A tres años
de los Caracoles zapatistas
Se consolida la autonomía
Gloria Muñoz Ramírez, La Realidad, Chiapas.
El territorio zapatista se antoja inmenso. Tan sólo en esta región, una de las
cinco grandes zonas con presencia rebelde en Chiapas, se camina la Selva
Lacandona atravesando valles, ríos y montañas, la zona fronteriza con Guatemala,
una parte de la Costa y la Sierra Madre de Chiapas; la famosa laguna de Miramar,
los lagos de Montebello, los ríos Jataté, Perla y Aguazul, entre otros; la
cañada del Euseba, el camino de Margaritas a San Quintín, la zona de Montes
Azules, y diversos territorios en los municipios oficiales de Comitán, Comalapa,
Motozintla, Huixtla, Tapachula y Siltepec.
Los zapatistas están, como reconoció un gobernador en campaña tras decenas de
giras por el estado, “hasta debajo de las piedras”.
Hace tres años el EZLN inauguró cinco Caracoles, espacios de encuentro político
y cultural que serían las sedes de igual número de Juntas de Buen Gobierno,
estructuras creadas para construir la autonomía en los hechos, siguiendo un
proceso que arrancó en diciembre de 1994, cuando los zapatistas anunciaron su
propia geografía estatal con la demarcación de 38 municipios autónomos. Tres
años después es momento del cambio de gobierno y de que rindan cuentas.
El Caracol Madre de los Caracoles del Mar de Nuestros Sueños, mejor conocido
como Caracol de La Realidad, abarca los municipios San Pedro de Michoacán,
Libertad de los Pueblos Mayas, General Emiliano Zapata y Tierra y Libertad.
Otros cuatro Caracoles tienen su sede en las comunidades de La Garrucha (zona
selva tzeltal), Roberto Barrios (zona Norte), Oventic (zona de Los Altos) y
Morelia (zona tzots choj).
Observar el trabajo en sólo una de estas zonas permite dimensionar el tamaño de
la organización de todo el territorio donde se extiende la autonomía.
El esfuerzo más grande de este movimiento está en manos de las comunidades, base
de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que son el
corazón y la columna vertebral de esta lucha, como los definió el propio
subcomandante Marcos. Los pueblos son quienes han avanzado más, y más han
aprendido. Ellos le dan sentido y horizonte al complicado quehacer autónomo.
Representan también la posibilidad real de que otro mundo es posible, de que se
puede enfrentar la voracidad del capitalismo y resistir sin traicionarse.
Todos coinciden en que son muchos los problemas. Esta entrevista, por ejemplo,
no pudo realizarse en la sede del gobierno autónomo debido a que el Caracol está
cerrado hace más de tres meses, respondiendo a la Alerta Roja acordada en
solidaridad con los 27 presos políticos de San Salvador Atenco y La Otra
Campaña. La lucha zapatista, este mundo autónomo en construcción, no es un
territorio aislado. Es parte del EZLN y camina también con la Sexta Declaración
de la Selva Lacandona.
Robin tiene 27 años y se integró a la organización zapatista en 1986. Hace
veinte años. “No conozco otra vida más que ser zapatista. En la lucha pues”,
afirma el responsable de la educación y el comercio dentro de la Junta.
La propaganda oficial difunde que los pueblos indígenas rebeldes están igual o
peor que antes, pero la educación autónoma, “la que nace de los pueblos” muestra
una realidad diferente. Hay 52 nuevas escuelas en esta zona que comprende 125
comunidades en cuatro municipios. Se imparte educación en un mayor número de
poblados, pues también hay clases donde no hay escuela. Un techo de nylon, una
casita particular o la sombra de un árbol sirven como cobijo para que niños y
promotores continúen el proceso.
Se han formado 363 promotores de educación, jóvenes hombres y mujeres que
reciben capacitación para dar clases en sus pueblos. Únicamente están trabajando
147: 131 hombres y 16 mujeres. Un total nada despreciable de 1 726 alumnos
zapatistas reciben clases autónomas. Es notable el equilibrio entre niños y
niñas: 884 niños y 842 niñas. Las siguientes generaciones, sin duda, serán
diferentes.
Con todo, sigue existiendo un déficit en educación, pues cerca del 30 por ciento
de los poblados no cuentan ni con escuela ni con promotores. Esto se debe,
explica Robin, a que hay comunidades con muy pocas familias, como en Río Azul
donde sólo hay una familia zapatista en la comunidad. También se debe a la falta
de organización del pueblo, o a que el promotor se va a hacer otro trabajo, o de
plano se va al otro lado, a Estados Unidos.
¿El sueño de la educación? “Lograr nuestra universidad autónoma. En esa
universidad se van a formar compañeros para seguir haciendo los trabajos de la
autonomía, los trabajos que necesite el pueblo. Sería una universidad para la
misma lucha. Lo vamos a tener de por sí”.
Otra área que coordinó Robin en este periodo fue el comercio, impulsando el
desarrollo de tres grandes bodegas de abasto, una en Betania, otra en Veracruz y
una más en Tierra y Libertad. Son bodegas de abarrotes y ferretería para
abastecer a los cientos de tienditas de toda la región.
La salud autónoma en las comunidades en resistencia enfrenta la formación de
promotores de salud, construcción y equipamiento de clínicas y casas de salud,
abastecimiento de medicinas, control preventivo, campañas de vacunación,
cirugías y mil retos más. Nayeli enumera la larga lista de obstáculos y
problemas que trae consigo el sistema de salud autónoma, pero, orgullosa,
asegura que “ya no es lo mismo de antes. Hay mucho esfuerzo de parte de las
comunidades y de los promotores y ya casi ningún zapatista se muere de
enfermedades curables como la diarrea o la calentura”.
Aquí, la capacitación de promotores de salud comenzó en 1995, sin recursos. Hoy
cuentan con un hospital, tres clínicas y 98 casas de salud comunitarias
atendidas por un total de 127 promotores de salud. Las casitas de salud a veces
son de ladrillos y techo de lámina; otras veces son una pequeña mesa con su
botiquín en un rincón de la casa del promotor. El pueblo coopera para las
medicinas del botiquín y para mantener a su promotor, sobre todo cuando toma
algún curso.
Hay promotores sin casa de salud. Y hay comunidades que no tienen promotores,
mientras otras tienen tres y hasta cinco promotores. Depende de la organización
y compromiso de cada comunidad.
Nayeli trabaja uno de los proyectos más estimulantes para la gente de esta zona,
principalmente para las mujeres. “Son cursos de yerberas, hueseras y parteras,
que ya cuentan con su casa de capacitación dentro del Caracol”, dice.
¿La meta? “Que no haya más enfermedad, ni desnutrición, que las mujeres
embarazadas no tengan anemia, que los niños crezcan sanos…Falta mucho”,
finaliza.
La vida le cambió totalmente a Nayeli, la única mujer de la Junta de Buen
Gobierno, responsable del área de la salud. “Antes no pensaba yo que me
nombraran para este trabajo, pero en el momento en que el pueblo me eligió, me
puse a trabajar. Hoy hay un cambio en mi vida. Soy una mujer participando,
haciendo trabajos. Me siento contenta que ya estoy al final del periodo que nos
tocó. Claro que el trabajo fue difícil, alejados de la familia y todo eso, pero
aún así ahí estuvimos.”
Soltera, sin la presión de tener que cuidar hijos y esposo mientras cumple su
turno en la Junta, Nayeli es categórica: “Una cosa es tener el derecho y otra
cosa es usarlo. Hace falta que las mujeres mismas lo entendamos y la tarea como
Junta es buscar a las mujeres para que participen. Pero la verdad es que luego
no nos sale, porque ellas sienten pena porque a lo mejor no pueden hacer el
trabajo, porque no saben leer o escribir o hablar el español. Pero ahí estamos
dísele y dísele que de por sí no todos sabemos leer y ahí lo aprendemos. Es
difícil dejar las costumbres”.
“Hace falta” –dice– “que los hombres empiecen a hacer trabajos que hacen las
mujeres como cambiar a los niños, barrer las casa, tortear, lavar la ropa de él
y de los niños y de su esposa, cuidar los pollos y así muchas cosas que sólo
hacen las mujeres. Si ellos apoyan así, pues las mujeres van a tener más tiempo
para la política”.
Doroteo es el presidente de la Junta de Buen Gobierno y el encargado de las
finanzas que maneja directamente la Junta, del dinero que llega por canales
directos, sin pasar por mediaciones o registros fiscales. “Desde un principio
pensamos necesario que alguien maneje los recursos, aunque la verdad no teníamos
nada”, explica irónico Doroteo. Después empezaron a llegar los grupos solidarios
con donaciones para salud, educación y mantenimiento de la Junta, entre otras
cosas.
“Nosotros hemos aprendido mucho de la gente y los colectivos que han llegado, de
sus luchas y su organización. La gente no sólo viene y dice ‘traigo tanto
dinero’. No, nos dice, ‘fíjense que allá en nuestro país hacemos esto, luchamos
así. Juntamos el dinero de esta manera’. Así nos vamos relacionando con ellos.
Nosotros les preguntamos cómo se organizan, cómo luchan y trabajan. Hemos
aprendido que hay diferentes modos, que no es igual en Italia que en Argentina.
Conocemos y aprendemos de lo que nos platican”.
En tres años de gobierno, la Junta reporta un total de donaciones directas de 5
091 942.40 pesos, mismos que se distribuyeron en diversos proyectos, desglosados
de manera pormenorizada en los informes anuales y en el trianual. Esta cantidad
es independiente del dinero que ha entrado a través de organizaciones
intermediarias, y fue utilizada principalmente para reubicar a los desplazados
de Montes Azules y para atender a los damnificados zapatistas por el huracán
Stan.
¿La autonomía depende de los recursos solidarios, depende del exterior? “No”
–responde tajante Doroteo– “pero sí agradecemos mucho su apoyo. Si no
tuviéramos esos recursos de todas maneras nos moveríamos. En ningún momento
pararíamos el trabajo. Pero insisto en que sí ha sido importante y lo
agradecemos mucho”.
La fuerza de la autonomía, explica, “está en el pueblo y son ellos los que se
sienten acompañados y apoyados por ese respaldo solidario”.
Uno de los grandes retos de estos tres años ha sido la separación de los
gobiernos autónomos y democráticos de los mandos militares y el Comité
Clandestino. De por sí, relata el presidente saliente de la Junta, “tuvimos
nosotros que aprender a desarrollar con los pueblos estos trabajos. Al principio
les pedíamos ayuda y después poco a poco nos fueron soltando, pero eso no quiere
decir que no los mantenemos informados. No porque ellos nos lo pidan, sino
porque de por sí hay un respeto. Además ellos también tienen mucho trabajo
político que es muy importante para nuestra organización”.
En cuanto a los asuntos agrarios, Fabián, el joven encargado de esta área,
refiere innumerables problemas por disputa de tierras entre priístas y
zapatistas y entre priístas y priístas, entre gente que no es de la
organización. En todos los casos, relata, se trató de llegar a acuerdos
dialogando, pues siempre se evitó la provocación.
El problema más grave que enfrentaron fue en la Reserva de la Biósfera de Montes
Azules, donde las comunidades zapatistas fueron amenazadas de desalojo. La Junta
habló con los afectados y ellos fueron los que decidieron su permanencia o no en
ese lugar. “Hicimos el traslado de 179 compañeros a otras zonas y fortalecimos a
los que se quisieron quedar, como en Nuevo Limar. Hace apenas cuatro meses
reubicamos otros 25 compañeros de Las Canoas: éste fue uno de los problemas
serios que tuvimos que resolver”.
Y un problema más, de otra índole pero igualmente grave, fue el de la zona
zapatista afectada por el huracán Stan en la Costa y en la Sierra.
“Afortunadamente recibimos apoyo de mucha gente y pudimos sacar la situación
adelante. Recibimos 1 079 888.50 pesos de los grupos solidarios. A ellos y ellas
les agradecemos mucho, pues gracias a eso estamos construyendo 39 viviendas
nuevas para los 259 damnificados zapatistas de la Costa.
Los caminos de la selva, la costa y la sierra de Chiapas ven circular
diariamente los vehículos registrados por la Junta de Buen Gobierno. Dos grandes
calcomanías en las portezuelas los delatan. Su paso ya se hizo costumbre.
Rolando es comisionado de control vehicular y reporta que en tres años de
gobierno la Junta registró un total de 188 unidades de transporte, la mayor
parte de ellas pertenecientes a los propios zapatistas.
Camiones de carga, triciclos que funcionan como taxis en la Costa, lanchas,
automóviles, taxis particulares y microbuses se encuentran en su detallada
lista. También se ha encargado él de estudiar con los pueblos las solicitudes de
desvío en los caminos. “Si la comunidad dice que sí, pues se les deja trabajar,
pero si dice que no, pues no se hace”, explica Rolando.
La comisión de “otros proyectos” también le corresponde a esta autoridad de
origen tzeltal. Potreros, tiendas cooperativas de mujeres, equipamiento de la
Junta, formación y capacitación de los consejos municipales, apoyo a salud,
educación y comercialización y el proyecto de radios comunitarias, entre otros,
son algunas de las tareas en las que también se trabajó durante este periodo.
Robin afirma que “la autonomía zapatista ya nada ni nadie la para, ni siquiera
nosotros mismos”, con la seguridad y la confianza de quien ha vivido los
avances, pero sobre todo los tropiezos y los miles de problemas y retos que
conlleva gobernarse a sí mismos y ser dueños de su propio destino.
Fabián advierte: “El gobierno ya de por sí ha intentado muchas veces
destruirnos, pero lo que consigue es que el pueblo se organice cada vez mejor.
Aunque con sus problemas, que esos nunca faltan”.
Fabián acaba de cumplir 21 años. Ingresó a la primera Junta de Buen Gobierno con
apenas 18. Tiene 15 años de ser zapatista y, sonriente tras el paliacate,
asegura: “Cuando se aprende que uno decide su destino eso ya no vuelve para
atrás”. Ante esta declaración una no puede dejar de pensar que justo en ese
momento pero en otro lugar, en Oaxaca, el gobierno estatal en complicidad con el
federal intenta destruir a balazos uno de los levantamientos populares pacíficos
más importantes de los últimos años.
Los últimos tres gobiernos federales encabezados por Carlos Salinas, Ernesto
Zedillo y Vicente Fox, intentaron en diferentes momentos aniquilar la
organización zapatista.
Fabián recuerda las ofensivas militares de febrero de 1995, la matanza de Acteal
en 1997, los desmantelamientos de las oficinas de los municipios autónomos y las
incursiones militares en Chavajebal y Unión Progreso en 1998, la reactivación de
grupos paramilitares, la militarización de la zona, la persecución, la muerte y
el hostigamiento permanente; los innumerables programas asistenciales para
dividir a las comunidades. Nada sirvió.
Hoy el recuento de casi trece años de lucha pública y tres años de gobierno
autónomo hablan de un proceso irreversible. El próximo presidente de la
República, quien sea, tendrá que lidiar con ellos.