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Diversos colectivos de jóvenes alternativos okupan gran edificio en Oaxaca y lo transforman en centro cultural libertario y autónomo

20.09.06

Martes 19 de septiembre de 2006

Oaxaca, Oax. 18 de septiembre. Es un gran edificio semidestruido, que fue cuartel de la policía preventiva y centro de detención, con frecuencia ilegal, donde numerosos jóvenes sufrieron apando, tortura o robo durante años, y algunos se suicidaron o fueron “suicidados”. Ahora lo ocupan varios grupos de jóvenes rebeldes y antiautoritarios, unificados privisionalmente bajo las siglas OIR (Ocupación Intercultural en Resistencia) pero de muy diversos tipos: libertarios, punks, anarquistas, darkos y otras aves diurnas y nocturnas.

Al fondo del patio, donde aún se lee un lema de la policía (”lealtad, valor, justicia”), al pie de un asta que hoy lleva una bandera roja con la “A” del anarquismo y la autonomía, una pinta reciente que abarca varios metros dice: “para todos todo, nada para nosotros”.

A dos cuadras del plantón central de la sección 22 del magisterio y la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO), una variopinta banda de bandas estableció una suerte de centro social okupa al servicio de artistas, jóvenes de barrio, estudiantes e indígenas devorados por la urbe oaxaqueña. Los colectivos juveniles han limpiado los edificios abandonados, y ya los acondicionan para servir de talleres, dormitorios estudiantiles, biblioteca y otras cosas más. Algunos pertenecen a la APPO, muchos no. Algunos son de la otra campaña.

Una ocupación de jóvenes rebeldes, en el centro de la ciudad tomada, que desafían a la autoridad (la que sea), pero también se desafían a sí mismos. De la fragmentación y la marginalidad contestataria pretenden sacar un proyecto social pacífico, incluyente, que desestima a los partidos políticos en su conjunto, y son, de diversos modos, hijos de la APPO, aun quienes la desconocen.

En su declaración okupa del 27 de agosto pasado, los grupos de OIR asentaban: “En estos tiempos de creciente y acelerada reivindicación de nuestros derechos, de lucha justa y digna que como pueblo hemos sabido defender y que la historia ha reconocer, admiramos y valoramos el trabajo y la responsabilidad del pueblo oaxaqueño, que nos sirve como ejemplo. No aceptamos nuestro futuro impuesto y condenado a la servidumbre o al desempleo. Una sociedad diferente es posible si la construimos desde ahora.”

Sin imponer nombres ni membretes, estos jóvenes, “en proceso de colectivización”, que reivindican el tequio, declaraban hace 20 días, tras ocupar el inmueble: “Ante la creciente manipulación de la población mexicana, de personas que se venden por dinero y prestigio en la sociedad, nos declaramos libres. Defendemos nuestros principios con acciones organizadas, pues es lo único que tenemos. No necesitamos pedirles nada a los gobiernos, no creemos en ellos ni los necesitamos y el contexto actual nos lo confirma. El pueblo, con su capacidad de organización, acción y resistencia, nos ha demostrado que es justo tomar los espacios que nunca han pertenecido al pueblo, y más justo aún defenderlos. Como ejemplo, los medios de comunicación okupados por las mujeres y el pueblo de Oaxaca”.

Algunos de ellos cuentan que después de trasladar el cuartel policiaco en 1999, el gobierno estableció aquí un centro de reclutamiento de jóvenes priístas, algunos de ellos golpeadores y pandilleros, y otros simplemente “manipulados”. Al parecer, el gobierno de Ulises Ruiz planeaba un centro comercial para turistas, mientras instauraba proyectos de “policía juvenil” a cargo del ex secretario de protección ciudadana, José M. Vera Salinas, y hasta una policía “infantil” en las escuelas primarias. “Los niños tenían sus chalequitos de tira y les enseñaban a ser delatores y a castigar”, expresan al reportero.

Es, además, un sitio arqueológico (ya han encontrado vestigios bajo los cuartos) cuya existencia fue “sepultada” por el gobierno para no entorpecer sus planes comerciales. “Aquí estuvo la ciudad zapoteca de Huaxicat”, agregan.

Ya hay algunos murales nuevos. No parecen muy grafiteros aunque participan también en las pintas del interminable palimpsesto en que se ha convertido la ciudad. Asocian el grafiti con los grupos recultados por el PRI en años anteriores. “El espacio fue utilizado para comprar y vender a la juventud. El lugar sirvió para adiestrar a conveniencia del gobierno a jóvenes de escasos recursos y faltos de oportunidades, quienes acudían a ese lugar a aprender algún oficio y, sobre todo, aprender a condicionar su conciencia”, explican los okupas en su declaración.

La futura biblioteca, que da a la calle, ya fue pintada y está limpia. Este fin de semana hubo una tocada punk para recaudar fondos para la remodelación. “Sabemos de la represión y de los posibles desalojos, pero estamos dispuestos a enfrentar con responsabilidad todo lo que esté por venir”. Agregan: “En este espacio buscamos desarrollar la creatividad, el apoyo mutuo, la fraternidad, la autogestión, la autonomía y la solidaridad”. Se proponen crear un cine popular, lugares de exposición y distribución de artesanías y trabajos de los presos políticos, talleres de pintura y expresión musical, cocina popular y centro de apoyo a niños de la calle, estudiantes y “migrantes que sufren durante su trayectoria al sueño americano”. Ya funciona un taller de alebrijes, cuyos esqueletos de alambre y periódico llenan uno de los cuartos.

Las viejas mazmorras siguen escalofriantes e intactas. “Lo primero que les haremos son ventanas”, dice una muchacha. Los okupas planean pláticas, círculos de estudio y proyectos de comunicación. Como buenos oaxaqueños tienen experiencia en la radio alternativa tipo Radio Kapucha.

Ya reciben apoyo material de poblaciones como Ocotlán y Zimatlán y de los barrios urbanos. Quieren practicar “la democracia directa como forma de organización autónoma que sirva a los intereses sociales más sentidos”. Admiten haber recibido amenazas de desalojo de los cholos ligados al aparato policiaco, pero parece improbable mientras la ciudad misma permanezca ocupada por el movimiento magisterial y popular.


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