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Costa Rica: Apoyada en mitos, la derecha se mueve como abeja en el panal

15.07.09

Por: J. Diego Quesada
::Catedrático de lingüística de la Universidad Nacional, Costa Rica.

Ahora que el nombre de Costa Rica, de donde “nunca sale nada por nunca pasa nada”, es noticia, creo conveniente tanto como costarricense -casado con venezolana-, lo mismo que como latinoamericano, pero sobre todo como revolucionario bolivariano, aprovechar el momento para dar una pincelada de lo que recientemente ha sido y es este país. Respecto a Costa Rica existe una serie de mitos que se los creen tanto los de adentro (los ticos) como los de afuera. Precisamente la trampa que se le tendió al presidente Zelaya se levanta sobre la base de uno de esos mitos. No por casualidad el Imperio seleccionó a este país para la trampa.

Entre los mitos que existen sobre Costa Rica están:

1. Ser una población predominantemente “blanca”, como si ser mestizo o indígena fuera una especie de defecto,

2. Ser un “paraíso de democracia”,

3. Ser un país “neutral” (hasta existe una “Declaración de Neutralidad”, de 1983),

4. Ser un pueblo alfabetizado y “culto” (educado), donde siempre se dan cifras de alfabetismo que levemente superan el 90%,

5. Ser un país respetuoso del ambiente, donde siempre se usa como carta de presentación que el 25% del territorio nacional esté destinado a parques nacionales,

6. Ser un país donde hay más maestros que soldados (porque no hay un ejército regular, abolido en 1949).

Hemos sido testigos de cómo los mitos 2 y 3 han sido invocados para planificar esta estrategia dilatoria en contra del pueblo hondureño.

Pero como a todo mito se le contrapone una realidad, veamos qué es la sociedad costarricense hoy en día, y cómo este país, de gobiernos tradicionalmente socialdemócratas se encuentra en una primera etapa de derechización, y donde el actual presidente ha sido el motor de ese proceso. Así que en mejores manos no podían haber puesto a los gorilas de Honduras en este vergonzoso “diálogo”.

En cuanto al mito 1, siempre se ha hablado de un país donde la población es eminentemente blanca; incluso el ex-presidente Rafael A. Calderón, actualmente enjuiciado por corrupción y sin embargo aún así candidato para las elecciones de 2010, siendo mandatario para los 500 años del saqueo, se dejó decir en España que “en Costa Rica no hay indios”. El discurso racista subyacente es evidente, pero no solo se queda en discurso; también se lleva a la práctica. Así por ejemplo, cuando la guerra psicológica sucia contra el pueblo para el referendo sobre el TLC, la Asamblea Legislativa aprobó una propuesta que permitió “brincarse” la legislación nacional e internacional que obliga a consultar a los pueblos originarios -que en Costa Rica son casi un 2%-.

De igual forma, los indígenas costarricenses llevan ya más de cinco años luchando por una ley de autonomía de sus territorios, y los varios gobiernos continúan dándoles “atolillo con el dedo”. Tradicionalmente la clase política de este país ha invisibilizado a la población indígena con el fin de asimilarlos a la cultura criolla y así evitar compromisos históricos con esos pueblos. El mito de la blancura tica se utiliza también, entre otras cosas, para fomentar la xenofobia contra los inmigrantes nicaragüenses.

En cuanto al mito 2, en Costa Rica existe una democracia representativa, que no difiere en nada de la mexicana, colombiana, o estadounidense. Es decir, dos partidos políticos que en la práctica son dos fracciones de la oligarquía, uno más u otro menos, pero ambos de clara orientación derechista. El pueblo existe solo una vez cada cuatro años y la cultura electoral se maneja como una carrera de caballos: al pueblo se le ha enseñado que hay que “votar a ganar” y los criterios de la población para decidir su voto en su abrumadora mayoría son todo menos razonamiento político (votan por tradición, porque el candidato habla bonito, porque es guapo, etc.)

Cabe mencionar que los dos últimos procesos electorales, la elección de Oscar Arias y el referendo sobre el TLC, fueron altamente cuestionados por la inusual serie de irregularidades que se registraron. Arias estaba destinado “por la providencia” a ser presidente de este país, pero se topaba con una restricción impuesta por la constitución: la reelección estaba prohibida. Mediante una maniobra que ni siquiera fue la de crear un show constituyente como en los países derechistas, se recurrió a un recurso de amparo, rechazado en primera instancia, pero aprobado en segunda luego de la remoción sospechosa de uno o dos magistrados. Luego vino la elección y “ganó” por escasos 20,000 votos, menos de un 1 porcentual, y donde se tardó más de dos semanas en publicar el resultado, dejando una cortina de dudas sobre la transparencia del proceso (muy similar a lo sucedido en México entre Calderón y López Obrador).

Desde que llegó a la presidencia Arias se dedicó a promover una ola de privatizaciones y el TLC con Estados Unidos; y dada la creciente oposición al mismo convocó al referendo, el cual -mediante una campaña caracterizada por el terrorismo mediático- también “ganó” por un pelo, nuevamente dejando una cortina de dudas. Es evidente que Arias “tenía que ser presidente”.

El mito 3, habla de la neutralidad del país. Costa Rica no es otra cosa que un satélite de Estados Unidos, algo que quedó patente en la reunión de la OEA, donde se suspendió a Honduras. La oligarquía tica es abiertamente pitiyanqui; basta leer y ver los medios que controlan (más del 90%), así como las alabanzas que hacen de ese país constantemente y las que se hicieron en la campaña de terror en favor del TLC. Costa Rica se ha declarado “neutral”, pero no figura entre los países no alineados, hasta hace poco mantuvo su embajada de Israel en Jerusalén y solo hasta este año reestableció relaciones con Cuba. Durante la guerra sucia contra Nicaragua la contra entraba y salía como Pedro por su casa.

Según el mito 4 el pueblo costarricense debería ser bastante educado. Como docente universitario estoy en plena capacidad de sostener lo contrario. La ignorancia es el sello de la población costarricense en general. Se asemejan a la población gringa, la cual ni siquiera sabe qué país limita al sur de Estados Unidos. Tengo colegas que no saben qué está pasando en Suramérica y si alguna vez externan algún criterio es para repetir lo poco que dicen los medios; no se estudia, no se actualiza sobre la realidad nacional ni internacional.

Desde los años 80 se inició un lavado de cerebro sistemático, mediante el cual se le hace creer a la población en “el éxito mediante la autogestión”. Se vende la idea -y casi todos la compran- de que si se esfuerzan pueden ser “triunfadores”. Eso va generando una presión en la población, en especial la estudiantil, que culmina en una cultura de lograr el fin sin importar los medios. Así pues, el movimiento estudiantil está desarticulado y despolitizado; los estudiantes universitarios no se involucran en política ni actividades culturales, y su estudio lo conciben como un mal necesario para “el éxito”. Las universidades privadas emergen así como el camino para ello. El resultado es una serie de “profesionales” con un alto grado de mediocridad: médicos que incurren en mala praxis, abogados que utilizan la profesión para delinquir, profesores de lengua que no la dominan bien, etc. Y para colmos existe una cultura del autoengaño y del tabú: todos creen que son los mejores en todo y no se pueden llamar las cosas por su nombre; no se puede llamar mediocre al mediocre, no se pueden señalar las contradicciones en ningún ámbito, so pena de ser caracterizado como incivil.

En referencia al mito 5, y para no hacer la presentación más larga de lo necesario, baste con invitar a cualquier visitante a echar un vistazo a los ríos del país, o al estado en que se encuentran algunos parques nacionales. Pero, a manera de muestra, el peor golpe a la ecología lo encabeza el gobierno neoliberal de Arias en su obsesión de autorizar un proyecto, conocido como “Crucitas”, el cual pretende excavar una mina de oro a cielo abierto a menos de diez kilómetros del Río San Juan y de la frontera con Nicaragua. De acuerdo con la información existente, el proyecto explotará más de trescientas hectáreas de bosque primario y secundario, amenazando con contaminar el medio ambiente de la zona debido al uso y vertimiento de sustancias altamente tóxicas como cianuro, desconociendo el derecho ambiental internacional. Además, es probable que cause impactos sociales adversos considerables.

No voy a referirme al mito 6, porque es un truismo intrascendente. Solo vale mencionar que en los últimos tres años los nexos con el ejército y policía colombianos son bastante notorios y crecientes, y por supuesto preocupantes. Por supuesto, son disfrazados de apoyo contra el narcotráfico y ayuda para desastres naturales.

Si los mitos son mitos y las realidades son como se ha señalado hasta aquí, queda entonces por responder a la pregunta obvia. ¿Quién gobierna en Costa Rica? Desde la abolición del ejército en 1949 se fraccionó la oligarquía. Al contrario de Honduras o de Estados Unidos, por ejemplo, donde se crea la ilusión de dos sectores sociales representados en dos partidos mayoritarios, en Costa Rica surgió una nueva oligarquía con el advenimiento de la social democracia en los años 50. La tradicional oligarquía cafetalera de pronto debió compartir el poder y la economía del país con un sector que fue haciéndose cada vez más poderoso mediante la corrupción que generaba el manejar el aparato estatal. A partir de 1990, con la ola neoliberal que se generó en la región al materializarse el TLC norteamericano, las diferencias entre ambas fracciones empiezan a desaparecer y ambas se van inclinando cada vez más hacia la derecha. Ante la incapacidad del partido socialcristiano para lograr la aprobación del TLC resurge Oscar Arias con una campaña mediática impresionante, logrando unificar a la derecha costarricense. Nunca antes como ahora la derecha y la ultraderecha habían estado tan unidas.

Una característica de la nueva derecha -unificada- de Costa Rica es que han tomado previsiones para la guerra de cuarta generación. Han copado el espectro radioeléctrico y la prensa escrita y con ello la opinión pública. Los seis mitos apuntados anteriormente son cosa de todos los días en los medios comerciales. El guión de la prensa de la derecha se lleva aquí al pie de la letra: desinformación, ocultamiento de la verdad, terrorismo mediático. Dos ejemplos bastan. La ola de privatizaciones que inició Arias ha llegado ya hasta los aeropuertos; cuando se privatizó el aeropuerto de Liberia (Guanacaste, al norte del país), la prensa escrita en un pequeño recuadro en portada escribió “Concesionarios deberán modernizar aeropuerto en 2010″, y ese fue el titulo en la página correspondiente. Nunca se mencionó la palabra privatización. En cuanto a los telenoticieros, éstos son de una hora y se distribuyen en 20 minutos noticias sobre inseguridad, 20 minutos noticias triviales, 10 minutos noticias de política nacional, 1 minuto noticias “internacionales”, por lo general tomado de Univisión (”primer impacto”) o CNN, y 5 o 10 minutos de deportes. ¿El resultado? Un pueblo desinformado, despolitizado, auto-engañado, y trivializado. Cero memoria histórica, cero conciencia social; la gente desconoce hasta la historia de Costa Rica. A la juventud se le da la mejor droga posible: programas televisivos estupefacientes, sobre pseudofarándula, o mini-documentales en plenos noticieros, en los que se dan recetas para ser empresarios exitosos.

Mientras al pueblo se le embrutece, la derecha, jefeada por quien hoy pretende ser intermediario entre Zelaya y los golpistas está viviendo su mejor época en los últimos 100 años. Los movimientos sociales apenas se articulan, la izquierda partidista -destruida en los 80 mediante infiltración, es prácticamente inexistente y la sociedad costarricense, cada vez más individualista, narcisista y xenofóbica ha caído en manos de la derecha apátrida.


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