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Zapatismo. De calendarios, conmemoraciones y movimiento: ya empezamos y no paramos.

23.09.10

De calendarios, conmemoraciones y movimiento: ya empezamos y no paramos.
Javier Elorriaga

Allá arriba, aunque se disfracen de abajo, tienen un
calendario un tanto raro, sólo marca una fecha: verano
del 2012. Quesque va a haber unas elecciones
muy importantes entonces, dicen y, por lo tanto, consecuentes
que dicen ser, todo lo que piensan, dicen y
hacen, tiene que ver con esa fecha. ¿Que el país se
desmorona y desangra cada día un poquito más? ¿Que
ya la clase política no sólo es corrupta y criminal, sino
que además no tiene ni la menor idea ni posibilidad de
cambiar el rumbo y hacer algo para sacar al país del
barranco en el que ella misma lo ha metido? Males
necesarios, parecen decir, y actúan como siempre ha
actuado la clase política: lo que importa son las fechas
que marca el calendario del poder y la fecha más importante
para la que hay que prepararse es la que les
marca ahorita: verano del 2012. Todo cambiará entonces
—nos trata de convencer la clase política— usted
no se preocupe, o si quiere preocuparse está bueno,
pero no lo requerimos mayormente hasta el 2012.
En mayor o menor medida, toda la clase política
está actuando así. Inclusive los que dicen no ser parte
de esa clase política, aunque de ella han formado
parte toda su vida y por lo tanto piensan y actúan de
la misma forma, con el calendario que el poder marca.
Por ejemplo, cuando una parte de esa clase política dice
haber recorrido todos los municipios del país, nosotros
sabemos que a los municipios autónomos zapatistas no
llegaron, pero bueno, como también sabemos que a los
pueblos indios zapatistas ni los ven, ni los oyen, y no
entran dentro de la clientela necesaria para los tiempos
y acciones que el calendario del poder marca, no nos
extraña que digan que fueron a todos los municipios.
Pero bueno, no es mi intención el ocuparme
del calendario del poder y sus mitos y esperanzas.
Menciono estos ejemplos precisamente porque
nos pueden servir para entender la diferencia entre
un movimiento político que se construye abajo
y a la izquierda, con el objetivo de contribuir a
transformar radicalmente las cosas y los que ha
construido siempre la clase política con el objetivo
de suspirar por, o conservar el poder. Y que en
realidad más que movimientos podríamos decir que
son movilizaciones, es decir, acciones coyunturales
que responden o tratan de responder a un ataque
o coyuntura creada desde el poder. Pero más que
echarle un gran rollo teórico, busquemos mejor
un ejemplo que podamos sacar del calendario que
abajo y a la izquierda se construye desde hace varios
años en este país. Y ya que estamos en agosto,
tenemos la suerte de contar con varios aniversarios
que celebramos en estas fechas, por ejemplo, el de
la creación del primer Aguascalientes zapatista de
Guadalupe Tepeyac, el 8 de agosto de 1994, y el de
los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno del 9 de
agosto del 2003, por mencionar algunos.
Sin embargo, para hablar de estos hechos ocurridos
en agosto, tenemos que recorrer otras fechas,
no por nada el calendario que se construye abajo y
a la izquierda es muy otro, y siempre es imposible
que nos ponga las cosas de forma sencilla. Vamos
pues uniendo algunas piezas del rompecabezas que,
dicho sea de paso, de cualquier forma todavía no está
acabado y, siguiendo los modos zapatistas, nunca lo
estará. Pero seguro nos sirve el ejercicio.
En diversas ocasiones, los zapatistas nos han
ido contando su historia. Un discurso por aquí, un
comunicado por allá, un cuento más allá, una plática
por acá, el Sup, las Comandantas y Comandantes,
las bases de apoyo, nos han ido dejando ver cómo
es que se fundó el Ejercito Zapatista de Liberación
Nacional; cómo se “refundó” y transformó al contacto
con las comunidades indígenas; y, el largo camino
de preparación y aprendizaje que los pueblos y su
ejército recorrieron antes del primero de enero del 94,
cuando se dieron a conocer públicamente más allá de
sus comunidades. Con base en esas historias, sabemos
que lo que conocemos como autogobierno de las
comunidades indígenas no es una invención del EZLN,
sino algo que se venía practicando desde muchos años
antes que los primeros combatientes zapatistas llegaran
a las comunidades. Ejercer el cargo de autoridad sin
recibir una remuneración económica, ejercer dicha
autoridad en beneficio de la comunidad y no como un
fin personal, la remoción de quienes se desvían de este
interés colectivo, el peso de las asambleas en la toma
de decisiones, por nombrar algunos de sus principios y
prácticas, eran ya práctica ancestral en las comunidades.
Lo que cambió cuando las comunidades hicieron suyo
al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y comenzó
a crecer esta organización, incorporándose a ella cada
vez más comunidades y hasta regiones completas, fue
que estas formas del mandar obedeciendo que había
en cada comunidad, se empezaron a adecuar tomando
en cuenta la nueva realidad que estaban construyendo.
14
El SCI Marcos lo explica así: “Es a raíz del crecimiento
desmesurado del EZLN (como ya expliqué,
fue a finales de los años 80), que esta práctica pasa de
lo local a lo regional. Funcionando con responsables
locales (esto es, los encargados de la organización
en cada comunidad), regionales (un grupo de comunidades)
y de zona (un grupo de regiones), el EZLN
vio que, de forma natural, quienes no cumplían con
los trabajos eran suplidos por otro. Aunque aquí,
puesto que se trataba de una organización políticomilitar,
el mando tomaba la decisión final.
“Con esto quiero decir que la estructura militar del
EZLN ‘contaminaba’ de alguna forma una tradición
de democracia y autogobierno. El EZLN era, por así
decirlo, uno de los elementos
‘antidemocráticos’ en una relación
de democracia directa
comunitaria (otro elemento antidemocrático
es la Iglesia, pero
es asunto de otro escrito)” (SCI
Marcos, Chiapas, la treceava
estela. Quinta parte: una historia.
Julio del 2003).
Fue en ese proceso como se
llegó también a la constitución
del Comité Clandestino Revolucionario
Indígena, conformado
por representantes de todas
las zonas y regiones en donde
había comunidades zapatistas
organizadas.
Así, desde antes del 94,
las comunidades indígenas
zapatistas digamos que ya habían empezado a caminar
por otro rumbo que el que teníamos los demás habitantes
de este país. No es sólo que estuvieran construyendo
su organización político-militar, no ya con un grupo
armado de corte guerrillero, sino con un ejército propio,
sino que esa organización mandaba obedeciendo y
gobernaba, ya desde entonces, respetando la tradición
comunitaria de las comunidades, en una extensa
región del estado, de forma paralela —clandestina
por ese entonces— a las autoridades oficiales que se
asentaban en las cabeceras municipales. En ninguna
otra parte del país, posterior a la revolución de 1910,
había sucedido esto. De hecho, alrededor de las
mismas fechas, el calendario del poder marcaba otra
cosa para la mayoría de los campesinos y comunidades
indígenas del país: marcaba la contrarreforma agraria
de Salinas y, con ésta, les decretaba la pena de muerte
por olvido, miseria y despojo. Mientras las centrales y
organizaciones campesinas no pertenecientes al partido
oficial, organizaban algunas movilizaciones que
intentaron infructuosamente frenar la embestida del
Poder, los zapatistas, sin subordinarse al calendario del
Poder, organizaban un movimiento, no por mantener la
propiedad legal de sus tierras, sino por hacerse dueños
de su presente y futuro; y luchar, desde ya, por cambiar
toda la situación económica, política y social.
Fue así que, en 1992 —que es cuando nos cuentan
los zapatistas que se decide comenzar la guerra abierta
contra el mal gobierno—,
tras un largo proceso de
consulta y votación en el que
participaron los niños, mujeres,
hombres, ancianos de todas
las comunidades zapatistas, se
votan las llamadas leyes de la
guerra. Nos dice el SCI Marcos,
en una entrevista de marzo
del 94: “Entonces se discutió
cómo resolver los problemas
de la tierra y los impuestos
de guerra. Ahí se acordó que
los comités que sean gobierno
en un territorio liberado
tendrán que guiarse por esas
normas, sin hacer a un lado
las tradiciones y costumbres
de las comunidades. Entonces,
nosotros llegamos al primero de enero ya con esa
pequeña constitución de las leyes de la guerra,
por un lado, y del respeto o adecuación de los usos
y costumbres de las comunidades. Lo estábamos
ejerciendo desde 1992 de manera subterránea. Por
eso hoy es fácil su aplicación, luego del repliegue de
nuestras unidades militares. Cuando nos cercan, los
comités tienen que asumir, naturalmente, el control
del territorio que ya tenían de por sí”.
Estas leyes son: Ley de impuestos de guerra, Ley de
derechos y obligaciones de los pueblos en lucha, Ley
de derechos y obligaciones de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, Ley Agraria Revolucionaria,
Ley Revolucionaria de Mujeres, Ley de Reforma
15
Urbana, Ley del Trabajo, Ley de Industria y Comercio,
Ley de Seguridad Social, Ley de Justicia.
Y se viene el 1 de enero y el mundo comienza a
conocer a los zapatistas. Quien leyera la Declaración
de la Selva Lacandona, pegada en los muros de las
poblaciones ocupadas por las tropas insurgentes esos
primeros días de enero, o circulando nacional y mundialmente
en periódicos, revistas o por internet, podría
encontrar en ella que la primera orden que aparecía
para las tropas insurgentes era: “Primero. Avanzar
hacia la capital del país venciendo al ejército federal
mexicano, protegiendo en su avance liberador a la
población civil y permitiendo a los pueblos liberados
elegir, libre y democráticamente, a sus propias autoridades
administrativas”. Ya desde aquí, desde el primer
documento “oficial” con el cual los zapatistas se dan a
conocer al mundo, y nos comienzan a mostrar por qué
luchan, vemos que la propuesta zapatista es que se puede
reproducir a nivel nacional lo que ellos llevaban ya
haciendo tiempo antes, pero no sucedía en otras partes:
no imponer una administración civil y mantenerla con
la fuerza sobre la mayoría, sino contribuir a que la gente
pueda elegir, libre y democráticamente, a quienes
deben mandar obedeciendo. Participando así, de una
manera activa y permanente —no cada que al poder
se le ocurre que hay calendario electoral—, en la toma
de decisiones que son fundamentales para la mayoría.
Este objetivo lo volvemos a ver expresado por los
comandantes zapatistas cuando, el 1 de marzo del
94, el CCRI-CG del EZLN da a conocer en rueda de
prensa el pliego de demandas presentado en la mesa
de diálogo de las Jornadas por la paz y la
reconciliación en Chiapas. Ahí, el EZLN
expone al pueblo de México y a los pueblos
del mundo: “El EZLN vino a dialogar con
palabra verdadera. El EZLN vino a decir
su palabra sobre las condiciones que dieron
origen a su guerra justa y a pedir, al
pueblo todo de México, la resolución de
esas condiciones políticas, económicas y
sociales que nos orillaron a empuñar las
armas en defensa de nuestra existencia y
de nuestros derechos”.
Entre las demandas que se exponen,
para el tema que ahora nos ocupa, están las
siguientes:
“Décimo sexto.‑ Como pueblo indígena
que somos, que nos dejen organizarnos y gobernarnos
con autonomía propia, porque ya no queremos ser
sometidos a la voluntad de los poderosos nacionales
y extranjeros.
“Décimo séptimo.‑ Que la justicia sea
administrada por los propios pueblos indígenas,
según sus costumbres y tradiciones, sin intervención
de gobiernos ilegítimos y corruptos”.
Así, los zapatistas demandaban reconocimiento
a lo que de por sí ya venían ejerciendo. Por eso,
cuando pasó el tiempo y se vio que el gobierno no
tenía ninguna intención de cumplir con nada de lo
que se trataba en los diálogos de paz, el movimiento
zapatista de todas formas no necesitaba del permiso
de nadie para seguir con la construcción de sus
principios y objetivos. Mientras el gobierno ganaba
tiempo y preparaba lo que ellos pensarían sería el
golpe final contra los zapatistas, éstos comenzaron
un proceso nuevo para ellos. Durante años se habían
preparado para la guerra contra el olvido y, de repente,
se encontraban con que en esa guerra se había colado
un actor fundamental: la llamada sociedad civil
nacional e internacional. Se había hecho eco del Ya
Basta zapatista y abierto un nuevo camino donde la
palabra tomaba el papel principal. Las comunidades
zapatistas, rodeadas y hostigadas por el ejército
federal, comenzaron a recibir a miles de ciudadanos
dispuestos a construir junto con ellas una paz justa
y digna. Este contacto no había sido previsto en
los planes antes del 94. ¿Podemos imaginar lo que
significó para las comunidades zapatistas?
16
Nadie mejor que el SCI Marcos para contárnoslo:
“Así que hagan un esfuerzo y pónganse en nuestro
lugar: años enteros preparándose para disparar un
arma, y resulta que lo que hay que disparar son palabras.
Se dice así nomás y, ahora que leo lo que acabo
de escribir, parece que fue casi natural, como un silogismo
de ésos que enseñan en la preparatoria. Sin
embargo entonces, créanme, no fue nada fácil. Batallamos
mucho… y seguimos haciéndolo. Pero resulta
que un guerrero no olvida lo que aprende y, como
expliqué antes, nosotros aprendimos a escuchar y a
hablar. Así que en ese entonces la historia, como dijo
no sé quién, cansada de andar se repetía, y estábamos
de nuevo como al principio, es decir, aprendiendo.
“Y aprendimos, por ejemplo, que éramos
diferentes, y que había muchos diferentes a nosotros,
pero también diferentes entre ellos mismos. O sea
que, casi inmediatamente después de las bombas (‘no
eran bombas, sino rockets’, se apresuraron a aclarar
entonces los intelectuales a-nexos que criticaban a la
prensa que hablaba de ‘bombardeos a las comunidades
indígenas’), nos cayó encima una pluralidad que no
pocas veces nos hizo pensar en si no hubiera sido
mejor que, en efecto, nos hubieran hecho pedazos.
“Un combatiente lo definió, en términos muy
zapatistas, en abril de aquel 1994. Llegó a reportarme
de la llegada de una caravana de la sociedad civil. Le
pregunté que cuántos eran (había que acomodarlos
en algún lado) y quiénes (no preguntaba el nombre
de cada uno, sino a que organización o grupo
pertenecían). El insurgente valoró primero la
pregunta y después la respuesta que daría. Eso suele
tardar un rato, así que encendí la pipa. Después de
la valoración, el compañero dijo: ‘Son un chingo
y son un desmadre’. Creo inútil explayarme sobre
el universo cuantitativo que abarca el concepto
científico ‘un chingo’, pero con ‘desmadre’ el
insurgente no representaba una reprobación o una
calificación del estado de ánimo de quienes llegaban,
sino definía la composición del grupo. ‘¿Cómo que
un desmadre?’, le pregunté. ‘Sí’, respondió. ‘Hay
de todo, hay… hay… son un desmadre’, terminó
17
diciendo para insistirme en que no había concepto
científico alguno que definiera mejor la pluralidad
que había entrado por asalto en territorio rebelde.
El asalto se repitió una y otra vez. A veces eran,
en efecto, un chingo. Otras veces eran dos o más
chingos. Pero siempre fue, para usar el neologismo
empleado por el insurgente, ‘un desmadre’.
“Intuimos entonces que, ni modos, teníamos que
aprender, y que ese aprendizaje debía ser para los más
posibles. Así que pensamos en una especie de escuela
donde nosotros fuéramos los alumnos y el ‘desmadre’
el maestro. Para esto ya estábamos en junio de 1994
(o sea que no somos muy rápidos para darnos cuenta
de que tenemos que aprender) y estábamos por hacer
pública la nombrada ‘II Declaración de la Selva
Lacandona’ que llamaba a formar la ‘Convención
Nacional Democrática’ (CND).
“La historia de la CND es materia de otro relato
y ahora sólo la menciono para ubicarlos en tiempo y
espacio. Espacio. Si, ése era una parte del problema de
nuestro aprendizaje. Es decir, necesitábamos un espacio
para aprender a escuchar y a hablar con esa pluralidad
que llamamos ‘sociedad civil’. Acordamos entonces
construir el espacio y nombrarlo ‘Aguascalientes’
puesto que sería la sede de la Convención Nacional
Democrática (rememorando la Convención de las
fuerzas revolucionarias mexicanas en la segunda
década del siglo XX). Pero la idea del ‘Aguascalientes’
iba más allá. Nosotros queríamos un espacio para
el diálogo con la sociedad civil. Y ‘Diálogo’ quiere
decir también aprender a escuchar al otro y aprender
a hablarle” (SCI Marcos, Chiapas, la treceava estela.
Segunda parte: una muerte, julio del 2003).
Corrió pues el año 94 y corrieron los encuentros y
desencuentros dentro de ese aprendizaje del que nos
hablan los zapatistas. Corrieron también los planes del
mal gobierno en su infructuoso camino para acabar
con el movimiento zapatista. Mientras el gobierno, y
su clase política toda, entraban en la crisis de la que ya
no saldrían, y arreglaban con muertes sus diferencias
internas (asesinatos del candidato presidencial del partido
en el poder y de su secretario general, entre otros),
los zapatistas, sin pedir permiso a nadie, seguían con
la construcción de lo que habían empezado años antes.
Es así que el 19 de diciembre del 94 vuelven a darnos
otra sorpresa, de ésas que tanto les gusta cocinar en
silencio: El CCRI-CG del EZLN anuncia:
Primero. El día de hoy, 19 de diciembre de 1994,
cumpliendo las órdenes del comunicado del 6 de diciembre
de 1994 y tomando en cuenta lo señalado en
la Primera declaración de la selva lacandona que
ordenaba a las tropas zapatistas proteger “en su
avance liberador a la población civil. Y permitiendo
a los pueblos liberados elegir, libre y democráticamente,
a sus propias autoridades administrativas”,
se culminó la campaña militar denominada “Paz
con Justicia y Dignidad para los Pueblos Indios”.
Los días 11, 12, 13, y 14 de diciembre de 1994,
tropas zapatistas de las divisiones de infantería 75ª y
25ª, primer cuerpo de ejército del sureste, rompieron
el cerco militar en la selva lacandona. Agrupadas en
cuatro columnas, una de ellas al mando de una oficial
mujer, las unidades zapatistas se infiltraron por entre
las líneas enemigas con el fin de evitar el choque
armado. Durante estos cuatro días, protegidos por el
terreno, el clima y el apoyo de la población, miles de
combatientes lograron cruzar la línea del cerco. El
día 14 de diciembre de 1994, el total de las unidades
asignadas a esta misión se encontraba en la línea exterior
al cerco militar, sin ninguna baja y sin haberse
registrado choque alguno con las fuerzas federales.
Cumplida esta parte, los combatientes zapatistas se
prepararon para la siguiente etapa del operativo militar.
Los días 15, 16, 17 y 18 de diciembre de 1994, en
acciones que llaman “de relámpago” y “de despliegue”,
y como parte de la campaña “Paz con Justicia
y Dignidad para los Pueblos Indios”, con el apoyo
de la población civil local, tomaron posición en los
siguientes municipios del estado de Chiapas.
(…)
Segundo. La acción se llevó a cabo sin choques
con el ejército federal mexicano, en estricto apego al
cese al fuego que se mantiene respecto a esas tropas.
Tercero. Las poblaciones civiles de estos municipios
se dieron a nombrar nuevas autoridades y a
declarar nuevos municipios y territorios rebeldes.
(…)
Cuarto.- Las leyes que deben cumplir y hacer
cumplir los nuevos municipios rebeldes en su mandar
obedeciendo son:
-“La Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos de 1917”.
-“Las leyes revolucionarias zapatistas de 1993”.
-“Las leyes locales del comité municipal” que la
voluntad popular de la población civil determine…”
18
Fue entonces que se dieron a conocer los MAREZ
(Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas).
Sucedió después lo que ya todos sabemos: el mal
gobierno traicionó su palabra y el proceso de paz,
y atacó militarmente a las comunidades zapatistas.
De nueva cuenta, la movilización nacional e
internacional, así como la determinación zapatista
de no rendirse y mantener su palabra de no realizar
operaciones militares ofensivas, obligaron a que el
gobierno se tuviera que sentar de nueva cuenta a
entablar un proceso público de diálogo, mismo que,
ahora también todos lo sabemos, no pensaba nunca
cumplir. Pero esa es otra historia dentro de la que
estamos contando ahora. Lo importante es entender
que, pese a todas las agresiones que desde entonces
no ha dejado de instrumentar el mal gobierno, sea
con el cerco militar, con las bandas de paramilitares,
las políticas de contrainsurgencia, las campañas de
calumnias y mentiras, la voluntaria amnesia de la
clase política, las triquiñuelas y traiciones de los
3 poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), pese a
que la guerra contra las comunidades no ha parado
pues, tampoco se ha detenido el caminar de éstas
por contribuir a construir un mundo donde quepan
muchos mundos.
Cuando la clase política traiciona su palabra empeñada
en los acuerdos de San Andrés y decreta una ley
indígena que pretende mantener el colonialismo interno
de más de 500 años, mientras el calendario del Poder
mandaba así la señal de que la clase política sigue
con el control del Estado y quien quisiera un lugar en la
Nación tiene que subordinarse a jugar con las reglas y
tiempos que el Poder establece, los zapatistas vuelven
a hacer lo que tan bien saben y nos han tratado de enseñar
una y otra vez: un movimiento político que aspire
a algo más que a las limosnas y las sobras que caigan
de la mesa de los poderosos y sus sirvientes, y construya
su propio calendario. A la par que los zapatistas
siguieron lanzando iniciativas políticas y pacíficas, escuchando
y aprendiendo de la sociedad civil nacional e
internacional, avanzaron también en demostrar que no
había más fecha que la que ellos mismos fueran construyendo
para hacer realidad algunos de los objetivos
que dieron rumbo y modo a su movimiento. A la par
que luchan por contribuir en la transformación de la
realidad nacional, para lo cual es necesario luchar contra
el sistema capitalista que nos mantiene en la miseria
y la opresión, las comunidades demostraron que la
resistencia era, sobre todo, construir desde ya el nuevo
mundo por el que estaban luchando, ahí donde vivían.
19
Por eso, desde el 2003, el SCI Marcos escribía:
“Hoy, el ejercicio de la autonomía indígena es una
realidad en tierras zapatistas, y tenemos el orgullo
de decir que ha sido conducido por las propias
comunidades. En este proceso el EZLN se ha
dedicado únicamente a acompañar, y a intervenir
cuando hay conflictos o desviaciones. Por eso
es que la vocería del EZLN no coincidía con la
de los municipios autónomos. Éstos expresaban
directamente denuncias, solicitudes, aclaraciones,
acuerdos, hermanamientos (no son pocos los
municipios autónomos rebeldes zapatistas que
sostienen relaciones con municipios de otros países,
principalmente de Italia). Si ahora los autónomos
han pedido que el EZLN cumpla funciones de
portavoz es porque han entrado en una etapa superior
de organización y, generalizada ésta, no corresponde
a un solo municipio, o a varios, el darlo a conocer.
Por eso el acuerdo fue que el EZLN diera a conocer
esto que ahora cambia” (Chiapas, la treceava estela.
Quinta parte: una historia, julio del 2003).
Y eso que estaba cambiando era un paso
cualitativo, tanto en la historia de la relación
de las comunidades con el mundo como en el
proceso de construcción interno que las propias
comunidades habían emprendido en relación con
la autonomía. Por entonces ya estaba totalmente
claro que del Estado mexicano y su clase política
no se podía esperar nada. Habían traicionado la
firma de los Acuerdos de San
Andrés, se mantenía, y mantiene,
el cerco militar y la guerra contra
las comunidades, y en todo el
país se entregaban cada vez más
descaradamente a cumplir con
los intereses del capital, que
vive del trabajo de la mayoría y
se beneficia de los recursos que,
debiendo ser de todos, nos han
sido despojados, y del cual la
clase política es fiel criado.
Así, mientras la clase política
nos vendía, una vez más, el cuento
de que basta con cambiar los personajes
que ocupan los cargos públicos
para que las cosas cambien y
la mayoría deje de estar explotada,
sometida y despojada de todo lo que le corresponde
para tener una vida justa y digna, en territorio zapatista
se daban los pasos necesarios para cumplir con
lo siguiente, y perdonen la extensión de la cita
pero no tiene caso reescribir lo que los zapatistas
tan bien nos explican:
Para tratar de contrarrestar el desequilibrio en
el desarrollo de los municipios autónomos y de las
comunidades.
Para mediar en los conflictos que pudieran
presentarse entre municipios autónomos, y
entre municipios autónomos y municipios
gubernamentales.
Para atender las denuncias contra los Consejos
Autónomos por violaciones a los derechos
humanos, protestas e inconformidades, investigar
su veracidad, ordenar a los Consejos Autónomos
Rebeldes Zapatistas la corrección de estos errores,
y para vigilar su cumplimiento.
Para vigilar la realización de proyectos
y tareas comunitarias en los Municipios
Autónomos Rebeldes Zapatistas, cuidando que
se cumplan los tiempos y formas acordados por
las comunidades; y para promover el apoyo
a proyectos comunitarios en los Municipios
Autónomos Rebeldes Zapatistas.
Para vigilar el cumplimiento de las leyes que, de
común acuerdo con las comunidades, funcionen en
los Municipios Rebeldes Zapatistas.
20
Para atender y guiar a la sociedad civil
nacional e internacional para visitar comunidades,
llevar adelante proyectos productivos, instalar
campamentos de paz, realizar investigaciones (ojo:
que dejen beneficio a las comunidades), y cualquier
actividad permitida en comunidades rebeldes.
Para, de común acuerdo con el CCRI-CG
del EZLN, promover y aprobar la participación
de compañeros y compañeras de los Municipios
Autónomos Rebeldes Zapatistas en actividades o
eventos fuera de las comunidades rebeldes; y para
elegir y preparar a esos compañeros y compañeras.
En suma, para cuidar que en territorio rebelde
zapatista el que mande, mande obedeciendo, se
constituirán, el 9 de agosto del 2003, las llamadas
“Juntas de Buen Gobierno”.
Sus sedes estarán en los “Caracoles”, habrá una
junta por cada zona rebelde y estará formada por 1 ó
2 delegados de cada uno de los Consejos Autónomos
de dicha zona.
Siguen siendo funciones exclusivas de gobierno
de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas: la
impartición de justicia; la salud comunitaria; la educación;
la vivienda; la tierra; el trabajo; la alimentación;
el comercio; la información y la cultura; el
tránsito local.
El Comité Clandestino Revolucionario Indígena
en cada zona vigilará el funcionamiento de
las Juntas de Buen Gobierno para evitar actos
de corrupción, intolerancia, arbitrariedades,
injusticia y desviación del principio zapatista de
“Mandar Obedeciendo”.
Cada Junta de Buen Gobierno tiene un su nombre,
elegido por los Consejos Autónomos respectivos:
La Junta de Buen Gobierno Selva Fronteriza
(Que abarca desde Marqués de Comillas, la región
de Montes Azules, y todos los municipios fronterizos
con Guatemala hasta Tapachula), se llama “HACIA
LA ESPERANZA” (…).
La Junta de Buen Gobierno Tzots Choj
(que abarca parte de los territorios donde se
encuentran los municipios gubernamentales de
Ocosingo, Altamirano, Chanal, Oxchuc, Huixtán,
Chilón, Teopisca, Amatenango del Valle), se
llama “CORAZÓN DEL ARCOIRIS DE LA
ESPERANZA” (en lengua; “Yot’an te xojobil
yu’un te smaliyel”) (…).
La Junta de Buen Gobierno Selva Tzeltal (que
abarca parte de los territorios donde se encuentra
el municipio gubernamental de Ocosingo), se llama
“EL CAMINO DEL FUTURO” (en lengua: “Te
s’belal lixambael”) (…).
La Junta de Buen Gobierno Zona Norte de
Chiapas (que abarca parte de los territorios en donde
se encuentran los municipios gubernamentales del
norte de Chiapas, desde Palenque hasta Amatán), se
llama “NUEVA SEMILLA QUE VA A PRODUCIR”
(en tzeltal “yach’il ts’ unibil te yax bat’p´oluc”; y en
chol: “Tsi Jiba Pakabal Micajel Polel”) (…).
La Junta de Buen Gobierno Altos de Chiapas (que
abarca parte de los territorios donde se encuentran los
municipios gubernamentales de los Altos de Chiapas y
se extiende hasta Chiapa de Corzo, Tuxtla Gutiérrez,
Berriozábal Ocozocuautla y Cintalapa”), se llama
“CORAZÓN CÉNTRICO DE LOS ZAPATISTAS
DELANTE DEL MUNDO” (en lengua: “Ta olol yoon
zapatista tas tuk’il sat yelob sjunul balumil”)(…).
(SCI Marcos, Chiapas, la treceava estela.
Sexta parte: un buen gobierno, julio del 2003)
Ahora, en agosto del 2003, el calendario de abajo y a
la izquierda nos permite celebrar una conmemoración
más: la de la creación de las Juntas de Buen Gobierno
y del primer Aguascalientes. Y en este artículo no
hablamos de la conmemoración que también tenemos
de las primeras reuniones preparatorias, en territorio
zapatista, de lo que sería la Primera Plenaria de La Otra
Campaña, que también fueron en agosto, pero del 2005.
Estas celebraciones son posibles gracias a la
tenacidad de un movimiento que tiene más de dos
décadas demostrando en los hechos que se puede ir
transformando la realidad, con mucho sacrificio sí, pero
también con mucha esperanza de que ya nadie nos para.
Ahora que el calendario de arriba vuelve a hablar
de elecciones, el zapatismo construye un calendario
desde abajo y a la izquierda, y con su resistencia y
rebeldía nos muestra, una vez más, que en dicho calendario
todos tenemos un lugar importante. Por eso
sentimos tanto gusto cuando celebramos un aniversario.
Pero más gusto sentiremos cuando hagamos esa
construcción realmente nuestra. ¿Cómo? Sencillo:
escuchando a los nuestros de abajo y a la izquierda,
aprendiendo de ellos, construyendo a su lado. Ahora,
aquí, en todos lados donde estemos.


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