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Los pasos de la memoria. Historia del poder social y resistencia indígena en Costa Rica

09.08.10

Los pasos de la memoria. Historia del poder social y resistencia indígena en Costa Rica

La represión estatista frente a sectores indígenas, el camino militar de la fuerza pública costarricense actual, la complicidad de la historia en la construcción de una falsa conciencia sobre la paz.
Juan Antonio Gutiérrez Slon | Revista Amauta

En síntesis lo que abordan estos artículos es una lectura del poder social. La represión estatista frente a sectores indígenas, el camino militar de la fuerza pública costarricense actual, la complicidad de la historia en la construcción de una falsa conciencia sobre la paz; y la lucha y resistencia indígena a lo largo de los siglos, son la problemáticas de fondo. Para ello la memoria de la mayor lucha anticolonialista del país, la rebelión liderada por Pablú Presbërë en 1709-1710, más la lucha indígena de la etnia ngöbe en la década de los 1990’s emprendida para obtener cédula de identidad y la actual situación indígena y ecológica del país, serán ejes sobre los que guiarán estas 5 publicaciones que se entregan.

Indígenas y poder estatal costarricense: Sobre las cátedras de la pax social.

Dando y recibiendo cátedra. Comprendiendo el contexto 2010.

El 2010 ha comenzado con cambios en la forma como se expresa la política en nuestro país. Los personeros de gobierno y del Estado se están esforzando en ¨dar cátedra¨ sobre el poder. Por un lado tenemos que un -mal- actor de Hollywood, Steven Seagal, vino a darle consejos sobre la ¨inseguridad del país¨ al actual ministro de seguridad José María Tijerino. La cátedra que Seagal en ¨temas de seguridad¨ le propicio al señor Tijerino sirvieron para que al inicio de su mandado enviará a los anti-motines (policía especializada en el choque directo contra manifestantes) a la puerta de un colegio donde sus estudiantes protestaban por prohibirles las formas de apropiarse del uniforme y el cuerpo, esto resultó en un enfrentamiento entre policías y estudiantes que pudo haberse evitado escuchando al estudiantado y tomando en cuenta su parecer. Sin embargo la ¨cátedra de civilismo policial¨ quedó reflejada en un compendio de noticias sensacionalistas con imágenes movedizas que se centran en el ¨grado de criminalidad de los estudiantes¨, en el etiquetamiento de la juventud (i). Por otro lado, como si fuera poco, tenemos a un Congreso que luego de gastar discursos en convencerse de una falsa democracia participativa, aprueban la ocupación del país por 7000 mil marines estadounidenses que dispondrán de ¨libertad de cátedra¨ para actuar en estas tierras con miras a luchar ¨contra el narcotráfico¨. Esto aparte de ser falaz, solo ratifica la tradición de Costa Rica en cuanto país de política abierta ante el intervencionismo imperialista. Con esto se convirtió al país como parte de los nuevos focos de acción y ataque desde los cuáles el imperio en expansión (el poder armamentista de los EUA) busca continuar su dominio. Y como bien lo explica el intelectual Atilio Borón, esta movida del Pentágono apunta hacia la revolución bolivariana.

Estas ¨cátedras¨ sobre ¨seguridad¨ parecen querer mostrar un país que lejos de olvidar su historia la recuerda. Costa Rica lejos de ser la panacea de la paz en el mundo, en su historia tiene una larga marcha de opresión estatal y gubernamental. La articulación de la nación entorno a un discurso de paz fue alimentado por la política liberal a inicios del siglo XX son contrarias realidad histórica de la nación. Las acciones del señor Tijerino y las intenciones de la mayoría de diputados(as) neoliberales del país, hacen notar que en Costa Rica quien no quiere la ¨paz de doña Laura Chinchilla¨ tendrá la pax armada de don Tijerino y sus voces amigas de Steven Seagal, la CIA y el Departamento de Defensa. Con esto tenemos un país que está haciendo campaña publicitaria (en radio, prensa escrita, TV, buses, y volantes públicos) para aumentar las fuerzas armadas del país. La pax en Costa Rica se comienza a escribir con ojos de amor por Washington. En este contexto las cátedras del señor Seagal y la CIA comienzan a verse aplicadas.

Más cerca de la historia, la guerra como control. Celebrando aniversarios.

La visión que se puede tener de CR desde el exterior apunta a que este pequeño país mantiene en alto los colores verde y blanco. En los discursos de los señores y señoras del poder (gente de traje, vestidos de finas telas y lujosos celulares) se habla de lo verde de las montañas y costas del país y de lo blanco de la sociedad de paz. Lo cierto del caso es que lo único verde y blanco que se defiende desde el poder de tiquicia son los colores del Partido Liberación Nacional (PLN), actual partido de gobierno y mayoritario en el parlamento. El país, bajo ese discurso de paz con la naturaleza, lo que muestra es una pax con lo verde. La economía política global, esa misma que se discute en la OMC y la ONU, es aplaudida por los cientos de policías que comienzan su entrenamiento pensando que cualquier persona que protesta en el país tiene al menos 4 de los siguientes calificativos: vagabundo, drogadicto, comunista, ateo o subversivo. El fondo es que así como Steven Seagal es conocido por ¨ser un hombre fuerte¨ aquí en el país las etiquetas parecen estar en oferta e incluso desde los miedos de (in)comunicación masivos se puede señalar el alto grado de criminalización de las personas que protestan frente al poder, especialmente jóvenes.

Este tipo de entrenamiento para mantener la pax social en el país es fruto de una herencia política poco recordada y legitimada en el país. La guerra como control social es tan histórica como ¨la tradición de pedir fiado¨(ii). La historia nacional desemboca en este año como muestra de una continuidad del poder como una instancia coactiva. Y es que este año el país cumple varios de sus aniversarios más penosamente construidos en su historia.

Por un lado se celebran 50 años desde que se funda el canal de televisión TELETICA (canal 7). Con su influencia mediática la política de derecha ha tenido un gran caldo de cultivo. Este canal que tiene el noticiero más sensacionalista del país, y por paradójico que sea, es el medio de mayor credibilidad del país, se especializa en reportajes de investigación donde persiguen a figuras de los sectores populares y marginados del país, así como ha evitado un abordaje de temas de educación desde la óptica estudiantil. En sus programas se habla de los problemas en colegios y universidades y son estos (estudiantes) los ausentes en dichas notas periodísticas. Esta empresa mediática ha tenido un rol protagónico en la construcción de imaginarios nacionales, entre los cuáles se ha gestado la idea de quien protesta es un delincuente vagabundo.

A pesar de esto, el principal aniversario que se celebra este 2010 es sobre la masacre de indígenas que entre 1709 y 1710 el poder colonial se dirigió frente a las comunidades originarias del Caribe costarricense (las principales son la bribri y cabécar, pero al momento de la rebelión habían más de diez etnias) con miras calmar una rebelión que estos emprendieran en defensa de sus tierras ancestrales y la vida de sus clanes. En dicha ocasión el poder colonial tomó esclava a 700 indígenas para que trabajaran en la ciudad -en aquel entonces- principal del país, Cartago. Es con este relato de la historia colonial que afirmamos que las medidas de pax en Costa Rica están cerca de sus prácticas en el pasado. Su memoria, aunque poco se crítica, aún se preserva en las voces de los sin voz, de los silenciados por siglos. La masacre indígena como parte del poder y su control es un vacío en la “historia oficial del país”, que hoy, al igual que hace trescientos años, persigue a quienes defienden la vida, la naturaleza, lo verde. La lucha indígena, entendida como la lucha en defensa de la vida, aún se encuentra emancipada frente al poder.

El poder y la lucha de Pa-blú Pres-bërë. 300 años de memoria de insurgencia indígena.

El contexto del 2010 hace notar como el poder en Costa Rica obra como parte de la dictadura de la burguesía transnacional, y aunque se converse y se defienda lo contrario, no es diferente en cuanto a su violencia represora. El poder y la coacción en el país se cruzan mediáticamente, al lado de instituciones del estado que -se encuentran cuestionadas por corrupción y neglicencia institucional- son escenarios donde la violencia pública ejerce su control. Esta situación también se dio en el país durante el siglo XVIII. En este momento esta provincia de la Capitanía General de Guatemala era, junto con Paraguay, las únicas regiones en que aún se daba la mortal encomienda y repartimiento indígena. La sociedad de castas novohispana ajusticiaba contra indígenas quienes se encontraban dentro de los grupos sometidos. En dicho momento el metal y acero del armamento español-europeo era vital para ejercer control social. En el 2010 las macanas, armas y escudos de los antimotines están hechos bajo la misma lógica de dominación: el que golpea más fuerte logra legitimar su violencia.

Ante ello, y lejos de cansar a nuestras lectoras y lectores, vamos introducir lo sucedido en la zona indígena de Talamanca. Región que entre 1709 y 1710 avivó el espíritu de más de 4000 indígenas que guiados por el liderazgo del cacique Pa-blú (Pa, jefe protector; blú, lapas) Pres-bërë (el bueno, en lengua indígena) hicieron frente al poder militar de la Colonia y la ideologización religiosa emprendida por franciscanos recoletos (iii). La memoria de este alzamiento aún es bastión de identidad dentro de las comunidades y luchas indígenas del país.

Los hechos historiados señalan que el 29 de setiembre de 1709 el tamaño de la rebelión tenía un alcance de unos 4000 indígenas de -por lo menos- diez etnias, entre ellos poblados cabécar, borucas, teribes, guaymies, ngöbes, térrabas, urinamas, bribris. Ante esto los soldados coloniales que habían huido de Talamanca llegan a Cartago para dar noticias de lo acontecido, solicitando inmediatamente ayuda y recursos bélicos. El sistema de poder colonial actúa y la Capitanía General de Guatemala, en poco tiempo, responde mandando moniciones para opacar la insurreccióniv. El gobernador de Costa Rica, Lorenzo Antonio de Granda y Balbín, prepara un cuerpo militar de más de 200 hombres que divide en dos bandos con la intención de rodear Talamanca (v) y con ello dar fin a la sublevación y tomar indígenas bajo su mando. Éste, quien había sido facultado por la Capitanía General de Guatemala para castigar a los rebeldes, entra en Talamanca en febrero de 1710.

La fuerza militar y la complicidad de algunos indígenas hizo que el Gobernador y sus hombres capturaran 700 hombres, mujeres y jóvenes indígenas, entre los que se encontraban a los caciques Pedro Boquerí, Antonio Huerascara y el mismo Páblü Prebërë líderes del alzamiento. En el trayecto hacia la Capital Cartago mueren 500 indígenas producto del abuso físico y el cansancio, los otros doscientos fueron repartidos para distintos trabajos esclavos y forzados en el entonces principal centro de población colonial (vi). Fue así como en junio de 1710 se dicta sentencia a Presbërë, entre otras acusaciones, por la muerte de dos frailes misioneros: los franciscanos Pablo de Rebullida y Antonio de Zamora (vii). Los juicios se dieron en Cartago, donde Presbërë fue arcabuceado y descuartizado el 4 de julio de 1710 (viii).

Luego de la muerte de Pablú, su cuerpo fue desmembrado y colocaron sus brazos y manos en diferentes provincias del país como advertencia ante futuros rebeldes. Con su muerte la zona quedo liberada y no fue hasta el siglo XIX, con la entrada de la compañía bananera UFCo, que estas tierras fueron despojadas del control indígena. Aún así, esta zona mantiene una viva identidad cultural indígena. Aquí hay varios poblados originarios resistiendo, mismos que mantiene su lucha frente a los sistemas de represión estatal y de multinacionales. La memoria de Presbërë se mantiene viva entre las y los nativos.

Juan Antonio Gutiérrez Slon es sociólogo

Notas

i Reguillo Cruz, Rossana. (2000) Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación, Grupo Editorial Norma, primera edición, Bogotá, Colombia, pp, 21

ii Frase coloquial del país que se refiere a la costumbre de pedir crédito en locales comerciales.

iii Ibarra Rojas, Eugenia. (1991) La resistencia de los indios de las montañas de Talamanca (Costa Rica) y el pensamiento mágico religioso (siglos XVI. XVII. XVIII). Serie de avances de investigación, #56, CIHAC, Universidad de Costa Rica, pp. 21-22.

iv La Capitanía General de Guatemala le da prioridad a esta noticia, de tal modo que fueron enviadas a Costa Rica 75 armas de fuego, 100 armas blancas, 832 libras de pólvora, 4000 balas y 4000 pesos en métalico. Para más detalles sobre el alzamiento ver: Fernández Bonilla, León: Colección de Documentos para la Historia de Costa Rica (CDHCR), tomo IX, 129-138.

v Un grupo ingresaría por la costa del Caribe, atravesando Matina, y otros por la región indígena Boruca, más hacia el Pacífico Sur del país, cerca de lo que hoy es Buenos Aires de Puntarenas. López Leal, Carlos. Una Rebelión Indígena en Talamanca, Pablo Presbere y el alzamiento General de 1709, pp. 80-89.

vi Fernández Bonilla, León: Colección de Documentos para la Historia de Costa Rica (CDHCR), tomo IX, pág, 122.

vii Ruz, Mario. ¨Melodías para el tigre. Pablo de Rebullida y los indios de la Talamanca, 1694-1709¨, en Revista de Historia, enero-junio No. 2, escuela de Historia Universidad Nacional, Centro de investigaciones históricas UCR, Costa Rica, 1991, pp, 59-105.

viii Solórzano Fonseca, Juan Carlos (a). ¨Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la dominación española en… Op. cit, pp. 143-145.
http://revista-amauta.org/2010/08/los-pasos-de-la-memoria-historia-del-poder-social-y-resistencia-indigena-en-costa-rica/


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