Autor: “María Landi”

Palestina: Sobre elecciones, anexiones y formas de resistencia

Este mes de mayo, dos temas sobre Israel/Palestina se han abierto paso a través del omnipresente tema del coronavirus en los medios de comunicación: la formación en Israel de otro gobierno encabezado por Netanyahu (que por fin logró hacerse de la mayoría que necesitaba, después de tres elecciones en un año) y el anuncio oficial del flamante gobierno de que procederá a anexar formalmente partes del territorio de Cisjordania.


El irresistible encanto del sionismo

El régimen de Israel está usando como un arma la definición de antisemitismo. Diferencia entre antisemitismo y antisionismo


Palestina, las cosas por su nombre: El eterno chantaje. Usos y abusos del Holocausto y el antisemitismo

«Nos guste o no, el pueblo palestino es parte del relato post-Holocausto. Su historia moderna y su situación actual no pueden separarse de lo ocurrido en los campos de concentración y exterminio nazis. Ellas y ellos también son víctimas de una catastrófica serie de sucesos ocurridos en Europa en el siglo XX. Trágicamente, su sufrimiento lleva más de 70 años y aún no ha concluido. (…) El Holocausto sucedió y nunca debemos olvidarlo; pero también la Nakba, y tampoco debemos olvidarla.»


Palestina: Elecciones en el único Apartheid de Medio

El 17 de septiembre se celebraron nuevamente elecciones en Israel para elegir un nuevo Parlamento (Knesset), de cuyas mayorías surge el nuevo Primer Ministro y su Ejecutivo. Esta elección fue consecuencia de que en las celebradas en abril pasado ningún partido logró la mayoría necesaria ni los acuerdos con otros sectores para poder formar gobierno.


Palestina: las demoliciones como instrumento de la limpieza étnica

Quien conoce la cultura palestina sabe que, para un padre de familia, construir su casa es mucho más que asegurarse un techo: es como inaugurar una dinastía, ya que en esa vivienda de varias plantas -generalmente levantada por sus propias manos y con ayuda familiar y solidaria- vivirán sus hijos e hijas, yernos y nueras, nietos y nietas. Para las mujeres, la casa es su habitat, el centro de su vida, el nido donde crían a sus hijas e hijos y cuidan a sus mayores cuando llega la vejez, el refugio donde resguardan el afecto y los vínculos familiares ante la hostilidad del mundo exterior. Cuando la casa es destruida, la crisis no es solo económica: con ella se derrumban el futuro, los sueños, la posibilidad de proyectarse, los pilares mismos que sostienen unida a una familia; y sus impactos afectan a toda una comunidad, que se mira en el espejo de la tragedia.


Palestina no está en venta

Estos días asistimos a otra iniciativa de los poderes occidentales –la última de una larga lista en un siglo− para imponer sus intereses estratégicos en Oriente Medio y presionar al pueblo palestino para que claudique. La propuesta para que renuncie a su legítima lucha por la autodeterminación y normalice la dominación israelí a cambio de vanas promesas envueltas en dinero viene siendo anunciada pomposamente como el “Acuerdo del siglo” y presentada por Jared Kushner, un ricohombre de negocios judío-sionista cuyo mérito consiste en ser yerno (y ‘asesor’) de Donald Trump.


Palestina, las cosas por su nombre: Están envalentonados (pero cada vez más solos)

Una vez más, los aniversarios emblemáticos[1] se vuelven un boomerang para la causa palestina. El último tramo de 2017 se cierra con la indignación internacional derivada de la decisión del gobierno de Donald Trump de trasladar su embajada a Jerusalén, burlándose así del Derecho Internacional y dando la espalda a todas las resoluciones que desde hace exactamente 70 años la ONU ha emitido respecto al carácter abierto e internacional que debe tener esa ciudad santa para las tres religiones monoteístas.


Palestina: A 30 años de la Intifada de las piedras

El levantamiento fue fundamentalmente una insurrección civil[4]. La resistencia se organizaba en las ciudades, pueblos, aldeas y campos de refugiados a través de comités populares que garantizaban la subsistencia de la población, así como las tareas educativas y de salud durante los bloqueos y toques de queda.
La Intifada generó un sentimiento de empoderamiento colectivo, así como una subversión de las convenciones sociales. Por ejemplo, las mujeres salieron del espacio doméstico y asumieron nuevos roles productivos y políticos, organizándose en los comités locales para asegurar la efectividad de las tareas de boicot y subsistencia a nivel comunitario.


Palestina, las cosas por su nombre. ¿Dejaremos morir a Gaza?

Créanme que el bloqueo impuesto a Cuba es un picnic comparado con el inhumano cerco impuesto a Gaza por un enemigo poderoso que no está a pocas millas de mar, sino metido hasta en tu hogar, decidiendo si puedes vivir y con quién, de quién puedes enamorarte o no.
Israel es sin duda el principal responsable de la actual crisis, pero no es el único. La población de Gaza está siendo rehén de la eterna disputa política entre los rivales Fatah (que controla la ANP, asentada en Cisjordania) y Hamas, que controla Gaza. Una disputa que ciertamente Israel se ha encargado de aceitar por todos los medios posibles.