Boletin “Chiapas al Dia” No. 577
CIEPAC, CHIAPAS; MEXICO.
(08 de octubre de 2009)
CON BUSH O CON OBAMA LOS PLANES DE EEUU PARA LATINOAMÉRICA SIGUEN
INVARIABLES
Orsetta Bellani* - 08-octubre-2009 - num.577
Asociación Mani Tese, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas
Introducción:
Los imperios que se han sucedido en el transcurso de la historia humana
nos enseñan que militarizar un territorio significa no sólo garantizarse
el dominio político sobre aquella región, sino también ganarse la
gestión de sus recursos naturales.
A partir del principio del nuevo milenio el imperio estadounidense ha
ideado una nueva estrategia para imponer su control sobre el “patio
trasero” latinoamericano, saciando simultáneamente los intereses
económicos de las grandes empresas y los planes expansionistas de su
élite política. Este plan permite la militarización directa de un
territorio sin los cotidianos derramamientos de sangre que ocurren en
Irak y Afganistán, los que causan a los Estados Unidos aburridas
polémicas internacionales y severos daños de imagen. La militarización
hoy es llevada adelante sea por costosas y sangrientas guerras, sea por
la limpia redacción de tratados de cooperación bilateral.
Para estipular un tratado de este tipo - que, además del envío de
equipos militares y el despliegue de soldados a lo largo de las calles
de todo el país, implica la presencia de contingentes extranjeros dentro
de los mismos confines nacionales - es necesaria la presencia de una
amenaza suficientemente espantosa para motivar frente a la opinión
pública una medida de este tipo, así abiertamente injuriosa del
principio de soberanía nacional tan querido en el derecho internacional.
El “enemigo interior” que amenaza el área incluida entre la frontera
meridional de los Estados Unidos y aquella meridional colombiana se ha
encontrado en el narcotráfico. La elección encuentra su legitimación en
la guerra entre bandas atadas al narcotráfico que está ensangrentando
las calles de toda la región: en México en el 2008 se registró un número
de ejecuciones seis veces superior con respecto al promedio de lo que se
registra durante una guerra civil.
El narcotráfico crea además un problema de seguridad interna a los
Estados Unidos bastante grave al permitir al gobierno justificar a la
opinión pública estadounidense inversiones de miles de millones de
dólares a favor de ejércitos y cuerpos de policía extranjeros. El temor
de que las guerras entre los carteles atados al narcotráfico puedan
superar la frontera sur es en efecto muy fuerte(1), y el daño social que
el consumo de drogas está creando en los Estados Unidos - primer mercado
mundial en el consumo de estupefacientes - es indudablemente preocupante.
Es evidente que un tratado de este tipo - perfecto ejemplo del “smart
power” estadounidense particularmente en boga a partir de la llegada a
la Casa Blanca del diplomático Obama - puede ser celebrado sólo con un
gobierno amigo. Por esto los Estados Unidos han elegido a dos confiables
aliados latinoamericanos: la Colombia del fiel Uribe y el México del
amigo Calderón.
Plan Colombia: ¿filantropía estadounidense o protección de los intereses
del imperio?
El Plan Colombia es un acuerdo entre Colombia y Estados Unidos elaborado
a fines de los años `90 y promovido por sus defensores como una
herramienta capaz de incidir en las causas estructurales del
narcotráfico. El plan no prevé en realidad una estrategia capaz de
reducir la demanda de droga: el 80% de los 550 millones de dólares que
recibe anualmente de los Estados Unidos es dedicado al sector militar.
Con motivo de los éxitos continuos que las guerrillas colombianas
registraban a costa del ejército regular a fines de los `90, el
comandante del ejército estadounidense Charles Wilhem declaró que si no
se hacía algo para cambiar la situación, las FARC ganarían la guerra(2).
La crisis que el ejército colombiano registró en aquellos años fue un
pretexto que permitió a los Estados Unidos asegurarse la injerencia en
el país: la superpotencia decidió en efecto “cooperar” con el ejército
colombiano facilitándole equipo militar y el adiestramiento de miles de
militares en operaciones antinarcos, antiterrorismo y antisecuestro.
Más que un plan de contrainsurgencia o lucha contra el narcotráfico, el
Plan Colombia es una manera de garantizar la presencia militar en un
país sumamente estratégico. A partir de la aprobación del Plan Marshall,
los EEUU se aseguraron varias veces sus intereses en una determinada
área del planeta por actos aparentemente filantrópicos como la donación
de ayudas. Una “donación” tan ingente a favor de un país no puede en
efecto ser desinteresada.
La ley estadounidense que aprobó el apoyo financiero al Plan Colombia, a
la vez que declara que su objetivo es “reducir las causas de la
violencia, de modo progresivo y sistemático, reforzando la participación
civil y la conciencia colectiva”, prevé la necesidad de “insistir para
que el gobierno colombiano complete las reformas urgentes de apertura
total de su economía para las inversiones y el comercio extranjero, en
particular para la industria petrolífera”. Abrir la economía colombiana
significa permitir que las grandes empresas estadounidenses inviertan en
el país, y exploten los ricos recursos naturales de Colombia.
Gracias al Plan Colombia los Estados Unidos logran tener presencia
militar directa en el país: el programa prevé en efecto que EEUU pueda
enviar a Colombia hasta 500 militares y 300 civiles, y que los ejércitos
de los dos países puedan realizar operativos conjuntos. En el 2007
fueron desclasificados documentos del Departamento de Estado
estadounidense que revelan que la mitad de los fondos destinados al Plan
Colombia se destinaron a 31 contratistas privados estadounidenses.
Estas empresas obran como mercenarios dentro del país, adiestrando y
maniobrando la Policía Nacional colombiana, las fuerzas armadas y hasta
los servicios secretos(3): de este modo los Estados Unidos pueden
manipular las fuerzas de seguridad colombianas, a la vez que impulsan
más pedidos para su industria bélica. Por lo tanto el dinero del Plan
Colombia, aunque destinado a los cuerpos de seguridad colombianos, de
hecho no sale de los Estados Unidos.
A mediados de 2009 se anunció la negociación de un nuevo acuerdo entre
el gobierno estadounidense y el colombiano. El acuerdo contempla un
aumento de las actividades militares de Washington en Colombia a fin de
realizar operativos de contrainsurgencia, a pesar de que Uribe sigue
insistiendo que las FARC pronto colapsarán(4). Unos 800 soldados
estadounidenses y 600 civiles ligados a actividades de tipo militar
podrán ser trasladados a siete diferentes bases del país suramericano.
Los gobiernos latinoamericanos - a excepción de Perú y México que apoyan
la iniciativa y de Chile y Paraguay que han adoptado una posición
neutral - han condenado enérgicamente el plan de militarización
estadounidense, el cual podrá tener consecuencias desestabilizadoras en
una región donde la tensión ya es muy alta, en particular a causa del
bombardeo de un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano de
parte de Bogotá.
Plan México: retórica sobre los derechos humanos y control de los
movimientos sociales.
El Plan México, o Iniciativa Mérida, ha sido presentado como un acuerdo
que prevé inversiones de parte de los Estados Unidos en México y en los
países centroamericanos. A Centroamérica se destinan hasta ahora 170
millones de dólares, y a México unos 700 millones para reforzar la lucha
contra el narcotráfico. Los fondos son para consolidar las fuerzas de
seguridad mexicanas y centroamericanas mediante la entrega de grandes
cantidades de armamentos y de programas de adiestramiento.
A causa de las numerosas violaciones de los derechos humanos cometidas
por las fuerzas de seguridad mexicanas, el Congreso estadounidense
expresó el temor que un refuerzo suyo pudiera producir más episodios de
violencia. El primer borrador del proyecto de ley para financiar el Plan
México estipuló que los Estados Unidos podrían condicionar la erogación
de una parte de los fondos a la certificación del Departamento de Estado
de que las fuerzas de seguridad mexicanas están respetando los derechos
humanos. Montados en una inverosímil cólera nacionalista por el empleo
del término “certificación”, el Congreso y el gobierno mexicano
rechazaron el proyecto de ley. Con una simple modificación de lenguaje,
demostrando que el problema era principalmente de tipo semántico, el
Congreso estadounidense borró la palabra “certificación” y condicionó la
entrega del 15% de los fondos previstos por el Plan México a criterios
de transparencia en materia de derechos humanos(5). Los Estados Unidos
por lo tanto - los mayores exportadores de democracia y derechos humanos
del mundo - han establecido a través de un acto de sutil pero evidente
hipocresía que, también en el caso en que sean documentadas violaciones
de los derechos humanos de parte de las autoridades mexicanas, éstas
podrán gozar del 85% de los 1.100 millones de dólares previstos por el plan.
A pesar de que ONGs mexicanas y estadounidenses solicitaron el
congelamiento de por lo menos aquel 15% de los fondos, el 20 de agosto
de 2009 los Estados Unidos anunciaron la liberación completa de los
fondos para el Plan México. Miles de millones de dólares están fluyendo
hacia las fuerzas de seguridad mexicanas, no obstante que la Comisión
Nacional de Derechos Humanos recibió, sólo en el pasado año, 1.230
denuncias por abusos y tortura, un aumento del 600% con respecto a los
tres años anteriores(6).
La violencia del ejército mexicano no apunta sólo a los
narcotraficantes. Como en Colombia, la militarización en México ha
permitido a las autoridades estrechar la vigilancia sobre los
movimientos sociales. El despliegue del ejército en las calles permite
al gobierno controlar a la sociedad civil, esencial para mantener el
status quo en un país que ya cuenta con exitosas experiencias de
autonomía (siendo los zapatistas sólo un ejemplo) y donde en el 2010 -
bicentenario de la independencia mexicana y centenario de la revolución
- son muchas las esperanzas de una nueva insurrección(7).
Conclusiones: militarización como creación de un espacio vital.
La administración Bush comenzó a hablar de la necesidad de una
iniciativa para la seguridad de Norteamérica en marzo de 2005, durante
las negociaciones que llevaron al nacimiento de la Alianza para la
Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN). “El ASPAN
considera a América del Norte como un espacio económico compartido”,
afirmó Thomas Shannon, subsecretario de Asuntos del Hemisferio
Occidental del Departamento de Estado estadounidense. “Como espacio
económico compartido necesitamos protegerlo, y es necesario entender que
no tenemos que protegerlo sólo en nuestras fronteras interiores, sino
que tiene que ser protegido ampliamente en toda América del Norte”. Uno
de los objetivos del ASPAN es crear un “perímetro de seguridad” para
proteger los Estados Unidos de las amenazas externas, noción que
recuerda mucho el “espacio vital” que la Alemania nazi quiso crear
alrededor de sí.
“En cierto sentido”, añadió Shannon, “estamos armando el TLCAN(8)”.
Armar un tratado de libre comercio significa asegurarse que ninguna
fuerza de oposición - interna o externa al área de librecambio - pueda
poner en discusión su funcionamiento.
El Plan México se presenta por lo tanto como brazo armado del ASPAN,
pero también como guardián del Proyecto Mesoamérica. Este, anunciado
justo durante el debate sobre el Plan México, representa la versión
militarizada del Plan Puebla Panamá: el Proyecto Mesoamérica pretende en
efecto que el “perímetro de seguridad” de los EEUU llegue hasta Panamá,
de modo tal que quede protegido el país Norteamericano.
Esta área de seguridad es necesaria para proteger los Estados Unidos de
la amenaza que representan las experiencias izquierdistas de Sur
América, en particular del contagioso “socialismo bolivarista” de Hugo
Chávez. El proyecto de militarización de Colombia y México es por tanto
parte de una estrategia de amplia expansión de la geopolítica
estadounidense: conquistar una mayor vigilancia sobre sus mismos
confines y el control de América Latina. Podemos interpretar que el
aumento de los fondos que los Estados Unidos ponen a disposición de
grupos reaccionarios en países como Bolivia es para frenar la
consolidación de modelos alternativos al capitalismo norteamericano(9).
En esta lógica se entiende el apoyo que la derecha ultraconservadora
estadounidense ha ofrecido al golpe ocurrido en junio de 2009 en
Honduras, por el “pecado” del gobierno de Zelaya de adherirse a la
Alternativa Bolivariana por las Américas.
Durante una entrevista en un programa televisivo hondureño, el general
golpista Miguel Ángel García Padgett afirmó con preocupación: “Nuestro
país es parte de un plan general, el Plan Caracas, cuyo objetivo es
llegar hasta el corazón de Estados Unidos, nuestro país es un objetivo
intermedio. Honduras, sus fuerzas armadas, pararon ese plan de llevar
hasta el corazón de Estados Unidos un socialismo, un comunismo, un
chavismo disfrazado de democracia(10)”. Golpeados de una repentina
nostalgia de los años `70, los Estados Unidos desempolvan hoy una vieja
estrategia: el apoyo a un grupo de golpistas latinoamericanos contra una
presunta amenaza comunista.
* Orsetta Bellani, cooperante de CIEPAC, participa en la Asociación
italiana “Mani Tese”.
Notas:
1. Proceso, 24 marzo 2009. Jesús Esquivel, Por amenaza del narco, EU
blinda la frontera.
2. Antonio Navarro Wolf, El Plan Colombia: Implicaciones para el
proceso de paz, Universidad Nacional Autonoma de Mexico, 2002, pag. 14.
3. Eva Golinger, La ofensiva imperial en América Latina se evidencia
en dólares. En
www.kaosenlared.netnoticia/ofensiva-imperial-america-latina-evidencia-dolares.
4. La Jornada, 14 agosto 2009. Raúl Zibechi, Imperio, bases y
acumulación por desposesión.
5. Proceso, mayo 2008 - agosto 2009.
6. La Jornada, 11 agosto 2009. Victor Ballinas, Los abusos del
Ejército rutinariamente quedan impunes, aclara HRW a Calderón.
7.
www.expresochiapas.com/noticias/recoletos/7066-la-tercera-guerra-intestina.html
8. Thomas Shannon, Discurso ante el Consejo de las Américas, 3 abril
2008. En Laura Carlsen, Un abecedario del Plan México.
www.ircamericas.org/esp/5251
9. Eva Golinger, La ofensiva imperial en América Latina se evidencia
en dólares. En
www.kaosenlared.net/noticia/ofensiva-imperial-america-latina-evidencia-dolares.
10. La Jornada, 5 agosto 2009. Arturo Cano, Frenamos el plan
expansionista del socialismo: militares hondureños.
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