Lucha social activa contra la recesión.
La recesión es una fase extrema de la guerra contra los pueblos.
En estas últimas semanas la tónica de las conversaciones es como prepararse para resistir los embates de la recesión que se está instalando en la economía mundial y que este año 2009 que está por iniciarse llegará a adquirir las características de una masacre social. La recesión, estancamiento con retroceso, es producto natural del capitalismo, baja la inversión, disminuye el circulante y caen las ventas. Se aprietan los salarios, se disminuyen los beneficios sociales y se cierran empresas. Se despiden trabajadores masivamente y crece a niveles extraordinarios el ejército de desempleados y desesperados por llevar el pan a los hijos. Los patrones evitan los costos de la recesión haciéndolos caer sobre las espaldas de la gente que no cuenta con propiedades productivas ni medios de hacer dinero, es decir, el 85% de la población o más. Parece haber intencionalidad en las autoridades para la generación de condiciones de resignación y sufrimiento, como el perro apaleado. Hay un sentimiento generalizado de que habrán despidos multitudinarios, que aumentará la precariedad del trabajo y que se acrecentarán mucho más los niveles de pobreza. Hay los que dicen que habrá que salir a combatir y otros aceptan lo que diga y haga el sistema de dominación. Los ministerios del interior y aparatos de seguridad de los estados afilan estacas para arrojarse como buitres sobre los que alcen la voz reivindicando pan y paz, mientras los policías de las fuerzas de choque extraen lecciones del levantamiento juvenil de Grecia y ya están preparando seminarios de actualización de lucha callejera y contrainsurgente para intentar contener el tsunami popular que viene como contrapartida desde abajo. Los israelitas aprovechan el pretexto de los cohetes árabes para endurecer su línea. Los empresarios estadounidenses aprovechan que instalaron un presidente traidor a la nación afroamericana para reposicionar a los halcones en los pasillos y botones del Pentágono, el FBI, la CIA y demás órganos de control de población. En todas partes se cuecen habas y el pan se quema en la puerta del horno. Sin embargo la principal lección de los muchachos y muchachas griegos y griegas es que hay que adentrarse en las poblaciones y barrios para continuar desde allí la resistencia social.
Nuestras fuerzas aún son insuficientes y habrá que trabajar con una estrategia de acumulación de capacidades organizativas para una guerra de movimientos articulada con una guerra de posiciones en la forma de instalación de fortalezas populares irreductibles donde se organice la resistencia y la alimentación. Ello implica una economía de guerra. Habrá que entablar combate contra los empresarios y los estados, pero al mismo tiempo habra que convocar y organizarse entre vecinos para planificar la subsistencia, acoger a los nuevos despedidos y reorientar las capacidades laboriosas de los vendedores ambulantes que están siendo expulsados violentamente de las calles céntricas de las ciudades donde exiben sus mercaderías sencillas.
Contra la recesión, una estrategia de sobrevivencia.
Habrá que ocupar los centros de trabajo que cometan despidos masivos, ya que los próximos cesantes serán aquellos que no fueron tocados en la primera avalancha de los expulsados de los pocos espacios laborales que van quedando. Hay que llamar a los despedidos a que vuelvan a participar de la presión. Esta es la táctica de la defensa activa de las fuentes de empleo, que por muy precarias que sean, permiten llevar alguna cosa a la olla. Habrá que desplegar el apoyo material y corporal desde las familias y vecinos de esos trabajadores.
Habrá que negarse a pagar los costos de este nuevo ataque del capital, golpeando nosotros por nuestra vez. Ello quiere decir que no hay que pagar las deudas habitacionales, bancarias, mercantiles y financieras. Para que ello sea factible habrá que constituir comités de deudores comerciales por barrio, así como los hay de deudores habitacionales, y entablar juicio contra las empresas que lucran de esa manera.
Habrá que negarse a pagar las cuentas de electricidad, agua, teléfono, cable y gas, formando comités de vecinos usuarios que por su vez entablen juicios contra las empresas exigiendo la baja de los cobros. Ellos consiguen asustar y controlar a la población por separado por medio de la cuenta que llega sagradamente a la casa y que la maldita costumbre de no agruparse nos obliga a soportar en solitario esta mamada que va directo a los bolsillos de las empresas que engordan a nuestras costas.
Eso requiere que profesionales y estudiantes del derecho, contabilidad, administración, economía y similares, analicen la situación y tomen la determinación de vincularse a la lucha social constituyendo oficinas jurídicas y contables gratuitas en los barrios para asegurar el desarrollo de las demandas y procesos judiciales contra las empresas de servicios y las que viven de las deudas, estudiar las debilidades, fallas y errores de esas empresas para coordinar entre barrios y redes de juristas. Discutir y hacer foros en las facultades universitarias para extender, argumentar y legitimar estas formas de resistencia y desobediencia civil contra la recesión. Tendrán que cortarle el servicio a todos, pero la unión hace la fuerza, de modo que pueden buscarse formas alternativas de energía y otras necesidades mientras se aumenta la presión y se crece el aguante.
Los jóvenes pueden conversar con las madres y las señoras vecinas para discutir el inicio de estos comités de desobediencia civil y de resistencia contra la recesión, ya que las mujeres se están creciendo por todas partes y están desplegando iniciativas y críticas muy serias, en tanto los varones, muchos de ellos siguen haciendo colas para conseguir unas chauchas miserables. En la misma medida que las puertas se le cierran al género masculino, la vinculación, organización y acción entre jóvenes y mujeres abrirá las otras puertas, las puertas de la esperanza, y podrán plegarse también a las iniciativas de resistencia.
Junto a la resistencia está la sobrevivencia, por lo que habrá que encontrar modos de alimentación correspondientes a esta nueva fase de la economía, por ejemplo, reconvertir las áreas libres en el plano urbano en áreas de producción agrícola. Habrá que ocupar los terrenos que no están siendo utilizados y que muchos se guardan para la especulación inmobiliaria, para destinarlos ahora a la siembra y recolección de alimentos, tales como verduras, frutas y hortalizas, estableciendo un convenio con los dueños o negociando con los municipios en el caso de terrenos fiscales. Es decir, respetar la propiedad privada del pequeño propietario para ganar su simpatía hacia las necesidades sociales. En estos casos el rol de las mujeres, por el respeto que se les tiene, y de las oficinas jurídicas y contables, será primordial, ya que no basta que esas iniciativas las impulsen grupos juveniles, pues fácilmente el sistema los identifica como “activistas” o “idealistas”, deslegitimando ideológicamente las acciones de resistencia social. Se necesita la unidad de los vecinos, por lo que las iglesias y los partidos deben saber ocupar un lugar secundario en esta situación.
Otra forma de economía alternativa son los vecinos agrupados en colectivos de “comprando juntos”, en que las mismas oficinas jurídicas y contables pueden ayudar a establecer contacto directo con productores del campo, caletas de pescadores y otros, para comprar al por mayor abaratando costos. También sirve para comprar masivamente a los productores de alimentos no perecibles disminuyendo fuertemente el gasto individual. Dividir para reinar, esa es la consigna del sistema. La unión y formas mancomunadas de enfrentar las necesidades por parte de los vecinos podrá ofrecer resultados concretos ante los acontecimientos que se avecinan.
En el caso chileno las instituciones y empresas podrán enfrentar la recesión mediante el proceso electoral que renovará parte del legislativo y la presidencia de la res pública, período en que la circulación monetaria orientada a la propaganda será extraordinaria, así como los malabarismos y demagogias para convencernos de que todo está bien. La oposición aprovechará para avanzar criticando fuertemente y ofreciéndose como “alternativa”, sin embargo muchos empresarios temen que ello agudice los conflictos sociales, por lo que habrá gran apoyo económico a los candidatos del gobierno. La izquierda, si se suma a una campaña de resistencia, podrá hacer crecer sus simpatías entre la población.
Invitamos a discutir la recesión y organizarse de las formas anotadas o de otras que permitan desplegar la iniciativa popular desde los barrios.
Abrazos
Profesor J
profesor_j@yahoo.com
http://clajadep.lahaine.org