Luis Hernández Navarro
La Jornada
Este domingo comenzó la segunda fase de la otra campaña. Siete comandantes, siete comandantas y un subcomandante saldrán a recorrer nuevamente el país. Convocan a iniciar la Campaña mundial por la defensa de las tierras y los territorios indígenas y campesinos, autónomos, en Chiapas, México y el Mundo.
A la primera etapa de la otra campaña se le atravesaron circunstancias inesperadas. Primero fue la represión en Atenco, que obligó a suspender temporalmente la gira nacional. Después fue el levantamiento oaxaqueño, que cambió la dinámica de la confrontación social en el país. Finalmente se encontró con el fraude electoral y el triunfo de Felipe Calderón.
Aunque las fuerzas de la otra no fueron suficientes para sacar a los presos de Atenco de la cárcel y lograr el castigo de los responsables, sí lograron convocar una campaña permanente de solidaridad y evitar que el asunto fuera olvidado.
La comuna de Oaxaca abrió un foco de atención en la opinión pública y los medios de comunicación, lo cual provocó que la ya de por sí poca cobertura mediática de la otra se limitara aún más. Ante Oaxaca, los zapatistas se toparon, además, con la decisión del movimiento de seguir una amplia política de alianzas, que incluía a Andrés Manuel López Obrador y el PRD, cuando uno de los objetivos centrales de la otra era diferenciarse claramente de ellos.
Finalmente, el fraude electoral y el triunfo de Felipe Calderón modificaron el esquema en que la otra fue concebida. Los zapatistas supusieron que el triunfador en los comicios sería López Obrador, y se prepararon para ello. El fraude cambió ese resultado. El subcomandante Marcos denunció el timo pocas horas después de que fue perpetrado. Sin embargo, el EZLN no participó en las acciones de resistencia civil para tratar de revertirlo. Esa posición lo alejó de una parte de los integrantes de la otra y de un sector de la intelectualidad, usualmente solidario de sus posiciones.
La nueva fase de la otra se inicia en un complejo panorama político. Dentro de Chiapas, el nuevo gobernador, Juan Sabines, quien formalmente ganó las elecciones con las siglas del PRD, ha permitido la recomposición del PRI. El ex dirigente de ese partido Sami David está al frente de la Corporación de Proyectos Estratégicos del gobierno del estado. El hijo del tristemente célebre Roberto Albores Guillén fue designado secretario de Fomento Económico. El líder de los ganaderos y edil de Comitán, Jorge Constantino Kanter, tiene una magnífica relación con el mandatario estatal.
Simultáneamente a ese reacomodo en el gobierno estatal, se han reanimado y rearticulado los grupos paramilitares y la disputa por las tierras recuperadas en manos de bases de apoyo zapatistas. Organizaciones armadas del PRI, como la URCI y Opddic, buscan quedarse con los predios que trabajan los rebeldes y organizaciones campesinas democráticas, y hostigan regularmente a sus integrantes. Iniciativas “ambientalistas” buscan despojar a otros grupos campesinos de las tierras que poseen desde hace años, con el pretexto de la defensa del medio ambiente.
En el terreno nacional, el gobierno de Felipe Calderón se ha consolidado a pesar de todo. Hizo aprobar la nueva Ley del ISSSTE, sin tener que pagar un costo político demasiado elevado en el corto plazo, y su lucha contra el narcotráfico, aunque haya tenido pocos éxitos reales, ha sido aprobada por la opinión pública. Sólo el alza en el precio de la tortilla ha erosionado la imagen presidencial. Queda aún por precisar el precio que pagará por su actitud en el debate sobre la despenalización del aborto en la ciudad de México.
Formalmente, el Frente Amplio Progresista (FAP) no se ha disuelto. En las cámaras sus integrantes siguen votando juntos en lo esencial. Sin embargo, en los comicios estatales en curso, como Yucatán y Durango, marchan divididos. Su participación en la Convención Nacional Democrática (CND) es más formal que real.
La segunda asamblea de la CND muestra la existencia de una nada despreciable cantidad de ciudadanos, entre quienes la indignación por el fraude electoral sigue viva, al tiempo que reconoce a Andrés Manuel López Obrador como su presidente legítimo. Esta fuerza, empero, parece tener muy poco que ver con la gira nacional de El Peje, dedicada a construir una fuerza electoral ajena a los problemas inmediatos de la gente.
A pesar de la represión en Oaxaca, la APPO mantiene una indudable capacidad de resistencia y movilización, insuficiente para forzar la renuncia de Ulises Ruiz, pero sobrada para mostrar la ilegitimidad del gobernador. Sin embargo, la realización de comicios para renovar ayuntamientos y el Congreso local ha metido a muchos de sus integrantes en una dinámica marcadamente electoral, y en complejas y difíciles negociaciones con el FAP.
Todos estos elementos marcarán el regreso de la otra. Los zapatistas, como se vio este domingo, poseen una fuerza indiscutible dentro de Chiapas y grandes simpatías fuera de México. Fue notable en este arranque la participación de Vía Campesina, con mensajes enviados por Joao Pedro Stedilé y Rafael Alegría. Tienen hoy un diagnóstico y un mapa de los conflictos políticos y sociales que existen en el país, que no posee ninguna otra fuerza política. Cuentan, además, con un directorio y una red de relaciones con movimientos de base por todo el país, usualmente ignorados por los partidos políticos.
Si logran darle una estructura y una coordinación nacional estable a esos núcleos de resistencia que hoy funcionan aisladamente -en política, nada es seguro-, la viabilidad del proyecto de la derecha se topará con un fuerte escollo. Pero la apuesta se enfrentará a la pretensión gubernamental de desestabilizar sus territorios, el espacio ocupado por el activismo cenedista, a la opción de diversas fuerzas sociales en favor de la construcción de representaciones políticas por la vía electoral, y al propio aislamiento de los sectores medios de la sociedad. Los próximos meses serán decisivos.