Autor: “Félix Guattari”

Comunismo de la inmanencia

Toni Negri. – Quisiera comenzar por una pregunta que también le he planteado recientemente a Gilles Deleuze a propósito de Mil mesetas. En este libro, uno de los grandes ensayos filosóficos del siglo, he creído percibir una nota trágica


Autogestión y narcisismo (r)

No hay una “filosofía general” de la autogestión que la haga aplicable en todas partes y en toda situación, en particular en las que se refieren al establecimiento de un doble poder, de la instauración de un control democrático revolucionario, de una perspectiva de poder obrero, de la aplicación de sistemas de coordinación y regulación entre los diversos sectores de lucha. Si no se efectúa a tiempo un esclarecimiento del alcance y los límites de la autogestión, esta “consigna” viciará su contenido con concepciones reformistas y será rechazada por los trabajadores en provecho tal vez de otras formulaciones de tipo “centralista democrático”, que rápidamente serán tomadas por la dogmática del movimiento comunista.


En la actualidad, la deficiencia fundamental es la de las prácticas

La siguiente entrevista fue realizada por Guy Benloubu y publicada originalmente como «L’imagination au pouvoir», en Lien social, núm. 181, 17 de septiembre de 1992. Se trata probablemente de la última entrevista que Guattari dio antes de su muerte.


Para acabar con la masacre del cuerpo (rr)

El orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual y afectiva a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento… Sin descansar, continúa su sucia tarea de castración, aplastamiento, tortura y cuadriculado del cuerpo para inscribir sus leyes en nuestras carnes, para clavar en el inconsciente sus aparatos de reproducción de la esclavitud.


Microfísica de los poderes y micropolítica de los deseos

Después de haber tenido el privilegio de ver a Michel Foucault retomar una propuesta que yo había lanzado de forma un tanto provocadora, decretando que los conceptos eran, al fin y al cabo, sólo herramientas y las teorías el equivalente a las cajas que los contenían —su potencia apenas podría superar los servicios que prestaban en campos delimitados—, no les sorprenderá verme hoy hurgando en la parafernalia conceptual que nos legó para tomar prestados algunos de sus instrumentos y, si es necesario, desviar su uso a mi gusto.


Autogestión y narcisismo

La aplicación de la autogestión en una empresa implica el control efectivo de la producción y de los programas: de inversiones, de organización del trabajo, de relaciones comerciales, etc. En consecuencia, una comunidad de trabajadores que “optara por una autogestión” en una fábrica tendría que resolver numerosos problemas con el exterior. Lo que sería perdurable y viable sólo si este exterior estuviera también organizado como autogestión.


Mayo de ‘68 nunca ocurrió

Mayo del 68 pertenece al orden de los acontecimientos puros, libres de toda causalidad normal o normativa. Su historia es “una sucesión de inestabilidades y de fluctuaciones amplificadas”. Hubo mucha agitación, gesticulación, palabras, bobadas, ilusiones en el 68, pero esto no es lo que cuenta. Lo que cuenta es que fue un fenómeno de videncia, como si una sociedad viese de repente lo que tenía de intolerable y viese al mismo tiempo la posibilidad de algo distinto. Es un fenómeno colectivo del tipo “Lo posible, que me ahogo…”. Lo posible no preexiste al acontecimiento sino que es creado por él. Es cuestión de vida. El acontecimiento crea una nueva existencia, produce una nueva subjetividad (nuevas relaciones con el cuerpo, con el tiempo, con la sexualidad, con el medio, con la cultura, con el trabajo…).


Para acabar con la masacre del cuerpo (r)

Cualesquiera que sean las pseudotolerancias de que haga alarde, el orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual y afectiva a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento…
Sin descansar, continúa su sucia tarea de castración, aplastamiento, tortura y cuadriculado del cuerpo para inscribir sus leyes en nuestras carnes, para clavar en el inconsciente sus aparatos de reproducción de la esclavitud.


De lo posmoderno a lo posmedia

Una cierta concepción del progreso y de la modernidad se halla en bancarrota, poniendo en peligro con su caída la confianza colectiva en la idea misma de la práctica social emancipatoria.
La izquierda comunista se hunde irremediablemente en la esclerosis y el dogmatismo, mientras que los partidos socialistas, ansiosos de presentarse como socios tecnocráticos confiables, han renunciado a todo cuestionamiento progresista de las estructuras existentes. No hay que sorprenderse, después de esto, si las ideologías que pretendían, hace mucho tiempo, servir de guía para reconstruir la sociedad sobre bases menos injustas, menos desiguales, han perdido su credibilidad.


El capitalismo es un humanismo

La máquina del capital regula la intrusión maquínica. A su manera, la humaniza. La crueldad del comerciante no es la del guerrero.


Para acabar con la masacre del cuerpo

Cualesquiera que sean las pseudotolerancias de que haga alarde, el orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual y afectiva a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento…


Las tres ecologías

EL PLANETA TIERRA vive un período de intensas transformaciones técnico-científicas como contrapartida de las cuales se han engendrado fenómenos de desequilibrio ecológico que amenazan, a corto plazo, si no se le pone remedio, la implantación de la vida sobre su superficie. Paralelamente a estas conmociones, los modos de vida humanos, individuales y colectivos, evolucionan en el sentido de un progresivo deterioro. Las redes de parentesco tienden a reducirse al mínimo, la vida doméstica está gangrenada por el consumo «mass-mediático», la vida conyugal y familiar se encuentra a menudo «osificada» por una especie de estandarización de los comportamientos, las relaciones de vecindad quedan generalmente reducidas a su más pobre expresión… La relación de la subjetividad con su exterioridad ya sea social, animal, vegetal, cósmica se ve así comprometida en una especie de movimiento general de implosión y de infantilización regresiva. La alteridad tiende a perder toda aspereza. El turismo, por ejemplo, se resume con frecuencia a un viaje in situ en el seno de las mismas redundancias de imágenes y de comportamiento.
Las formaciones políticas y las instancias ejecutivas se muestran totalmente incapaces de aprehender esta problemática en el conjunto de sus implicaciones.