Nota de Clajadep.
Si el golpe militar en Chile dejó el “no estoy ni ahí” de la juventud que huye de la política, de la represión generacional, del panfleto y del disciplinamiento, el holocausto colombiano dio surgimiento a los poetas de la “Generación Desencantada”. En ambos fenómenos hay indudables lazos comparativos de causa-efecto. Lo interesante de esta generación es que escapa de los dogmas, de la racionalidad estricta y del panfleto de los llamados “realistas socialistas”, estos últimos más dedicados al arte-panfleto que a la creación.
Necesitasmos una mayor profundización y expresión de los sentimientos y afectos que la reiteración panfletaria de las convocatorias a instalar un modelo prefabricado de “sociedad mejor”.
Veamos la noticia que viene desde Colombia:
Hace 35 años fue asesinado Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard
Bogotá.
Hace treinta y cinco años, este 23 Abril, fue asesinado a los 31 años de su edad, por las fuerzas represivas del gobierno de Misael Pastrana Borrero el más notable e ignorado poeta de la Generación desencantada, Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard [Santa Fe de Bogotá, 1943-1974], cuya obra y vida comienzan a conocerse.
Escobar fue el segundo hijo de una rancia familia de santafereños cuyos antepasados se remontan hasta Santa Teresa de Jesús y Calderón de la Barca, algunas de las esposas de héroes de nuestra independencia como Santander y el mismo Libertador, descontando su parentesco cercano con José Eusebio y Miguel Antonio Caro y varios militantes en las guerras civiles. Hizo estudios en el Gimnasio Moderno con algunos ex presidentes y ministros del despacho, pero pasó buena parte de su juventud en la España del estraperlo y la Europa de la rebeliones estudiantiles o participando en cenáculos y fandangos en la capital de Colombia junto a miembros de la clase ociosa vinculados a la Juco [Juventudes del Partido Comunista] o mamertos, la Jupa [Juventudes del Movimiento Obrero Revolucionario Independiente], o moirosos y pro chinos línea Mao Tu Chi y el Bloque Socialista o Troskistas, mientras se intoxicaba de Nietszche, Schopenhauer, Sartre, Malraux y Camus, aun cuando sus ídolos literarios fueron el poeta francés Jean Nicolas Arthur Rimbaud, muerto por causa de una gangrena cuando había decidido abandonar la poesía, y el austriaco Robert Musil, autor de la interminable Der Mann ohne Eigenschaften, una reflexión sobre la crisis del racionalismo y la búsqueda de una teoría del sentimiento que dé salida a las emociones atrapadas en un sistema asfixiado por la ciencia y la complejidad de la existencia. Otros libros que admiró fueron Ulises de James Joyce, la Odisea de Homero y Adán Buenosaires, del argentino Leopoldo Marechal.
Escobar Urdaneta de Brigard fue asesinado, luego de un despreciable robo a su apartamento y días después de las elecciones del 19 de Abril de ese año, cuando se enfrentaron Alfonso Lopez Michelsen y Alvaro Gomez Hurtado, a la salida de una corrida de toros en Zipaquirá, por un miembro de las fuerzas secretas del régimen, el coronel Aureliano Buendía, acusado de haber participado en el secuestro de uno de sus tíos, el banquero, criador de vacas Holstein y ex ministro, Foción Escobar Urdaneta de Brigard.
Según las investigaciones recién publicadas en Paris por el investigador antioqueño Paul Monte de Olla, autor del enjundioso tratado Cabildeo y dineros públicos en la literatura bogotana en los tiempos de La Oveja Negra, Escobar no sólo dejó los manuscritos de un buen número de poemas, que incluye el prestigioso, extenso y eliotiano Cuaderno de hacer cuentas, sino un legajo de más de ochocientas páginas que fue publicado usando del nombre de un acérrimo contradictor de las reelecciones del doctor Álvaro Uribe Vélez por un par de editores inescrupulosos, que eliminaron del volumen, para abaratar la edición pirata, más de un millón de tildes, artículos definidos e indefinidos, pronombres, diéresis, apocopes y puntos y comas. La edición fue recogida por orden de la crítica literaria Cristina de Zaranka, madre de quien luego llegaría a la alcaldía de la capital sobre sus propias posaderas y las de un elefante.
La revista de poesía Arquitrave, en su edición de Abril, se presta a hacer un homenaje al poeta Escobar con la publicación por vez primera del mencionado poema y sendos artículos de sus colaboradores Umberto Cobo y Renson Said, el prestigioso investigador literario de la Universidad Javeriana, experto en GGM.
Según los animadores, la obra de Escobar no ha sido divulgada por habérsele excluido de la Antología de una Generación Desencantada, que preparó para la Universidad Nacional en 1986 un innombrable a quien la revista Contubernio califica de sicópata y mendaz. Otras versiones sostienen que J. M. Granito influyó en la voluntad de Ciro Roldán Jaramillo para que Escobar Urdaneta, Elkin Restrepo y Gómez Jattín fueran descartados, de la hoy mítica edición que prologara un periodista de Alternativa.
Como un avance de tan preclara celebración, publicamos dos poemas de Escobar Urdaneta de Brigard, uno de carácter metafísico y otro erótico.
Espejo del espejo
No guarda el agua inmóvil del espejo
memoria de la forma: el movimiento
pasa y vuelve a pasar en el recuerdo
quieto de una quietud que fue reflejo.
Pero no guarda el agua del espejo
de la quietud la forma: sólo el lento
remolino de sombras de lo quieto
que antes de la quietud dejó reflejo.
Porque hay espejo y del espejo forma.
Pero ni el uno ni la otra informa
de lo que fue la forma: entelequia.
Hay el pasar: la sombra del olvido.
El recuerdo es reflejo ya perdido,
forma de su pasar: melancolía.
Soneto de Ángela haciendo el amor conmigo
Oye lo que te digo: no te duermas.
Senos como ojos,
tus fingidos enojos,
el insistente vello entre tus piernas.
Tu piel bajo mi lengua,
la trampa de tus ojos, tus sonrojos,
tus súbitos antojos,
y bajo mis dos manos tus nalgas frescas, tiernas.
El peso de tu cuerpo
y el recuerdo
del sabor de tu ombligo.
Para que tú lo sepas te lo digo:
si de esta diaria muerte no me he muerto
quiero hacer el amor sólo contigo.
Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard
[Santa Fe de Bogotá, 1943-1974]
———————————–
Una generación desencantada
1972-1990
Entre los escándalos de los nadaístas surge en los años setenta un grupo de poetas que se refugian en sí mismos y en el lenguaje de sus maestros como Borges, Paz, Kavafis o Gil de Biedma para dar testimonio de su desencanto con una realidad criminal e injusta, sin importar que hubiesen vivido en las metrópolis del mundo donde habían estudiado o escrito sus primeros libros.
En mil novecientos setenta y cuatro, el Banco de Colombia publicó dos volúmenes titulados Antología crítica de la poesía colombiana (1874-1974), de Andrés Holguín. Banco y antología celebraron cien años de capitalismo canonizando sesenta y cinco poetas, dieciocho de los cuales fueron agrupados bajo el lema: Los últimos poetas.
En otras ocasiones me he referido al Nadaísmo. Baste ahora repetir que poco queda de tanto papel impreso y que varios de sus activistas, que considerábamos dignos de la memoria hace diez años, están erosionados por la historia. Se puede leer, por ejemplo, de la misma manera a X-504 cuando se ha convertido en Jaime Jaramillo Escobar? Creo que Jaramillo Escobar enterró a X-504, dejando al Nadaísmo en una orfandad absoluta.
X-504 es un poeta insular, a pesar de que Jaramillo Escobar insista en hacerlo formar parte del grupo que comandaba Gonzalo Arango. Leída hoy, en su poesía poca relación encuentra uno con los principios y prácticas del Nadaísmo, y puede decirse que es un raro poeta que como puente levadizo continúa la tradición culta de la poesía anterior, esta vez mirando hacia las culturas y visiones del mundo que vivían ocultas en nuestro país. X-504 viene de las lecturas antropológicas y de los estudios de culturas que, como la africana o la egipcia, están latentes en la memoria de las culturas abolidas por la Conquista. X-504 es la voz de aquellos deambulantes cuyo signo es el presagio, pero fue, raramente, en Los poemas de la ofensa (1969), un vocero furibundo de los desclasados y alienados. Siempre hubo en sus poemas un escritor culto, recordando a Whitman o Cendrars, teñidos de color local. En sus últimos poemas, publicados a raíz de un premio literario, Jaramillo Escobar logró dar rostro a los deseos de X-504. Su persona tuvo que esperar tres décadas para que el contertulio de Gonzalo Arango, escribiera como él.
Muerto X-504, al hacer aparición Jaime Jaramillo Escobar, cual ave Fénix dio cuerpo, una vez vencido por la carcoma de la soledad, a esa voz que aparece en los poemas de su último libro: largas parrafadas sin sentido, arengas producidas por el resentimiento, proyectos truncos y cenizas de lo que fue un poeta. Raro destino el de quien pudo en vida ser, llegada la madurez, el satánico personaje que habían sido, en sus años mozos, sus camaradas. Por eso Jaramillo Escobar ocultaba su nombre: la máscara permite al actor no ser él. En su caso, la máscara logró convertirlo en ella a una hora donde ya no existen ni escenario, ni los paisajes sobre los cuales se recortaron las figuras de los Nadaístas. La última página de Los poemas de la ofensa reza: «Aquí vive Jaime Jaramillo Escobar ». Poemas como:
Dáme una palabra antigua para ir a Angbala,
con mi atado de ideas sobre la cabeza.
Quiero echarlas a ahogar en el agua.
Una palabra que me sirva para volverme negro,
quedarme el día entero debajo de una palma,
y olvidarme de todo a la orilla del agua.
Dáme una palabra antigua para volver a Angbala,
la más vieja de todas, la palabra más sabia.
Una que sea tan honda como el pez en el agua.
¡Quiero volver a Angbala!
(Ruego a Nzáme)
Venían de algún tono de Bandeira o Perse y contrastan con las melodías de José Manuel Arango, quien inicia el ciclo de poesía colombiana que llamaré Generación del Desencanto. En X-504 hay individuos, cuerpos casi identificables. En José Manuel Arango se inaugura, otra vez, un retorno hacia la historia, las gentes sin rostro donde el lector se ve y que parece ser el rasgo definidor de la poesía de los cinco nacionales sobre los que escribo.
¿Qué sucedió en Colombia entre 1930 y 1970, año en el cual iniciaron sus publicaciones estos poetas? No hay que hacer mucha memoria para recordar cómo de un país patriarcal fuimos pasando a un capitalismo sin rostro, a una nación que desaparece. La naturaleza, los campos, los antiguos núcleos familiares se han convertido en ese doloroso país que fue surgiendo en medio de los cientos de miles de muertos de La Violencia. El desplazamiento de grandes grupos humanos hacia las cabeceras de los departamentos nos ha deparado esas caricaturas de ciudades de hoy que hacinan a miles de seres sin educación ni ingresos y sin sentido de la nacionalidad. La Generación de Mito, mejor, su creador, vislumbró el fracaso que vivimos. En La revolución invisible (1959), Jorge Gaitán Durán, refiriéndose a su revista con ocasión de un comentario de Hernando Telléz, según el cual lo publicado en Mito resultaba al establecimiento «fastidioso e intranquilizador o incomprensible», hizo un retrato de un prolongado presente:
«No podía esperarse otra cosa de un ambiente en donde para hacer carrera hay necesidad de cumplir inexorablemente ciertos requisitos de servilismo, adulación e hipocresía y donde ingenuamente las gentes confunden estos trámites, esta ascensión exacta y previsible, con la política. Sin duda el fenómeno del arribismo se produce en todas partes y no sólo en el ajetreo electoral, sino también en la vida económica y en la vida cultural, pero aquí ha tomado en los últimos tiempos características exacerbadas y mórbidas, cuyo estudio sería interesante y tendría quizás que empezar por la influencia que la aguda crisis de estructura del país y consiguientemente de los partidos políticos ejerce sobre el trato social, sobre la comunicación en la existencia cotidiana. Resulta significativa la frase que un político de las nuevas generaciones usa a menudo: Voy a cometer mi acto diario de abyección, fórmula que exhibe la decisión -en otros casos furtivamente de obtener a todo trance un puesto de ministro, de parlamentario, de orientador de la opinión pública, en fin, de ser alguien, de parecer. Su humor es una coartada; intenta cubrir el desarrollo ético con el confort ambiguo y efímero del lenguaje. Se trata de un sorelismo ciego y satisfecho, cuyos objetivos dependen de algún destino ajeno e imperial. El oportunismo de Julián Sorel es lúcido, torturado, solitario y más eficaz a la larga. En nuestra América el héroe empeñoso de Rojo y Negro hubiera llegado a ser presidente de la república.»
El país ha vivido la más devastadora de las épocas desde la Guerra de los Mil Días, con el agravante mencionado antes: la desaparición de la nacionalidad. Para los poetas de la Generación Desencantada no hubo, como podrá verse después en los textos, un país al cual asirse. La educación que recibieron (no solo ellos, sino su generación) fue mezquina y atrofiante, y viniendo de distintos estratos sociales, el hilo que los une es la desolación frente al presente y la nostalgia de un país que, por supuesto, nunca existió
Harold Alvarado Tenorio
* Bibliografía sobre Una generación desencantada
Alstrum, James: Los poetas colombianos de los años setentas, Bogotá, 2000. Alvarado Tenorio, Harold: Doce poetas jóvenes colombianos, Árbol de fuego, # 92, Caracas, Noviembre 1975; Una generación desencantada: los poetas colombianos de los años setentas, Anales de Literatura Hispanoamericana, Madrid, 1985. Caballero, Antonio: Una generación desencantada, Magazín Dominical de El Espectador, # 143, Bogotá, Diciembre, 1985. Carranza, María Mercedes: Colombia: poesía posterior al nadaísmo, Eco, Bogotá, # 250, Agosto 1982. Cobo Borda, Juan Gustavo: Dos décadas de poesía colombiana, Eco, # 258, Abril, 1983; Historia de la poesía colombiana, Bogotá, 2004; La nueva poesía colombiana: un oficio subversivo, Eco, # 221, Marzo 1980. Jaramillo Agudelo, Darío: Crónica de la poesía colombiana, Eco, Bogotá, # 238, Agosto, 1981