La mata por la que nos matan
por Actualidad Étnica y Tejido Comunicación ACIN Monday, Mar. 23, 2009 at 11:05 PM
En América Latina hay 8 millones de personas que mastican la hoja de coca, planta con poderosas cualidades medicinales y alimenticias. La misma hoja de coca que hoy el presidente de Bolivia, Evo Morales, pide sacar del listado de sustancias prohibidas. De la hoja de coca queremos hablar hoy y mostrarles con esta entrevista concedida al SIEC de Etnias de Colombia y al Tejido de Comunicación ACIN(TCA), un ejemplo de quien está detrás de la “Mata que Mata”, como reitera la propaganda en los medios de comunicación.
El resguardo de Jambaló es un territorio rico en páramos, bosques, lagunas, sitios sagrados, reservas naturales y fuentes hídricas. Un territorio donde nace gente humilde, sencilla y trabajadora. Es de aquí de donde proviene el protagonista de este diálogo, quién solicitó mantener bajo reserva su identidad.
“Anastacio Mestizo”, es un joven Nasa que nos cuenta no sólo lo sagradaque es para los indígenas la hoja de coca, sino que además, nos habla de su migración al Rincón, departamento de Nariño para trabajar como raspachín.
SIEC-TCA: ¿Qué significa la hoja de coca para los indígenas?
AM: para nosotros la hoja de coca es sagrada, es una planta que nos ayuda al equilibrio entre hombre y naturaleza. Nuestros mayores durante siglos la han utilizado en los diferentes rituales. Los indígenas sabemos que la Madre Tierra tiene su dueño y que para todo lo que queramos de ella, tenemos que pedirle permiso a los espíritus.
Del mismo modo, la utilizamos para tratar la diarrea y el dolor de muela, los mayores la mascan cuando se van a trabajar la tierra, ayuda a mitigar las sensaciones de hambre, da energía durante largas jornadas laborales y mejora el desarrollo del metabolismo.
Recuerdo que hace algunos años los abuelos tostaban la coca y salían a venderla a los pueblos, pero cuando llegó la gente de afuera todo esto cambió. Hoy nadie quiere tostar coca para venderla, dicen que para vender una libra tostada hay que coger tres libras. Hoy en mi comunidad estamos recuperando la medicina tradicional, pues se ha debilitado mucho por la llegada de las pastillas.
SIEC-TCA ¿Por qué usted salió de su territorio hacia Nariño?
AM: yo estaba en el resguardo de Jambaló y allá cultivaba la cabuya, pero el precio para el fique se puso malo. También, el que nos daba trabajo ya no nos dio más. Hoy en día el fique ya no es rentable, los precios de la gasolina suben día a día y no sólo la gasolina sino el aceite, la panela, el azúcar y en general toda la comida.
Para suplir estas necesidades colocamos en marcha un proyecto productivo en conjunto con 13 jóvenes de mi comunidad. Primero empezamos con una pequeña sociedad para sembrar lulo y por desconocimiento no nos dio ningún resultado. Nos dirigimos a la UMATA y contamos lo sucedido pero lo único que dijeron fue que había que fumigarlo. Esta respuesta no fue bien recibida por el grupo y entonces desechamos la idea de sembrar Lulo.
Pero no nos desanimamos, continuamos con la idea de sembrar caña de azúcar para sacar el melao y si era posible, sacábamos hasta panela para venderle a la comunidad. Con mucho ánimo empezamos a alistar los lotes para la siembra de la caña y nuevamente regresamos a la UMATA, relatamos la nueva propuesta, pero ellos nos dijeron que primero había que presentar un proyecto y que se demoraba un año para salir. Esas palabras fueron desalentadoras, porque para nosotros un año era mucho tiempo, pues el terreno ya estaba listo y lo que necesitábamos era el apoyo económico y la asistencia técnica.
De la misma manera pasó con la producción de cilantro. Era más el desgaste en las diligencias que las respuestas por parte de la UMATA. Notamos que nuestros proyectos productivos no eran importantes para ellos, entonces la falta de apoyo desanimó al grupo y fue así como salí en busca de trabajo.
SIEC-TCA: ¿Cuál es el trabajo que usted realiza en el Rincón?
AM: yo trabajo aquí de “raspachín” de hoja de coca.
SIEC-TCA: ¿Qué hace un raspachín?
AM: somos los que recogemos las hojas de las matas de coca en las 4 cosechas anuales. También otros nos dicen: “los que raspan la hoja de coca”. Los raspadores de la hoja de coca salimos a trabajar todos los días a pesar del riesgo que significa trabajar en las zonas donde hay suficiente coca.
SIEC-TCA: ¿Es complicado el orden público en esa zona?
AM: aquí donde estoy yo, la seguridad está manejada por la policía y los paramilitares que en conjunto manejan su plan de trabajo para el mes. También hay guerrilla y entre ellos se disputan el territorio. Estos sectores armados controlan los laboratorios de cocaína, las tiendas y cobran impuestos a las personas que entran a trabajar a la zona. Ellos se benefician del narcotráfico a través de la famosa vacuna.
Los caminos por donde transitamos son caminos de los sectores armados. Aún no me han tocado los combates y creo que no me tocarán, porque conozco sitios para esconderme en la selva hasta que pase el peligro, aunque ya estoy acostumbrado al sonido de las balas.
SIEC-TCA: ¿Cuánto se gana un raspachín diario?
AM: eso depende de los tajos donde toque trabajar y de cómo esté la compra de la coca, a veces uno se saca 2 arrobas, otras veces 4 arrobas, y como pagan es por kilos, cada kilo equivale a $600. La forma de trabajar mía es que yo calculo los kilos y cuando tengo las 4 arrobas salgo tranquilo para la casa porque ya tengo mis recursos económicos asegurados. El día me sale a $30.000, es un precio que no pagan en mi resguardo, acá pagan el triple y para mí es una buena entrada económica diaria.
SIEC-TCA: ¿Qué es un tajo?
AM: un tajo es un lote de cultivo de hoja de coca, pero es un lote bien limpio y fumigado. Los tajos así, le permiten al trabajador que le rinda y se saquen una buena suma de dinero. Cuando los cultivos están en mal estado es difícil que nos saquemos más de $30.000 en el día. Asimismo afecta a los patrones porque ellos no tienen plata para comprar los productos tan costosos que aquí se venden.
SIEC-TCA: ¿Usted qué hace con la plata que se gana?
AM: como se puede dar cuenta, donde yo vivo no se gana mucho de jornalero, entonces estaba muy endeudado. Lo primero que hago cuando recibo mi plata el fin de semana es ahorrar para pagar la deuda. Igualmente aprovecho para visitar cada tres meses a mis padres y a mis tres hermanos que se quedaron allá en Jambaló. Para mí es un logro salir al rebusque porque tengo plata para comprar lo que me hace falta, especialmente, comprar mi ropa.
SIC-TCA: ¿Cómo es el horario de trabajo en este cultivo?
AM: hay diferentes formas de trabajar; unos madrugan para salir temprano, otros entran tarde y salen tarde. En mi caso, yo salgo a trabajar a las 6:30 de la mañana y a las dos de la tarde ya estoy libre, pero generalmente aquí la jornada arranca a las 6:00, al amanecer, con un café en el estómago, y no paro hasta las 11, cuando el sol comienza a pegar duro.
Vamos a llenar el estómago con el almuerzo: un poco de arroz, patatas y huevo. Porque en este trabajo se debe primero asegurar el precio, la alimentación y el hospedaje. Para este caso, argumentamos que somos personas de otros departamentos, entonces los patrones nos garantizan la alimentación y el hospedaje.
Fue difícil para mí los primeros días, debido a que yo no estaba acostumbrado a dormir con mucha gente en la misma parte. Por eso duré solo 8 días en la casa de los patrones y después decidí buscar mi propio hospedaje. También resolví mi alimentación porque me compré una estufa y una pipa de gas. De esta manera trabajo todos los días y descanso el domingo.
Me gusta emplear mi tiempo del domingo leyendo documentos importantes y escuchando música sin que nadie me moleste, pero lo más importante es que tengo libertad, ya que mis compañeros con los que trabajo no la tienen, pues los patrones no les permiten que salgan a otros lugares a buscar nuevas y mejores ofertas de trabajo, se les prohíbe que dialoguen con otros patrones. Los días domingos tampoco tienen descanso los ponen a cargar leña para que se ganen la comida de ese día.
En tiempos de invierno la gente poco trabaja, porque no hay quien compre la coca. Los compradores no compran la hoja mojada porque pierden ellos en la pesa. Por esta razón, los patrones nos permiten raspar coca en este tiempo. A nosotros los raspadores nos va mal, aquí sí toca buscar otras opciones de trabajo. A veces resulta para limpiar los potreros de los mismos patrones, entonces uno aprovecha pero cuando no hay trabajo toca salir a comprar la comida.
SIEC-TCA: ¿Cómo afecta este cultivo al medio ambiente?
AM: el daño es total, porque para mantener bien la mata de la hoja de coca se debe fumigar 4 veces por año y el abono que le arrojan es el “Diez Treinta”, este abono tiene muchos químicos y son perjudiciales porque contaminan el agua. Ese abono es el que más se utiliza por acá, pero para la transformación también se utilizan otros más, que ahora no me acuerdo del nombre. Pero todos estos abonos contienen muchos químicos. Cuando es tiempo de lluvia todo el abono de la fumigación se cae al suelo y corre hasta llegar a las cuencas de agua y mucha gente toma de esta agua.
Aquí no les importa mucho las generaciones futuras, piensan sólo en el presente. Los patrones talan los árboles para poblar el territorio de coca, no tienen en cuenta los ojos de agua. Con la deforestación lo que hacen es despejar los nacimientos de agua y con el tiempo perjudican a sus mismas generaciones.
Ahora nomás, en tiempos de lluvias no hay ningún problema pero cuando llega el verano comienzan los conflictos por el agua. En sequía hay lugares donde los patrones colocan hasta 12 mangueras para regar un cultivo de coca, esto hace que el agua se seque totalmente. Cuando esto pasa, solo usted ve en las quebradas las piedras.
Es aquí, donde intervienen los paramilitares, ellos le llaman la atención a los patrones para que quiten esas mangueras y dejen correr el agua por la cuenca y cuando no hacen caso les pican la mangueras.
SIEC-TCA: ¿Hay descomposición social en el pueblo donde usted está?
AM: aquí en el pueblo sí existe. Es un corregimiento pequeño pero la mayoría de la gente maneja plata en sus bolsillos, por eso hay muchos billares, bailaderos y cantinas. Los dueños de estos negocios saben que nosotros salimos temprano de trabajar y a las 2 p.m. ya se escucha música en estos sitios.
Los jóvenes después de 8 horas de arduo trabajo salen a gastarse la plata en trago, en muchas ocasiones en la semana quedan endeudados, porque se sobrepasan tomando y se les acaba la plata para comprar y recurren a pedir créditos.
Ellos toman hasta la 1 a.m. y al otro día continúan su jornal normal. Esto ha hecho que muchos jóvenes no ahorren su plata y no tengan ni para el transporte de visitar a sus familias. Muchos jóvenes que conozco se quedan por acá: unos porque no ahorran dinero para irse y otros porque les parece mejor esta vida.
SIEC-TCA: ¿Usted visita estos lugares?
AM: yo tengo un combo de trabajo con los que comparto mis horas laborales, son personas muy sencillas y humildes como yo. Cuando llega la tarde ellos me invitan, pero eso depende de mí. Eso es como las iglesias, que nadie lo obliga a entrar si uno no quiere.
A mí me invitan, pero no me obligan a ingresar a ciertos lugares que no quiero. Además yo no me involucro en el combo de la tarde, yo salgo de mi tajo derecho para mi pieza, como yo vivo solo. Los jóvenes que salen son del parche de los que viven en la casa de los patrones.
SIEC-TCA: ¿Cuáles han sido las garantías que ha dado el gobierno para la sustitución de la hoja de coca?
AM: en este momento hay mucha gente del gobierno que viene a socializar que cambiemos los productos ilícitos, pero esto depende de los patrones porque la propuesta es cambiar la coca por el maní y la naranja. Pero ellos hablan de productos ya procesados, y cuando hablamos de transformación tenemos que hablar de calidad del producto para poder competir en el mercado y eso no es tan fácil.
Los patrones no se quieren someter porque no hay garantías de nada y las propuestas siempre quedan en el aire por parte del gobierno. Además, siempre estas promesas llegan en tiempo de campañas políticas y lo que un político ofrece en elecciones no lo cumple nunca. Por eso los patrones continúan sembrando la coca.
SIEC-TCA: ¿Tiene cultivos de pancoger?
AM: yo en mi territorio si tengo cultivos de pancoger, pero mis patrones aquí no siembran nada de comida, todo lo traen de Leiva, del Rosario y de Remolinos Nariño. Aquí los productos son costosos debido al transporte, aunque los trayectos son muy cortos, acá no vale el recorrido, aquí predomina el dinero, por ejemplo: del Rincón al Rosario vale $ 6.000 y hay menos de media hora de trayecto.
En este territorio el 99.9% son cultivos ilícitos. En una hectárea de coca usted a penas encuentra diez matas de yuca y están allí, es porque la semilla cayó, no porque alguien la hubiera sembrado. Así pasa con otros productos como la siembra de la cebolla que no necesita ni siquiera de mantenimiento.
Esta tierra es muy buena, se pueden producir productos de clima frío y clima cálido, pero acá a nadie le interesa producir comida, para eso está el dinero para comprarla. Por eso usted rara vez ve banano en las fincas, sólo una vereda de este municipio que conocí que tiene la mitad de siembra de plátano y la otra mitad en coca. De resto en ninguna otra parte.
Los carros de los patrones llegan llenos de productos que se pueden producir en el campo, puesto que aquí se produce mucho el limón y la papaya pero la gente prefiere el frutiño.
He escuchado que en otro municipio de Nariño hay iniciativas pequeñas de transformación de vinos de café y naranja, pero son impulsados por el SENA y el beneficio que le brinda a la comunidad es muy mínimo, debido a que en el municipio no existe la cultura del vino, aquí la gente toma es frutiño.
SIEC-TCA: ¿Qué cree usted que hace falta para acabar con la hoja de coca en Colombia?
AM: que haya igualdad. Si hablamos de los precios de los cultivos lícitos en comparación con la hoja de coca, es un precio muy alto. Una arroba de cabuya vale $ 14.000, el galón de la gasolina vale $ 10.000 y para sacar cinco arrobas de fique se gastan dos galones de gasolina, entonces no es rentable, si le sumamos la comida y el pago de los trabajadores.
Hay mucha gente que cultiva productos agrícolas, pero cuando salen al pueblo a ofrecerlos se llevan la gran sorpresa con los precios, porque la gente que compra quiere todo barato. Entonces le compran al que puede dar más barato y las personas que viajaron de los campos se quedan todo el día en las calles desafiando el sol y la lluvia con sus productos sin poderlos vender.
Eso ha hecho que la hoja de coca no se acabe. Lo que necesitamos es que haya apoyo económico con asistencia técnica, pero que tampoco nos condicionen en los productos que queremos sembrar. Porque lo único que necesita la gente para no morirse de hambre es comida. Sin condiciones, la gente se puede asociar entre los mismos de la comunidad para empezar a producir comida para nosotros mismos y para llevar a los pueblos y a las ciudades. Es de esta manera que llegaremos a la soberanía alimentaria.
Conozco gente que tiene coca en pequeñas cantidades y que por voluntad propia ya empezó a cambiar la coca por el café. De la misma manera, hay comuneros en mi territorio que se metieron a sembrar 8 mil palos de café, estas personas vienen generando beneficios a la comunidad. En este momento le están pagando a la gente por enchuspar la tierra y abrir los huecos para la siembra del café.
Igualmente aprovechan para sembrar la yuca, la arracacha y los productos de comer. Estas iniciativas es que debe apoyar el Estado pero hasta ahora no lo está haciendo. Las instituciones estatales deben ayudar a la gente que quiere realmente trabajar y sembrar los productos de pan coger.
En estos días escuché en las noticias que el café que tiene más acidez está acá en Nariño. Esto llama la atención de mucha gente para la producción del café. Pienso que se debe revisar esta parte tan importante y buscar formas de apoyo a las personas que están involucradas con el cultivo de la coca para que lo cambien por lo lícito.
SIEC-TCA: ¿Hasta cuándo cree que ejercerá este trabajo?
AM: yo soy un raspachín consciente de que la actividad que realizó es ilícita, pero no tenía otra oportunidad laboral. Estoy aquí pero este trabajo es pasajero para mí, porque voy a retornar muy pronto a mi territorio que me vio crecer y desde allí continuaré con mis cultivos de pancoger.
Mi proyecto es que con estos $3.000.000 que ahorre voy a comprar alambre para encerrar mis cultivos que hace algún tiempo me tocó dejar atrás. Quiero continuar cultivando la comida en mi región, por eso desde acá lo que he podido hacer es animar a otros jóvenes que se encuentran en la misma situación.
El trabajo de raspachín no es fácil, estamos en constante riesgo. A mí me gusta el trabajo del campo, es tanto así que para que me crean tengo registros en video y en fotografías de los productos alternativos que tengo. Soy feliz mostrando la siembra del café intercalado con el lulo y guineo. Los materiales ayudan que demuestre que las cosa si se pueden hacer cuando uno se propone, claro con recursos económicos.
Me he dado cuenta que sólo de los cultivos ilícitos no se puede vivir, le debemos apostar a la producción de comida, para alimentar a nuestra propia familia, de esta manera no dependeremos de las multinacionales, porque nosotros si podemos vivir sin ellas, pero ellas no podrán vivir sin nosotros.
SIEC-TCA: ¿Cuál es el mensaje que le envía al país y al mundo?
AM: yo quiero aprovechar este espacio para decirle al gobierno colombiano que no entregue a las multinacionales los recursos naturales con la excusa de que es para beneficiarnos. A nosotros no nos beneficia en nada, al contrario, afecta el trabajo del campo, porque se incrementan los sectores armados en los territorios y esto genera terror y desplazamiento.
Hoy la gente vive con miedo a las balas porque no sabe ni qué día ni a qué hora aparecerá una mina en el camino. Sabemos que hay gente en este país que no tiene ni para comprar una libra de sal y el gobierno le está diciendo al mundo que en Colombia se está combatiendo la pobreza. La pobreza no se acaba con la seguridad democrática, la pobreza se acaba es con justicia social.
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