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El reloj de arena de la lucha social

11.08.10

En nuestro continente Abya Yala, bautizado como “América” en homenaje al lider de una de las expediciones depredadoras del colonialismo, la lucha social ha tenido y tiene su periodización, sus etapas y fases, que es bueno ordenarlas y mostrarlas nítidamente para entender mejor la fase en que estamos y actuar en consecuencia.

Ciclos de crisis: continuidad capitalista o ruptura

La palabra ciclo proviene del griego kyklos, que significa rueda, luego el latín la toma y la transforma en cyclus o sea, círculo. Se refiere a eventos que ocurren cada cierto tiempo. Es como decir que un ciclo histórico representa el cierre de un círculo para dar inicio a otro. No se refiere al tiempo que sucede, sino a lo que acontece en aquel tiempo que se llama período.

Por ejemplo el ciclo de las revoluciones burguesas, iniciado por los procesos en los países bajos y culminado por Francia. O el ciclo del capital, que se refiere a los que sucede en el período que va desde el acoplamiento del capital fijo -o medios- con el capital variable, esto es con la fuerza de trabajo que produce nuevo valor, iniciando el proceso productivo que crea mercancías que irán al mercado donde serán vendidas y parte de ese dinero vuelve a la produccción para el mantenimiento de los medios, adquisición de otros y salarios. Al reintroducirse ese dinero en la producción se inicia otro ciclo. Ampliando la idea, existe un concepto que es la propiedad, que no existía en la época de la comunidad, sino que surge progresivamente desde al desarrollo de las fuerzas productivas, esto es, las que sirven para producir, como medios, métodos, etc. Así hay un momento histórico en que se inicia el ciclo de la propiedad, que se cerrará como tal cuando ésta deje de existir y pueda ser retomado otro ciclo por la humanidad, de no propiedad o de propiedad común, lo que es un oxímoron, o sea, una contradicción en sí mismo, ya que si es común no es propiedad de nadie. Acabado el ciclo de la propiedad los seres humanos volverán a vivir sin intermediaciones sociales o artificiales, solamente afectivas y técnicas acordes con el desarrollo de las fuerzas productivas.

El comienzo y el fin del ciclo se verifican en que hay cambios de estado del asunto o tema tratado, por ejemplo la historia o el agua, es decir, los ciclos de agua, vapor, nube, lluvia, hielo, etc. que va dando vueltas en circulo pasando de un estado a otro. Puede ser por causas internas, como el ciclo del capital que se mueve por sí mismo mientras haya propiedad o por causas externas, como el clima que modifica el estado del agua, ya que a más calor viene la evaporación, en tanto que el frío la condensa, la vuelve al estado líquido y según sigue bajando la tenperatura, se convertirá en nieve y luego en hielo.

Nosotros estamos atrapados en los ciclos del capital, así, las modificaciones que se consigan como aquellas resultantes de los ciclos revolucionarios, que se supone que modifican el carácter de las relaciones sociales, mientras no tocan la continuidad de los ciclos de capital, no habrá modificación ninguna y seguiremos en el ciclo capitalista, que sólo podrá ser acabado cuando acabe la propiedad, tenga el apellido que tenga, social, estatal, colectiva, etc. Por eso el socialismo se llama también “capitalismo de estado”. Y como no es posible el cambio de propiedad manteniéndola (vaya lógica de Perogrullo !!), los estados socialistas deben basarse en la fuerza y el militarismo para que las conciencias asuman el futuro como meta, sin entender que la construcción de comunidades de no propiedad sería el camino adecuado para ir acabando con su propio autoritarismo retransfiriendo el protagonismo social a los sujetos locales, como era la idea inicial de la Comuna de París o de los soviets.

La oligarquía cruceña entendió el asunto y levantó su autonomía frente al estado dirigido por Evo Morales, que quedó inicialmente perplejo. Vino en su salvación la autonomía local del Plan 3000 de Santa Cruz, un enorme barrio popular de esa ciudad que no acepta la dirección regional de la oligarquía y se ha autonomizado de ella, lo que puede llevar a una cadena piramidal de una autonomía debajo de la otra, ya que los cívicos están intentando organizar enclaves dentro del Plan 3000.

Así el estado capitalista, que pasa a ser socialista y luego vuelve a ser capitalista y así en adelante, seguirá dando las mismas vueltas mientras no se acabe con el concepto de “revolución”, ya que el paso del aparato del estado de unas manos a otras sin afectar la propiedad, o sólo modificando quien tiene la sartén por el mango, no cierra con el ciclo capitalista, sólo lo extiende en el tiempo asegurando su reproducción. Así, la rueda de carreta capitalismo-socialismo-capitalismo-socialismo sigue girando y lo seguirá haciendo mientras no entre a intervenir otro factor que altere su continuidad.

La periodización

Periodizar significa dividir en períodos, en lapsos de tiempo. La cultura occidental ha periodizado la historia de una manera que no guarda relación con la historia de nuestro continente. Es impactante verificar que los chicos y chicas en nuestras escuelas oficiales aprenden historia como que ella comenzara en Asia Menor, el Mediterráneo y Europa, en tanto para nosotros comenzaría con la llegada de Colón que enfrentó a unos indios salvajes y pintorescos, no civilizados que había que evangelizar y adoctrinar para transformarlos en siervos del señor de la tierra y del cielo.

Un período es un lapso de tiempo cronológico, es decir de una fecha a otra, o de un acontecimiento a otro. Una época es un periodo de tiempo que se señala por los hechos ocurridos en él o por las personas que participaron en ellos., Por ejemplo la época de las cavernas, de las cruzadas, de los Incas, de la colonización, etc. Las cruzadas, para nosotros son tan poco importantes como para los europeos lo puede ser la época del esplendor maya, sólo que nosotros tenemos que estudiar las malditas cruzadas y ellos no le cuentan a sus hijos que aquí habían civilizaciones un tanto menos guerreras que las de ellos. Y para peor trajeron esa disposición a nuestra tierra, la de esconder nuestra historia, ya que sólo la de ellos es la válida. Con eso nos educan como eurocentristas y dependientes de la metrópoli hasta el día de hoy, lo que facilita la dominación extranjera, de las empresas y de las ideologías que han venido de allá. Las buenas y las malas, todas. Es interesante ver como hay gente honesta que milita por el cambio social basándose solamente en el calendario europeo, la historia europea y alguna ideología europea, como que aún fuésemos colonia, o tal vez porque es la única manera de llegar a ser ellos clase dirigente, como hicieron los latifundistas “buenos” que fueron adoctrinados por la ideología de la burguesía inglesa para hacer “revoluciones independentistas” y cortar el predominio español en el fragor de la lucha entre los colonialismos. Nadie sabe para quien trabaja o quien saca las castañas del fuego con la mano del gato. El tema es que esos independentistas no hicieron más que sacar a los españoles o portugueses e instalarse ellos en el sillón de los dioses, digo de los señores para hacer un estado a imagen y semejanza de sus mentores. Así se habla del período de la independencia mientras los ingleses movían los hilos a través de las logias masónicas e inversiones productivas o extractivas. .

Las eras, cuyo nombre viene de los espacio de tierra limpia y firme donde se trillan las mieses, o también un trozo pequeño de tierra destinado al cultivo de flores u hortalizas, fueron periodizaciones más amplias que se refieren a un tiempo que se empieza a considerar a partir de un punto fijo o una fecha determinada, por ejemplo la era del hielo, la era prehistórica. Se trata de un extenso periodo histórico marcado por unas características que lo distinguen de otros anteriores o posteriores, tales como la era de los descubrimientos, la era atómica, etc. También se dice de cada uno de los grandes periodos de la evolución de la Tierra o del hombre, como la era cuaternaria, solar, etc. Para nosotros nos queda la era precolombina o prehispánica.

Los conceptos de etapa y fase ya son más delicados y solapados, veamos por que afirmamos eso:

La etapa es un momento, periodo o estado en que se divide un proceso, por ejemplo la infancia y la vejez son dos etapas de la vida. La vida de una ser humano o humana tiene también otras etapas, la adolescencia, la juventud y la adultez o madurez, que por su vez se dividen en sub etapas o en las llamadas “fases”, como la preadolescencia. Las fases son cada uno de los estados sucesivos de una cosa o fenómeno que cambia o se desarrolla, como un proyecto que está en fase embrionaria. No se refiere al tiempo cronológico, sino al estado en que se encuentra.

Los historiadores de base europea o europeista han establecido una división del tiempo para poder estudiar mejor la evolución del ser humano desde su aparición hasta la actualidad. La primera gran división es entre la Prehistoria y la Historia. La Prehistoria abarca el período de la evolución humana en que no existía la escritura. A partir de la invención de la escritura comienza la Historia.
La Prehistoria es la etapa más larga, y se divide a su vez en tres etapas: Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales. La Historia, por su parte, se divide en cuatro etapas: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea. Esta división histórica es una de las muchas que se pueden inventar. Dividirla como lo han hecho los historiadores es una convención, centrada en la historia de Europa y del área mediterránea. Cada etapa es dividida en fases, por ejemplo la alta, media y baja Edad Media.

Veamos como con eso de etapas y fases pretenden engañarnos vendiéndonos la idea de que el futuro está determinado o puede hacerse mediante un plan que debe defenderse a rajatabla.

La historia europea acostumbra, al igual que el resto de las ciencias sociales dependientes o derivadas de ellos, a imaginar que el papel de la razón es más importante que la biología, el instinto, la relación humana comunitaria o la íntima relación con la naturaleza, por lo que no es extraño que hayan sustituido al dios divino por el dios de la racionalidad, a la dependencia del determinismo divino por la dependencia al determinismo de la “objetividad científica”. Por ello al bajar el cielo a la tierra en la forma de “Utopía” se sienten capaces de proyectar y caracterizar la sociedad que se quiere, ya sea para conservar los privilegios, ya sea para arrebatárselos y así periodizan también sus perspectivas de futuro, como que fuera un proyecto a ser evaluado para ganar un fondo concursable, que debe tener todas las fases que se implementarán, los medios que se emplearán, los resultados esperados y el impacto.

Ello se basa en lo que se denomina la teoría finalística o teleológica, es decir, los fines u objetivos a alcanzar determinan los pasos a seguir. Esta teoría nace con el iluminismo burgués, la ilustración y la enciclopedia, o sea, con la intelectualidad de los albores del capitalismo, con la intención de asegurar el rumbo de continuidad de la producción de ganancia. Max Weber habla de la racionalidad instrumental, o sea, la razón al servicio de un objetivo, un instrumento para organizar previamente en un diseño mental las secuencias o fases con las que se alcanzará la meta definida apriori, anticipadamente. Para esas planificaciones o estrategias, se utilizan las periodizaciones, acontecimientos y resultados del pasado, por ejemplo en el campo militar o sea la otra forma de hacer política (ejercicio o disputa de poder), los generales y jerifaltes estudian las guerras anteriores para evitar caer en la misma trampa, como aprendieron de la derrota en Vietnam para ganar en Centroamérica y arrinconar a las guerrillas colombianas. Sin embargo en el campo de los oprimidos también se estudia -aunque muy poco, hay que reconocerlo- para aprender y hacerlo mejor, en especial que los jefes ahora deben subordinarse al mandar obedeciendo, con lo que los zapatistas evitaron el aniquilamiento y desplegaron iniciativas a lo largo y ancho de todo México, cambiando el viejo concepto de zonas liberadas por el de los municipios autónomos.

Weber basa su teoría finalística en que las relaciones sociales son instrumentales y no son instintivas. Para este autor la relación social es aquella iniciada por una acción que espera respuesta y la acción social como aquella que procura un fin. Todo lo que hace una persona es “para” alguna cosa, no se otorga valor a la acción “por” motivación instintiva, sentimiento o deseo. Una niña de 8 años me preguntó “para qué estamos en el mundo?” y le devolví la pregunta “quién te lo dijo?”, a lo que respondió “la profesora de religión”. Tuve que explicarle que comprendería una vez que entendiese respecto de una flor o un pájaro el para qué estaban en la vida, ya que ellos no tienen un para qué, sino un por qué, simplemente vienen de la vida a vivir. Le encantó, obviamente. Eso de sentirse como una flor llega sin tener que circular mucho por los laberintos y recovecos mentales que nos instalan para luego hacernos circular las lógicas ideológicas que disputarán los sentidos de nuestro caminar, como la mosca en el anzuelo del pez o la zanahoria que se amarra en un palo a la cabeza del burro y circula dando vuelta tras vuelta intentando alcanzarla.

El burro no tiene cerebro para entender que la zanahora avanza junto con sus pasos conservando siempre la misma distancia, lo que la hace inalcanzable. Nosotros tampoco tenemos cerebro para captar exactamente como nos tienen, y no por falta de masa cerebral, sino que la han manoseado para que funcione y reaccione de determinadas maneras en el mismo proceso en que modelan nuestra psique, esto es, prepararnos para distanciarnos de los otros, mirarlos de lejos y diseñar alguna manera, o acoger un diseño ya hecho, de como relacionarnos con los demás.

Así las teorías y filosofías de la vida entran en ese conjunto de redes cruzadas en nuestra mente y psique, las recorren a gusto y nos creemos que estamos haciendo opciones correctas de encaminamiento de vida, que tenemos la capacidad (jajajajaja) de escoger rumbos y, más aún, nos peleamos unos con los otros para convencernos mutuamente de que esa vía es la mejor y no la otra. Así nos vamos ciegos por la vida hasta que encontramos un alma afín con la que podemos constituir un colectivo o un partido con esta o aquella ideología que es la verdadera (hay más o menos unas 400 corrientes troskistas, unas 300 variantes del maoismo, unos centenares de variables leninistas, otras de cristianismos, miles de religiosas o esotéricas, y así haga usted mismo sus cuentas). Todas son las verdaderas, evidentemente, vaya usted a cuestionarles y le esgrimirán 5 mil argumentos para demostralo con el suficiente desparpajo o arrogancia de considerar en lo más íntimo que está en lo cierto y que descubrió la papa, a la que se aferra como clavo ardiente al borde del precipicio. Así nos tienen, y no quieren dar su brazo a torcer, justamente por esa construcción mental y psíquica que cuidan celosamente de trasmitir mediante la prisión de la familia, de la escuela, la universidad, el trabajo, las leyes, la autoridad y enfín.

El verdadero pánico del sistema es que empecemos a desnudarnos y sacarnos las vendas que nos hacen sólo ver el espejo de los dioses, espejos donde nos vemos a nosotros mismos y alimentamos, sin percibirlo, ese ego maldito que nos han modelado hasta el punto de creernos poco menos que los mismísimos dioses o sus profetas en la tierra, los elegidos, lo que viene siendo lo mismo o peor aún, somos ovejas de algún pastor o guía o gurú o dirigente o haga usted la lista y no terminará.

Con esa mentalidad nos encajan la periodicidad de la historia. Nos hacen creer que nuestro pasado es aquel que muestran en los libros escolares o ese otro del autor no sé cuanto, o el de más allá del crítico ése. En esa periodicidad formal nos instalan también la forma de operar la memoria y la memoria histórica. Ya habrá visto usted que cada uno cuenta la historia según le convenga para sus actuales intereses y nos traen materiales para que veamos que esa es nuestra memoria, o aquella es la memoria de los pueblos. Cuatro gatos o un comité central con archivos bajo llave o los mormones bajo su montaña en Utah, pretendiendo ser la memoria popular !!! Obvio, pues con eso argumentan sus propuestas actuales de que sigamos el camino tal o cual. Se explica, hay una continuidad según la visión particular. Y así nos tienen, haciendo memorias y proyectos, para atrás y para adelante, en un vaivén de nunca acabar, mientras en el presente nos tienen en el piso con un pie y zapato (o bota) encima.

Así, para hacer una periodización que nos permita encarar las tareas del presente, habrá que ir hacia atrás y ver e identificar nuestras raíces, en tanto para delante hay que hacer como los zapatistas, que dicen “queremos cambiar el mundo, lo demás lo vamos improvisando”. O sea, como aquella flor de la niña, un por qué, un punto de partida sin punto de llegada. O como dice el poeta: caminante no hay camino, se hace camino al andar. O como dice Marx sobre la Comuna de París: “Los obreros no tienen una Utopía acabada ni un programa”.

Si los invasores nos trajeron el capitalismo y el estado y ello hoy día ha entrado en crisis, lo más lógico es que nos quitemos de una vez a ambos de encima, porque no se trata de nuestra forma actual de estar “organizados socialmente”, sino que están encima nuestro, encima de nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras comunidades, separándonos constantemente, introduciendo sus cochinadas individualistas y consumistas en nuestra mente y psique. Mientras ellos se dedican a apoyar a los bancos y empresas fallidas o a reforzar las formas de control y represión estatal, nosotros tendremos que aprender de las comunidades originarias a rescatar las raíces y proyectarnos hacia adelante desde allí.

Veamos pues algunos elementos de periodización desde la óptica de los pueblos del continente:

De antes de la llegada de los invasores españoles y portugueses hay bastante material compilado que puede ser trabajado por estudiantes de historia, antropología y otros, lo importante es decidirse.

Desde la llegada de esos sujetos depredadores y exterminadores, tenemos el período que denominan de 500 años de resistencia, el aguante, la sobrevivencia, la mantención a duras penas de su cultura y tradiciones, a costa de perder parte importante de sus territorios y ser divididos por la cultura occidental.

En ese período o etapa, el capital y los estados pasaron por diferentes fases, o como quieran llamarlo, la colonia, la independencia, las repúblicas, etc. que no modificaron en nada la situación, sólo los sujetos que tienen la sartén por el mango, los sujetos del poder, por lo que de nada nos sirve su periodización.

Cuál es la importancia para nuestro continente que los colonos y oligarcas se hayan “liberado” de España y Portugal? Que hayan establecido los estados? Aquellos que hoy nos oprimen, expolian y reprimen? Ts, ts, ts, ts. Nones, nones. Por lo tanto no nos sirve como periodización. Preferimos los 500 años de resistencia.

Luego en las repúblicas han venido los gobiernos oligárquicos, la penetración de capitales ingleses, las invasiones yanquis, los gobiernos populistas, los golpes militares, los llamados “procesos de vuelta a la democracia” y así estamos. Igual, por lo que tampoco nos sirve esa priodización. Es claro que también estuvieron las guerrillas, sin embargo es necesario verificar lo que contribuyeron efectivamente para la expansión y el desarrollo actual de la resistencia. De nada sirve a los que empuñamos las armas en aquella época vivir recordando y añorando la belle epoque. Ahora la tarea es la autoorganización social y si es agredida por el estado, las propias organizaciones comunitarias sabrán o aprenderán lo que hay que hacer. Ya pasó nuestra época de combatientes leales y blablablá, ahora a bajar la prepotencia y subordinarnos al mandar obedeciendo. Cuesta, pero hagamos un esfuerzo.

Lo que nos sirve ahora es constatar que despues de los 500 años de resistencia se ha abierto otra fase, una fase de rescate y construcción desde abajo, desde las comunidades originarias, campesinas, barriales y otras, que se articulan con las actuales formas de resistencia contra la agresión de los capitales hacia los ríos, montañas, bosques y la naturaleza en general con las comunidades adyacentes y que se intercambian con experiencias de reconstrucción de formas de vida natural y comunitaria como la permacultura, huertas urbanas, producción autogestionaria, economía alternativa, salud comunitaria, escuelas autónomas y colectivos culturales, entre otros.

Se trata de un universo nada despreciable, muy por el contrario, ya que son experiencias portadoras de gérmenes de nuevas relaciones sociales y cuyas dinámicas han obligado en muchos casos a los estados a ceder estableciendo algunos rasgos de democratización de sus actividades superestructurales, aunque a ello se ha acompañado con el perfeccionamiento y aumento de las acciones de control y represión, ya que su idea es “integrar” a los menos contestatarios haciendo mucho show para que la población vea la alfombra roja que se abre en el camino de los que se venden, y “aislar” a los más revoltosos. Y sin chiquitas, a sangre y bala si es necesario, con tortura y desapariciones incluidas. Como el caso argentino, donde el capital apoyó al kirchnerismo para que llevara detrás a buena parte de las agrupaciones sociales que se fueron babando a la cola del empresariado recibiendo migajas y maní del estado. Organizaciones autodenominadas izquierdistas, revolucionarias, marxistas y leninistas que hicieron el más soberano ridículo y mescolanza teórico-ideológico-pragmática, los que hicieron la fuerza y carne de cañon del Forro de Porto Alegre en alianza con el PT para que Lula hiciera lo mismo en Brasil, esto es, llevarse babando detrás a los izquierdistas, leninistas y demás “istas” que hasta el día de hoy siguen hablando del compañero presidente mientras éste les da clases y talleres de sadomasoquismo social al que adhieren felices esos progresistas que les encanta sufrir y hacer sufrir a sus bases con los latigazos del mercado y del estado pidiendo más aún. y los muy enfermos mentales, por decir lo menos, desfilan con camisetas, gorritos y banderas rojas, faltando sólo el papel picado, igualito que hacían en la ex URSS y que acabaron con el triste espectáculo actual de los abuelitos acarreados que hoy sacan los recalcitrantes a la Plaza Roja mostrando mil medallas relucientes en el pecho hundido entre hombros escuálidos, cabellos grises y gesto melancólico agitando cuatro banderas rojas en el silencio de la plaza vacía, añorando el pasado glorioso de los himnos a todo volumen y el fuerte taconeo de las tropas proletarias que hacían estremecer el corazón de las féminas. Al parecer la fase “socialista” del capital acabó sin pena ni gloria, y en la actualidad intenta afirmarse y ponerse de pie agarrándose y afirmándose mutuamente trastabillando con el “enemigo” intentando ambos convencernos que se trata de una pelea de buenos y malos para ver quien controla el estado y así beneficiar a la población cuando saquen a los otros.

Pero muchos ya no les escuchan, ni a los unos ni a los otros. Por aquí y por allá se escuchan martilleos y sonidos laboriosos, crepitar de leños encendidos, llantos de niños nuevos, agua limpia que corre, miradas y abrazos de personas que se juntan a descubrir el afecto y rearmar el mundo que se les va de las manos a los poderosos. Que la crisis se quede con ellos, nosotros tenemos el mundo y la vida por delante, es sólo encontrarnos.

Se trata de una nueva sociedad que se viene construyendo paulatinamente desde la cotidianeidad y que combina poco a poco las formas de ser y vivir de las comunidades originarias con las maneras innovadoras con que experiencias alterntivas urbanas resuelven sus problemas de alimentación, energía alternativa, salud, educación popular y otras. Será tarea de cada una de las experiencias aumentar su difusión para conocimiento general y la interacción horizontal con otras para el aprendizaje común y el crecimiento en profundidad. Tal vez el desarrollo alcanzado permita plantearse la posibilidad de redes de economía alternativa mediante intercanmbios de productos, alimentos, actividades culturales, técnicas, etc. extendiéndose de comunidad en comunidad,

Una importante manera de aumentar la visibilidad y el debate en la ciudadanía sobre estas experiencias es invitar a grupos de jóvenes universitarios a aprender de las nuevas formas de vida y nuevas modalidades de entender y aplicar su profesión. También el uso y la interacción de los medios alternativos, autónomos, populares y comunitarios, como revistas, boletines, radios, señales de TV y similares.

Así en esta fase de crisis de los poderosos quizás sea la oportunidad de irrumpir con mayor visibilidad para que la población vea que si ellos se derrumban, nosotros nos levantamos con nuestras propias manos sin dejarnos arrastrar por los cantos de sirena de empleos que no existen ni tener que empujarnos unos a los otros por una plaza cuando llegan cientos o miles a tratar de ocuparla. No hay que permitir que jueguen con nuestras necesidades, hay que mostrar y demostrar que somos capaces de resolverlas entre nosotros y que ellos se pueden ir tranquilamente al carajo.

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto
Profesor J
profesor_j@yahoo.com
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