Comites Populares
Ni estatal ni comercial. Educación autónoma.
Comités Populares por una Nueva Educación y Trabajo CET
“Seamos realistas, pidamos lo imposible”, “La imaginación al poder”.
(Consignas centrales de la revolución de los estudiantes del mayo francés de 1968)
Ya ha pasado tiempo más que suficiente para ver hacia donde apuntan los interlocutores de los estudiantes en el consejo asesor y otros lugares de la fauna política e institucional que se resiste a soltar el poder de control en la formación de la mentalidad de los niños y jóvenes en los centros de homogenización de las conductas llamados “escuelas”.
El gobierno no va a dar nada, pues todo gobierno sólo aspira a formar las conciencias según la ideología del que tiene el poder. Sea de izquierda, de centro o derecha, siempre va a ser el capital el que determine los rumbos de la concientización para contar con la población sumisa y obsecuente destinada a cumplir un rol determinado en el engranaje y en el tinglado que soporta a la sociedad actual, basada en la propiedad (privada o estatal) y el mercado.
De esa manera, el tal Consejo Asesor ha resultado una burla y una irónica forma de envolver a los estudiantes en discusiones sin sentido de cómo hacer funcionar la máquina de formación de robots sistémicos. Ninguna solución a las demandas, sólo discusiones y análisis para emborrachar la perdiz.
Se trata de poner en cuestión la educación desde el fondo.
O todo o nada.
Los pingüinos no están para ser masa de maniobra de intereses.
Tienen en sus manos la oportunidad histórica no de “mejorar” la educación en los territorios controlados por el estado chileno, sino de cambiarla.
Sectores de las orgánicas partidarias y corrientes de todos los matices buscan sumar a los estudiantes secundarios a sus estrategias de construcción de pasos para llegar al poder central. A ellos no les interesa una nueva educación, ya que necesitan del estado y las mismas estructuras para concientizar con sus propuestas estratégicas.
Esos grupos se disputan la representación de las escuelas y tratan de cortar los quesos en las reuniones cupulares de representantes, donde el que es militante va a representar la voz de su afiliación antes que de la asamblea de su escuela, con lo que aún el discurso progresista queda anulado con esa vieja práctica de los partidos de usar a los movimientos como caja de resonancia o títeres de los acuerdos de los comités centrales. Será tarea de las asambleas por escuelas y por comunas comenzar a descubrir modalidades de evitar que los electos sean portavoces de los partidos, que la rotación de los representantes sea más continua para evitar la formación de una costra burocrática donde el resto parece jugar a “seguir al líder”, perdiéndose así la autonomía real de los espacios de vida, discusión y creación estudiantil, que deben ser los verdaderos protagonistas en esta coyuntura de nuevas batallas que comienza.
Los militantes de la Surda y de la Fuerza Social, con las estructuras que controlan del Colegio de Profesores y de la Fech, junto a la Cut, controlada por el PC y partidos de la Concertación, han montado lo que llaman Bloque Social, donde quieren que se encierren las discusiones. Muy hábiles han salido, pero con eso queda bastante claro cuales son las reales intenciones. Muchos jóvenes se niegan a discutir allí y prefieren hacerlo en sus asambleas.
Si a la política de estado que administra el capital corresponden determinadas estructuras como el parlamento o aún el tal Consejo Asesor, crear una instancia paralela como este Bloque Social para influir en el Consejo, parece un contrasentido y un absurdo, puesto se evidencia que el objetivo no va más allá de introducir algunas reformas educativas mientras se acumulan fuerzas que luego serán canalizadas por la vía electoral para introducir a sus representantes en posiciones estatales.
Se dice que los destinos de estas luchas van a depender de las pugnas entre las estrategias, quien se pronuncia mejor, quien recluta más gente, quien aparece más, etc. Pero nosotros pensamos que el camino va a desarrollarse en la misma medida que se profundice la autonomía y protagonismo de las asambleas.
Se dice que hace falta una cohesión nacional para la fuerza estudiantil, lo que es falso, pues se ha visto que la fuerza comunal es suficiente para aglutinar y movilizar. Lo que sucede es que al tener como objetivo el poder central, no interesa el desarrollo de capacidades locales de autoorganización y autonomía del protagonismo social desde abajo, lo que es un serio riesgo para las estrategias centralistas. Distinto es mantener y profundizar la coordinación horizontal entre los protagonistas locales. No es posible que millones de estudiantes tengan que cerrar los puños “esperando” con ansiedad los resultados de las reuniones en Santiago, con eso sólo van a la futura desmovilización y frustración. Lo más indicado es que cada comuna consiga elaborar sus propios programas de trabajo y acción y los vaya implementando según las posibilidades locales. De otro modo seguiremos “esperando” las resoluciones capitalinas, que es sabido que no van a pasar de cierto límite aceptado por el sistema o negociado por los partidos. Quien crea o diga algo diferente estará sólo practicando demagogia.
Por eso nos parece oportuno discutir más a fondo el problema de la educación, su sentido, objetivos, modos, contenidos, etc.
En primer lugar no nos parece que el debate deba centrarse en las ideas o propuestas, en la circulación de estrategias y proyectos, sino que debe hacer énfasis en la construcción asamblearia y el protagonismo de abajo en cada localidad, es decir, el reforzamiento del sujeto productor de las ideas. No más sujetos pasivos seguidores o simpatizantes de ideas producidas en las cúpulas intelectuales, sean institucionales o aún alternativas, sino asumir que en cada región o localidad existen historias diferentes, idiosincrasias, identidades, geografías, climas, culturas, etc. Así cada proceso educativo, formas y contenidos, debe ser diferente según la región o localidad, lo que implica el fin de la centralización estatal de la formación de las conciencias. Por lo que creemos fundamental que los estudiantes se vuelquen a una mayor interrelación con sus familias, comunidades y barrios, para extraer de allí las raíces y la savia de los saberes sociales de cada localidad, asentarse en la memoria histórica y problemas objetivos de cada región, en las fuerzas vivas y resistencias diversas que configuran los sujetos protagonistas locales.
Es allí, fuera de la escuela, donde van a encontrar el objeto y la forma del saber, por lo tanto de la educación. Es de allí, de la comunidad que viene el pensamiento y la autoconciencia de la práctica en el mundo de la vida y que puede configurar los programas de lucha y de educación específica.
La educación estatal y la mercantil se imbrican y se apoyan mutuamente para asegurar un “ciudadano” adscrito al centralismo y la domesticación capitalista, un ciudadano de mentalidad homogenizada y desarraigado de su comunidad o historia propia.
Así la reflexión de los estudiantes en las asambleas debe ser un cuestionamiento frontal a estas dos maneras de entender la educación: la estatal y la mercantil, y tal vez orientar el tema hacia la construcción de escuelas autónomas dirigidas por la comunidad local mediante consejos de administración paritaria entre estudiantes, profesores, apoderados, trabajadores de la educación y representantes del barrio electos en asambleas y no por vías institucionales, acabando con las estructuras jerárquicas de directores, inspectores y demás autoridades escolares. Así el rol del estado, si le interesa, será de apoyar financieramente a estas escuelas barriales y comunitarias autónomas, además de entregar las certificaciones debidas y aceptar las metodologías de evaluación combinadas por los consejos paritarios de cada escuela libremente. Los contenidos deben ser basados en la historia local y ya no más en la historia oficial, en los saberes escogidos libremente por los propios consejos paritarios y ya no más en los contenidos escogidos por un ministro de educación, que es militante o persona de confianza del ciudadano o ciudadana escogido(a) como presidente de la res-pública. Quizás el propio acceso a las universidades podría ser sin la PSU, sino mediante un porcentaje correspondiente a cada escuela, lugar donde se seleccionaría quien irá a los estudios superiores.
NOTA:
Estas reflexiones son el resultado hasta ahora de los intercambios y reuniones entre los CET y grupos de estudiantes de diferentes regiones. Seguimos en eso. Ahora es la oportunidad de ampliar los diálogos.
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Santiago, 25 de agostro de 2006
COMITÉS POPULARES POR UNA NUEVA EDUCACIÓN Y TRABAJO
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