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Modo de empleo

03.04.07

REICH
MODO DE EMPLEO

“La cosa contiene en su segunda parte, en una forma muy condensada pero relativamente popular, algunas pocas novedades que anticipan mi libro , pero al mismo tiempo necesariamente rozando una cantidad de otros aspectos. ¿Crees que sea una buena idea adelantar tales temas de esta forma?”

-Marx a Engels, 24 de Junio de 1865.

1.- La noción de carácter según Reich

“Para que uno encuentre amor en París, se debe descender a las clases donde la lucha con las verdaderas necesidades y la ausencia de educación y vanidad han dejado más energía. Revelar un gran deseo insatisfecho es revelar la propia inferioridad, una imposibilidad en Francia, excepto para aquellos que están más abajo de todo…De ahí los exagerados elogios de mujeres jóvenes en boca de hombres jóvenes temerosos de sus corazones.”

-Stendhal, Acerca del amor

Como resultado de su lucha práctica y teórica contra las resistencias en el análisis, Reich llegó a concebir el carácter (la neurosis del carácter) como la forma misma de todas esas resistencias . En contraste con un síntoma –que debe ser considerado como una producción y concentración del carácter y que es percibido como un cuerpo extraño, dando surgimiento a una conciencia de la enfermedad- un rasgo del carácter está orgánicamente incrustado en la personalidad. La no conciencia de la enfermedad es un síntoma fundamental de la neurosis del carácter. Una explicación de esta degradación de la individualidad no puede aparecer excepto en el interior de un intento de comunicar, en este caso dentro de la técnica analítica en si misma. Sin importar cuan unilateral esta técnica pueda ser, rápidamente reveló el carácter en lo que éste es: una defensa contra la comunicación, una falla en la facultad de encuentro. Este es el precio pagado por la función primaria del carácter, la defensa contra la ansiedad . No hay necesidad de entretenerse con el origen de la ansiedad, sus causas y su permanencia. Tan sólo permítasenos hacer notar el hecho obvio de que la forma particular del carácter es un patrón que toma forma antes de los 10 años de edad.

La discreción de este proceso explica por qué no es reconocido como una plaga social, y por que es tan duraderamente efectivo. Este montaje produce individuos dañados, tan despojados como sea posible de inteligencia, sociabilidad y sexualidad, y consecuentemente, verdaderamente aislados uno de otro; lo cual resulta ideal para el óptimo funcionamiento del sistema automático de la circulación de mercancías. La energía que el individuo podría usar para reconocer y ser reconocido es puesta en el arnés de su carácter, usada para neutralizarse a sí mismo.

En todas las sociedades en que prevalecen las condiciones modernas de producción la imposibilidad de vivir toma individualmente la forma de muerte, locura o carácter. Con el intrépido Dr. Reich, y en contra de sus horrorizados recuperadores y vilificadores, nosotros postulamos la naturaleza patológica de todos los rasgos del carácter, y en consecuencia, de toda cronicidad en el comportamiento humano. Lo que resulta importante para nosotros no es la estructura individual de nuestro carácter ni la explicación de su formación, sino la imposibilidad de aplicarlo en la creación de situaciones. El carácter no es simplemente una excrecencia no saludable que debe ser tratada separadamente, sino que al mismo tiempo un remedio individual en una sociedad globalmente enferma, un remedio que nos permite soportar la enfermedad a la vez que se va agravando. La gente es en gran medida cómplice del espectáculo. El carácter es la forma que asume esta complicidad.

Sostenemos que la gente puede disolver su carácter solamente mediante la contestación de la sociedad entera (esto, en oposición a la opinión de Reich, que aborda el análisis del carácter desde un punto de vista especializado). Por otro lado, mientras la función del carácter es acomodarnos al actual orden de cosas, su disolución es un prerrequisito de la crítica total de la sociedad. Debemos destruir este círculo vicioso.

La contestación total comienza con la crítica en actos del trabajo asalariado , de acuerdo con un primer principio que está fuera de discusión: “Trabajar nunca”. Las cualidades de la aventura absolutamente esencial para tal empresa se encuentran exclusivamente fuera del carácter. El carácter destruye esas cualidades. El problema del cómo oponerse a la sociedad entera es también el problema de la disolución del carácter.

2.- Su aplicación al efecto de Espectáculo.

“Los conceptos más importantes y verdaderos de la época son condicionados precisamente organizando alrededor de ellos la mayor confusión y los peores contrasentidos. Los conceptos vitales conocen a la vez los usos más verdaderos y los más mentirosos…porque la lucha de la realidad crítica y del espectáculo apologético lleva a una lucha por las palabras…No es la purga autoritaria, sino la coherencia de su uso en la teoría y en la vida práctica la que revela la verdad de un concepto.”

-Internattionale Situationniste #10 (Domenach contra la Alienación)

Público : relativo a toda la gente.
Publicidad : notoriedad pública ; que algo se haga en presencia del público; que pertenece al (lo) público .

-Diccionario Larousse

La publicidad de la miseria es inseparable de la idea de su supresión . Así es como el espíritu llega a hombres y mujeres. La miseria es siempre miseria de la publicidad. Es necesario buscar la razón de la persistencia de la miseria en lo que causa la miseria de la publicidad. El fetichismo es la miseria de la publicidad. Es la forma misma de la separación social. Donde sea que exista oposición entre los individuos y la totalidad de sus inter-relaciones, esta oposición toma la forma del fetichismo de la totalidad. La oposición entre el todo y los individuos tiene lugar por medio de partes de la totalidad que aparecen como aisladas, o que mantienen relaciones ilusorias con la totalidad y con las demás partes . La conciencia engañada es el momento fundamental del fetichismo. Con él, las cosas devienen lo que parecen. La ausencia de conciencia toma la forma de conciencia.

El fetichismo de la mercancía está concentrado en su valor. Le tomó a Marx miles de páginas de El Capital llegar al fondo de este fetiche. Es el yugo del valor el que hace fruncir los ceños humanos, sean estos burgueses, burocráticos o proletarios. El valor es la relación entre dos cantidades. ¿Hay algo más extraño que el hecho de que “x” gramos de zanahorias valgan “y” cantidad de vino o incluso “z” minutos de peluquería? El valor es la autonomía exorbitante de la mercancía. Es peligroso robar, saquear o incendiar. ¡Y es incluso más peligroso no trabajar nunca! El valor se refuerza a sí mismo implacablemente , mientras la mirada engañada sólo se encuentra con cosas y sus precios. En el siglo diecinueve, con la completa oposición entre vida individual y vida de las especies (la vida cotidiana versus la circulación automática de mercancías), todas las esperanzas eran permitidas (las de Hegel, las de Marx). En ese estadio las cosas eran claras: la vida cotidiana era nada, la circulación todo. La nada de la vida cotidiana era un momento visible de la circulación abarcando todo. El fetichismo apenas engañaba a alguien aparte de la clase dominante y sus lameculos. Varias veces el proletariado emprendió el asalto sobre la totalidad, y la publicidad de la miseria estuvo bastante cerca de triunfar sobre la miseria de la publicidad. Hoy las cosas han cambiado considerablemente. La modernización de las luchas de los oprimidos, y sobre todo su incompletud, ha generado la rápida modernización del fetichismo por la clase dirigente y su Estado desde 1930. El surgimiento del fetichismo científico fue impactante: Bolchevismo, Nacional Socialismo y el New Deal aparecieron casi simultáneamente. Esta modernización consistió esencialmente en deprivar a la vida cotidiana de aquello que le quedaba: su negatividad, es decir, la publicidad de su miseria, la publicidad de su nulidad. El secreto de la miseria de la vida cotidiana es el verdadero secreto de estado. Es la piedra que completa el edificio de la separación, que es también el edificio del Estado.

El espectáculo –el desarrollo científico del fetichismo- es simplemente la propiedad privada de los medios de publicidad, el monopolio estatal de las apariencias. Con él, sólo la circulación de mercancías permanece pública. El espectáculo es nada más que la circulación de mercancías absorbiendo todos los medios disponibles de publicidad, condenando así a la miseria a la invisibilidad. El espectáculo es la forma secreta de la miseria pública, donde el valor opera implacablemente mientras el ojo engañado sólo encuentra cosas y su uso.

En la publicidad imperialista de la circulación de mercancías, el valor nunca aparece. Este es el espectáculo de la invisibilidad del valor. Esta invisibilidad “natural” constituye la tendencia fundamentalmente espectacularista de la circulación que la burguesía ha explotado en el desarrollo científico del fetichismo. Mientras el valor no se vuelva público en una diferente forma, la circulación es capaz de aparecer como un carnaval del uso (principalmente, del uso de dinero, lo que es casi innecesario de decir). Así, es fácil entender el estado de trance del espectador confrontado a diario con el valor. Este es el efecto del espectáculo. Se anticipa a todas las ideas; todo parece arreglado. Prohíbe todo reconocimiento; el miserable ser se percibe a sí mismo solo en su miseria. El dinero mismo aparece como el instrumento de la abolición del valor –la cima de la inversión. Como resultado de esto, el espíritu no se manifiesta a los hombres ni (lo que es incluso más lamentable) a las mujeres.

Desde su asiento de primera fila, Wilhelm Reich no podía sino quedar impactado por el rol jugado por el carácter como una estructura anti-individual en el magnífico espectáculo Nazi . Él deja la pregunta absurda “¿Por qué los trabajadores se rebelan?” a los psicoanalistas, psiquiatras, sociólogos y otros servidores del espectáculo, para plantear la pregunta fundamental: “¿Por qué ellos no se rebelan?” . Atribuye su sumisión al aplastamiento de lo individual por el carácter. Esto es difícilmente rebatible. Necesario, pero insuficiente. Decir que esta sociedad no tenía una tendencia intrínseca hacia lo espectacular puede equivaler a decir que el espectáculo es únicamente creación de la clase dominante. ¡Eso sería darle demasiado crédito! Sabemos que la clase dominante es la principal víctima de sus propias ilusiones. Ella sigue una tendencia. Hemos demostrado lo racional de dicha tendencia. El carácter es sin embargo innegablemente real. Puede ser clínicamente detectado. Debemos ahora determinar exactamente qué es lo analizado en el análisis del carácter, una vez que es reconocida su insuficiencia como noción separada. Como noción separada no es nada más que otro fetiche.

Nuestra tesis es la siguiente. Lo cuantitativo reina. Todas las relaciones humanas están gobernadas por la relación de cantidad a calidad, a pesar deque aparezcan como relaciones puramente humanas – el ojo engañado sólo ve las cosas y sus precios. Hemos revisado brevemente el efecto espontáneo espectacularista de la invisibilidad”natural” del valor. Por todo eso, el valor nunca deja de ser vivido por cada persona como una inescapable necesidad de su vida cotidiana. Hemos visto que este secreto vivido completa la tendencia espectacularista de la circulación de mercancías. ¿Qué es lo que Reich detecta clínicamente y llama “carácter”? Sostenemos que es el valor, como necesidad inhumana y de otra forma invisible, lo que es abordado en este enfoque. Es, hasta ahora, la única manera concreta de abordar el valor como la miseria secreta de la individualidad. Bajo esta forma, Reich localiza lo inconsciente, su miseria y sus miserables maniobras represivas, qué sólo obtienen su fuerza y su pompa mágica del dominio del valor sobre la vida cotidiana. Porque las relaciones humanas han sido globalmente socializadas exclusivamente en términos de valor, lo que equivale a su negación, las relaciones humanas auténticas, validadas por el placer, son preservadas dentro de esta socialización como relaciones naturales (y por ello, ilícitas y clandestinas), dado que toda socialidad, toda humanidad, está ocupada (en el sentido colonialista del término) por el valor, la única socialización oficialmente validada. Lo que sea que tienda a escapar de la ley del valor toma así la forma de lo natural, es decir, de lo que por definición escapa del dominio de la humanidad.

En su tercer manuscrito filosófico, Marx mide la humanidad del hombre, su socialización, por el grado de socialización de la relación humana “inmediata, natural y necesaria”: la relación entre hombre y mujer. El valor como socialización universal, como la única e invertida forma de humanidad, es también de hecho la imposibilidad de socializar esta relación; tal relación permanece, sin embargo, como la “más natural”, es decir, la más frustrada por la organización social reinante. Al interior de un mundo de socialización universal por el valor, esta naturalidad deviene progresivamente equivalente a su grado de decadencia, tal como el grado de naturalidad de los indios Nambikwara dentro de nuestra civilización equivale al grado de su exterminio. Este nivel de decadencia –psicosis, neurosis, carácter- como índice de la nosocialización y nohumanidad del hombre, es el real objeto del psicoanálisis. Ese viejo cabrón Freud llegó tan lejos como para identificar la naturalidad con el “salvajismo” y la socialización invertida por el valor con la “civilización”. El psicoanálisis ha sido y seguirá siendo la paleontología de esta prehistoria.

Apoyamos nuestra tesis, todavía puramente teórica, con esta observación clínica: Si, por alguna razón, el carácter del individuo es disuelto, la forma fenomenal espectacular de la totalidad se disuelve en su pretensión de pasar por la ausencia de valor. Así, hemos establecido, negativamente por el momento, una identidad entre carácter y el efecto del espectáculo. Sea que el sujeto se hunda en la locura, practique la teoría o participe en un levantamiento , hemos constatado que los dos polos de la vida cotidiana –contacto con una realidad estrecha y separada por un lado, y contacto espectacular con la totalidad en el otro- son simultáneamente abolidos, abriendo el camino para la unidad de la vida individual que Reich desafortunadamente llamara “genitalidad”. (Preferimos individualidad).

Los trabajos de Reich son los primeros desde Marx que concretamente echan luz sobre la alienación. La teoría del espectáculo es la primera teoría desde Marx que pretende explícitamente ser una teoría de la alienación. La síntesis de estos dos métodos conduce a algunas consecuencias inmediatas que desarrollaremos en un próximo trabajo.

En primer lugar, sostenemos que la práctica de la teoría es inseparable de lo que Reich llamaba “genitalidad”. La teoría se vuelve conocimiento continuo de la miseria secreta, del secreto de la miseria. Es también en sí misma el fin del efecto del espectáculo. Dado que el espectáculo es la forma secreta de la miseria pública, su efecto cesa cuando cesa el secreto. Su efecto reposa en su secreto. De esta forma, la teoría se vuelve crecientemente idéntica a la posibilidad vivida (como algo opuesto a la probabilidad, que es vivida como duda o indiferencia). La teoría es vida cuando todo es posible. Deja de existir desde el momento en que comete un error, y se encuentra a sí misma de vuelta al aburrimiento, al efecto del espectáculo. La verdadera teoría no se puede equivocar. Es un sujeto desprovisto de error. Nada la engaña. La totalidad es su único objeto. La teoría conoce la miseria como secretamente pública. Conoce la secreta publicidad de la miseria. Todas las esperanzas le son permitidas. La lucha de clases existe.

El espectáculo es la ausencia de espíritu. El carácter es la ausencia de teoría.

El proletariado será visible o será nada. El proletariado vive en su propia visibilidad. La organización del proletariado es la organización de su visibilidad. La práctica global del proletariado será su permanente publicidad o nada. Hitler, los Leninistas y los Maoístas entendieron esto tan bien que organizaron la visibilidad del proletariado por la fuerza. Un capitalismo más ambicioso desea realizar la visibilidad del proletariado abolido. Por sí misma, la visibilidad de la miseria no es el proletariado. Necesario pero insuficiente. El proletariado requiere que la visibilidad de la miseria sea pública. La crítica debe ser a la vez teoría de la publicidad (de la visibilidad) y publicidad (visibilidad) de la teoría. Su objetivo debe ser asegurar su propia publicidad. Es cuando es pública que nada puede fallar. No es la teoría de la publicidad si es que no asegura su propia publicidad. De hecho, es el colmo del absurdo para un teórico de la publicidad no sea capaz de asegurar la publicidad de su propia teoría.

Pensamos que estos elementos son superiores a todo lo que un Lukács fue capaz de decir acerca de la consciencia de clase. Y ciertamente tienen la ventaja de su brevedad. Como los expertos en anuncios saben, la brevedad es esencial en publicidad (“¿Eres lo suficientemente hombre para las papas Fritas de la Abuelita gansa?” –uno difícilmente podría ser más breve en contenido). Lo que ellos no pueden imaginar es que la publicidad será incluso más breve en el momento de un Estrasburgo de las fábricas. La visibilidad iluminará todo como el relámpago, disparará como un arma y se levantará como el sol, o no será.

De momento nuestras fórmulas pueden tener la brevedad a su favor. Tal vez será necesario introducirles los conceptos “Abuelita gansa” o “Papas Fritas” en orden a conocer su claridad total. Llegará pronto el día en que todas las papas fritas de la tierra no serán ya capaces de reprimir el encuentro de la teoría de la publicidad y la publicidad de la teoría.

JEAN-PIERRE VOYER, 1971

El Instituto de Prehistoria Contemporánea está actualmente preparando una Enciclopedia de las Apariencias: Una Fenomenología de la Ausencia de Espíritu.

Análisis del Carácter (192733).
La situación crítica en que la magnitud de este precio se revela completamente es el amor. Fué mérito de Reich haber demostrado que la defensa del carácter contra la ansiedad se paga en esta situación con una incapacidad para la ternura, que él denomina, desafortunadamente, como “impotencia orgástica”. En este nivel el carácter es en sí mismo un síntoma.
Mientras Reich concluye de una manera bastante ambigua que el carácter es un obstáculo para el trabajo, nosotros sostenemos que es un obstáculo para la crítica del trabajo.

Noten que este último significado, que permite juegos de palabras fundamentales en el texto original francés, honesta presente en la palabra Inglesa “publicity”. Ver el agregado “La discreción es la mejor parte del valor”, en la que el autor dilucida este y otros aspectos de su texto (Nota del traductor del original francés al inglés).
El lector habrá reconocido la conciencia de clase aquí, y por lo tanto no la confundirá con el espectáculo de la miseria, que es la versión “publicitaria” (en el sentido de “advertising”) de la publicidad de la miseria.

¡Ay! La oposición de la totalidad a los individuos tiene lugar solo mediante partes del todo. Cuando la oposición de los individuos a la totalidad se hace “total”, las cosas se vuelven totalmente claras.

El trabajador tiene la misma ventaja sobre el rico que el esclavo sobre su amo. El esclavo conoce el miedo; el trabajador, una mercancía viviente, conoce el valor.

Ver la Psicología de Masas del Fascismo (193334) y ¿Qué es conciencia de clase? (1934). En este último trabajo Reich llega a la cima de la ingenuidad leninista. A pesar de negarlo, ensalza el conocimiento histórico especializado hasta los extremos. Hay incluso un curioso presagio de la concepción maoísta de la educación como un espectáculo de la miseria.

Materialismo dialéctico y psicoanálisis (1929). Tanto Psicología de Masas como Materialismo Dialéctico están estropeados de manera indeleble por una concepción mecanicista de los instintos.
De acuerdo al principio: “ Aquello que no se supera se pudre; lo que se pudre incita a su superación” (Vaneigem).

1968 nos ha proveído de información abundante y diversa.

La discreción es la mejor parte del valor
(Agregado a “Reich: Modo de Empleo”)

Aquí van algunos puntos específicos sobre mi artículo de Reich…
El autor francés del siglo 18 Marivaux escribió una obra titulada “Cómo llega el Espíritu a las Mujeres” (¡Puedes imaginarte fácilmente cómo!) . . .
Quiero dirigir tu atención a la dificultad de traducir este texto al inglés. En francés, “publicité” se refiere tanto a la “publicidad” (avisos publicitarios) como al bien común o público, la “res publica”, lo que pertenece al público. Estos dos sentidos más bien contrarios permiten un gran juego de palabras, que estoy desarrollando en mi Enciclopedia de las Apariencias, pero no veo cómo podría eso ser traducido en inglés…

La miseria es de hecho la única propiedad real del público infeliz. En este sentido la miseria es común, comunal –pero sólo secretamente, no públicamente.

En contraste, la publicidad comercial habla de algo que no pertenece al público, pero lo habla de una manera pública.
Así, la publicidad incluye tres momentos:

a) Es el carácter de lo que pertenece a lo público, de lo que el público posee, de la propiedad pública. Pero, este propiedad pública puede perfectamente ser no pública, secreta, no revelada. Este es el caso de la miseria.
b) Es aquello que es conocido por el público, que es hecho en su presencia. Pero este conocimiento puede muy bien referirse a algo que no pertenece a lo público. Este es precisamente el caso de la publicidad comercial (“advertising”) en particular y del espectáculo en general. Así, en el espectáculo, que es público en el sentido de que “hecho en presencia del público” es la totalidad de los individuos y sus relaciones. Pero esta totalidad, pese a estar compuesta de nada más que ellos mismos, no pertenece a ellos. Ellos están privados de su propia sustancia.
c) Finalmente, el tercer momento es la unidad de los dos primeros; la unidad de lo que pertenece a lo público y lo que es conocido por le público. En una palabra, la verdadera publicidad en el sentido de 1789-1793. Es el comunismo, la comunidad; los consejos obreros fueron una tímida experiencia de este tipo de publicidad. Es la “práctica que ve su propia acción”.

En un lenguaje muy Hegeliano, este tercer momento es la totalidad de os individuos suprimiéndose a si misma a favor de la inmediatez de lo individual. La totalidad entonces deviene la sustancia concreta de lo individual y lo individual deviene el poder sustancial de la totalidad que existe por sí misma, como persona. (¡Heil Hegel!) .
El término francés “publicité” abarca todo eso, incluyendo la perversión grotesca de la “publicitad”, lo “publicitario”.
También me gustaría clarificar lo que entiendo por “idea” en la frase “la idea de su supresión”. Tengo una concepción muy materialista de ese término. A lo que me refiero, por ejemplo, es a la toma de la Bastilla por el pueblo de París el 14 de Julio de 1789. Eso es lo que entiendo por idea. Esta “idea” bastante material viene a la gente de la misma manera en que lo hace el “espíritu”.

Brevemente, lo que entiendo por idea es el tercer momento de la publicidad. Y eso es también lo que entiendo por espíritu.

Es a la vez un hecho material (la toma y destrucción de la Bastilla, material por excelencia) y lo contrario de un hecho material, la supresión de este hecho colectivo a favor de la inmediatez de lo individual. En una palabra, conciencia, la conciencia de lo que lo hace sí mismo. Etc.

Finalmente, quiero clarificar el rol que para mí el carácter juega, ya que no se le da tanta importancia a eso a lo largo de este artículo.

Tomo el carácter en el sentido de Reich, por un mero síntoma, por el síntoma de un efecto que está todavía oculto, que aún opera en la oscuridad, y que sólo puede operar en la oscuridad, dado que el estar conciente de él es inseparable de su destrucción por el “pueblo en armas”. Desde mi punto de vista, el carácter es nada más que un síntoma del efecto del espectáculo (que es en sí mismo sólo una forma particular del efecto del valor).

Por otro lado, en tanto es un síntoma, el carácter puede ser un medio efectivo de publicitar la miseria secreta, una miseria todavía oculta. Porque el síntoma, incluso si es un síntoma de una enfermedad aún no conocida, cáncer por ejemplo, es no menos ciertamente su síntoma, que a lo menos permite al enfermo saber que está enfermo y no gozando de buena salud, que sería lo que el creería en ausencia del síntoma.

Pero creo que hacer del carácter una entidad independiente, con su proipia historia y racionalidad, es un mal uso de esa noción.

De cualquier manera, estoy desarrollando todo esto en la Enciclopedia de las Apariencias, que debería aparecer de aquí a fin de año…

JEAN-PIERRE VOYER
(carta a Ken Knabb, 20 de abril de 1973)


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