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Carta a las chicas embarazadas

11.08.10

Carta a las chicas embarazadas

Hola, me presento, soy el Profesor J, hago talleres de formación en la Universidad Libre, que pueden conocer en ulibre.org Mi nombre es Jaime, pero me pusieron Jota los estudiantes brasileños a los que hice clases de filosofía del derecho, ya que ellos no pronuncian la J como nosotros, sino Yota y al explicarles me quedó el apelativo o sobrenombre, que guardo hasta hoy como recuerdo de cariño de esos jóvenes y jóvenas que me enseñaron mucho permitiéndome adentrarme en sus vidas personales mientras íbamos a estudiar derecho a las tomas de tierras rurales y urbanas y a las ocupaciones de edificios viejos para habilitarlos como viviendas. En Brasil hay pocas casas okupas, hay más edificios okupas.

Les escribo porque me enteré que el porcentaje de muchachas y adolescentes que quedan grávidas es muy alto, sumamente alto, lo que las transforma a ustedes en un modelo a seguir, ya que si son muchas se trata entonces de una cultura y de un modo de ser que se impone de hecho quebrando las reglas del juego oficial y las normas éticas de este sistema hipócrita y mentiroso.

Nos dicen, ámense, pero no se toquen, ya que para hacerlo con el riesgo de tener hijos deben estar amarrados en la institución oficial llamada matrimonio, que se encargará de cuidar, aprisionar y educar a los resultados del sexo para que sean modelados como obedientes y disciplinados, que respeten las instituciones y a la autoridad.

Los tribunales y los chanchos nos dicen que hay que perseguir al chico que hizo la gracia para que pague pensión y vuestros padres ponen el grito en el cielo para que aparezca el culpable, como si fuese un delito y en realidad si hay culpables esas son ustedes, culpables de amar, culpables de ser libres, culpables de gozar y desplegar el disfrute del deseo. Ningún chico las sedujo, sino que ustedes decidieron plenamente compartir su cuerpo y su alegría con el cuerpo del otro. Desde que vuestro organismo comienza a menstruar, ya estáis en perfectas condiciones de compartir vuestros deseos con quien os plazca. Tristemente es lo que hay, esto es, existe mucho individualismo, o sea que muchos chicos solamente vendrán a tu cuerpo para expeler el chorro de su egoísmo sobre tus alegrías y placeres, en la mayoría de los casos serás un objeto de placer del otro y podrás rasguñar unas migajas de placer colgándote del ritmo individualista y egocéntrico del que está a tu lado. Lamentablemente el machito es educado socialmente para ser poderoso, conquistador, fuerte, dios y etcétera. Cuando están en las esquinas y tienes que pasar luciendo tus hermosas piernas, pechos y hombros, o ese cabello que cuidas con tanto esmero, la sarta de groserías que te llueve no habla muy bien del respeto debido a los iguales. Si uno de ellos no ha visto aún el ojo de la papa, es obligado por la presión de los demás a buscar un cuerpo para salir de perdedores y regresar con la sonrisa triunfante del potente que ha alcanzado el nivel de los otros y ya se siente acogido culturalmente.

Hay un círculo vicioso de presiones y descompresiones culturales que van llevando al ganado social en la dirección de la disciplina, el orden y el sometimiento a las jerarquías superiores. Pero así y todo tu cuerpo y corazón piden el abrazo tierno y la caricia profunda que te hará volar y pensar en montañas elevadas desplegando las posibilidades del placer corporal y emocional juntos. El aprendizaje muestra que no es imprescindible que esos placeres sean sólo con el sexo opuesto, sino que también puede disfrutarse bellamente entre personas del mismo sexo, sin embargo la presión institucional para que la pareja se case para armar la prisión de la prole y la mutua dependencia en base a los roles de género, transforma los placeres naturales en verdaderos pecados y discriminaciones. Los matrimonios gay son una concesión al sistema y una forma de la sociedad integrarlos a la constitución de núcleos estables.

Así el matrimonio y el hogar son la tabla de salvación para quien tiene hijos, como ustedes, que pueden tenerlos o no tenerlos, ese es otro asunto, ya que el aborto es un tema bastante conocido y discutido, además de escondido por la hipocresía de la sociedad toda, incluyendo vuestras propias madres, que son las primeras en recomendarles que le digan al muchacho de ir al yerbatero para adquirir aquella yerba que se hace hervir con vino tinto, o mandan al hermano, o sólo insinúan y se hacen las puritanas. Hay que salvar a la niña y la imagen sobre todo, ya que la insensibilidad de las bolas y pelambres cae sobre las mismas madres con todo el peso siniestro que se acumula entre señoras hipócritas que se espantan cuando ven o escuchan algo fuera de la norma mientras se ven obligadas a ejecutar cuanto malabarismo sea posible para cuidar que nadie vea que ellas son como el cura Gatica, que predica pero no practica. La sanción social es muy potente, ya que la separación de las personas y la competencia entre ellas las lleva a estar constantemente juzgando, pelando y apuntando con el dedo.

Sin embargo no es el matrimonio ni el hogar constituido ni Jesús el único camino, ya que no hay camino, sino que se hace al andar. Necesitamos que las muchachas del barrio y las mamás organicen una guardería de todos con un sistema de salud propio, bastando un espacio limpio o la casa grande de alguien, así no hay que hacer esas largas, tediosas y odiosas filas en los consultorios, a menos que sea estrictamente necesario y orientado por vuestras propias enfermeras o profesionales de la salud. Se pueden ir rotando entre las diferentes madres y voluntarias del barrio o de facultades universitarias, pero también deben participar muchachos, sean o no los que germinaron el bebé, para diversificar la participación y romper la reproducción de los roles de género.

La adquisición de alimentos, pañales y demás puede hacerse en conjunto para abaratar costos, aunque pueden organizarse fiestas solidarias en el barrio para reunir fondos de manera autogestionaria, así todos contribuyen y se enlazan con el proyecto autónomo nacido de la misma gente. Sería una especie de gran familia, donde la cooperación y el apoyo mutuo será una verdadera escuela para los niños, que en vez de vivir entre la envidia y la competencia, podrán hacerlo en medio del afecto y la vida en común.

Si lo desean pueden registrar al niño o los niños en el consultorio, aunque ahí les van a pedir nombre del padre para obligarlas a contar con un macho proveedor, por lo que hay que ver en el registro civil como hacerlo de padre desconocido. Los estudiantes de derecho podrán ayudar al respecto.

Si el proyecto sale bien, pueden incorporarse otros niños y aumentar las edades. también habrá que invitar a otras vecinas y vecinos, así como jóvenes de todas las edades, para hacer una especie de hormiguero comunitario en torno al cuidado, alimentación y recreación de los niños. Muchos estudiantes de pedagogía, enfermería, obstetricia y otros van a participar de modo voluntario.

Sale mucho más fácil, barato y fluido atender esos chicos entre muchos que cada uno al suyo, el tema es que no hay la costumbre, la cultura empuja a cada uno para su santo, por eso basta con dos o tres chicas embarazadas de un barrio para juntarse a conversar y descubrir como hacerlo. Y si quieren conocer experiencias que ayuden a buscar ideas, es sólo escribir a unlibre@gmail.com

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto
Profesor J
profesor_j@yahoo.com
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