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Debate continental al rojo vivo

08.03.07

Mientras en Venezuela los principales partidos de izquierda no aceptan el partido único y llaman a formar un frente amplio, Bush viene a sembrar la discordia y azuzar el fuego echándole etanol a las llamas. Brasil tiene una fuerte producción de etanol, combustible que sustituye al petróleo en variados usos y su producción petrolera no es nada en comparación a la de Venezuela, por lo que Petrobras ha instalado extracciones y refinerías en otros países, tales como Bolivia y Ecuador.

El etanol yanqui es producido sobre la base del maíz transgénico y estos colonizadores aspiran a convencer al dúctil presidente uruguayo que siembre dicho vegetal (por llamarlo así, ya que al ser transgénico deja de serlo en propiedad). El tiro bushiano lleva varios destinatarios, por una parte montar sociedad etanólica con Brasil y Uruguay, separándolos de Venezuela, y por la otra espera meter la cizaña del pseudo maíz aquel, cuyas semillas producidas en laboratorios obviamente asegurarían mercado provechoso.

Difícilmente ese señor va a organizar tan fastuoso viaje para regresar con las manos vacías, de modo que es esperable que consiga algunos resultados que le permitan cantar victoria. Chávez invierte gran cantidad de millones de dólares en Nicaragua, mientras tropas yanquis refuerzan su presencia en Paraguay y se discute abiertamente la posibilidad de instalar una base militar en la triple frontera Paraguay-Argentina-Brasil con el pretexto de combatir el terrorismo internacional, ya que en Ciudad del Este hay una poderosa presencia árabe donde sospechan que Bin Laden consigue sus buenos dólares mediante el contrabando que campea por esa región como Pedro por su casa.

No es casual la coincidencia del viaje del tal Bush y la llegada de varios aviones con tropas yanquis a Paraguay, por eso no es extraño que Chávez haya enviado tan grandiosa ayuda a los damnificados por las lluvias en Bolivia, país donde el debate de la Asamblea Constituyente pretende sustituir el protagonismo social institucionalizando las luchas y las demandas, mientras la poderosa Coordinadora del Agua con sede en Cochabamba afila estacas para organizar bloqueos y movilizaciones que permitan romper el impasse y avanzar desde abajo.

En Ecuador también se aspira a institucionalizar las demandas mediante el debate de la Constituyente sobre la base de las nuevas teorías de representación orgánica social en las estructuras del Estado dejando atrás a los partidos, sumamente criticados en todo el continente, lo que aprovechó la Menchú para lanzar su candidatura en Guatemala esperando reeditar la victoria a lo Pirro del FSLN, que accedió al gobierno con el 36% de los votos y ya está teniendo problemas con sus aliados indígenas de la Costa Atlántica.

Las FARC han recrudecido los ataques contra las columnas del ELN colombiano en una pugna fraticida donde no están ajenos los intereses electorales, ya que el PC está poniendo sus fichas en la Izquierda Democrática, cuyo principal exponente, Garzón, ex líder de la Central Única de Trabajadores CUT, se encuentra dirigiendo el Municipio de Bogotá. La guerra del gobierno colombiano no es solamente contra las guerrillas, sino en especial contra el creciente proceso de autoorganización social entre campesinos, indígenas, afrodescendientes y barrios urbanos, espacios sociales donde las FARC y el PC son minoría comparado con el aumento de las formas autónomas de organización y lucha.

El estado colombiano está dispuesto a dejar hacer a la izquierda electoral, pero ella debe asegurar el control de la población, como Lula hace en Brasil o Tavaré en Uruguay, pero como ello no ocurre y las negociaciones estatales con el ELN no están saliendo fáciles para el sistema, hay una coincidencia en la izquierda y en el estado sobre la necesidad de debilitar la influencia del ELN, cuyo distanciamiento del estalinismo le atrae simpatías en los más variados movimientos sociales que no se someten entonces a los dictados de los sectores progresistas.

Ese debate y esa pugna van a seguir durante un tiempo caldeando aún más el fierro ardiente de la fragua social. Si Calderón, el flamante nuevo presidente mexicano dice a todos los vientos que su modelo favorito es el colombiano, podemos imaginar lo que les espera a los zapatistas, a los oaxaqueños y demás luchadores en todos los territorios controlados por ese estado, lo que explica el recrudecimiento de las agresiones paramilitares en Chiapas. Es decir, la idea del gobierno es mantener a los zapatistas en Lacandona , como hacen los colombianos manteniendo a las guerrillas en sus zonas de control desde donde salen de vez en cuando a dar uno que otro golpe.

Los zapatistas se adelantaron a esa estrategia y desarrollaron la Otra Campaña, es decir viajar por todo el país reuniéndose e intercambiando con las experiencias de base, estableciendo fuertes lazos horizontales de cooperación y apoyo mutuo, justamente lo que están haciendo también las principales organizaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes en Colombia, dinámica donde poco consiguen llegar el PC y su brazo armado las FARC.

Así, las dinámicas por abajo están consiguiendo no sólo asentarse sino también crecer, lo que va a hacer imposible repetir el modelo venezolano de gobierno centralizado, partido único y decretos gubernamentales. En Ecuador y Bolivia ello no es más posible dada la extensión y fuerza de las organizaciones sociales autónomas, que si bien apoyan a los gobiernos populares, no se dejan subordinar, tal como hacía el naciente poder popular en el Chile de Allende cuando los partidos de gobierno exigían que el pueblo se subordinara a los acuerdos cupulares con los militares pero los cordones industriales y consejos comunales no soltaban la iniciativa.

El debate hoy día ya no es el poder, sino la construcción de las capacidades estratégicas en las organizaciones sociales y locales con autonomía, por eso no es difícil que Ortega haya ganado, ya que no hay contraposición de organizaciones autónomas y ha podido ceder a la iglesia y partidos de derecha, lo que le saldría caro a Correa o a Morales. El debate central hoy día es que si se ganan o no los gobiernos por parte del reformismo, hay que prepararse para desarrollar el protagonismo social sin hacer concesiones a la pretendida nueva teoría de la participación social directa en el Estado.

La Menchú, conciente de ello busca articular ambos factores en Guatemala a sabiendas de que una fuerte cantidad de organizaciones de base no están por las elecciones, pero igual la van a apoyar sin someterse a la centralidad del poder.

Años atrás la disputa era discursiva, tipo Lula, bastante demagógica, hoy día debe prestarse atención a los nuevos sujetos sociales protagonistas que no sólo aspiran a recibir algunas prebendas del estado, sino a ir más allá, hacia el cambio social desde abajo.

La lucha mapuche, de algunos MTDs, de los forajidos, de muchas organizaciones peruanas, mexicanas y centroamericanas, apunta también en esa dirección: consolidar la autonomía de las localidades.

El paro nacional dominicano organizado desde abajo es un buen síntoma de cómo van las cosas.

Abrazos
Profesor J


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