Salvador Juárez
Diario Colatino
El Salvador
Puesí mirá, aquí deste lado vamos siempre en la sobrevivencia, ahora pagando renta por pasar y renta por enclave domiciliar; renta por llegar y renta por salir; renta por lo que a puras penas da la rebusca y renta por si querés seguir; renta por ciudadanía y renta por ir con la muerte a la par, a punta de pistola y con la cuerda de guitarra al cuello y con la peche Trini en las costillas. Y así, ¿quién no se va a desprender de todo lo que lleva?, si, así, con tan buenos modales, ¿a quién no se le ablanda el alma antes de que le saquen el tumbo de tripas vacías, hambrientas, calamitosas?
Eso, y más, es lo que hace pensar desde la primera esquina que lo más seguro es que no se sabe si se va regresar a casa, si se va a anochecer; igual o peor que en la preguerra, y ya durante el conflicto, cuando se logró existir entre las fatídicas amenazas y las consumaciones terríficas, conociendo por ello ese zarpazo y esa rabia aquí entre los civiles de abajo, envueltos por la cortina del temor y el rumor especulado, aprendiendo desde entonces a vencer la indefensión en cada coyuntura, viendo cada quien por sus propios huesos y dándoles todavía lo de uno para sus negocios, como cuando unos y otros se fueron resueltamente, hacia afuera o hacia allá adentro, quedándonos nosotros también muy definidos aquí en la gran cibitas (en la metro, en las ciudades aledañas y en los pueblos), cumpliendo las mismas funciones y responsabilidades con similares riesgos y destinos, pero solos con las puras manos luchando, resistiendo y trabajando sicológica, emocional y espiritualmente ante aquella cotidianidad de los cuadros más sañosos y terroríficos cada mañana, viendo las escenas más macabras y bestiales en los muertos tirados a la orilla de los caminos, al fondo de los barrancos y colgando de los puentes, decapitados con la cabeza metida en su propio vientre, con los rostros apachados como lunas veteadas de berenjena y sanguaza, y otros allá como garrobitos chamuscados y cuellos cercenados con precisión de jamones: esas escenas planeadas para el ablandamiento, pero que de tanto en tanto forjaron esa sicología colectiva que sin ningún tratamiento de salud mental y sin ningún programa de educación especial después de los acuerdos, sino que a la pura verga, ahora esta misma gente, es decir mis homólogos, subsisten en la misma inseguridad nacional, conscientes, hasta las raíces del yo, del porqué ese abanico de tipologías de miseria y malignidad, y el porqué su proliferación y los consentimientos pragmáticos a su no erradicación integral, justa y civilizadamente.
Ah mis homólogos del pueblo, día a día remamos estas calles donde cuidadito cuidadito, donde no se sabe si a quien saludamos, cantamos o miramos con fraternidad en un abrir y cerrar de ojos nos fulmina; sí, aquí, cara a cara os admiro por vuestra laboriosidad tradicional e informal, porque sin ningún pegue oficialista y sin ningún patrimonialismo o heredad la vais armando; y por ese forjaros con arrojo y perseverancia -no obstante las condiciones adversas-, habéis procurado una visión y sensibilidad, y eso os convierte en los sujetos innegables de la historia contemporánea, con vuestra propia caracterización en la actual naturaleza social por supuesto, pues, siempre estáis en la base soportando, dinamizando y ejerciendo, creando así vuestro ser, ese espíritu que nos identifica como pueblo y que hace caminar el país.
Y es que de no ser este valor, ya la muerte por dejadez en esa exclusión hubiese cobrado más víctimas que otras tantas libras de injusticia en ese desierto de conciencia, en ese desierto de derechos humanos, en ese desierto de amor y esperanza hecho a fuerza de saqueos, mentiras, leyes demagógicas, deuda externa y más depredaciones, donde ya a ningún partido ni a otro tipo de organización otrora autoproclamados de cambio e independientes, les interesa proyecto alguno de nación, contimás construir el socialismo. Ahora sus enunciados ya no rezan “sin fines de lucro”, y sus distintivos ya no son los procederes “no gubernamentales”, pues, sus cometidos andan igual que el de los neoliberales pragmáticos, sobre todo tras el bisnes, aunque las visiones y misiones de sus empresas se justifican en la pobreza, en la pobreza extrema y en la súper extrema pobreza; y ya no plantean otra sociedad posible, ni en las vallas ni en los panfletos ni en la organización mucho menos, porque ya aprendieron el jueguito de las facciones y opugnaciones a través del cual se oponen, apuestan y pujan ofertas y contraofertas para finalmente terminar en las encerronas de la Gran Grilla donde de repente todo el grillerío va bajando volumen hasta quedar en completo silencio como el viejo tango de Gardel: “Ya todo está en calma, el músculo duerme, la ambición descansa.” Y es que así es ese régimen de negociaciones y consenso, como un espectáculo entre demócratas y republicanos, que para que se diga que hay libertad de expresión y una fogosa participación ciudadana se atiza a los políticos al más allá del debate, al pugilato, la soca, el escupir la raya en el aire, el zafar la varita…; permitiendo incluso sacarse a la progenitora y que los más bayuncos puedan subirse a hacer berrinches en los estrados, lanzar los micrófonos contra el suelo y convertir los congresos en un Tenampa de película en que los diputados riñen con puñetazos de cantina. Todo eso es permitido porque justamente esa es la esencia del sistema en su decrepitud, transgénicamente rancia; pero cuidadito con definirse por una sociedad nueva, libre de dominación criolla y extranjera, y pronunciarse antiimperialista. Preferible citar y amparar sus discursos y enfoques en las celebridades del señor Embajador, y así ser leal a los acuerdos invisibles de amistad con el titán del norte; tampoco posicionarse en contra de la deuda externa ya que vale más negociar los préstamos que denunciar a la dictadura financiera internacional y nacional.
De esta manera es que se tiene derecho a llegar y mantenerse en el gobierno con los malabares de las elecciones en cuyas piruetas cosas vense Juan Pueblo, cosas en favor de la maniobra, del cálculo y del regateo al servicio del poderoso caballero don dinero; y he ahí esa imagen de oportunismo y corrupción que antes costaba observar en los planteamientos marxista-leninistas sobre la función burguesa del parlamentarismo, práctica que ahora está bien a flor de jerga y en vitrina. Y han sido llevadas esas cosas tan al extremo, pero al extremo del absurdo, que viene al país un social demócrata de España a coordinar un proyecto con FUSADES, y, al igual que Saramago en su visita a El Salvador, le dicen a la izquierda pragmática salvadoreña que “ya no se derechice más”; y eso que, quienes hacen dicho llamado, no son ni socialista ni ultraizquierdista, y, a quien se dirigen, es a quien equivocada o maliciosamente la prensa reaccionaria bautizó como “la izquierda radical y ortodoxa del país”. ¡Qué chanfaina la que se armó francamente!, sólo por haber metido en el instrumental de la izquierda el recurso de las negociaciones como fines supremos de lucha, olvidándose de los intereses de las clases oprimidas y sus reinvidicaciones. Y todo porque a partir de los acuerdos de paz venía sesgada la globalización, para luego brotar como un alien desde las entrañas, desgarrando con sus enormes zarpas todo embrión original, y amenazando con que no había más cachas que plegarse a ella, y he ahí los destrozos neoliberales y sus secuelas, deplorándose hasta el momento la falta de una alternativa socialista aun en ese contexto: la lucha en el campo político con el atractivo de una conciencia popular y una ética revolucionaria.
Puesí ya ves, deste lado vamos viviendo intensamente en la sobrevivencia, intensamente digo porque siempre vamos luchando con la mira en el proceso histórico, sin cejar igual que ayer, y tratando de ser mejores nosotros como humanos, que si antes no aceptamos sino que agradecimos los honrosos ofrecimientos de estipendios solidarios, para que se los dieran mejor a hermanos y hermanas que más los necesitaban y se los merecían, ahora en este trecho tampoco hemos andado tras las sinecuras que castran el alma que es lo peor. Y en este ínterin escuchamos a nuestros homólogos que dicen que aquí en Cuscatlán aún no estamos reclamando, ni parafraseando mucho menos a C. Fuentes en su región más transparente: “No basta atestiguar la miseria y las derrotas… ¿A quién son imputables?… Que por cada uno que aquí murió en vano, sacrificado, hay otro responsable… Para que esa muerte no haya sido en vano, alguien debe asumir la culpa. La culpa por cada perseguido, encarcelado, torturado, desaparecido y asesinado; la culpa por cada uno de los que siguen con hambre y sed de justicia, marginados y excluidos…” Aquí, dicen que no se puede exclamar la anterior semblanza, porque aquí aún no se ha cerrado ninguna página de la historia. Por eso también ningún aludo e insolente debe abrogarse el derecho de agradecer el sacrificio de héroes y mártires, afirmando que “estos ofrendaron su sangre, su vida y sus ideales para lograr el estado de cosas que ahora tenemos y gozamos”. ¡Ah qué cínica resulta esa frase cada 15 de septiembre y cada 16 de enero al pie de las estatuas y en las bancadas del parlamento!
Por eso, para limpiar los cristales de la sensibilidad, es que de nuestro corazoncito brota el vaho ante el clarinero que pasa mirándonos con su ojo mítico, ese nagual que por cualquier camino del centro de San Salvador se nos cruza para restañar el encanto y repoblar con lo nuestro la soledad, la ausencia y la depredación cultural que causa la globalización. Y ya así restituidos, al pasar por las ventas ambulantes le pedimos a un vendedor de C. D. que nos pruebe ese tango que hace algún tiempo compuso Enrique Santos Discépolo (1901-1951), Cambalache, del cual han dicho cantautores como Serrat, Gieco y Yolanda Varela, que su letra se siente tan actual por lo que se vive realmente: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé…Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé… Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos… ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!… ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!…¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón! ¡Siglo veinte, cambalache problemático y febril!… El que no llora no mama y el que no afana es un gil! ¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley.”