Manifiesto del CIMI: Semana de los Pueblos Indígenas, ¿qué celebrar?
Saturday, Apr. 21, 2007 at 12:52 AM
Indymedia
20.04.07 - BRASIL
Consejo Misionero Indigenista afirma que, después de 25 años de movilizaciones para esta Semana, las demandas continúan siendo las mismas: participación de los pueblos en la definición de la política indigenista del país y demarcación de tierras.
El 19 de abril ya fue celebrado, sobre todo en las escuelas, como el día en que los niños se pintaban con colores brillantes y vestían collares de plumas. En los últimos años, el movimiento indígena ha conseguido cambiar el sentido de esta fecha.
Más allá de ser recordados como pueblos del pasado, representados como grupos idílicos y por dibujos que no siempre se corresponden con su vida cotidiana real, gran parte de los 231 pueblos indígenas que viven en Brasil han aprovechado la atención que reciben durante el mes de abril, para presentar a la sociedad brasilera temas que son importantes en su marcha.
Conocedores de por lo menos 180 lenguas, con culturas y modos de vida diferentes, estos pueblos son actores políticos con capacidad de presentar propuestas y de dialogar con el poder público. Un símbolo de esto ha sido la realización del Campamento Tierra Libre, desde 2004, en la Explanada de los Ministerios, en Brasilia.
El primer Campamento se realizó poco más de seis meses después de la asunción del presidente Lula al gobierno, en junio de 2003. Cerca de 50 líderes de los pueblos Kaingang, Guaraní y Xokleng acamparon frente al Ministerio de Justicia para reclamar los compromisos de campaña.
Los manifestantes buscaban una audiencia con el Ministro para tratar acerca de la inmediata regularización de tierras que estaban con el proceso de demarcación atrasado en los estados de Santa Catarina, Paraná y Río Grande do Sul. También pidieron un posicionamiento claro del gobierno acerca de los rumbos de la política indigenista del país. En 2004, el Campamento fue la primera movilización nacional en el gobierno de Lula. En 2006, el Tierra Libre reunió a 550 personas.
Los desafíos continúan
En este abril de 2007, cuatro años después, las pautas principales del Campamento que está siendo planeado, siguen la misma línea: participación de los pueblos en la definición de la política indigenista del país y demarcación de tierras.
En estos cuatro años de gobierno algunas tierras importantes fueron demarcadas, entre ellas Raposa Serra do Sol, en Roraima, que todavía continúa con ocupantes no-indios. Otro punto importante fue la promulgación de la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo que, entre otras cosas, garantiza el derecho de los pueblos a tener participación en las decisiones referentes a cuestiones que les incumben.
Sin embargo, durante todo este período de gobierno de Lula, el número de tierras declaradas indígenas fue bajo: una media de 7,25 por año, contra 11 en el gobierno de Fernando Henrique y 13 en la época de Collor. Otro problema central es que muchas tierras continúan con los procesos parados en el Ministerio de Justicia. Del total de cerca de 850 tierras indígenas en Brasil, menos de la mitad (48,95%) tuvieron su demarcación concluida. Otro 24,27% están en proceso y otras 226 tierras reivindicadas, o el 26,58% del total, ni son consideradas por la Funai. Donde las tierras no están demarcadas, los pueblos son privados de otros derechos básicos, como alimentación, educación y seguridad. La consecuencia más clara de este problema puede ser vista en el estado de Mato Grosso do Sul. Hasta marzo de este año, hubo tres muertes de niños por desnutrición y, en 2006, el estado concentró 21 de los 41 asesinatos registrados por el Consejo Indigenista Misionero (CIMI).
Semana de los Pueblos Indígenas
Otro movimiento importante en la vida de los indígenas brasileros es la Semana de los Pueblos Indígenas organizado desde hace 25 años por el CIMI. La Semana propone un tema diferente cada año, para debate en las escuelas y pastorales. En 2007 el tema es “Economías Indígenas: Vida Compartida”. El CIMI resalta que los pueblos indígenas siempre tuvieron formas propias de desarrollar relaciones económicas entre personas, familias y comunidades, y busca señalar lo que podemos aprender con las experiencias de estos pueblos.
En la base de las relaciones económicas dentro de las comunidades indígenas está la noción de reciprocidad, o sea: dar y recibir. En gran parte de las comunidades, la finalidad de las actividades productivas es el buen vivir de todos, y no el lucro individual. La convivencia es la idea clave. En las actividades se integran creencias, saberes, tradiciones, religiosidad y las visiones de cada pueblo sobre el mundo. Las prácticas de producción, circulación y consumo de bienes están marcadas por rituales y fiestas. A pesar de este principio común, actualmente, existen pueblos indígenas en diferentes situaciones sociales, culturales y económicas.
Por lo menos 40 pueblos en la región amazónica se mantienen distanciados del contacto con nuestra sociedad. Viven sus economías en sentido pleno, sin interferencias de la lógica capitalista, en la que el lucro y la acumulación de dinero están por encima de todo. En función de que estos pueblos optaron por una existencia libre de imposiciones externas, ellos tienen el derecho de ser protegidos y de tener sus tierras demarcadas, aseguradas y fiscalizadas por el poder público.
Existen también los pueblos que mantienen contactos esporádicos con nuestra sociedad y que viven de sus economías tradicionales. La base de sus relaciones comerciales es el trueque o la venta de productos confeccionados en sus aldeas, como harina, artesanías y alimentos oriundos de la caza y cosechas. En esta relación, ellos adquieren sal, azúcar, ropas, productos industrializados. Y, como no se trata de dependencia del mercado, sino de una relación autónoma, las prácticas económicas internas se mantienen, muchas veces sin la circulación de dinero.
Influencias del capitalismo
Existen pueblos que conviven con la explotación intensa de recursos naturales, minerales e hídricos, en sus tierras o en sus proximidades. Son actividades que tienden a causar la destrucción de la naturaleza, a generar pobreza y dependencia de los pueblos. A causa de eso, a veces algunos individuos indígenas terminan entrando en negociaciones de venta de madera o de sus tierras, lo que es ilegal.
Ejemplo destacado es lo que ocurrió en el sur y sudeste del país en la primera mitad del siglo 20, cuando las tierras indígenas fueron devastadas por las madereras. Los pueblos perdieron su tierra, sus recursos naturales, y fueron comprometidas sus posibilidades de un futuro con autonomía. Hoy, luchan para recuperar parte de esos territorios.
Y hay también casos de reconstrucción de la vida y de las economías de los pueblos. Hay decenas de comunidades que tuvieron toda su tierra invadida y su economía destruida y hoy tienen que reconstruir sus formas de trabajo y distribución de riqueza.
Un ejemplo interesante es el del pueblo Xukuru. Todos los viernes, 14 productores salen a las 4h00 de sus aldeas para ir a la Feria Orgánica Xukuru, en la ciudad de Pesqueira, Pernambuco. Desde mayo de 2006, el grupo vende harina de mandioca, frutas, legumbres y hortalizas. Los vegetales son tratados con técnicas ancestrales de cultivo de la tierra y producidos de una manera “ecológicamente correcta”, o sea, sin el uso de agrotóxicos.
Desde la década del 90, el pueblo Xukuru lucha para poder vivir en su territorio, que estaba invadido. Hubo muchos conflictos con la población local, principalmente con los dueños de tierras. Cuenta el Xukuru Edgar de Almeida: “la Feria es una experiencia concreta y actual de los Xukurus, que administran sus recursos económicos y naturales. Esto aumenta el respeto de la población regional para con nuestro pueblo”.
Estas realidades nos desafían a pensar estrategias para garantizar y recuperar los territorios, para el control de los recursos que en ella se generan, para la recuperación de las áreas degradadas y para la construcción de proyectos autosustentables.
Así, los indígenas brasileros tienen muchos desafíos por adelante, más allá de la simple celebración del 19 de abril.
Fuente: Revista Missões