La Jornada
Pese a que el sindicalismo que se identifica como independiente permanece en el “rezago, pues no ha modernizado sus estrategias, recursos y liderazgos” y le falta “credibilidad, democracia interna y transparencia en la rendición de cuentas”, éste se encuentra en posibilidad de fortalecerse ante el “resquebrajamiento” de los gremios oficialistas y corporativos.
No obstante, tal oportunidad puede perderse si sus dirigentes hacen caso omiso de la necesidad de desterrar la tendencia a actuar a nivel cupular, de acabar con las “mañas” para perpetuarse en el poder y de dejar de “amagar” con acciones de presión que finalmente se diluyen, consideraron expertos en asuntos sindicales.
De acuerdo con Graciela Bensusán Areous, profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), plantel Xochimilco, el sindicalismo mexicano, tanto el oficialista como el independiente, “se encuentran en pañales”.
Ello, porque mientras en las dos décadas pasadas los gremios de otras latitudes han experimentado cambios importantísimos, los nacionales se han quedado en el pasado, con lo cual corren el riesgo de que “triunfe el sindicalismo que quiere la Secretaría del Trabajo y Previsión Social: uno sometido a las empresas”.
En entrevista con La Jornada, la también doctora en ciencia política por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experta en instituciones políticas y organizaciones laborales en perspectiva comparativa, aseveró que en el país “la democracia no llegó a los sindicatos”, incluidos los independientes.
Los más representativos de los gremios independientes son el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, el Sindicato de Trabajadores de la UNAM y el Sindicato Mexicano de Electricistas.
Subrayó que un grave error, el cual mermó la ya de por sí debilitada credibilidad de la población en los gremios, fue el desistimiento del cese de labores a escala nacional propuesto para el 28 de junio pasado.
“No se puede amagar con un paro para luego terminar no haciéndolo por una negociación política extraña; eso generó gran pérdida de credibilidad. Todo por decisiones que están tomadas por cúpulas, y además mal tomadas.”
Con esto último coincidió Enrique de la Garza, profesor investigador de la UAM Iztapalapa, quien sostuvo que haber abortado el cese de labores habla de dos circunstancias: la primera, que el vínculo que tiene la Unión Nacional de Trabajadores, pilar del Frente Nacional por la Unidad y Autonomía Sindical, con las bases “no es tan cercano”.
La segunda circunstancia es que “ninguno de los gremios de la UNT son muy combativos, una muestra es el STRM, el cual no hace una huelga desde principios de los años 70″.
Para el también doctor en sociología por El Colegio de México es claro que “muchas de las declaraciones de los líderes no son el resultado de asambleas y referéndum. Ellos se lanzan al ruedo sin consultar a las bases, porque están acostumbrados a actuar por cúpulas, y sus declaraciones son sólo medidas de presión; nunca piensan realmente en la lucha; sólo en los discursos y manifiestos se razgan las vestiduras”.
Para De la Garza, el “problema central de los sindicatos independientes y más aún de los otros, es también la falta de democracia”. Pese a reconocer que estos gremios independientes son “más representativos que los oficialistas, no son necesariamente más democráticos, porque sus dirigentes han aprendido mañas de cómo perpetuarse en el poder, inventaron muchas fórmulas para ser invencibles”.
El también posgraduado por la Universidad de Warwick, Inglaterra, sostiene que un ejemplo clásico es el del secretario general del STRM, Francisco Hernández Juárez, elegido por primera vez el 22 de abril de 1976; es decir, tiene poco más de 30 años al frente del gremio.
En todos estos años ha sido relegido “ocho veces”, señaló Andrónico Martínez, cabeza de la agrupación disidente Movimiento Alternativo Telefonista, una de las cinco agrupaciones contrarias a Hernández Juárez, y que nunca han logrado vencerlo en las elecciones.
En conversación con este diario, Martínez, quien desglosó que además del movimiento que encabeza en conjunto con Pablo Lugo, los más representativos son Acción Sindical, de la operadora de 09 Alicia Sepúlveda, y el Colectivo de Telefonistas Zapatistas, que dirige el técnico de centrales Jorge Salinas; consideró que la de Hernández Juárez es “la dictadura perfecta, pues la Planilla Verde, la que encabeza el dirigente, es la planilla de Estado”.
En este sindicato de 38 mil 500 agremiados y poco más de 2 mil 500 de otra empresa perteneciente a Teléfonos de México (Telmex), las elecciones “siempre son amañadas, controladas absolutamente por Hernández Juárez”, aseveró Martínez, quien contendió por la secretaría general en 2000 y para el cual el líder del STRM ha recurrido a “todo para perpetuarse en el poder, desde modificar los estatutos para contar con periodos de cuatro años en lugar de dos, hasta reducir notablemente el número de sindicalizados -en 1992 éramos 52 mil- y negociar con la empresa una futura modificación en los regímenes de jubilación”.
Respecto a la permanencia de un líder en un sindicato, Bensusán expresó: “no equiparo la relección con la antidemocracia, porque la relección es un derecho de los trabajadores, y se entiende si un liderazgo es eficaz y eficiente, así es lógico que no quieran cambiar la conducción”.
Pero refirió que para medir la no democracia lo que hay que tomar en cuenta es “ver si hay oportunidades reales para que se dé una contienda equitativa. Si las condiciones bajo las cuales los trabajadores deciden se dan en equidad; es decir, hay oportunidades iguales para todos los contendientes, hay recursos equiparables, eso no sería ausencia de democracia”.
Para la especialista existe otro aspecto importante que muchas veces frena el cambio de dirigencias: la preparación de los líderes y la habilidad que tengan o hayan adquirido para negociar las demandas de sus representados.
Con ello también coincidió De la Garza, quien expuso que “la preparación de los dirigentes es otro problema” que enfrenta el sindicalismo, tanto con apellido corporativo como independiente.
“Deberían estar más preparados, de tal manera que lo principal de sus luchas no fueran los arreglos de cúpulas, y tendrían que abordar problemas nuevos, relativos a sus sindicatos y a las empresas para la que trabaja la base sindical; sería bueno que pensaran en extender la sindicalización hacia sectores que no tienen representación”.
En opinión de Bensusán, la mayor parte de cambios en el sindicalismo independiente han sido “absolutamente anecdóticos, porque muchos liderazgos estaban acostumbrados a la edad de oro del sindicalismo, cuando era fácil sindicalizar y mantenerse con una agenda muy sencilla”.
Ahora el panorama es otro, advirtió, al destacar que cada vez más las empresas, debido a la globalización, tienden a pensar que los sindicatos son “obstáculos” para su crecimiento. Por eso “los líderes tienen que actualizarse”, manifestó, y lamentó que en México “se invierta nada o muy poco en la formación de cuadros sindicales”.
“Basta con comparar las trayectorias educativas de los líderes sindicales de México con la de dirigentes de otros países. En el de telefonistas un argumento que se da mucho para la permanencia de Hernández Juárez es que sabe cómo defender el contrato colectivo de trabajo, y que si se va mucho de lo logrado estaría en riesgo.”
Sin embargo, la experta refirió que nadie podría estar seguro de la eficacia de dicho dirigente si la competencia de otras empresas del ramo con Telmex fuera mayor.
El sindicalismo independiente se encuentra en una coyuntura, la cual está no sólo determinada por los resultados del proceso electoral federal, y la posibilidad de que haya una continuidad del proyecto neoliberal, sino también porque ha perdido rumbo, al grado que los “intereses personales y políticos” han generado una “crisis”, pero también se debe reconocer que está ante una posibilidad de “crecimiento”, consideraron líderes de las principales organizaciones que conforman la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y el Frente Sindical Mexicano (FSM).
Para los estudiosos del tema, el que “está en crisis, dividido y debilitado es el sindicalismo antiguo, el corporativo” y citan como ejemplo al Congreso del Trabajo (CT), que dirige el cuestionado líder de los ferrocarrileros Víctor Flores. Argumentan que la salida de la citada central de organizaciones como la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y del sindicato minero, los cuales conformaron con la UNT el Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical (FNUAS), dan la posibilidad de fortalecer el sindicalismo independiente.
Les queda claro que, parafraseando al escritor Jorge Luis Borges, “a ellos los unió más que el amor, el espanto”, es decir no los unió la afinidad, sino un enemigo común: “el temor a que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) empiece a atacarlos, tal como lo hizo con el sindicato minero”.
Análisis de la problemática
En entrevistas por separado con La Jornada, la directiva colegiada de la UNT conformada por Roberto Vega Galina, Francisco Hernández Juárez y Agustín Rodríguez dieron sus puntos de vista sobre el rumbo que sigue el sindicalismo independiente, y en especial la UNT a nueve años de su creación y tras haber visto crecer su membresía nacional, a tal grado que actualmente cuenta con “un millón 500 mil afiliados”, mientras que en 1997, el año de su establecimiento, apenas contaba con 350 mil agremiados.
También el FSM, el cual es encabezado por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) -fundado en 1914-, se pronunció sobre el tema, considerando que ahora hay una ventana de oportunidades para el sindicalismo independiente. A ocho años del nacimiento del FSM, aunque el motivo de lucha sigue presente -la lucha contra la reforma a la Ley Federal del Trabajo-, éste se ha “fortalecido”, pues además de las 20 organizaciones que lo conforman, se está “en posibilidad de incorporar a otras siete”.
Para Vega Galina, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), y quien está a poco menos de tres meses de dejar la directiva, luego de cumplir sus cuatro años de gestión, no hay vuelta de hoja, “el sindicalismo independiente está en crisis porque se privilegian los intereses personales y políticos por sobre los gremiales”.
Tras afirmar que un sindicato que “no es transparente en su manejo no es participativo ni aporta proyectos y propuestas, no puede decirse que es enteramente democrático e independiente”, y manifestar que el SNTSS sí lo es, el dirigente consideró que el sindicalismo independiente tiene que “replantearse qué es lo que se quiere y a dónde queremos ir”, y fustigó que “haya muchos sindicatos y líderes que no se sabe a quién representan”.
Según Vega Galina, el proceso electoral “fue una gran prueba” para los gremios independientes -hubo muchos desacuerdos en cuanto a apoyar o no las manifestaciones en favor de Andrés Manuel López Obrador- y agregó que lo que urge es “volver a la base, porque estamos a tiempo”.
En la óptica de Hernández Juárez el sindicalismo independiente “no está en crisis, sino al contrario, camina en la dirección adecuada”. Pese a ello, reconoció que “el asunto electoral nos generó tensiones”, pero consideró que “es una simpleza pensar que la única manera de demostrar que estamos bien es no tener problemas”. Para el dirigente del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) los roces que hubo “acreditan que estamos preparados para cosas más fuertes y fue positivo porque nos hizo ver que nada pone en riesgo la unidad”.
Abundó que sin embargo el sindicalismo que “requieren los trabajadores todavía no termina de construirse, porque necesitamos que sea autónomo e independiente, que no sea controlado por el gobierno y que no dependa de los partidos” y aprovechó para criticar la actitud que ha tenido la STPS, la cual se ha “convertido en el instrumento de control que utiliza el gobierno para mantener a los trabajadores en desventaja. El sindicalismo independiente ha tenido que remar contra corriente, mientras el gobierno ha preferido fortalecer su relación con los gremios corporativos”.
Según el líder de la UNT, en el país “las posibilidades son mejores porque está en plena decadencia el sindicalismo corporativo y clientelar”, y con esto coincidieron los doctores Graciela Bensusán Areous y Enrique de la Garza Toledo, ambos profesores investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la primera de la unidad Xochimilco y el segundo de Iztapalapa.
“El conflicto originado en el sindicato minero, que tiene la intencionalidad del gobierno de debilitar al sindicalismo oficial, tuvo gran impacto en el CT, tanto que la CROC está fuera y se unió al FNUAS, y éste quedó mermado y sin cohesión”, expuso Bensusán.
De la Garza Toledo refirió en entrevista que “el que está en crisis es el sindicalismo corporativo” y mencionó no sólo la baja en la membresía de este, del CT en especial, con un “gremio ferrocarrilero casi inexistente, una federación bancaria debilitada por los despidos” y una recepción al candidato panista Felipe Calderón, hace algunos días, “bastante mermada y encabezada por gremios pequeños y poco representativos”.
Para Hernández Juárez el “surgimiento de un sindicalismo absolutamente independiente se está formando, pero todavía falta mucho, porque el nuevo sindicalismo todavía no madura, no logra su integración”.
Agustín Rodríguez, quien lleva nueve años al frente del Sindicato de Trabajadores de la UNAM -los periodos de directiva son de 3 años-, también descartó la existencia de una crisis en los gremios independientes y sostuvo que en esto “no hay términos medios: se es totalmente independiente o no se es independiente”, y rechazó rotundamente que en la UNT haya algún tipo de protagonismo de los dirigentes que la encabezan.
También estima que el sindicalismo independiente “tiene la mayor oportunidad para retomar o recuperar los espacios sindicales, porque en el CT hay una gran dispersión y división, así que la única organización que puede promover la defensa de los trabajadores es UNT”, auguró.
“No es que estemos en apogeo, sino que tenemos la posibilidad de rearticular nuestra unidad, de fortalecerla y seguir insistiendo en recuperar la esencia original del sindicalismo, esto es recuperar la defensa del interés legítimo de los trabajadores, que éstos seleccionen a sus representantes, creo que cerca de 90 por ciento no los eligen. Es urgente pugnar por la democracia sindical y la recuperación salarial”, recalcó.
Fernando Amezcua, secretario del exterior del SME, también consideró que existe una “condición favorable en este momento” para el sindicalismo independiente, especialmente para el FSM, porque “puede formarse una fuerza que permita mantener una posición de autonomía y soberanía”, y aunque consideró que los “gobiernos neoliberales han reprimido la fuerza del sindicalismo”, ha permitido concentrar en torno a los gremios independientes “una fuerza social”.
Citó como ejemplo al SME y el rechazo durante dos sexenios de las reformas privatizadoras del sector eléctrico. “Somos 60 mil agremiados, éstos sólo no podrían haber parado de tajo a dos presidentes en sus afanes privatizadores, no se hubiese logrado sin el apoyo del pueblo”.
No obstante existe un rechazo total a que a algunos líderes de gremios independientes se los identifique como neocharros, en el entendido de que el charro sindical es sólo un “intermediario de las relaciones laborales”, según se establece en el estudio del investigador Edur Velasco Arregui, Estructura y poder sindical en México, realizado por el departamento de economía de la UAM Azcapotzalco, y que no ve por el interés de sus representados, sino por el propio y del gobierno, para los estudiosos algunos se han acercado a ciertas prácticas del sindicalismo oficialista.