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Diferencias y semejanzas entre chilenos y mapuche

24.10.10

Diferencias y semejanzas entre chilenos y mapuche

Ser chileno es no ser nada, apenas ciudadano obligado de un estado. Perfectamente podría haber sido argentino y seguiría siendo el mismo. Por eso yo no soy chileno, sino que “estoy” chileno, ya que nací aquí, mis padres me inscribieron en el registro y mis datos forman parte de una ficha de seguridad nacional donde llegan automáticamente las informaciones de mis visitas al consultorio médico, las veces que saco nuevamente un papel en cualquier ministerio, los mails que envío por internet, mis notas de la escuela, las compras que hago con tarjeta, cada vez que cobro la pensión, llamo o me llaman por teléfono o me alojo en un hotel cuando viajo por el país. Algunos lo llaman libertad, en una divertida alegoría de esa palabra que significa que puedo hacer mi voluntad, o sea, expresar mi poder-hacer, lo que en realidad no puedo, por estar subordinado al poder-sobre, como Carrey en el Truman Show. Intenté rebelarme junto a otros, pagué un año de prisión y torturas, 20 años de exilio y la pérdida casi total de la audición, así como varios huesos aún en mal estado que me obligan a andar siempre con diclofenaco a cuestas. Y si piensan que por eso hay que rendirse, conformarse o adaptarse a las circunstancias, tal vez tienen razón, ya que mucha gente lo ha hecho y alguna verdad debe haber ahí, pero aún nadie ha podido convencerme de que hemos dejado la dictadura atrás y que es posible vivir en democracia. Cuando vea asambleas deliberando y tomando decisiones saliendo con sus cuerpos a cumplirlas, ahí recién comenzaré a recuperar la confianza en que podemos hacer algo, cambiar alguna cosa. Mientras tanto dedico esfuerzos para que la gente pueda ver las cosas sin vendas en los ojos, es decir que puedan mirar directamente, sin requerir mantener cómodamente la venda en su lugar para depender del discurso esclarecedor del que ha descubierto la verdad y la pasa palabra a palabra a otros oidos.

Ser mapuche es provenir de una cultura ancestral en la que miles de sus miembros han sido sometidos y adecuados a la cultura dominante establecida por la república de Chile, un artilugio de construcción de poder político orientado por la visión liberal franco-inglesa y militar alemana, pero que tienen (los mapuche, no los francos, ingleses ni alemanes) una cosmovisión desarrollada desde hace miles de años atrás que les hace entender que son parte integrante de la naturaleza, pero a condición de vivir en comunidad, en lof, en medio del llamado Buen Vivir originario, esto es, en armonía entre las personas y de ellas con la naturaleza.

Se percibe la diferencia?
El niño o niña mapuche puede compartir las actividades con los adultos y aprender conocimientos ancestrales. El niño o niña chilenos es retirado del calor humano del hábitat donde vive, en que ha jugado en las calles de tierra (o de cemento, ajj!) con los hijos de los vecinos para ser encerrado en salas donde aprenderá asuntos que no guardan relación con la vida, pero se les insiste en que tragando aquello podrán ascender en la vida mientras la TV y los juegos Nintendo y similares les enseñan como ganar matando cientos de enemigos en un terreno donde existen los “inferiores” o “malos” que deben ser aplastados como cucarachas. Vaya linda educación. Y después nos quejamos de que hayan violadores o asesinos sueltos por las calles y ladrones en todos altos funcionarios de los ministerios. El grande roba y oprime al chico, al que no le queda más remedio que robar y engañar a sus pares, quedando más enemigos aún después de que ha intervenido la policía y los jueces para que devuelva el objeto sustraido al vecino. El truco de tener a alguien por fuera que compone los conflictos, es una de las principales obras de prestidigitación del sistema, que evita que sean los mismos ciudadanos que se las arreglen entre ellos, ya que vendría el caos y demás. Obviamente, sería el caos para la disciplina de los corderos de dios que caminan con la cabeza gacha llenos de mansedumbre o con la cabeza alta del orgullo de tener un par de pesos vistiéndose con los modelos de la Bolocco. Creen que alcanzan el nivel de los dioses porque compran la crema aquella que elimina las arrugas, pero en realidad es el hecho de aparecer ante los demás “adquiriendo” el producto. La actitud del becerro idiota que se alimenta su propio ego por la necesidad angustiosa de llenar con la autoadulación o con la caricia onanista el vacío en que ha sido puesto. Mirar en menos o despreciar o pelar a los demás es un mecanismo sicológico para insuflar de aire el propio ego desinflado, ya que vivir como cordero imbécil tarde o temprando tiene que dar vergüenza.

El mapuche sólo asiste a los tribunales si está muy separado de su tradición o si lo agarran preso por terrorista, el invento que encontraron para asustar más a los corderos hipnotizados que se tragan cualquiera caca que les sirve el sistema en el plato. Los mapuche tienen sus propios modos de dirimir los conflictos. Si uno roba a un miembro de otra comunidad, el logko de la víctima envía un emisario al logko del acusado, quien invita a la otra comunidad a tratar el asunto. Llegan todos los 60 o 200 miembros de la otra comunidad, ya que cada lof está formado por decenas o cientos de familias, y mientras juegan palín -independientemente de quien gane o pierda- los dos logkos se sientan a dialogar en el que se puede llamar “juicio mapuche”, teniendo por ejemplo el dueño de casa al acusado a su derecha y el acusador a la víctima a su izquierda, quedando los logkos cara a cara y los dos actores directos también frente a frente. El logko acusador dice sin dirigirse al acusado que hay testigos del hecho, el logko anfitrión solicita esclarecimientos y una vez demostrado se pide compensación, de modo que el logko de la víctima le pregunta de qué modo quedaría satisfecho, le comunica la respuesta al otro logko, que a su vez traslada la exigencia al acusado, quien ha escuchado todo, pero sólo dirige la palabra a su logko para asegurar el conducto regular de las autoridades tradicionales. Si el acusado reconoce su acción y acepta la compensación, se llega a los detalles, por ejemplo cuando y como se hará la entrega de dicha compensación. Finalmente el logko dueño de casa sostiene que “ya que se ha restablecido el equilibrio, ahora vamos todos a compartir un asado”, y manda matar un animal. El resto deja el juego y los miembros de ambas comunidades se entrecruzan charlando y comiendo, pues se ha “restablecido el equilibrio”. Extraordinario.

Si en cada barrio de las ciudades los vecinos pudieran dirimir los conflictos comiendo asado, sería tal vez más parecida la cultura chilena y la cultura mapuche, sin embargo no tenemos costumbre. Al retirarnos a la fuerza a temprana edad del hábitat, ya que nadie nos pide la opinión con el pretexto de que no la tenemos formada (Oh! bello ejemplar de retórica demagógica, sabiendo los muy hipócritas que nos van a formar la opinión acorde con la prisión a la que nos envían, educándonos como perro que se persigue la cola) y lanzarnos a esas salas que cuentan con patios pelados y muros altos y lisos como un cuartel, una cárcel o un manicomio. La similitud no es como en las películas meramente casual, sino claramente intencional. Haga el ejercicio de encontrar diferencias y semejanzas entre esas cuatro instituciones, entreténgase un rato con lápiz y papel y llegue al resultado que llegue, algo habrá avanzado en su “conocimiento” sobre aquellas paredes lisas, frías, áridas, donde sólo es posible pintar murales políticos o que Cristo es el camino, o sea, ideología. La ideología en los muros de las prisiones es la más espantosa utilización de la propaganda subliminal, pues imita a las religiones que venden la ilusión del futuro en el cielo encajando esa meta dentro de los parámetros de la esclavitud. Si al niño se le mete en la prisión para que vea que la salida es una ideología, muy bien andamos.

Las corrientes progresistas que hacen eso, como en algunos colegios que conozco, en especial los que tienen una buena parte que han sido exiliados entre los apoderados, están comenzando a entrar en crisis existencial, ya que entre los jóvenes estudiantes circula fuertemente el cuestionamiento a la metodología tradicional de enseñanza, aunque sea hecha por “los buenos”.

Los mapuche no necesitan que nadie les haga discursos, más bien que se retiren los partidos y las iglesias, ya que cuentan con la cosmovisión, las tradiciones, la relación directa con la naturaleza y las autoridades tradicionales, es decir, no requieren ir a la escuela para aprender como es la vida. Suena bastante absurdo, ya que su cultura no es expresada por los libros ni los programas educativos, por más que lo intenten para “integrarlos”, siendo mejor que los dejen armar sus propios métodos y contenidos de aprendizaje. Pero ello sería dejar de introducirlos dentro del saco donde el Coco ha metido a los demás niños. Y si un niño no se mete al colegio va a tener una mente y un cuerpo más libre que el resto, por eso hagamos muchas escuelas para mapuche, pero que el director siga siendo nombrado por el alcalde o el dueño del fundo.

Podemos apreciar entonces que las diferencias son muchas y que en todas ellas los mapuche van uno o varios pasos adelante mostrándonos modos de hacer las cosas de los que tenemos mucho para aprender.

Por ejemplo en las formas de organización. El partido se organiza sobre la base de la intelectualidad, es decir las afinidades de conceptos, el acuerdo y aceptación de determinados modos de mirar el mundo donde no entran los que miran de otra manera. El sindicato reune a los que tienen un mismo patrón y necesidad salarial, formas de unión que son bastante reducidas y reduccionistas, ya que hoy día se hace sumamente difícil conseguir el desarrollo de un sindicalismo activo y militante como se hacía antes. Lo mismo sucede con las asociaciones estudiantiles, de la vivienda y otras.

Junto a los partidos, centros de estudiantes, organizaciones reivindicativas y sindicatos, han crecido notablemente dos sectores de autoorganización muy importantes que pueden abrir más las formas de interacción con la naturaleza y entre las personas de manera más profunda y directa, que son por una parte los ecologistas, defensa del medio ambiente, energía alternativa, lucha contra los transgénicos, alimentación natural y economía alternativa. En la misma medida que consigan organizar en las localidades a los interesados, preocupados y afectados, podrá avanzar la conciencia del papel negativo de las empresas depredadoras y la movilización en la defensa del hábitat, la tierra, el aire, el agua y la economía comunitaria, esta última basada en la autogestión e intercambios, sea a título de truque, sea a bajos precios por la relación directa entre productores y consumidores. Ello junto a la lucha sindical, estudiantil, reivindicativa y de los partidos, podrá hacer avanzar la unidad de los oprimidos e injusticiados en la defensa y materialización de sus derechos, reconocidos o no por el estado. Es bueno que los partidos aprendan a aprender junto a las luchas sociales y puedan ir discutiendo y modificando sus paradigmas, sus estrategias y formas de lucha en acuerdo con las experiencias concretas de organización, dinámicas, movilizaciones y resultados de la acción social, ciudadana y comunitaria. El Partido Igualdad, por ejemplo, es una buena demostración, ya que nace de la lucha de pobladores y se retroalimenta con ellos. Se puede aprender mucho de esa experiencia desde otras miradas y dinámicas.

El otro sector que ha tenido avances notables en los últimos años, así como una verdadera explosión en Argentina donde dejó muchas lecciones, pero que se extiende por todas partes, es el de los vecinos, cuya unidad básica es el territorio, es decir, el barrio y el municipio, no el país ni la macro región ni la categoría social, ya que existen particularidades muy importantes y diferenciadoras entre los barrios y las localidades. El desarrollo de la autoconciencia de identidad barrial y local es un requisito básico para entender y respetar a los otros barrios y localidades, con lo cual es posible en conjunto producir en una segunda fase miradas de carácter mayor o macro, como se le dice. Entre los vecinos tenemos diversos actores y factores como las mujeres, la juventud, los cesantes, los niños, los maestros locales, la cultura barrial, las posibilidades de autoorganización para satisfacción de necesidades inmediatas, etc. El desarrollo y consolidación de las relaciones y actividades entre vecinos del barrio, en la medida que adquieran carácter sostenido de continuidad, diversidad, constancia y cotidianeidad, puede llevar al nacimiento de las bases de la vida comunitaria urbana, con lo que estaremos aprendiendo de los mapuche y asemejándonos algo más.

Nuestras raíces son comunitarias, no provenimos de Adán y Eva, sino de la horda, de modo que en el instinto y la esencia del ser humano, somos semejantes a los mapuche. Todas esas y otras semejanzas y diferencias son justamente las que permitirán que la alianza entre sindicatos, partidos, centros estudiantiles, luchas reivindicativas, ecologistas, comunidades mapuche y otras comunidades originarias y vecinos no sólo podamos juntos luchar por los derechos conculcados, sino tal vez construir progresivamente, según el desarrollo concreto de los hechos y las actividades, otro tipo de vivir, ser y estar en el mundo. Vamos probando como decía el poeta que no hay camino, sino que hagamos camino al andar. Juntando caminantes y andando juntos abrimos brecha retirando maleza.

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto
Profesor J
profesor_j@yahoo.com
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