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Chile: El paro de los camioneros

11.06.08

El paro de los camioneros

Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

Hay dos tipos de dueños de camiones: los de flota, que tienen varios vehículos, de los cuales muy pocos tienen muchos, y los propietarios de un camión, que son la mayoría, un verdadero hormiguero o enjambre de abejas. Quien tiene un camión tiene un instrumento de trabajo y generalmente vive al justo, alcanzando a reunir parte de lo que necesita para alimentar a su familia. Los propietarios de flotas de camiones viven del trabajo ajeno, no importando si trabajaron mucho para tener hoy día más que los otros.

El camionero vive de la circulación y distribución de mercancías, insumos, materias primas, piezas y productos, técnicos o naturales, animales, vegetales o minerales. Cada carga necesita, además de uno o dos choferes, al menos una o dos personas más en la salida y en el punto de llegada. Si viaja con los pionetas puede establecerse un promedio de tres personas por camión, y si no lo hace, de cuatro a cinco. Tal vez profundizando un poco más se encuentre que estas cifras quedan cortas o largas, pero valgan para el análisis. Los transportes de contenedores, líquidos y carga tecnificada bajan ese promedio, pero los transportes de frutas, verduras y cajas, pueden aumentarlo. Si aceptamos la media de cuatro personas por camión, entendiendo el carácter esporádico y precario de la vinculación laboral de los cargadores y acogiendo el promedio de 4 a cinco miembros de la familia, por cada camión deberían estar alimentándose alrededor de 20 personas, lo que transforma al sector en una enorme red humana articulada en torno a la circulación mercantil y dependiendo de la compra y venta. Se trata indudablemente de un sector económico y social no directamente productivo. Veamos más adelante como contribuye a la generación de la ganancia general de los ciclos mercantiles.

Durante el período de Salvador Allende los dirigentes del sector paralizaron los vehículos con el objetivo de boicotear la economía y fundamentar las acusaciones en el parlamento, dirigido por el golpista Eduardo Frei Montalva, sobre la ilegitimidad del gobierno. El senado norteamericano hizo públicos los informes de la poderosa empresa ITT donde se registra la salida de fuertes sumas de dinero destinadas a apoyar en Chile esos paros del transporte por carreteras.

Hoy día ningún gobierno da un peso por el boicot de los camioneros, que han paralizado por el excesivo costo del diesel, derivado del hidrocarburo más famoso de la actualidad: el petróleo, por el cual invadieron Irak los mismos que financiaban a los camioneros anteriores, es decir, los dueños del fundo llamado planeta Tierra. De más está decir que en ese país del norte del continente los camioneros hacen nata y enredan en verdaderos nudos ciegos a los satélites y GPS, que sólo consiguen organizar ese tráfico infernal por medio de ordenadores de última generación. En Chile, ante la ausencia de los ordenadores cibernéticos, se recurre a los ordenadores de luma, es decir, se decide aplicar la Ley de Seguridad Interior del Estado.

La presidenta de la cosa pública ha ofrecido al gremio una cantidad irrisoria que no soluciona el problema de fondo, cual es que el costo del combustible alcanza casi a la mitad del ingreso. Imagine usted: por una carga que produce una entrada de sesenta mil pesos, 29 mil de ellos se quedan en la bomba de gasolina y el hombre se hace de 31 para mantener el camión, pagar a los trabajadores, almorzar por el camino, comprarle pañales a su guagua, llevar el pan a casa, sin contar con los pañales y el pan de los pionetas. ¿Tenían razón entonces de paralizar los camioneros?

Veamos como está funcionando la ley de la oferta y la demanda en este caso. A Chávez de Venezuela le sobra petróleo y puede colocarlo a precio razonable mediante un sistema de subsidio estatal, y así lo hace con algunos países con los que ha acordado algún tipo de intercambio. El gobierno chileno, por el chauvinismo militarista que caracteriza a la santa alianza de los grandes empresarios, partidos y oficiales de las fuerzas armadas, no ha sabido desarrollar buenas relaciones con sus vecinos argentinos y bolivianos, quienes mantienen una fuerte interacción con el chavismo. Justamente de esos dos países limítrofes llega una parte importante del combustible utilizado a nivel nacional para generación de energía, a saber, el gas. Y ha sido precisamente ese combustible el que ha estado en el centro de la discordia. En Bolivia se realizan campañas para no vender gas a Chile y en Argentina cuando quieren nos han cerrado la llave de paso, haciendo correr y saltar de acá para allá a los burócratas chilenos que sudan la gota gorda muertos de ganas de lanzar a la caballería contra los camioneros, apuntándolos con el dedo como que fueran los culpables.
El cierre de las minas de carbón en Lota, Coronel y regiones adyacentes no sólo aniquiló gran parte de la fuerza de trabajo local arrojándola a la más desesperante cesantía, sino que redujo la producción nacional de fuentes energéticas favoreciendo a empresas internacionales que quieren invertir millonarias sumas en la construcción de represas hidroeléctricas, como la de Ralco, donde los españoles consiguieron instalarse a pesar de la oposición mapuche y de miles de chilenos a lo largo del país. En Aysén sucede lo mismo, también quieren hacer represas y la población se ha levantado con firmeza, como ocurre contra el ducto de Mehuín, la minera Barrick Gold en Pascua Lama y la licitación del último espigón de Valparaíso, entre muchos otros casos más que demuestran la orientación errática del modelo antidemocrático de no tan libre mercado que dirige Chile. No puede ser libre mercado si se impone a la fuerza. Es absurdo aniquilar el carbón para favorecer a los que construyen represas, así como es absurdo derramar desechos industriales que aniquilan las tierras y las aguas.

Los economistas no consiguen dar cuenta de estas situaciones, torciendo los análisis para ajustarlos a sus partidos políticos, como los de izquierda, donde el promisorio grupo joven que se articulaba en Santiago cedió ante la aplanadora del PC, que hace de la ciencia económica un instrumento para la toma y administración del poder central, o sea, para la administración del capitalismo de estado, negándose a vincularse y analizar las formas y contenidos económicos de las incipientes redes alternativas que brotan desde abajo, desde las comunidades y localidades.

Ellos sólo ven a los camioneros como capitalistas, como si aún fueran aquellos que aceptaron que sus dirigentes recibieran dineros como mercenarios, mientras el gobierno los ve como agitadores. Para nosotros son los que van a trasladar de un lugar a otro los productos de los emprendimientos autogestionarios, de las caletas de pescadores o de las regiones campesinas a los barrios y colectivos de comprando juntos. Son los articuladores de la alianza del campo con la ciudad, sus familias podrán quizás mantener un huerto en un barrio junto a sus vecinos.

Por eso parece prudente ponerse junto a ellos en la defensa de su petitorio de baja de los impuestos al combustible, pero al mismo tiempo hay que mostrarles que necesitamos su apoyo para acabar con la construcción de represas hidroeléctricas y para recuperar la producción nacional de carbón, para acabar con la depredación de la naturaleza y generar nuevos estudios exploratorios de hidrocarburos como gas y petróleo a través de una revitalización y reorientación de la Empresa Nacional del Petróleo. Por otra parte, será tarea nuestra y de las organizaciones barriales desarrollar formas simples y masivas de energía alternativa, como el biogás, paneles solares y otras que permitan aumentar la disponibilidad general de petróleo, combustible que por su vez debería reorientarse municipalmente hacia el transporte de pasajeros y de carga impulsando la educación ciudadana por la disminución del uso cotidiano de automóviles.

Sin organización ciudadana y democrática en los barrios y localidades, toda medida será burocrática y, si no hay participación e interacción entre vecinos, será difícil establecer los cambios que se requieren desde abajo. Está claro que no basta exigir de los gobernantes, tenemos que asumir la soberanía popular con nuestras propias manos.

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Pre candidato independiente a alcalde de Valparaíso


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