvieron no sólo para unir fuerzas dispersas sino para transformar el movimiento en una verdadera fuerza política. Hasta ese momento, los esfuerzos se concentraban en preparar la llegada de Marcos; a partir de Atenco, la Otra Zacatecas nace como actor político bien articulado, que comprende una amplia y muy creativa diversidad de colectivos e individuos.

De la misma manera, la expresividad de la Otra Campaña en los estados donde sí pasó la karavana cambia dependiendo del contexto local, y es afectada diferentemente por la situación de Atenco. En Guanajuato y Oaxaca, vimos mucha división. En Querétaro, al contrario, vimos una impresionante organización.

No me quedó muy claro cómo llegó John a la conclusión de que hay una “deserción en masa”. Quizás tenga que ver con la comparación entre los estimados 25,000 manifestantes en el zócalo el 1º de mayo(1), contra los 5,000 a 10,000 en la marcha de este pasado 2 de julio -organizada intempestivamente el día anterior. Es posible que haya habido una reducción en el número de adherentes después de Atenco, aunque no veo cómo esto podría cuantificarse. Al mismo tiempo, es comprensible la sensación de suspenso e inmovilidad en este momento, comparado con el continuo movimiento de la Campaña antes de Atenco. Sin embargo, es importante entender que ésta es ya una nueva fase del movimiento: el momento de organización, de acción directa, de transformación en actores políticos. La karavana representaba el momento del escuchar. Este momento no terminó, pero los eventos de Atenco precipitaron, quizás prematura pero necesariamente, una nueva etapa organizativa, menos visible, pero más consistente. Una evaluación de la Otra Campaña en este momento no puede basarse en una mirada cuantitativa (asumiendo que eso fuera posible), sino en un cuidadoso análisis cualitativo. Alguien dijo por ahí que los miembros de la Otra Campaña “son de lo mejorcito que tiene hoy México”. Podrá parecer una hipérbole autoelogiosa, pero recorrer el país con la Otra Campaña nos dejó justamente esa impresión.

Pero las críticas de John Ross tienen en el fondo que ver, creo yo, con una diferencia de posición ideológica: la lucha por el cambio dentro o fuera del sistema. A pesar de reconocer los problemas con el PRD y Andrés Manuel López Obrador, John está convencido de que ésta es una vía para el cambio y una esperanza para el país. Según su propia afirmación, una victoria del PRD significaría una “victoria del pueblo”. La crítica a la Otra Campaña como parcialmente responsable por la supuesta “victoria” de Felipe Calderón no es exclusiva de John; muchos perredistas la comparten con inusitado rencor. La virulencia de los ataques contra el PRD por parte de Marcos y de la Otra Campaña puede ser cuestionable. Sin embargo, lo esencial aquí es que la Otra Campaña busca una alternativa que va mucho más allá de la lógica del “mal menor”. Para la Otra Campaña, el posicionamiento con relación a la disputa electoral -la decisión, por ejemplo, de apoyar o no el movimiento contra el fraude- es una cuestión estratégica que tiene que ver con una evaluación de los escenarios más propicios para su propio crecimiento, y no con una opción entre una pseudoizquierda corrupta y una ultraderecha violenta. La Otra Campaña no puede y no debe perder tiempo y energía con tales cuestionamientos; otros ya están suficientemente ocupados con eso. La Otra Campaña tiene metas mucho más trascendentes: construir una nueva realidad política y social para el país, reinventar la democracia. Es comprensible que aquéllos que aún creen en la opción electoral no puedan ver esto. Pero poco importa: ya llegará el momento de la decepción. Entonces la Otra Campaña tendrá que dejar sus puertas abiertas a luchadores sinceros que estén dispuestos a buscar Otras alternativas: “Pásele, amigo John, tómese un cafecito y entrémosle juntos a la talacha, que hay mucho qué hacer”.

(1) “Hasta morir si es preciso,” La Jornada, 2 May 2006.

Alejandro Reyes es integrante de Radio Zapatista ( www.radiozapatista.org) y doctorante por la Universidad de California en Berkeley.


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