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Inmersión, pandemia y cambio. Capítulo III ¿y final?: Metáforas con citas a pié de página

Universidad Libre. Mario Solís, Jaime Yovanovic y otros :: 18.05.20

Conéctate al paisaje, ¡te pertenece!; rasga, desgaja, rasguña esa identidad mestiza de identidades juntas; reencarna lo que tienes en las manos, en tus arcos autóctonos; explica lo concreto y profundo de los antiguos pedernales, el jade jala, enjuícialo con cariño; critica todo, crepita con lo catártico del suelo, encierra tus huesos occipitales en la arqueología del nosotros, escucha a los caminos rurales en la sangre vivida, chamusca al agua y sé tú mismo, con la madre tierra, al otro lado de las ansiedades, ¡éxito o desastre!, vida o muerte, todo junto, convive, arriba, abajo y al fondo; basta de militares, religiones, políticos y ricos.

III

METÁFORAS

CON CITAS A PIÉ DE PÁGINA

 Referencia sin límites, puntos suspensivos, tres puntos, es lo sustentable; lo cierto y concreto, es el grito en la calle, con la consigna cumplida, consecuencia consecuente, lo demás esguince adolorido en el oído, en la garganta, en las manos; esguince; tres puntos suspensivos, en el aire, abren traen tu sombra nueva, para compartirla; la cargas sobre tu espalda; puntos suspensivos en suspenso son extensiones o dudas que hacen que la semilla se enrosque subterránea en lado más amargo de la piedra; busca agua con angustia, lo mismo que ternura, al interior de todo un suspiro, también en suspensivos, atorado por el silencio, es ¡amor a gritos, dentro!; es combate cuerpo a cuerpo con las ansiedades del consumismo, ¡fuera!, venta, ¡fuera!; no es el afán de la vida, antes de aprender a comprar, ya te han vendido viejo Fausto, sin nada a cambio. Tu alma… es la usura global y permanente de la muerte. Puntos suspensivos.

¡Arranca ya!, que las sombras son reflejos; abre los dos ojos, como cualquier primer día, como cualquier animal, el momento de nacer; aprieta los dientes para sentir que la vida ríe o llora, ¡es momento preciso!, delira si puedes o resucita; que se acabe el miedo, tienes derechos, dignidad, amor, alegrías y libertad.

El siglo que expira, extirpa los aullidos de la noche, ¡los derechos son humanos y para todos! Naciste a tientas, eres ancestral; has recorrido la vida durante mucho tiempo, miles y miles de años en minutos diminutos, casi segundos; en otros seres, tus antepasados, como el planeta vivo que habitas, recorre sin que tú lo sientas a velocidades extremas; antes que vientre de tu madre, fuiste reptil, anfibio marsupial, benigno, pez, peces; ¡hoy no vives y eres objeto vendido, manipulado! Aprende que los colores de los afiches y carteles publicitarios persiguen a las palabras, quieren engullirlas; ¡no quieren palabras!, basta cuatro imágenes, parecen hechos silvestres, pero no lo son, te devoran la mente y sobretodo el corazón, tus valores. Muy cerca las aves, quetzales, embarrados de tintes salvajes, animales de sangre que circulan por el aire; en tu modo de cambiar, el minuto tiene su propio perfil, es un conjunto de instantes; a las palabras en prisión, no les quedan ni los momentos de silencio, que sirven a los que caminan lejos de lo humano y del tiempo o el desliz que se da en la Amazonía una planta domina a lo animal.[1]

Lo posible pasa y domina el inconsciente colectivo, ¿va a sus nuevas raíces?, entre voz y péndulo, el ser o no ser del escarabajo y de la planta; animal-vegetal juntos, sigue, es uno en dos, ¿qué se ha detenido o qué avanza?, es coraza la muerte o el verde del agua, en la que ¡todo respira, se hunde, nada, se desplaza y flota![2]

Se establece ‘un nuevo territorio’ del poder dominante y muy oculto, de los más ricos del mundo, una nueva realidad USURA GLOBAL PERMANENTE (UGP); como el árbol penetra la soledad de las corazas del escarabajo, el mal tiene sus propias garras, asciende o baja; ¡topa tu realidad con la yema de los dedos!; topa al vacío de la publicidad y su escarnio de mentiras; ¡¡siente por fin!!, que posees tu nueva realidad: una superficie indefinible, un pantano vivo que devora tu corazón vendido, tu redención abierta y simple que se enfrenta a una deuda ajena, que quizá no sabes que existe; desde que naces y hasta que mueres tienes la deuda impagable de tu país; con altos intereses y capitalizaciones forzadas de los mismos; todo llega a deuda, alcanza calles, animales, plantas, ¡alcanza tu cerebro!; y ¿¡eres libre de enterrarte en la selva del consumo!?; la humillación más profunda a la estética; la ruta inconcebible, pero llega lo inesperado sigues, llegas al Atlántico, a Uruguay y encuentras la sorpresa, es la CRÍTICA SOCIAL Y HUMANA DE CARNAVAL;[3] distinta.

 

El amor es indeleble, está en todos los rincones de la tierra y del cuerpo, no se borra, no se oculta, no lo ahogan, no se lo puede tapar, ocultar, ¡incluso en abismos flota y se eleva!, hacia tu corazón, es magnético, bacterial, eléctrico y apasionado; es bombeo de palpitación breve y libre que expande al corazón ¡el amor es contagioso!; contrae a una razón de verdad no aprendida, mil veces olvidada o simplemente se comunica; emoción de emociones atraviesa a todos los dedos, todas las manos, pasa por  piel, por el pelo, en el cuerpo que te habita y sigue contigo;[4] sin embargo su contrario: ¡Amor!, emoción casi extinguida en la civilización que se extingue, se lo ha comercializado es un contrato de la caída; ¡demasiado!; para ser nuevo, se abre la hoguera; hoguera, de carnaval como de Oruro, Uruguay, Montevideo; ¡primer asombro!; cada día, desde el cimiento, la vida deposita huesos en cavidades extremas, casi externas que invaden todo, incluso a la raíz del viejo roble, de la caverna, de la flor que se deprime; del amor que vive enredado al paisaje,  conexión ternura; el asombro de todos; sostén al niño tierno, al recuerdo que nace;[5] visceral el amor es parte del mestizaje colonial de muerte; no se desvanece, sufre, es el animal en celo que eres, mestizo que saltas por el aire, como el jaguar se desprende de la tierra y arde, es hombre nuevo, con Mariátegui, Vallejo, Gramsci. Mandela, Salvador Allende o el alerce que estabiliza emociones, entre tantos. Sientes el amor a piel y en las manos.

 

En sus vueltas, a la vida le quedan algunas esquinas abiertas, estelas de misterio, flores y esquirlas de alegría, caídas, heridas; ¡la historia humana muere, este momento!, el cierre subterráneo de la risa es muy antiguo; la risa es diatriba ancestral en medio de la bruma; se abre, pregona y se une, espeluzna, llega de frente al corazón y aflora por todos los poros de tu cuerpo, se riega, es la lucha diaria en contra de lo que somos y no somos, el uno mismo de todos, diversidad. En sus vueltas la vida se equivoca y vuelve en sí después de la traición urdida y sufrida.

 

Conéctate al paisaje, ¡te pertenece!; rasga, desgaja, rasguña esa identidad mestiza de identidades juntas; reencarna lo que tienes en las manos, en tus arcos autóctonos; explica lo concreto y profundo de los antiguos pedernales, el jade jala, enjuícialo con cariño; critica todo, crepita con lo catártico del suelo, encierra tus huesos occipitales en la arqueología del nosotros, escucha a los caminos rurales en la sangre vivida, chamusca al agua y sé tú mismo, con la madre tierra, al otro lado de las ansiedades, ¡éxito o desastre!, vida o muerte, todo junto, convive, arriba, abajo y al fondo; basta de militares, religiones, políticos y ricos. El árbol cava sus soledades en sus aristas, la vida circula por las venas de las calles, por las chacras, en el valor directo del pan frio que llega hasta el hambre y en el cariño, se compadece de los sauces llorones el Sur mapuche, ¡machitún! de lo humano Parras, de canto uvas. Que lo que nos rodea somos y dejamos de ser, queda suspendido, el tiempo que somos, en la profundidad pesada del olvido, canto al vacío; no entender nada y sentir todo, poderlo decir, es un instante de abeja sin remordimiento, que teje en la oreja una realidad que se oscurece la curva, es pequeña e infinita; ni siquiera en su minúsculo detalle es letra muerta.[6]

 Ancla un rato la supervivencia inconclusa de la letra “T”, es ancla al revés, hacia arriba, hacia las estrellas; su forma y su sentido te sujeta, te ancla, te sostiene; ¡es el te quiero!; la poesía la lleva con todas sus letras; en cada una, de modo distinto, particular; con la última curva de pandemia, estamos en la puerta de la tercera década, hacia el 2030; ¡ancla, sostén la vida, se libre!; ¡la pandemia te despierta!; tienes tu T, sostenla, detén el movimiento cotidiano y aprendido, empieza a caminar con tus propios pies y errores; ¡podemos, es posible!, es lo único cierto, lo tenemos; así, podríamos vaciar la vida y volverla a llenar, morir por un breve momento y despertar; libérate del pantano descomunal en que te hunden, publicidad, candidatos, absolutos; alcanzar el silencio en su aspecto esencial: ser comunicación humana transparente, sentida, directa, justa y con dignidad.

Ancla, ¡Detén al mundo!, considera el origen de la tierra, no tiene nombre…”[7], no hay palabras posibles para anclar,  sostener es no hundir; la inercia en constante movimiento; podemos volver a ver la realidad de otro modo, letra T, es posible ser latinoamericanos, a través de la tragedia vivida, la cruel conquista y endemoniada colonia, genocidio impune, poder llegar a las raíces, con largas caminatas, anclar en viejas memorias mestizas; llegar al Asia, redimir el presente, otro modo, vivir; poder saber al hacer, cómo será, si será el futuro en el que creamos y confiemos con dignidad, consecuencia, pertinencia y perseverancia, ni en lo inmediato, solo sabemos que es otro ser que viene y será el futuro, después de que nos vayamos.

La letra T, suma la herencia de ‘Trilce’, Tíbet, tormenta, trazo, ternura, trampa o tornasol; parece que es simplemente una ‘forma’, retiene lo triste y lo dulce que empaqueto el tiempo y arrastran los ríos profundos de los Andes, son aguas mezcladas con letras que bajan con palabras como las metáforas, poemas, como el Trilce, andino, del dulce y triste del poeta ‘sudaca’ de Perú[8], que en Paris escarba sus días en una verdad que gira; por allí la letra ‘t’, en mayúscula, es un arco de piedra con soportes de Cuzco, un gancho que levanta, que espera palabras nuevas, que puedan despertar; como peces que nadan en la inmensidad de silencio que los rodea; la letra t es puente que nace, crece y muere y es máscara, grada que arrima todo su peso a una mirada, que parece se el sombrero negro de la muerte y es también el estallido de vida que con el viento aúlla y el perro ladra o gime cuando lloran a los obreros en las fábricas rebeldes, esas prisiones de la pobreza; la t en lo ‘común y silvestre’, es parte del tránsito; como el ten, el tú o el toma; como tren que no muere; es la avenida de las metáforas, complemento de la palabra corta como Tao o tropiezo, en la versión libre y reducida que transita por mis venas; un modo seguro de llegar a la muerte que nace, ver un posarse de sus alas en tus otras manos, pasado; fue un simple gusano, en los bordes de Foz de Iguazú, por ejemplo, que llegó y ancló en tus manos.

 

En el filo de un poema te recuperas, te unes a otros y al unir entiendes, que miras de cerca al abismo y te adhieres al viento, no caes, podrías, pero vas en cordada con palabras de otros caminantes en colectivo; despierta, ¡es el comienzo! La metáfora se acerca a la sombra del árbol, quiere respirar la luz del sol, la neblina, un río y subir suavemente, mientras el agua baja hacia el mar; entras por las ancas al poema, es un trueno, ilumina con chasquido de látigo la oscuridad, relámpago si se trata de precisar, emoción por sintetizar; así reconstruye la vida, con las pisadas del jaguar; reconstruye la fantasía, desde las primeras letras, arrastra metáforas hacia tu corazón, forma sueños, marca cavilaciones, imágenes, silencios, una verdad en temporal.

 

Metáforas también son vetas de lava en la ceniza; incendios con gritos y graznidos; llamada de lobos, viento de lluvia que recorre las altas y delgadas fisuras del océano; que une, silba o se estrella, que se hunde, ¿quizá sea el camino, la nueva revolución?, en vilo; esa inocencia que quebranta al paisaje o cae como pétalo de jerga, eso que nadie escucha; ¡lenguaje esencial!; revolución, cambio de civilización; sutil emisión para el oído pituitario y occipital del silencio, comienzo, imaginación, no espera; puede caer para no levantar y dentro, no soñar; página en blanco, ventana abierta que se voltea hacia el fondo de la cordillera, cascada de vida. Acurrucados algunos cuidan su bocado de vida, su vaso de agua, su respiración y cuando el amor golpea quedo o duro, que a la distancia sabe a leche materna, la metáfora suspira y al mismo tiempo escucha; a lo lejos, una familia de zorzales verdes, en el silencio de la soledad, se ensimisman y cantan, tienen una sarta de regocijo que compartir, la extienden de sol a sol, entre hojas y oídos; sus reflejos parecen árboles, versos en fuga, remolinos que bajan sobre el agua hacia el mar, es una sinfonía que confunde lo macro con lo micro, cruza colgada de un brazo interior hacia el cosmos.

 

En la piel acumulada de los pueblos, pasa por todos los poros que respiran, a pelo o debajo de la escarcha; la cascada acróbata se descuelga de la piedra, se suelta y se enlaza a las voces que la rodean, mientras la sangre fluye como chispa silenciosa, en cada trueno, casi clandestina, con indignación moribunda, quiere amar y cantar; es un nudo en la garganta, nudo que ahoga; se llena en sí misma de adulos, títulos, principios, jerarquías, publicidad e incluso premios que autocalifican ¡diferencias!; mientras se deslizan por el agua como peces voraces las finanzas; atan cascabeles al naufragio de la vida, selvas de amazonas africanas, de Australia y ven triunfo de la muerte, guerras, hambre como a su gran negocio, a lo que hemos llegado.

El camino tiene cadencias diminutas de brisa, oleadas de calor que no se las ve; son las variaciones y vibraciones de la palabra cambio, calentura, civilización, era, historia, soy, los otros, cultura; son cadencias diminutas de casos grandes que hacen oír al que no tiene orejas y rompen los candados de los puentes, cantando; hasta el miedo se asusta y corre, es puro sentimiento, un verso que deja sus marcas en el hielo, en el hierro y en las heridas del cuerpo o en su sanación. A los más jóvenes, el miedo los lanza con espontaneidad a la atmósfera y se convierten en energía valiente; es el comienzo, dicen ¡basta, alto!, no destruyan el futuro que en el camino quedan huellas, señales, retazos de vida, trozos de declaraciones o viejas banderas, ideologías; en el desaliño de la escuela, la línea abierta; en la puerta colgada como ventana la imaginación; ¡eurek!, sin ‘a’ se transforma, parece una piedra negra de río, de esas que muelen la arena o marcan el filo del agua con espuma; al final, p sin puntas es guadaña de pandemia que espera por la edad.

 

En el fondo la dignidad está entre las olas más iracundas del inconsciente colectivo, se la siente en altamar, en medio del cambio climático, cerca de las islas Galápagos; donde todo es viento y latigazo que parece garra con pezuñas, extremos que escuchan hasta los suspiros más tiernos del hambre, de las soledades o los toques de queda en el alma; los delfines y las ballenas en sus cadencias y conversaciones parecen contentas y contentos, sueñan con nuevos caminos para la humanidad; si nos conocen y muy bien, en el fondo temen nuestra estupidez colectiva, todos los animales.

 

Al vernos, todos los seres vivos, se espantan de miedo; en la cuarentena un puma se pasea por el centro de Santiago, todos los animales asoman con cuidado la cabeza; algunos osos riegan sus reflejos en el agua y entran a un clímax extremo los pájaros; las vertientes nacen, no caminan, brotan y se entregan, se lanzan y cantan, a veces parecen pájaros vestidos de arcoíris que bailan, crecen sin darse cuenta, giran y te arrastran; pero de pronto aparece la muerte a la deriva, estremece, el peligro del golpe inesperado; la pandemia camina entre el común de los mortales; sí, se oculta y se levanta, camina por la garganta.

Cuando la vida nace, el camino se expande y las olas se enredan contentas detrás de todo, mojan las aves y a las piedras las pulen; desean buen viento y buena mar al nacimiento, pesca y armonía entre las orcas, las ballenas y las algas; en lo sumergido y en lo externo, un ochenta típicamente neutro, como campana vieja, repica desde el pasado muerto; es solo una sombra con guadaña, trino sin eco, chicharra sin noche; caída sin alma; la hoja seca se revuelca un momento con el viento y pasa. Son cantos de sirena, aleluyas de viejos templos caídos; no es el fin del mundo, es el mar; pero, por un minuto sostén al ovillo de la lana, a la vicuña con la alpaca y piensa: es ¡cambio de civilización!; todo se estira, recuerda: no debes olvidar, ten la emoción en tus palabras; dicen es amor, emoción que se desprende de la piel y se reparte por los extremos del cráneo, entre las neuronas, entre los sentidos y el esqueleto, jerga; la emoción arrastra acertijos, desde el ombligo, la serpiente como vegetal o una pequeña planta envuelve con sus hojas la inmensidad del suelo, se explaya, es paisaje verde, allí la emoción busca sus causas; en la memoria del recuerdo, en los gritos de las razones exactas; en acciones sentidas, ¡es el amor a gran escala!, es el momento que desde balcones y ventanas, la novedad de este momento nace y se enlaza a la distancia con lo que nace.

Quizá ese beso fresco que en medio del parque, deje sobre el aire un aroma estable en remembranza, esa, en la casa que nacimos; señales de lo que somos, felinos en cólera y miedo en las entrañas, felinos de piedra sin cola, que viven delirantes en la cima de la encina, en sus bellotas; ¡son bellas!, te golpean para que despiertes; el abismo está cerca, ¡excluye a océanos, hunde, inunda, deja enigmas en las fisuras profundas de las piedras, arde con intensidad!; es un refugio para encontrar en el resplandor la nitidez y en la persistencia un modo de vida; ¡despierta!

 

No, al jamás o al siempre, en metáfora son la misma cosa, emoción desnuda y calidez total; no al no y si, al ¡podemos!, detén a todas las guerras juntas en un solo embrollo; al beso dale brisa, mar, neblina, libertad con el arco del clítoris da a lo que nace, un poco de seguridad y cambio; es otro modo de besar, de seguirlo hasta el final; ¡simón!, emoción desnuda y calidez total, es la única verdad intensa y temporal, la que acaba; pero que sea posible decir con énfasis: ¡podrán nacer hijos de los hijos de los hijos y será la misma fuerza del amor, que se acerca y transforma!; podría llamarse cambio, revolución, reconstrucción, renacimiento, presente, verdad, instante o sueño; pero en el fondo, queda el aroma recogido en los antiguos mares y paisajes, realidad de realidades; el mismo instante que nos convierte en pequeños, insectos, virales del es y el no es; instante que no entendemos, pasa, salta, besa o aplasta, vaivén.

 

Es sistema de vida que no es vida ni es nuestro, es la usura en extremo y en contra del mundo. Antes, fuimos futuro en el ti-mi-tuyo-inca, cañari, kitukara quitu, mapuche, awa, cofán, por la ruta del agua, kapakñan y llegamos a nosotros, a la orilla de los otros, como personas, llegamos a la identidad en las ancas, a lo que somos; como dijo un pescador colombiano, somos simplemente sentí-pensantes que queremos paz cada día, silencio sin publicidades, versos sencillos en la plaza pública, es decir, lo tenemos en los dedos, son dignidades.[9]

 

El amor avanza por la inmensidad de la duda y de la confianza, se hace fuerte con las preguntas: ¿¡qué, quién, dónde, para qué!?; lo arrastra la intensidad compleja, caen plumas, arrasa milenios, incesante, va detrás de los días por sus noches; en el amor hay afirmaciones que cruzan el pasado-futuro, emociones de asombro inocente y constante, asecho de felicidad que repite palabras éticas y con la poesía, cumple con la identidad y la intensidad.[10]

Antes del silencio, el vacío también es ‘mater-natura’ ¡llena, que se derrama, se reparte como el amor alrededor del calor y del fuego!; la naturaleza es pasión, serenidad y encuentro, complejo completo, cosmos, día del día y noche; oscuridad inmutable y silencio que sostienen al mundo y tapa la espera, mientras algo late, no recrimina ni llora, no sabe, no enferma ni contradice, pero si deja y fluye; con un ojo duerme y con el otro despierta y atiende que la vida se llene; no tiene miedo, es emoción; ¡el amor no se detiene sin explicación!, teje, prosigue su retorno que no vuelve y retoma su silencio detrás del mundo y la oscuridad, en lo más profundo del cosmos descansa.

 

Las protestas por todo lo injusto y las marchas avanzan; mira al hijo, sonríe y entiende;[11] va hacia una serenidad que vive en esa esquina oscura y trémula, es la inquietud lo que lo/a llena y se divierte; el frío no lo quema ni lo arde, solo pierde su raíz de cola en el mar, es un mamífero muy grande y con nieve, que se ata con inquietud al tsunami que pasa por el frente, a cierta distancia como pandemia, novedad de novedades.

 

Cada hora es parte de una historia, cada día es edad y toda cultura esta viva, la civilización espera a veces tiene un prolongado olvido, pero también es danza la mascarada política encendida, como el agua cada hora es un dulce manjar o es amarga; contraste de contraste; alud que descifra al fuego, que se funde en gestos e incluso en las rutinas; son sones de emoción, eslabones de dignidad y vida; así la noche oscura se tiende en la playa para respirar lentamente y así ahogar todo mal en su corazón; en un parpadeo mantiene su tranquilidad al filo del mar y ¡en ciernes!, sigue porque “Lo pesado de la raíz es lo ligero del árbol. La serenidad es la dueña de la inquietud.”[12]

 

La lluvia cae de paso y se pierde en la espesura del puente, en Iguazú todo parece selva, es verde, no hay otra ruta segura para las estrellas, solo el viento verde las refresca, Islandia; ni una palabra suena ni se puede criticar tanta frescura, tanta veta; todo cuenta, es presente; fuego que arde se desvanece; vida late un momento se quiebra para seguir entre palabras alerta y vetas, selva es cambio, en el instante todos nacen y crecen, todo permanece quieto, porque el cambio es muy simple: pero siempre diferente, nada más que eso, distinto y diferente.[13]

En un vacío de apertura y de soledad, cicatrices y herencia de arañazos, el aroma de un pequeño bosque flota en el océano, entre ¡sensaciones, texturas, emociones e ideas, forja sentimiento e intuición; así resbalan sutiles, todas las pisadas de la humanidad, de cada uno de los humanos, de sus pies descalzos, por la intensidad del instante; pero todo lo arrebata el egoísmo, hasta los sueños en pesadillas de los animales, mientras por la fecundidad, las hembras duermen en con los misterios del macho y encuentran la continuidad a campo abierto, con los que nacen.[14]

Es verde, lo bello se posa sobre la ballena en el cielo, es  enorme como una aurora boreal flota en el recuerdo y se mueve en lo que parece su propio hundimiento; metáfora, ¿son solo nombres en movimiento?, los que montan sobre la espaldas del delfín verde en el silencio; ¡la vida subsiste!, debajo el océano se somete en lo suave duro, en lo bueno, temporal, repentino, largo o corto como la muerte; estamos hundidos, inmersos, bajo el agua, la tierra, el firmamento; la vida permanece cerca, en miles de fragmentos, casos, cosas, arte,  días pasados y sueños, el futuro que se abre.

¡Hoy, vuelve en ti!, vuelve al mundo, en sí; vuelve, en el recalentado cambio de la última emoción distinta que se abre como  una pandemia cuando parece que todo se cierra; del amanecer a la tarde, la pandemia 2020 crece, parece inmensa-pequeña; distante oportunidad para despertar en dignidad; es lo manifiesto, en la memoria terrestre en nuestro cuerpo, historias por millones y millones y miles de millones de pequeños incidentes que también se pierden; nadie te lo puede quitar, el soy y el somos; el aprendo, cambio y vuelvo.[15]

Todos llevamos profundos dolores y viejas alegrías anclados en el vientre; marcas de miedo, de tanta destrucción orientada a la cabeza al inconsciente; como antes, las cabezas cortadas colgaban en las pértigas, para que nadie olvide, ¡convulsivamente se imponen!, hoy en vitrinas, con carteles, es indescriptible; tantas cabezas desolladas sin respeto aparecen en noticias; las cuerdas digitales deambulan las 24 horas y los drones se cuelgan en el aire de la noche, es contraste; cabezas en pértigas. Cada palabra gravita, vibra, es cuento de vida, vida cumplida y no cumplida o promesa de vida eterna y otras callejuelas perdidas; en los bares comentan, que todos los asaltantes de camino, son obispos, gerentes de banco, generales y académicos, lo mismo que políticos. En el último poste, en lo alto, un plan cóndor vuela, es la última oferta política cortar cabezas y lanzar al océano, tapar la enorme brecha, la injusticia, cuerpo y señal; símbolo, afirmo y dudo, usted o tú, ellos; podrán insurreccionar la flor al borde del abismo; ¿cordillera?, la descripción viene de Asia, África, Australia  y Oceanía, ¡es tuyo, el día![16]

El sol galopa por el cosmos, a enorme velocidad, va por tu torrente sanguíneo, pasa por el amor en cada ser humano y el tuyo propio, amor propio; paralelamente las sombras se desplazan sobre el suelo, se mecen o se arrastran con el viento como la mariposa negra de Zitarrosa, que se agazapa para fundirse con el sueño en medio de la lluvia, en el allí del aquí que tenemos dentro, que se acumula en lo que es un momento; también la huella ancestral impregna sus latidos en ocres reflejos, agitados por los titileos de la antorcha, que termina en ceniza de fogata y como ser humano, lo que somos, vamos perdidos entre miles de millones de años a topar la ternura, a sentir la superficie oculta de la tierra.

Pequeños helechos se han desarrollado en el cuello de la botella, el experimento es con plantas diminutas, dejan huellas; el tiempo que se reproduce es solo textura, una mancha interna que se pierde como si se tratara de un abismo vivo, es un verde atrapado en el fondo del vidrio. Teje con persistencia un paisaje abstracto y microscópico que sugiere una salida.

Estamos o vamos enlazados, el coronavirus es final o solo una advertencia del futuro, deja que el tiempo se detenga, por fin todos los días son lo mismo, no se repiten;

A fuelle, desde el más pequeño, a fuelle que se agota, desde el que se ¡ahoga!, al respirar al aire henchido que circula entre los árboles, en el fondo, es un océano, en sus sombras se funden piedras con vetas impresas de la lava; todas las sombras se sientan a su lado, muy dentro y sonríen, de modo imperceptible; el fuelle empuja la espuma y la sal para que los mundos pequeños retornen, cíclicos; el fuelle al soplar transita junto al viento, no se detienen, parecen enormes, pero son pequeños, como la raíz del junco o la humanidad en el pantanal.[17]

Es inagotable la conexión entre el Sol y la Tierra, no hay distancia, son uno, es un sistema, como el de la vida con la muerte; son o somos; es densa la continuidad que se pierde o cambia, pero en medio de este encierro inesperado y global, cambia la noción y experiencia del tiempo, antes imprescindible, hoy impredecible; la cuarentena no enseña, ni aprendes a estar junto al otro en espera ante la sombra de la muerte: la Pandemia 2020 que te encierra y de ese modo se abre;[18] respeto con dignidad,[19] es ‘oportunidad’, en la práctica todo se mantiene y cambia.

La naturaleza madre, la puerta madre, la grada verde, la rama, el ala, la vertiente, la fuente es el vientre del padecimiento universal de las sementeras, de las siembras; es la presencia de lo grande en el detalle que flota al azar; es femenino, hembra y es evidente; es grito de jolgorio, trino de árbol, semilla de aliento, beso del aire, el misterio del color, todo se esparce; es polen, fruta, flor, alimento, savia, polenta, hoja que se enlaza a lo alto, que abraza y juega con aire, antes de caer, ríe, un minuto, un segundo antes; es acento en la pandemia. Es ‘la’ femenino que une, no género ni exclusión, sino todo lo contrario: abre la esencia, la continuidad de iguales y distintos;, del incendio?[20]

del tsunami mental en el detalle de topar, beber y tocar la bondad del agua; convertida en vapor o espuma se va a la playa a disfrutar de la sal y al mismo tiempo, llorar las heridas que dejan las pisadas humanas, ¡es el lugar!, es la huella, un lugar muy pequeño que habita tu corazón, es una pisada que se oculta en el cerebro, tan pequeño como cada latido; se enrosca en la amistad o en un beso y cuando despierta tiembla por estar de frente a la eternidad del instante; punto seco, sensación de susto ante el destello en movimiento; es un remordimiento que dobla la esquina y llega como una esquirla perdida en el desierto que se prende en el cuerpo, parece un trozo de metal, una esfera y potencialmente es un muerto; pero vive en nosotros, 2020.

Tienes tus órganos internos, abiertos, regados en la queja, con teorías supuestas apagadas en la ceniza; todos pasean su luto por las calles y los parques con desfachatez, no tienen escarnio; parece una realidad compleja que ha muerto, por tanto y por ello, desde lo pequeño, ¡tú!, debes mantener toda tu calma sin poseer nada de nada. “De mantenerse en la plenitud, ¡cuánto mejor detenerse a tiempo…”

Mantén a lo espiritual de lo humano y el aliento vital unidos, para poder ver que la vertical esquina es también redonda y pequeña tanto como la curva que como la inmensidad que habita la madre naturaleza, siempre vuelve; a la luna, más distante, también la habita la misma madre, en cada latido, en cada aliento y mirada; la luna tiene sus ojos, corazón y boca pintados en la orilla del paisaje, mirar pasar la neblina cerca de los pies; resbala como la muerte y como el agua, parece que se va, saca su sombrero negro, parece saludar y despedirse; sabe que no es muerte ni viento; oculta sus pequeñas virtudes en el detalle y dentro de ella, en todas las pisadas, lleva esa energía vital que dobla cerros y esconde arboledas, entre las hojas caídas de un sauce; de todo esto se aprende; la luna ama al pueblo y aprende que la virtud es y no es un simple  detalle, montado en un ojal de recuerdos como máscara de un dragón o la sombra de una serpiente emplumada.

Nada es nada, nada es la nada, parece que abre, cierra y olfatea las huellas del viejo volcán que se parece al aire; es luz en la sombra, oscuridad en la claridad; es el silencio, el arte y el fuego que se clava en el eje de la espiral, hacia sus treinta y dos radios desiguales, que envuelven las distancias por las que converge el vacío desde y hacia su centro, como manos que se alegran al verte o dedos que al voltear la vereda verde de las ansias se convierten en soledad.

 La nada, el vacío tiene ese profundo espacio interior, es un hueco negro en el espacio no habitable, como vasija de barro es nada y nadie, sólo la sombra larga de un volcán. Los ganchos oscilan como los anzuelos en el mar, como en la cuerda el ahorcado, son como los espacios vacíos que dan sentido a todo lo que sea habitable; de pronto el gancho gira en el aire se convierte en una rueda que puede volar.

El viento en el vientre con sus cinco dedos habita con todas sus huellas digitales y escribe a carcajadas sobre las tormentas, las pinta con cinco colores atados en sus propias fogatas, fauces con tonos sumergidos como si fueran sabores, se los calza en el centro de su corazón, siempre todo es a carcajadas; de este modo elemental parece poseer un pesado magnetismo en su boca, en la abierta ilusión que se interna en el valle, que se extiende en las caras de buda sin ilusión o propiedad privada, simple como el agua, el viento en el vientre con sus cinco dedos habita sus huellas digitales que están bien vigiladas, dronadas de drones desde el sol, es un SOS que se ahoga de tanta  libertad.

A cuerpo entero, en el lado izquierdo del cerebro,  habitan millones de neuronas que se comunican por atracción matinal y a veces por repulsión original, no callan, no se separan, valoran cada suspiro, cada detalle, cada mirada que parece hablar; ‘acogen la desgracia como agradable sorpresa[21] lo mismo dice el texto antiguo; gargajean las preocupaciones y entre muchas ironías se ponen de acuerdo, pero también alcanzan consensos en tono abierto y sin ninguna compasión declaran la guerra a cuerpo entero, de confusión simplemente caen muertos, pero formalmente se comprometen con todos a ser parte de la acción, como la fortuna sobre la luna en un concierto de piano coral, refleja su luz o el clima en el amor y en el arte, todos son tan distantes como en la nieve, el color profundo y sutil de una aurora boreal. Tan cerca todo, tan brillante, tan oscuro, hablan.

Jamás sabrás lo que podrías saber, ni podrás soñar lo que podrías ver; porque todo es transitorio y tiene sus dos caras opuestas, dentro y fuera; hasta la risa que también puede ser mortal, te vigila, acéptala y tendrás en tus manos tu propia miseria, en sangre; que te haga libre el momento presente, que es muy breve instante que pasa y cambia sin poder parar, siempre, cambia sin poder parar, muere con toda su vecindad, en el campo vacío de ríos, vacío de cascadas, de piedras y caminos, vacío de casas con ruedas, de niños con chancletas que no saben dónde están, ni lo que han perdido antes de haber nacido, porque jamás sabrán lo que podrían saber ni podrán soñar con lo que podrían ver, como no nacidos vivos.

Atención que los extremos se juntan y a veces unen como si fueran nudos que se forman en las montañas más esquivas o que están atados al azar; en vetas subterráneas se van por los volcanes y en la profundidad del magma cavan huecos negros que parecen huesos y los llenan con metal, los llenan con minerales de mar, conchas, moluscos, anclas, botas, plásticos y otras huellas de malignidad y se atreven a decir que son gotas de agua, que pasan en silencio por los estómagos de los peces; abren o saben que en la naturaleza las cosas están más allá de todos…

Entre las algas hay flexibilidad, entre las sombras sales y flores que parecen flotar frente a un corazón; al nacer los peces nadan, los anfibios saltan y otros vuelan; de peces, solo a los hombres les falta conversar; ¡todo cambia o gira radicalmente!, hacia su opuesto y por detenerse, sangran, un día se redimen, cuando retornan a la fuerza de la flexibilidad, resistencia, toda sombra se puede ver, iluminada, la inmensidad de ese modo llega al corazón, con la lluvia, flexibilidad en resistencia, intención, voluntad, porque todo es y está, es mano abierta, se va, frágil como el calor en el hielo, viene para callar y de ese modo, volcar al sueño en cambios concretos, reales, pequeños, entre todos.

 

Apenas queda tiempo y nada termina, todo está siempre en el cero vacío de lo infinito que no existe, porque solo es un instante; seguir a nuestra naturaleza es un hervor; nadie sabe pero todos lo sienten; es un camino que no se alaba ni se tiene, se disuelve para hallar el presente que es sinceridad.

 

Cuando el silencio olvida, vuelve la palabra; cuando fluye la palabra aparecen las mentiras y los hipócritas; cuando la justicia aparece sin los gobernantes y los votos no tienen un gramo de verdad, solo las palabras exploran los vértigos en los huecos negros del espacio exterior.

 

El sentido de las olas va y vuelve; todo está cerca, se enrollan las gotas y se extienden considerando a la luz en a la oscuridad, en todos los tonos y colores; nada se puede separar cuando se une y se solo se expande cuando se va; la virtud es pura acción natural y toda acción siempre es novedad. En lo simple se esconde el presente constante, la sabiduría y la libertad. 

 

Ni carencias ni creencias en el corazón un recién nacido que aún no ha sonreído, olvida todo lo aprendido y puede continuar, incluso desaparecen todas sus contrariedades; antes del frío, el amor es sabe amar; ni carencias ni creencias; en el silencio más austero puede nacer la libertad de la felicidad o con la madre naturaleza que siempre está actuando a favor de todos, morir.

Siempre actúa sin actuar, fluye, estás en lo que desciende o sube, es un modo de estar; madre de todas las madres e hijo de todos los padres; si abres las manos y cierras los oídos, allí está; si la escuchas en el silencio está, suena como el mar o una caída de agua pertinaz; si te abres hacia tu propio interno, con ella, te encenderás en expansión junto al resto, en el instante de un proceso sin comienzo ni fin, que suena, vibra y acontece como sinceridad inagotable o natural. La curva de la ola recorre junto al pez, vuelve a lo que parece ser su espuma final, pero en las profundidades renace, en el remolino, allí la piedra pesa como la conquista del mundo y su coloniaje, en el silencio del olvido de masacres, robo y extrañas apropiaciones; nada ocupa un espacio concreto de dominio, como la curva migrante de la tristeza no merece confianza en lo conocido; la muerte se inclina hacia delante parece reverencia, nada queda, solo el inaparente solitario como obsesión. Nada emerge, se apaga, pero en la cercanía y en la distancia todo permanece como siempre, está y cambia; fluye sin detenerse, el sendero eterno del instante presente que la madre naturaleza, lo conoce porque en ‘eso’ vibra, en blanco y se mantiene con claridad en lo oscuro, sin mostrarse fluye en la sangre de todos, sale del junco para henchir su inclinación natural de espera que es su modo de ser libre;[22] determina su avance, ese ‘norte’ que esconde al sur extremo, concentra y retorna con un solo paso al infinito de lo primordial del fin y del origen; la simplicidad de cada día es el cauce madre del mundo, sin camino y sin pedestal, calla; tiene en lo simple, lo grande en su corazón, queda encerrado en vasija de barro enterrado en cualquier lugar y mantiene a la virtud en buen cauce.

 

El volcán se enciende cuando arde lo interno, el guerrero triunfa cuando vence sus propias debilidades; no son las armas ni las estrategias, es en el propio corazón donde la lucha interna se define, le permite alcanzar la intensidad de la sonrisa, la hamaca cósmica, la aurora boreal que se resume que donde no hay ejércitos no hay miedo ni el egoísmo o la desconfianza; se puede, antes de nacer cambiar, para salvar creciendo. [23]   

 

Para unos honor es muerte, para otros, honor es vida; es puro corazón en movimiento, con dos sentidos en el mismo latido, expansión, contracción en pleno, opción es continuar, cosechar primaveras o cargar el ataúd al interior, a veces  pesa; resistencia es dignidad al despertar; no ceder en el cuerpo o fuera de él; hay dos cerebros y dos pies para caminar; dos brazos, dos manos y otra persona con la que te abrazas. En las laderas del trueno nadie conoce el significado del rayo, porque son los extremos que descienden de las alturas hacia la misma verdad, el encanto del agua, es esa su intensidad interior de la piedra o más allá del volcán, solo a la piedra muy negra se la puede acariciar, incluso calentar la con ambas manos, nadie conoce ni olvida, lo que se puede acariciar, el polvo más seco, una leve neblina, el agua, el vapor al acariciarlos se van; fluyen como la sangre por las venas, no tienen un sentido definido, se van en espiral, se van tanto como vienen o regresan, incluso cuando tu no estás; fluye como el río dibuja en pequeño la inmensidad, es tan breve el presente que es la única eternidad, presta su puerta como genuina oportunidad, es veta en la mina, lava herida en el volcán, lo siente; lo anota con ideogramas en la oscuridad, advierte que la vida llega tan inesperadamente como se va; el sol sigue su curso sobre la lluvia persiguiendo a la luna.

 

Quién es quién para saber, o solo sabe escuchar viejas pisadas, que resuenan como fantasmas por los caminos, que van por las altas montañas, por el corazón del olvido y nunca dejan de caminar; quién sabe de quien es o tiene que dar el primer paso sin caer o volver atrás, ¿el que mira el cielo o el que calla para no hablar ni atraer simbologías que no puede despertar?; quién de quien es libre para poder cantar todas las mañanas de puerta en puerta o ventana tras ventanas frente al mar. Las orejas le pesan al que no quiere escuchar, las carga como piedras con oquedades que nunca podrá tapar; los ojos le enceguecen al que no quiere ver y los pies atrancan al que no quiere avanzar. Nadie es nadie, pueden existir una montaña de energías que fluye como un río y un cuerpo con sangre que parece en sentido estricto uso de silencio y nada más.

 

Toda dirección o sentido tiene a su contrario en el vientre, porque lo que al final se ha contraído debe ser amado, lo encogido debe ser abierto, lo atrapado debe ser soltado, entregado, rumiado, soñado, compartido o liberado; de este modo, sin dirección de ti mismo, el coraje se convierte en miedo, en cobardía, en dictadura o simplemente en un crimen más; a poca distancia, la palabra en silencio, patéticamente abre puertas y ventanas en el corazón; con todo lo dicho, la advertencia del mundo es también ¡silencio!, ratificado por ese miedo que no puede por ahora parar la muerte de las guerras, ni curar a sus heridos, como los suicidas.

 

Solo el amor levanta la vida de la vieja arqueología, negocia con el dragón oscuro, es muerte; entre símbolos defecar  siglos, milenios que siguen enterrados entre judíos y palestinos, los nazis muertos; lugar común para cadáveres, sin haber nacido, lo hace con el sol todos los días, cada mañana, han muerto en la estupidez de no ser por estar confundidos.

El amor da, siempre da, es destino, sentido y curiosidad, duda y sensación de libertad, pero principalmente es energía estética que produce toda carga emocional; no puede asegurar su instancia, su paz o su misterio, porqué el retorno está muerto, ya se va, tanto como viene una acción, se realiza desde el centro del corazón y duele, es  pura y neta verdad; la desgracia es simple, tan simple, como complejo es no entender que el amor es una paz potente como una sonrisa con la sensación adhesiva de abrir comienzos, como solo el silencio logra cuando puede hablar; hablar con todos cuando nadie puede o lo hace; solo lo que nace, muere, vuelve y pronuncia conclusiones en el extremo del dolor; alguien se arrojó del silencio como todo lo que existe y concluye en un rincón o dentro del paisaje que transcurre entre la aguas, completo; las cosas crecen y como los seres que se quedan en quietud, al parecer nadie necesita verdades, todo está verde, en la simplicidad primordial; nadie quiere que repiques de ayunos o repetir consignas externas hacia dentro, la libertad del viento es suave como aire fresco, un deseo humano en su simplicidad de siempre, acto cierto.

 

El pié desnudo es la humedad en lo húmedo, es sangre roja en medio del calor de este incendio, que hoy nos amenaza, parece el punto final de buen comienzo; un paso que se retiene porque no está quieto, una comunidad que quiere ser como el firmamento uno solo y completo; que comparte con todos un retoño interno que no es música ni es dinero ni advertencia ni es un juego. El pié desnudo es virtud en el caldero que se funde como el hierro, se convierte en vapor y en viento que todos respiran y retienen en el cuerpo.

 

Solo viene o se va hacia una unidad distante, es hembra madre de la fertilidad, que al sostenerse se desvanece y al unir se endurece en concreción de diamante de carbón y ti de titanio 22 en medio del metal, porque no hay modelos ni cerraduras que le sirvan, no hay cerrojos y aperturas, ni cadenas que se partan, no cierra ni abre, no es la muerte, no hay siquiera preocupación que se transforme o misterio que se aclare, es un desierto contemplativo de la imagen de diez mil criaturas en deslave, que se desbarrancan hacia el mar, sin referencias, parece que no son humanos pero caminan por las calles y se trasladan de cualquier modo bajo el agua o por el aire, por subterráneos como cualquier gusano que crece para no acampar.

 

Aunque ningún buda regale una infusión en una esquina, todas las medicinas que existen caen, son recuerdo, como el retornar a la humilde morada, sin haber nacido, desnudo; algo parece demasiado honor sin viento, es o somos un fragmento tan pequeño; que no traigan demasiados desaires a este pantanal de inviernos, con insectos y serpientes que vienen o van hacia el mar; todo es retorno cuando se hunde, aunque ningún buda exista o regale suavidad, todos pretenden conquistar al mundo, que desfachatez tiene la probidad perdida de los abuelos y sus hijos o nietos que quisieron ser presidentes de una comunidad o de un barrio; en que los que han nacido sin nacer, ya han muerto sin haber nacido; el cascaron de la tortuga es un gran vitral de acertijos en el tiempo, es en mandala previsto que nunca podrás probar que no existe; retorna, constituye o cambia, todo da igual, nada el pato y el agua nada lo hace en una urna de cristal; ¡abre la teja!, que es moraleja de creer y no probar, ambages en circunloquio de rezar sin decir ni una verdad; recordar, retornar, constituir o cambiar, ambages en circunloquio vertical, que caen desde un planeta que nadie podrá recordar; saber descender con sus iguales es halar el hilo fino, para no  volver a competir jamás; porque allí empezaron y empiezan todas las dificultades, en las olimpiadas, emotivo es el ser de no estar, por posponer todas las instancias hasta el júbilo final.

 

Nadie tiene nada, detenta o busca para no llorar o para decir que tiene, solo el cuchicheo es lo que puede calmar sus deseos, hay tanta incredulidad en los rodeos y los goles oscilan, pasan por el aire, golpean con su frente el metal del extremo del arco, que ríe y a a horcajadas quiere caminar; nada busca, nada tienta, nada a la deriva, nada a máxima profundidad; la roca se queda, en ella todo es metal, no es riqueza, es soledad; es una mancha en las fauces de un feroz animal sin colmillos ni muelas para poder cantar.

 

La hembra madre tuvo una hembra madre y otra más, nunca se detuvo el enlace, siempre fue de adelante hacia atrás, en el hiph hoph del yin yan, uno en el canguro, el otro en la mochila pertinaz saltando en un desierto inundado que no cede ni cae, que no es avalancha ni es vertical; es el grito de un asno: hambre con hembra puede ser mortal, no es hembra con hambre, ni hombre con hembra, simplemente ¡hambre!, es lo que grita el animal. Faltan los dos alientos vitales, los dos extremos de la espiral; ¿quedan desvalidos, ignorantes e indignos, que se puede esperar?; qué se puede ganar después de esta pérdida total, un gol de penal o un offside.

 

Nada tiene, nada detenta, nada busca porque el camino que parece claro es oscuro, la ventana que avanza es un cadalso, siempre en la orilla del mar el gran sonido se esconde en el silencio, el tiempo en la vastedad.

 

El dragó adjunto es el recuerdo de un entierro, de los antiguos dragones del mundo, espacio recortado que siempre  comienza; señal que no dice nada, entre sus colmillos, se espera el silencio del corazón; suenan puertas y ventanas, es fogosidad, fuerza básica, la espera, no enseña, se divierte, se ensaña con los errores; cuando el viento pasa silva, canta, baila y el dragón ríe a carcajadas; son lo mismo, no crecen, se mueven en la quietud, nada les apetece. Mira, muerde su propia lengua, no hay espacio por donde pueda penetrar, no hay palabras que pueda pronunciar, con las que pueda explicar; vuelve, remonta con un ¡hay, hay!, con un ¡ayaya!, con un ¡ya!, se sostiene en el extremo del tiempo con su espera de un no hacer y estar, un no ser y volver a bailar.

Persiguen los colores para engullirlos, es publicidad, levita, ausente entre gotas de tiempo, es un militar, la oscuridad, entre los tam de los tambores y sus silencios, se confunde a la verdad con la rama, con la raíz del insecto; preguntarán en singular o en plural, ¡están en grupo!: que bien, parece posible volver y preguntar: ¿los insectos, tienen raíces?, la mayoría dirá que no; pero la realidad que se eleva entre las nubes desde hace millones de años navega por vericuetos, en los que todo es posible; por ejemplo, existe en la Amazonía, un árbol diminuto, rojo alcoholizado con un cabernet oscuro, añejo, que se cuelga como alga a la roca, en las alas de un escarabajo negro, grande, duro y el árbol de rojo, pequeño, profundo, penetra en su cerebro, es importante recordar, penetra en su cerebro y sin que el insecto se dé cuenta, le dice, le siente, le digita sobre el  lugar a dónde van, le hace un mapa, el árbol dominante y el insecto dominado, ya juntos, son otra novedad, entre los juncos de la selva y orquídeas que crecen en el centro del mundo, en la línea equinoccial y te preguntan: ¿eres escarabajo o el árbol pequeño, de un centímetro de estatura?; vas para echar raíces o ser el escarabajo detenido, que muere y en contra del sentido, del nosotros, el árbol resucita en el borde de un terreno baldío en el que el amor circula como el agua, ¡hunde!, ¿te hundes?

 

Quedan grietas escritas entre palabras sueltas, en el lado oculto de la ciudad; ese lado oscuro que tampoco existe; es publicidad, tú, también baja, ven apaga la luz exterior de las falsedades, establece un nuevo territorio como el árbol rojo que la soledad tiene gradas que ascienden y otras, las mismas, que bajan, que se detienen; topa con la yema de tus dedos el vacío, siente su perfil, su superficie como algo indefinible, recorre a tientas el corazón y alcanza tu cerebro, se libre.

El amor es indeleble, está en todos los rincones, incluso en los abismos, es bombeo permanente de palpitaciones breves que se expanden, ¡amor!; la razón de verdades no aprendidas, mil veces olvidadas; emoción de emociones en todos los dedos, en toda la mano, en las dos manos del cuerpo que me habita y así contigo vuelve el peso a tu sombrero, a tu pregunta, esa que dice: ¿es posible?, amor de amores, sensación, eco simple, resonancia regada, reconocida, recogida y fuerte; es cuando las manos se encienden, aplauden, escriben. ¡Amor!

La emoción está abierta, es simple y compleja; en la hoguera del carnaval, es el primer asombro que se reconstruye desde los cimientos de la vida; sociedad, familia, pareja; el amor invade todo, la raíz del viejo roble que vive enredado con el paisaje y la ternura de todos cuando se sostiene a un niño.

En lo distante, la piedra de la historia llega a la garganta cuando está seca y calla, se compenetra con ese ocre oscuro de las viejas glaciaciones superadas, ya retornan, porque todo queda retenido entre las rocas, incluso en Marte; todo el espacio continúa rondando en las cavernas de lava que baja y deja en sus detalles minerales para luego hundirse en el mar como serpiente emplumada, puede cambiar la piel en la densidad de sencillos rituales, así todos los temores acumulados con el miedo se liberan y cambian; el egoísmo de miedo que llevas en las entrañas viscerales del mestizaje se desvanece; el animal en celo que eres salta por el aire, se desprende de la tierra y arde, se convierte en el hombre nuevo, con Mariátegui, Vallejo y Gramsci entre tantos y tantos otros.

el paisaje, rasga, desgaja, rasguña esa identidad de identidades; reencarna lo que tienes en las manos, tus arcos autóctonos de mestizo; explica lo concreto y profundo de los antiguos pedernales, enjuícialos con cariño; crepita con lo catártico del suelo, encierra tus huesos occipitales en la arqueología del nosotros, escucha en los caminos rurales la sangre vivida que chamusca al agua; si sé tú mismo, tú misma en la sensación de conectarte al otro lado de las ansiedades, ¡éxitos y desastres!, todos juntos, conviven, arriba y a fondo.

El árbol cava soledades en sus aristas, la vida circula por las venas de las calles, por las chacras, en el valor directo del pan en el estómago y en el cariño que se compadece con los sauces llorones del Sur. Hay un zorzal que vive de recuerdos y canta al futuro

Anclar un rato en la supervivencia inconclusa de la letra “T”, del te quiero o anclar con ella, en su forma y sentido, que es de ancla; al revés, retiene el silencio que contiene, en palabras todas las letras, a cada una de ellas, de modo distinto; estamos en la puerta de la tercera década, anclar, sostener, detener al movimiento es lo que no podemos; no es posible, al movimiento no; así, podríamos vaciar la vida o morir por un breve momento, la que hace posible hablar…”, que pone en juego tanto lo caótico del mundo de las ideas y sus palabras como pantano descomunal o hace posible alcanzar el silencio, aspecto esencial de la comunicación humana.

¡Detener al mundo!, considerar que el origen de la tierra, no tiene nombre…”[24], no hay palabras posibles; al anclar, al sostener, al hundirnos en la inercia constante del movimiento, podemos volver a ver la realidad y de otro modo, es posible ser latinoamericano, con la tragedia de la conquista y colonia; el genocidio impune; llegar a lejanas raíces, con largas caminatas; anclar viejas memorias y en palabras llegar al Asia, redimir el presente de vida; ¡no podemos saber cómo se será el futuro, ni lo inmediato, solo sabemos que es otro!

Suma la herencia de ‘Trilce’, Tíbet, tormenta, trazo y ternura; parece simple, retiene lo triste y dulce de los Andes; agua mezclada con letras que bajan en palabras por  metáforas del andino, dulce y triste ‘sudaca’ de Perú[25], que en Paris escarba sus días, por una verdad que gira, es un arco de piedra con soportes de Cuzco; un gancho que levanta con palabras nuevas, es despertar los peces en el mar, la inmensidad del silencio que los rodea; es puente que nace, crece y muere; máscara, grada que arrima su peso al sombrero negro de la muerte y es estallido de vida, cuando el viento aúlla; como perro que ladra a la esquina del sueño y gime cuando lloran los obreros en las fábricas, las prisiones vivas de la pobreza ‘común y silvestre’; como las letras son parte del tránsito de sí mismas, del cambio; como el ten tú o el toma el río que como tren bala deambula entre pesadillas; ¡es el momento en la avenida central de las metáforas!, solo es complemento de una palabra muy corta: Tao, en versión libre y reducida, transita venas; nace de la vida a destiempo, posarse sus alas como mariposa en tus otras manos, Foz de Iguazú, es  un ejemplo.

Lo que nos rodea, lo que somos y lo que dejamos de ser, queda suspendido en la profundidad pesada del olvido, canto del vacío que somos, por ejemplo, no entender nada y sentir que podemos decirlo, sin remordimiento, es un instante de abeja que teje en la oreja una realidad que se oscurece y curva, pequeña  e infinita, sin que ni siquiera en su minúsculo detalle  sea una letra muerta metida entre palabras que son parte de poemas; se deja emprender en la aventura de estar y morir, de estar en medio del tormentoso mar enjaulado por el cambio climático, que somos en este momento, capaces, aún así ¡os abrazo a todos, si a todos!; como en cualquier océano las gotas de agua se juntan o en el bosque cada semilla que cae del árbol, espera un poco de agua para germinar, casi en silencio y a sol, para estallar en palabras, como primavera abierta en el ¡eureka!, mientras el viento golpea la cerca de alambre de púas que a todo rodea; es la magia de siempre, presente, presente instante que reúne, permite estar inmersos en la madre e hija naturaleza, dentro, al mismo tiempo no ser y estar en el aire, con el sol, el agua y la armonía entre los contrastes y de continuar en el instante que es la verdadera eternidad que nos envuelve rasante. que cada uno y todos nos involucremos con alguna “murga”, con algún tambor, se diría en Uruguay, con la Diablada en Píllaro o con una comparsa de carnaval;

El tiempo, aparece con un nombre, en cada palabra; con un sonido que aúlla en la calle y calla en la esquina del árbol de la vida, que se parte y cae, que emerge entre las piedras y va a ese río que siempre nace, desciende y se pierde entre piedras pulidas entre arenas oscuras y peces; así vuelve y brota como sangre desde el corazón, en la madre de todas las cosas, fluye o resbala, mientras la ola duerme sumergida en los oídos ciegos de los muertos y en la sordera de los ‘vivos’, de hoy, más que nunca, ¡tan torcidos!; es el tiempo, repito, es lo que no es: cambios, que a cierta distancia, a muy poca, parece topar las yemas de nuestros dedos y nos hace naturaleza; el tacto, es un latido, dedos suaves que crecen, considerarlos que son cuernos delgados, fibras internas de pianista, fibras que sienten como las flores la vendimia; parecen remos para navegar, pero son más que eso; extremidades, adherencia, caricia, topa y topa todos los lados de los dados, los extremos de los dardos y los versos, velas; todo muerde al cielo y con un ladrido pertinaz, trina en poemas, filtra como sangre desde las venas, es un vértigo que sube, es el ritmo seco de la piedra, de la linterna, de lo que nació en el volcán y se acerca a la playa que te seca, como un grito ahogado que ha perdido su nombre, que parece terminar en un viejo camino, entre recuerdos, entre sueños que no puedes definir, ni mencionar; así que ‘hay golpes en la vida’ tan duros y oscuros ‘que no se sabe’ si tienen origen o tienen algún fin como dijo Vallejo; en medio de la mentira o de la verdad, todo va al vacío, solo lo llena con palabras el poeta, con letras y puntuaciones; de palabras son los poemas, abren tu corazón como una puerta, una ventana, una mampara. [26]

No es verde, lo bello se posa sobre la ballena que es la aurora boreal que flota y se mueve en lo que parece su hundimiento; las metáforas no son solo nombres en movimiento que montan sobre la espaldas del delfín verde de la aurora boreal, no es solo palabra; la vida  subsiste también bajo el océano, en lo suave, en lo duro, en lo malo, en lo temporal, en lo bueno de lo largo como la muerte; hundidos, enterrados, bajo el agua o la tierra, permanece cerca, en miles de fragmentos de casos, cosas y días pasados, casi en recuerdos entre sueños vemos un futuro que se abre.

¡Hoy, vuelves en ti!, vuelves al mundo, vuelves en el recalentado de la pandemia, ¡cambio último momento de la última emoción distinta que se te abre y te despierta, es la dignidad!; parece arte, siempre lo último es lo que vale, tanto por delante como por detrás del día y de la noche, del amanecer o de la tarde; la dualidad es inmensa y pequeña, a veces, en su propia oposición, es unidad, es lo nuevo, como la paz de la humanidad parece distante, pero armoniza; es perseverante, en lo oculto y manifiesto de la memoria terrestre de nuestro cuerpo, parece que no tiene fuentes de luz, pero alumbran; mantiene historias de millones y millones y miles de millones de pequeños incidentes que también armonizan o se pierden y nadie, lo retiene, te las puedes quitar, la historias de los incidentes es el soy y el somos, el nosotros, de mí mismo; el aprendo,  el punto de cambio o vuelvo a lo mismo.

La única verdad posible está en el fuego, lo que arde, incandescente en sí mismo, se suma al viento, se reparte como el río, se reproduce como la madre, es luz sin límites o densidades, simplemente brilla, se mueve y deforma la pesada gravedad que cae, hace que las personas abandonen la rivalidad, la competencia, el miedo, la desconfianza o el rito, ¡vanguardia de vanguardias con una utopía de las utopías!; la discordia del porque hasta los extremos, son modestos, llega con intensidad la verdad del nacimiento que se abre, lo mismo que el daño y se aprende; no se necesitan emblemas, armas, símbolos, banderas o propiedades;[27] Nada es importante, al ego se lo coloca entre palabras como sombrero, corona, título académico o jerarquía de otra índole; ni los objetos pueden existir sin su energía; solo la perseverancia y la transparencia pueden igualar al fuego. Carece de origen, está vacío porque está abierto; es viento que pasa haciendo una seña, es la pequeña explicación de la madre-naturaleza al silencio; de  complejidad que siempre engendra sencillez y andamio, es el bambú el compromiso que no cae ni cede, ni sube, está siempre erecto y calla, cuando crece salta sobre el instante con una hoja al aire, el presente crece, no es ni está pero crece, ¡es verde!, cambia y sigue siendo la misma luz que pasa y no en plural, porque es un fragmento singular el viento; no es algo personal, en cada sociedad el apetito y el amos se hacen siempre lo ¡social!; simplemente cambia como el Viernes de Futuro[28], por el clima, el amor y el arte se desvanecen en su novedad de ser siempre el instante-presente que pasa y juega con la eternidad que no tiene ni alcanza.

Al fuelle, desde el más pequeño fuelle lo agota el viento, lo ahoga al respirar el aire henchido que circula entre los árboles, en el fondo en el océano las sombras se funden con las piedras, vetas de lava se sientan a su lado y sonríen de modo imperceptible porque es imprescindible y latente, aprender a estar juntos en la espera, la muerte puede parecer la flor del trébol en oxalis, tan cercana a nada y tan lejana de la estrella; el fuelle al soplar transita junto al viento mundos muy pequeños y los distantes, retorna con  asteroides que parecen enormes y son pequeños; el cosmos, raíz de junco pantanal, cierra, cede y cede, para volver a levantar su vuelo, sin detenerse, con sentimientos y recuerdos; vuelve a los confines extremos de patas y rabos, o campañas electorales de la falsa democracia y luego se pierde la gente, transita, confunde, en la fila larga que de espera, pandemia; los árboles miran  los cometas, asteroides detenidos en el suelo, este es el movimiento del cielo; ¡somos la ceguera del mundo!; todo se muerde a sí mismo cuando mueve su cola el pavo, se abre, es una aurora boreal y permanece quieto como el hierro seco, espera atacar y en silencio arde, es la muerte, el ¡contra!, parece un jaguar que crece o nace[29] del sueño colectivo de la gente, sueño no soñado de tontas guerras, muertos y asesinos revueltos, de no poder hablar ni soñar ni despertar ni poder pronunciar el nombre, ni respirar, es el cambio.

Parece conservar la calma; parece que perece, parece que camina y calla, que tiene la apuesta en la baraja, que se enrosca en la distancia; que es el paisaje de la selva en la playa, en el mar redondo de la gran ciudad que ya se apaga; en la plenitud que arranca sus medallas, porque para ser mayor y no poseer nada, no entender ni saber que todo es solo material, energía disuelta entre palabras y huidas secas; no saber que todo pasa, que nada queda; entre las sombras que nos rodean, los obreros que se arrastran entre herramientas y máquinas; el vértigo de caer; las lágrimas no tienen quejas ni palabras; al filmar lo que pasa, el noticiero enfoca las sombras sobre el agua, son la más profunda la soledad de la ciudad, que se apaga; sombras en el agua, parte del cambio climático, el compás de espera, la muerte mortal se acerca,[30] con los una realidad compleja que ha muerto, por tanto y por ello, desde lo pequeño, ¡tú!, debes mantener toda tu calma sin poseer nada de nada. “De mantenerse en la plenitud, ¡cuánto mejor detenerse a tiempo…”

Nada es nada, nada es la nada, parece que abre, cierra y olfatea las huellas del viejo volcán que se parece al aire; es luz en la sombra, oscuridad en la claridad; es el silencio, el arte y el fuego que se clava en el eje de la espiral, hacia sus treinta y dos radios desiguales, que envuelven las distancias por las que converge el vacío desde y hacia su centro, como manos que se alegran al verte o dedos que al voltear la vereda verde de las ansias se convierten en soledad.

 La nada, el vacío tiene ese profundo espacio interior, es un hueco negro en el espacio no habitable, como vasija de barro es nada y nadie, sólo la sombra larga de un volcán. Los ganchos oscilan como los anzuelos en el mar, como en la cuerda el ahorcado, son como los espacios vacíos que dan sentido a todo lo que sea habitable; de pronto el gancho gira en el aire se convierte en una rueda que puede volar.

A cuerpo entero, en el lado izquierdo del cerebro,  habitan millones de neuronas que se comunican por atracción matinal y a veces por repulsión original, no callan, no se separan, valoran cada suspiro, cada detalle, cada mirada que parece hablar; ‘acogen la desgracia como agradable sorpresa[31] lo mismo dice el texto antiguo; gargajean las preocupaciones y entre muchas ironías se ponen de acuerdo, pero también alcanzan consensos en tono abierto y sin ninguna compasión declaran la guerra a cuerpo entero, de confusión simplemente caen muertos, pero formalmente se comprometen con todos a ser parte de la acción, como la fortuna sobre la luna en un concierto de piano coral, refleja su luz o el clima en el amor y en el arte, todos son tan distantes como en la nieve, el color profundo y sutil de una aurora boreal. Tan cerca todo, tan brillante, tan oscuro, hablan.

Jamás sabrás lo que podrías saber, ni podrás soñar lo que podrías ver; porque todo es transitorio y tiene sus dos caras opuestas, dentro y fuera; hasta la risa que también puede ser mortal, te vigila, acéptala y tendrás en tus manos tu propia miseria, en sangre; que te haga libre el momento presente, que es muy breve instante que pasa y cambia sin poder parar, siempre, cambia sin poder parar, muere con toda su vecindad, en el campo vacío de ríos, vacío de cascadas, de piedras y caminos, vacío de casas con ruedas, de niños con chancletas que no saben dónde están, ni lo que han perdido antes de haber nacido, porque jamás sabrán lo que podrían saber ni podrán soñar con lo que podrían ver, como no nacidos vivos.

Atención que los extremos se juntan y a veces unen como si fueran nudos que se forman en las montañas más esquivas o que están atados al azar; en vetas subterráneas se van por los volcanes y en la profundidad del magma cavan huecos negros que parecen huesos y los llenan con metal, los llenan con minerales de mar, conchas, moluscos, anclas, botas, plásticos y otras huellas de malignidad y se atreven a decir que son gotas de agua, que pasan en silencio por los estómagos de los peces; abren o saben que en la naturaleza las cosas están más allá de todos…

Entre las algas hay flexibilidad, entre las sombras las sales y las flores que parecen un corazón hay flexibilidad; al nacer los peces nadan, anfibios saltan y otros vuelan; de peces, solo a los hombres les falta conversar; porque todo cambia o gira radicalmente, lenta o rápidamente hacia su opuesto y por detenerse, sangra, eso no es amistad; un día se redimen, cuando llora, canta, retorna a la flexibilidad; pueden ver la sombra iluminada, inmensidad; es el modo llegar al corazón de la lluvia, flexibilidad e intención, porque todo es y está, en la mano abierta, se va; es frágil como calor en el hielo, viene a callar, a volcar al sueño en el cambio real entre todos, ‘praxis elemental’. Apenas queda tiempo, nada termina, todo está siempre en el cero vacío de lo infinito que no existe y nace, porque es solo un instante; nuestra naturaleza es un hervor, nadie sabe pero todos lo sienten; es un camino que no se alaba ni se tiene, se disuelve al hallar el presente, ¡que es pura sinceridad!

 

Cuando el silencio olvida, vuelve la palabra; cuando fluye la palabra aparecen las mentiras de los hipócritas apócrifos; cuando la justicia aparece sin gobernantes y los votos no tienen un gramo de verdad, solo las palabras exploran los vértigos en los huecos negros del espacio exterior, llegan al corazón y palpitan como la luna con el sol. El sentido de las olas va y vuelve; todo está cerca, se enrollan las gotas y se extienden considerando a la luz en a la oscuridad, en todos los tonos y colores; nada se puede separar cuando se une y se solo se expande cuando se va; la virtud es pura acción natural y toda acción siempre es novedad. En lo simple se esconde el presente constante, la sabiduría y la libertad.  Ni carencias ni creencias en el corazón un recién nacido que aún no ha sonreído, olvida todo lo aprendido y puede continuar, incluso desaparecen todas sus contrariedades; antes del frío, el amor es sabe amar; ni carencias ni creencias; en el silencio más austero puede nacer la libertad de la felicidad o con la madre naturaleza que siempre está actuando a favor de todos, morir.

 

Tú canto como el yo nada y emerge, tú tanto como yo, nada tienes, flota la mercancía a poca distancia; permanece como siempre en la ola larga, está y cambia; sin mostrarse fluye en la sangre de todos, sale del junco para henchir su inclinación natural de espera que es su modo de ser libre. Se unen, mutan, se separan o cambian mutuamente para continuar deben detenerse a sentir las palabras que como las plantas simples y tranquilas, maduran sin dejar de ser simples y tranquilas; es su virtud seguir la vida, ser parte de la madre naturaleza. El pié conserva en puntillas un momento de una pequeña altura, no camina, no se mueve, solo conserva de puntillas una pequeña altura; camina y no se mueve, no necesita ensalzarse, exhibirse o justificarse porque su corazón es libre, simple y tranquilo.[32]

 

El volcán se enciende cuando arde lo interno, el guerrero continental del mundo triunfa cuando vence su propia debilidad, no son las armas ni las estrategias, es en el propio corazón donde la lucha interna le permite alcanzar la intensidad de la sonrisa, en una hamaca cósmica que no se detiene, que se enlaza con la aurora boreal a nivel universal, resume que donde no hay ejércitos de miedo no se puede competir y menos vencer, aullar bebiendo riqueza o falsedades y morir para no callar mordiendo, su propia vida antes de nacer o cambiar para salvar naciendo.   

 

Para unos es honor la muerte, para otros es honor la vida; es puro corazón en movimiento, en dos sentidos el mismo latido, pleno, continua cargando el ataúd y pesa, la estupidez es tan pesada; retroceder puede ser vencer, no ceder ni un milímetro al odio, al desprecio o al error es vida. En el cuerpo hay dos cerebros y dos lados para caminar, hay dos brazos y dos manos que te pueden abrazar, es la única victoria con la puedes contar.

 

Nombrar lo que no se conoce no es nombrar, hundir el azadón en la tierra no es sembrar; la simplicidad de lo tierno no es inferioridad, lo que se guarda no existe; al hundir la pala en la piedra brota agua, degustar con la yema de los dedos es hablar con la lengua y callar. La lluvia con la nieve tienen un rocío breve en las madrugadas así las palabras tienen su silencio breve para meditar en las armonías que a veces tiene la verdad; no existe un momento para parar o derrumbe como el error que cae bruscamente e interrumpe la  luz  de  la respiración en las distancias; es momento para detener la oscuridad. 

 

Se desprende del polvo más seco una leve neblina y agua de vapor que se va; fluye por las venas, corriente universal, no tienen sentido alguno porque se marchan en espiral, va tanto como viene y regresa cuando tu no estás; fluye como el río que dibuja cuando todo es muy pequeño en la inmensidad, es tan breve como el presente que es la única eternidad; te presta su puerta como genuina oportunidad, es la veta en la mina y caverna de lava herida en el volcán, que apagado, limpia sus manos porque parece que quiere volver a cocinar. Quién puede priorizar lo que siente, puede anotar con ideogramas o bien olvidar, el cuchillo se asemeja a una soprano en la oscuridad, advierte que la vida siempre llega tan inesperadamente como se va; el sol sigue su curso sobre la lluvia.

 

¿el que mira el cielo o el que calla para no hablar ni atraer simbologías que no puede despertar?; quién de quien es libre para poder cantar todas las mañanas de puerta en puerta o ventana tras ventanas frente al mar. Las orejas le pesan al que no quiere escuchar, las carga como piedras con oquedades que nunca podrá tapar; los ojos le enceguecen al que no quiere ver y los pies atrancan al que no quiere avanzar. Nadie es nadie, pueden existir una montaña de energías que fluye como un río y un cuerpo con sangre que parece en sentido estricto uso de silencio y nada más.

 

Contiene el amor, siempre dar, es un destino que se va, tanto como viene; una acción que se realiza desde el centro del corazón que duele, es la pura y neta verdad; la desgracia es simple, tan simple, como complejo es no entender que el amor es una paz potente como una sonrisa con la sensación adhesiva de abrir comienzos, como solo el silencio logra cuando puede hablar; hablar con todos cuando nadie puede o lo hace; solo lo que nace, muere, vuelve y pronuncia conclusiones en el extremo del dolor; alguien se arrojó del silencio como todo lo que existe y concluye en un rincón o dentro del paisaje que transcurre entre la aguas, completo; las cosas crecen y como los seres que se quedan en quietud, al parecer nadie necesita verdades, todo está verde, en la simplicidad primordial; nadie quiere que repiques de ayunos o repetir consignas externas hacia dentro, la libertad del viento es suave como aire fresco, un deseo humano en su simplicidad de siempre, acto cierto. El pié desnudo es la humedad en lo húmedo, es sangre roja en medio del calor de este incendio, que hoy nos amenaza, parece el punto final de buen comienzo; un paso que se retiene porque no está quieto, una comunidad que quiere ser como el firmamento uno solo y completo; que comparte con todos un retoño interno que no es música ni es dinero ni advertencia ni es un juego. El pié desnudo es virtud en el caldero que se funde como el hierro, se convierte en vapor, parece en cremación que el viento tiene prisa, es el viento que todos respiramos y retenemos en el cuerpo; viene o se va hacia, es una sombra enorme que parece tempestad, es la hembra madre de la fertilidad; que al sostenerse se desvanece y al unir se endurece en concreción de diamante de carbón y ti de titanio 22 en medio del metal, porque no hay modelos ni cerraduras que le sirvan, no hay cerrojos y aperturas, ni cadenas que se partan, no cierra ni abre, no es la muerte, no hay siquiera preocupación que se transforme o misterio que se aclare, es un desierto contemplativo de la imagen de diez mil criaturas en deslave, que se desbarrancan hacia el mar, sin referencias, parece que no son humanos pero caminan por las calles y se trasladan de cualquier modo bajo el agua o por el aire, por subterráneos como cualquier gusano que crece para no acampar.

 

Aunque ningún buda regale una infusión en esta esquina, todas las medicinas que existen son recordar o retornar al humilde morada de haber nacido desnudos, algo que parece demasiado honor sin viento, es o somos un fragmento tan pequeño; que no traigan demasiados desaires a este pantanal de inviernos, con insectos y serpientes que vienen o van hacia el mar;; saber descender con sus iguales es halar el hilo fino, para no  volver a competir jamás; porque allí empezaron y empiezan todas las dificultades, en las olimpiadas, emotivo es el ser de no estar, por posponer todas las instancias hasta el júbilo final.

 

Nadie tiene nada, detenta o busca para no llorar o para decir que tiene, solo el cuchicheo es lo que puede calmar sus deseos, hay tanta incredulidad en los rodeos y los goles oscilan, pasan por el aire, golpean con su frente el metal del extremo del arco, que ríe y a horcajadas quiere caminar; nada busca, nada tienta, nada a la deriva, nada a máxima profundidad; la roca se queda, en ella todo es metal, no es riqueza, es soledad; es una mancha en las fauces de un feroz animal sin colmillos ni muelas para poder cantar.

 

La hembra madre tuvo una hembra madre y otra más, nunca se detuvo el enlace, siempre fue de adelante hacia atrás, en el hiph hoph del yin yan, uno en el canguro, el otro en la mochila pertinaz saltando en un desierto inundado que no cede ni cae, que no es avalancha ni es vertical; es el grito de un asno: hambre con hembra puede ser mortal, no es hembra con hambre, ni hombre con hembra, simplemente ¡hambre!, es lo que grita el animal. Faltan los dos alientos vitales, los dos extremos de la espiral; ¿quedan desvalidos, ignorantes e indignos, que se puede esperar?; qué se puede ganar después de esta pérdida total, un gol de penal o un offside.

 

Nada tiene, nada detenta, nada busca porque el camino que parece claro es oscuro, la ventana que avanza es un cadalso, siempre en la orilla del mar el gran sonido se esconde en el silencio, el tiempo en la vastedad.

qué coincidencia repito; son los emprendimientos oscuros del alma no humana, desalmados; en su opuesto puede crecer la solidaridad un momento de vivencia del fuego y de modo un poco limitado, un poco más de cerca de la realidad, que con todo lo contradictorio vivifica y se sorprende ante el cambio climático, tan  actual como el cauce que atraviesa realidades vividas, latentes, que de modo concreto, intenso, sensible, llega  un poco, lo crítico y lo práctico.

 

 

 

 

 

EPIL-EGO

 

RECONSTRUCCIÓN EN EMOCIÓN DE METÁFORA

 

 

 

1

La fuerza de fluir físicamente va por el cuerpo y parece no llegar, sigue, se llena de abrazos y encuentros casuales en la plenitud del fuego, del pan o del agua, es una experiencia como el amor o la vida. ¡No te detengas!

 

 

2

Rincón breve e imperceptible es el suspiro, es tiempo que no tarda; cae, se levanta y vuelve, se arranca; se va para alcanzarte, extraña la colectividad; es aire interno que salta desde la ceguera del dolor a la aurora boreal que exalta.

 

 

3

Así, la lluvia afina su semblante, ¡se lanza!;

rodeada de una neblina redentora que se oculta,

en la música que muchos callan, valiente rutina,

que se asemeja al silencio de la oscuridad,

a los colores del interior de la fiesta, aurora boreal, huipala,

rumi del sol en los Andes; carnaval en Uruguay.

 

 

4

El agua camina descalza, no se cobija,

al borde de la calzada, se abre como una flor,

se sienta en el frío de la grada,

despliega sus escamas que parecen alas,

no intenta volar, intenta preguntar;

¿por qué la camisa de fuerza es la soledad?,

como necesidad de infinito del que empieza a caminar;

cuando se acumula es vendaval, el huracán es ciego y en el olvido

se acumula la violencia de la violencia, para no callar;

es la línea recta de la espiral grita el perro,

miren más abajo, afirma con ruego

que el poder al final, es simplemente un verbo.

 

5

Hay un rasgón oscuro en el tiempo,

es un dragón que se pega al cerebro,

es vertical, variable y profundo como el recuerdo;

se desploma y cae; es un sueño, utopía en realidad;

cae libre por el vapor de la mañana mientras todos nos vamos por las ramas;

en el interior de la selva, en la pluma que es flor,

en la flor blanca que simplemente es el fluido del agua;

un rasgón oscuro del tiempo habita en los poemas y en los vallejos.

 

 

6

¡Es simple, da el paso!, desde esta piedra a la otra más distante;

a esa que parece se quiebra por la gravedad, en el suelo,

fuerza en vano, borde o tragedia;

es como ir de una palabra a la otra, esquivando el peso

o con el calor del cielo que viaja desde el sol a mucha velocidad;

ir al horizonte que dejan los recuerdos;

así de tu oído vas a otra garganta; desde este corazón bajas al suelo;

lo mismo que las anclas por las ancas de la duda,

se hunden en el mar, como un gesto de paternidad,

utopía no perdida que se mantiene y se desvanece

sentí-pensante de la intensidad, este que cada uno carga.

 

 

7

Ante esto: ¡ensancha tus velas!, realiza el momento.

Espera tener buena mar, viento  y mareas;

hunde en el fondo de la luna el horizonte de la oscuridad;

calma a este silencio que grita,

cabalga la sensación instantánea, sin trabas,

sin topar con la lengua a cada letra,

a bocanadas, respira en ocasiones la emoción, habítala

descifra con ese paso el contenido del poema

que también se va.

 

Esa herida encarnada es de baja intensidad;

gruye y mastica piel inocente y blanda, ¡mata!;

cada segundo dispara, ahoga, apaga;

la luna gira sobre la muerte humana y calla,

¡se inunda de soledad la soledad!,

el optimismo emerge centellante del magma,

ese fuego de intensidad a llamaradas que chispa al cielo

inspira a lo soñado en contradicción a la muerte.

 

 

 

8

La pausa se vuelve sueño,

la tragedia del saber como poder no es oportunidad,

es un cuerpo que se triza por el medio;

así la llave se enreda con la cosecha, la magia es timón,

brota la raíz del fruto como el agua o el fuego,

como la empuñadura de metal se revuelca en el corazón

de la vertiente que muere,

que se encariña con la paja y ¡arde!

Es incendio.

¡Energía!, fuego que se expande,

tiempo de piedra, semilla de sangre, unión,

comunidad que se abre,

verde que al nacer se enciende entre besos de la madre natural,

es un muelle.

 

 

9

La distancia entre el tapete de la selva y el desierto capitalista

estremece, se reduce, se oculta, envuelve, mata,

corta los árboles y produce

está en las venas, en vetas, bejucos, ramas, lianas verdes,

se extiende, se disuelven detrás de las sombras;

son serpientes, que se siembran, se reproducen y mueren

en la circularidad del agua:

ese inmenso caracol que se reparte en

la fertilidad del aire;

es magia que se inserta, es lo que eres,

un acordeón que se expande en la espiral, nada,

y se retuerce como lo que nace o muere.

 

 

10

Neblina,

¿hebra que crece como raíz o rama?,

es hambre y sed

que se arremolina contra la piedra como el agua,

que se adhiere como el musgo a la verdad que pasa

entre vencedores y vencidos, la caga,

¿es un reflejo de amor en la mañana?

Rápida cascada de sol o lágrimas

que se disuelven cuando suben o bajan;

nada.

 

 

11

Son las bandadas inesperadas de las nubes,

las que se reflejan en el mar;

no son pájaros ni ballenas que acrobáticamente que saltan;

no son personas que los primeros de mayo marchan.

Son bandadas inesperadas de nubes,

las que se reflejan en el mar, no son olas; son alas blancas que se van.

 

 

12

Muy cerca de los sentidos, los seres se abren.

sienten con toda intensidad el cauce;

la mula patea y duro, con cuzcos de seda y plata;

resume la sabiduría del rebuzno en una oquedad,

un grito que desgarra la inmensidad;

silencio de despedida de par en par,

relincho que camina y calla;

un momento quechua que quema sus huellas en el volcán,

refrán que refriega los ojos,

estos ojos, de soltar al sol de nuestro corazón

y ponerse simplemente a caminar.

 

 

13

En otra palabra, la duda rueda,

La subversión es una fogata que se empieza a apagar;

crea ingravidez de palma en palmar, bejuco que se arrastra

y aletea en la pestaña de la noche, para lentamente caminar;

se sienta con la luz de la luna, a meditar

y calla para no cantar.

 

 

14

¿Sientes el calor en la nieve?, quema,

circula por las venas de tu vientre y de toda la humanidad;

somos agua viva, vapor, matergia, utopía y soledad

en medio de tumultos de gente, ¿qué pasa?

Sientes el calor de la nieve, que quema la posteridad.

 

 

15

Ese acordeón lo que suena entre tus sueños

¿es tango o representa al amor?

Que contrae su intensidad interna

y resopla en tu corazón,

¿sueño o calor? Sí, de sol, en este frío;
silencio de amor en este encierro.

Comienzo, no final.

 

 

 

16

La oscilación de los polos

es el inmenso trapecio

que tiene el circo del sol en la luna.

 

 

17

Pausa; respira profundo, suspira, ahonda,

Vuelve, asciende,

como gota de sol; se agudiza con la ternura del mundo,

con emoción disuelta del viento;

al interior, el corazón late y respira.

 

18

La ola tiene su modo uñante de retormar, reto y volar;

rueda en espuma como abanico y salta como estrella,

alegría, espontaneidad y libertad.

 

 

19

Hay un modo descriptivo de retornar,

es caminar sobre hielo tierno en medio de la tempestad;

sobre el océano de arena, ¡shahajara!,

en seco, respirar.

 

 

20

Se ha descubierto un nuevo continente,

una estrella en la oscuridad estelar,

tiene cortezas son amnesia

y en sus fronteras se olvida la verdad.

 

 

21

Antes del amanecer, por un momento, calla,

rumia como si fuera la noche;

escucha al viento  que ante la piedra calla,

abre tanto como cierra,

se desplaza oscilante como oso con hambre

perdido en medio del mar.

 

 

22

La orilla en el mar, al borde,

se pierde en la inmensidad

de las húmedas pisadas de la aurora,

que dibuja al misterio en la playa,

un poco deambula y se suelta.

 

 

23

El agua y el sol tendidos, tumbados en la arena

parlotean sobre el infinito presente que pasa poco a poco,

se convierten en escultura. Aman.

 

 

24

La cuerda de la guitarra tiembla en el aire,

así, las venas de la lluvia chistan,

al vibrar la vida canta: ayayay, ¡ayáya!,

plena tempestad en cada gota y

a la distancia parece decir: soy libertad.

25

Entiende al viento, es camino rodado que aguarda,

que pasa entre piedras,

que no tiene gravedad, que se hornea como el pan;

siempre es sorpresa al azar, salta, se oculta o se detiene,

te espera en la curva para poderte abrazar.

 

 

26

Las hojas del viento pían en medio del silencio,

se van montadas en vapor hacia el mar,

son olas que besan al cariño para no llorar.

y que ríen a carcajadas, para no olvidar.

 

 

27

El invierno es un viejo

que viaja eternamente 

en un antiguo ataúd de mármol blanco,

¡nieve!, con manchas de oscuridad; un oso que calla,

que se detiene para volver con el joven a cantar

la primavera al sol.

 

 

28

De silencio, a la deshojada muerte

le invade la desolación en pleno invierno, calla y se va…

 

 

29

También aúlla el color

sobre la sombra de la ceniza, en una teja vieja,

que se cobriza con el sol y el amor

lo mismo que el agua en la piedra,

al pasar se seca, te inunda con color,

aúlla como el ser humano al llorar y ¡vuelve a cantar!

 

 

30

Acertar al mundo desde abajo, desde el centro,

ordeñar todo el dolor del alma al Sur de la supervivencia;

es campanada de la buena nueva para todos;

inundación que baja, que se acerca a la felicidad
                                                                       [compartida.

 

31

Se filtra por un costado el camino,

por la frente del sudor y por la izquierda de la vida y
                                                                           [del amor;

un sombrero oculta el misterio de la flor,

como un trozo de tiempo,

vida vivida entre algas que flotan en el mar,

que se disipan por la orilla de una lejana estrella

que florecen con el sol.

 

32

Zorzal es el viento, emite una palabra

y con ella vaga y navega

por el perfume de las hojas más altas,

se funde consigo mismo

y revienta en un poema,

en cualquier lugar;

su paladar de piedra en el metal

pule y con él, recita,

transita por el forma,

alcanza la palabra ¡intensidad!,

es un ¡ay! y un do de nudo en la garganta.

¡luego, se va! A conocer el mundo y a navegar.

 

33

El amanecer siempre es boreal,

porque junta el color

de la ceniza de estrellas,

y se unta con miel,

desde la frente hasta los pies.

 

34

Es silencio todo azul disuelto en la garganta;

verde diversidad en movimiento,

dorado que viaja por lo profundo del rojo,

¡la oscuridad retumba!,

extremo de densidades es la emoción,

vibración de fuego a la distancia o simplemente

la aurora boreal del amor, la consistencia de ser y estar.

 

35

Llega a las venas abiertas de ti, en mi, tus,

llega al sueño el olvido, al encuentro el beso, al instante

el azar que se hunde en las redes entretejidas del día,

entre las fibras largas y sutiles del pelo del pueblo,

con neuronas en algazara y en acción festiva,

¡vida que se va desde el agua hacia el sol!

Desde el suelo al amor.

y desde el amor al universo, ¡vuelvo!

 

36

Comprime la magia en la cotidianidad concreta,

solo así, adelantas sin ir cabalgando.

Ponte tu máscara doble y contradictoria de luz y
                                                                         [oscuridad.

Diablo Huma, despierta, estás entre todos.

 

37

La oscilación como la nieve es fiebre; oscilación en frío,

extremo del corazón que se funde en agua, condensa,

se evapora y se mantiene latente, vibra,

crece y crece, es la emoción de la pasión en el magma.

 

38

Al oído la quena, un dos al ¡tam! del tambor,

un cuatro a los sueños: verde ensoñación

y al cero el silencio de la eternidad.

 

39

Es camino mi camino, ¡enlace!,

vacío que se oxida

y que hasta el momento, no llega a su destino,

un retorno tardío, que no se detendrá

¡hasta llegar al amor!

 

40

Este camino es azul,

espuela en el suelo que gasta hasta los huesos;

que permite meditar, perderse y hallar;

es movimiento interior al oído, lo mismo,

cuando apoyas la barbilla en el mármol del tiempo,

y aparece un breve reflejo de la verdad en la cascada,

es espuma que con alegría se marcha.

 

41

Cayó desde la montaña

la loca poesía que encierra el corazón,

alud de risas, asombro y tormentos de revolución,

vuela el cóndor hacia dentro,

en convicción muy meditada se disolvió en el viento

y sobre el mar planea como aurora boreal tropical.

 

42

El alud fue cortante, repentino, vertical

y seco,

como siempre: ¡conexión y ruptura!,

no por una sola vez,

también vuelve en dolor o

en incumbencia de expansión.

 

43

Las algas se extienden como raíces en el agua

las gotas se hunden en el mar,

las lágrimas en los ríos, van al canal,

y el rocío brota en las ramas como flores de emoción
                                                                   [en intensidad.

 

44

Cambió la fiesta, brota desde el silencio atronador un
                                                                       [sentimiento,

colectivamente, desde todo el pueblo,

como una sola voz diversa, múltiple y cultural, ¡desde
                                                                         [lo interno!,

no hay más tiempo en lo tierno. Debes empezar.

 

45

Greda o barro; ¡tiempo o distancia!,

bosque o lago, todo gira y giras, tienen sus velas puestas

para navegar, cabalgas sobre tus propias piedrecillas

de lava y soledad. Puntos suspensivos.

 

46

Medita, medita sobre la rueda

de las notas de Orf en Carmina y las comas de Vallejo

¡caminante! para dejar, camina,

por la fortuna inmensa del amor.

 

47

Retorna y canta la última gota de invierno,

en un rocío imperceptible se levanta,

se desvanece con la lluvia; se funde, muta y cambia,

es la nueva canción que se va hacia la primavera y
                                                                            [claridad.

48

Antes del amanecer

los pájaros meditan sobre el sentido del destino final
                                                                              [del fin,

la curva se enlaza con la vertical y se enreda sexual

en el resquicio de la sonrisa recién descubierta,

alga de linaje, labios que llevan un beso de instante.

 

49

Soy un obrero de la poesía, punto y guión,

amaneció y alumbra

se abrió la aventura de hoy, el instante perfecto

en medio del corazón, la poesía, abre sus manos,

las extiende con amor,

lo mismo que sus brazos y comienza a soñar.

 

50

¡A caballo la libertad!,

vuelve al río de las rocas antiguas; ¡esas rocas que son
                                                                            [árboles!,

¡¡Puyango!!, vuelve a navegar, como fuego de volcán,

por millones y millones de años, que novedad.

 

51

Topa con la yema de los dedos, la arena de la playa,

el sol es agua;

deja al tiempo extendido en sus patas,

mira, es un reptil, iguana, dinosaurio, colibrí

que puede convertirse en mariposa y volar,

repentinamente, para desprenderse de la tormenta y 

de la oscuridad. ¡Naledi!

 

52

Este fragmento de luz puede ser incendio,

mi respiración junto a tu boca, es beso;

el silencio puede ser existencia en el tiempo

que muy lejos, pero muy lejos,

nace, respira y despierta con catarsis de libertad.

 

53

Tanto ajo, tanta cebolla para navegar por el amor

de isla en isla, de volcán a volcán, tanto aliento;

cormoran de sol a sol,

sin balsas,  sin balas, sin traición;

¡pura emoción!

El azar, la continuidad y el canto, libertad de amor.

Tanta cebolla y tanto ajo para picar.

 

54

Cada día que cae se hunde, se ahoga,

a veces flota en lo que fue y en lo que no pudo ser;

desde la vertiente a cabizbajo, vuelve a caminar,

es la fusión de la poesía con el agua, contradicción,

el instantáneo relámpago que no se detiene

ni la intención de alcanzar el mar.

 

55

(Al Acuerdo de Paz en Colombia)

Las personas: gente, masa, pueblo, comunidad;

a solas o en equipo sienten; vecinos, ruedo, sueños,
                                                     [círculo de navegantes;

todos saltan a la batalla del abrazo con reciprocidad;

mecha al fuego, leña al tostado, fuerza a la libertad;

escarcha, amor y paz, ¡intensidad!

 

56

En el solsticio del sol se suelda con la oscuridad

21 de junio, es especial y,

revienta con el día en la flor; es posible:

azul y rojo en amarillo y leer sin saber leer y

tener libertad para cantar la paz.

 

57

La piedra del molino une la semilla

al agua, con fuerza,

la leña en el horno a la levadura, la fuerza,

y muchos, más temprano que tarde, 

hacen panes para las pases y los consentimientos,

¡los reparten! Es una nueva batalla, la de la paz.

 

58

Una historia recién descubierta

tiene manchas de estrella en los grifos de agua;

ramadas, heridas y canta al amor, es humanidad.

En la ceniza, florecidos,

deambulan los recuerdos por el aire,

sobre olas muy suaves, cavidades y silencios,

en el misterio de la soledad, en la que, por ahora,
                                                                         [¡crecemos!

 

59

Regresa, deambula,

regresa, río arriba o baja,

¡regresa!,

es tu identidad de amplia afinidad, te espera,

se exhorta y se difunde.

 

60

Las semillas ruedan,

las miramos, se transforman en silencio;

contemplamos su reflejo de alimento en los dedos,

van muy cerca de las piedras negras. Giran

y oscilan en sus polos; las semillas ruedan.

 

61

El abuelo es padre, el río es cauce,

un fragmento de luz cruza el cielo, es el detalle.

 

62

En la guarida de las siete lunas,

las siete serpientes deambulan en las espirales

subterráneas, esperan rodilla en tierra,

su libertad de litoral en su ombligo ecuatorial.

 

63

No tengo otro bocado de aire que alcanzar,

cada medida tiene su nota en el jazz,

cabalga sus Honduras, por su ¡salvador! en Guatemala

de Tikal; yo no tengo otro bocado de aire, para respirar.

 

64

Sin mirar a la distancia, lo cercano

parece contemplativo,

es un cortafuego que no espera;

es un molino que no muele,

una noche sin amanecer que se va,

el presente ausente de la oscuridad. ¡Despierta!

 

65

Tengo incisiones de tacto en la pared,

de punta y taco como el corcel, en cueca,

por todos los muertos del mundo,

esos que deambulan en sus sueños,

todos ellos, deliran con estar dormidos

y la Tierra continúa su ascenso hacia el sol.

y cae si no te puedes levantar.

 

66

Un tejido en sesgo,

es trompeta,

textura de vapor en ascenso a la ilusión;

un mar de llanto completo, cavidad intangible,

canción de invierno en el centro el calor,

¡volcán!

Amor.

 

67

Esa ola gigante levanta su cola, es Galápagos,

Que, como una ballena en altamar,

al mirarla, las estrellas bajan con la lluvia,

y parpadean,

vienen y se van, levantando la cola, de par en par.

 

68

La orilla del mar y sus aguas, 

vienen de la Amazonía,

bajan desde la cordillera de los Andes;

hunden su selva en la profundidad de la vida,

que despierta como grito de humanidad.

 

69

Para ocultarse la cordillera se hunde en la espuma del
                                                                                [agua,

y en la vertical pared de piedra;

allí, un dinosaurio azul brama,

deja sus huellas como torres de arena en la playa.

 

70

El optimismo es abuelo a cuerpo entero,

¡completo!, en medio del desierto,

en un río abierto es el arco del recuero y flecha del centro,

se acerca y sonríe, da su consejo

en un verso que se va detrás de tu sombra, alegre.

 

71

El sol, ¡tanta voluntad reunida!,

dentro de la vida todo se resuelve,

viene desde el interior de los seres,

o quizá simplemente hacia ellos va,

el sol y los seres,

son fusión en amor e intensidad. Siempre.

 

72

La vida de la felicidad está y late,

en este rincón, brota como manantial;

mana, mana, sangre, risa, seguridad,

se reparte con el agua, con reciprocidad,

florece en cada bocado de pan; vida

en libertad.

 

73

Hala o jala levemente desde tu espejo,

en silencio, revierte el plural,

desde muy dentro de los de abajo.

 

74

El silencio en el calor del invierno, es

acumulado e intenso, es

el intento que padeces,

desde tus pies; sí, desde tus pies con manos,

desde el nacimiento en la pobreza,

sentipensante colectivo, individuo libre,

y con la reciprocidad volver a compartir.

 

75

¡Te han apropiado los injustos!,

yo también lo dudo,

¿es difícil creerlo?;

pero por un momento aparecieron en tus lágrimas

algunos huesos que se levantan desde ti,

¡comunicando algo!

 

76

El alud cayó de bruces a los pies de la quebrada,

muy cerca del agua, se desmayó, para no despertar.

La fogata pasa y arde, tu corazón,

qué espera para alcanzar la libertad.

 

77

Apoya en la barbilla todo tu cráneo, tus emociones,

en los huesos del barco hundido, flota en tu mascarón;

ponte a meditar de modo natural, sí, de largo,

sobre la forma del fuego, de la llama

o sobre la forma del fondo del mar, del cosmos,

o en lo vertical, que parece no existe.

¡Alud!,

es horizontal y cae.

 

78

Sube por el camino,

hallarás en las plantas, en la hojas, en los troncos,

huellas,

parecen palabras, flores silvestres,

sombras del color que algo te dicen o callan,

con ello, el extremo del día camina,

entenderás el sentido de la curva, va al final.

 

79

Ven golondrina, pareces gris sobre el azul infinito,

hila con el oído interno el eco lejano de la cordillera,

resonante, con la brevedad de la verdad, ¡agita!

Ché loa, aldea grande, Ernesto ¡vuelve en golondrinas!,

como resonancia interna de la cordillera por el fondo
                                                                             [del mar.

80

El camino a la deriva, te camina,

machaca al polo, cuando la duda intensa invade al globo,

va en busca de aves marinas,

dinosaurios, gusanos de sal;

va al retorno fatigado de los engaños,

alcanza el horizonte, se encuentra con amigos,

para volver a vivir y a amar.

Siempre el camino al avanzar se abre, se extiende,

parece que se pierde más allá,

pero luego se detiene o curva, parece comenzar.

 

81

No importa nada,

¿por qué tiene carbón en la mina el lápiz?;

¿por qué importa todo?; también el color;

la O, el infinito concentrado en inmensidades;

¿porqué tiene color el lápiz y la oscuridad carbón?

 

82

Sentipensante, en el fondo, cabizbajo,

todos los seres deambulan sobre el mismo cristal,

transparente, frágil, vertical;

tú hilas mi silencio sin voz, sin palabras, sin letras;

el común se hunde sin metafísica,

esa ola se va, se disuelve en el mar; ¡despierta, libertad!

 

83

¿Eres adjetivo, sustantivo o verbo?

Sentipensemos juntos para disfrutar la vida.

 

84

En el camino de las palabras las flores son silvestres,

crecen en quebradas, al borde de un chaquiñán;
en ellas: la oscuridad se ilumina, es luz acelerada al
                                                                            [extremo,

alcanza la inmovilidad de un amanecer sin amanecer,

el miedo arrancado del seno, es huida que solo el amor libera.

 

85

El nivel del agua es la piel del sol, sangre de la Tierra,

respiración de la luna del amor;

nivel que vuelve a empezar

y se desvanece en la inundación;

con la luna;

porque somos, debemos cambiar,

¡ya!

 

86

Ayayay, ¡ayaya!

cambia una sola letra y alcanza su contrario

es la inmensidad de la unidad,

ayayay, como duele

¡ayáya latinoamericano, ayáya!

 

87

Hay un acceso al amor,

está en el pulso de la risa

de la pena, en la emoción;

desciende por la naturaleza

al latido del corazón

y se irradia con el vapor.

 

88

Retrocede, el pasado avanza, retrocede,

carcome tus arenas movedizas;

el recuerdo carga tu propio peso,

el cielo avanza,

la gravedad es horizontal; 

un recuerdo que yace en el fondo del mar,

por siglos sedimentados de calor, se va.

Retoma el camino olvidado: futuro que se va.

¡libre!

 

89

Tienes la opción cierta de vivir                                     

cerebro, corazón,

mano abierta.

Levanta la tapa,

¡arrima el hombro al árbol,

siembra el agua,

descansa en la felicidad.

Resume todo el misterio

con la intensidad de amar.

 

90

La naturaleza force y jea

en el fondo de la oscuridad y del caos

forceja con las aristas de la madera

con las raíces de la enredadera

y con los lejanos rayos del sol,

planea con el cos-mos al amor.

CERO

Cos-mmm-os,

coz, oz.

.

 Borrador

QUE COLECTIVAMENTE CONTINUAREMOS…

 

[1]           Las personas, son misterio, la realidad incomprensible; incluso en la oscuridad del tam de tambores arcaicos, su silencio parece de muerte, lo pasado se desvanece, queda en nosotros y confunde todo; la verdad como la rama o planta crece desde la raíz con el insecto; en la Amazonía existe esa planta pequeña, que parece árbol diminuto, de ‘rojo alcoholizado’ añejo; mide dos o tres centímetros de alto y se cuelga del escarabajo como alga a la roca, se sostiene en sus ramas y penetra en el cerebro del escarabajo y marca o ‘digita’ la dirección a la que va; ir juntos; el árbol dominante, pequeño ¡vegetal!, que marca el rumbo como lo que sucede con la usura global actual; no lo olvidemos, dominan vegetes vegetales, al animal sapiens, hay vegetes diferentes; ambos planta y animal recorren un fragmento de selva, que es otra realidad; entre juncos, lianas, chirridos y orquídeas, la luz distante; ¿dónde se detiene el metro?, queremos quemarlo y es en singular, no en plural, en presente, no de propuesta teórica ¡estás en grupo o estas solo!: todo parece posible; pero volvamos: ¿los insectos tienen raíces?; en este caso, lo humano es como animal o vegetal; la tierra está al borde de conectarnos a todos o destruirnos, ¿acaso no tenemos las mismas raíces?; los mismos genes; la mayoría de los primates, son lo mismo; alguno dirá que no, pero la realidad eleva entre nubes de polvo o lluvia o incendios, lo patético desde el pre humano, primate que humano, por millones de años, sorprenden a la ciencia actual, pero no a la poesía.

[2]           Solo quedan grietas, escritos, palabras sueltas, en el lado oculto de la ciudad que ahora es selva, vuelven los animales a caminar libremente; en ese lado oscuro que tampoco existe publicidad, hondas mentiras en el mercado, bajan, suben o caminan, ¡ven apaga la luz al lado externo de las falsedades!

[3]            Las ‘murgas’ que año a año se vuelve a plantear los problemas.

[4]           Para un ciego, el amor es lanzar la caña al aire, sin anzuelo y sin mirar el cielo, seguir de reojo con la imaginación, captar las piruetas negras de las golondrinas; captar al viento y con la yema de los dedos ir hacia dentro, ¡estar fuera gozando del paisaje interno!; enorme, no se lo ve; viviendo el asombro sentido con el ¡tacto!; en lo oscuro de la exhortación al fuego, que la zarza seca arde como el deleite de un beso, estar y ver pasar por el oído y a tientas una vida y poder saltar a los confines al universo; para hallar en la orilla de los otros la propia.

[5]           En lo distante, la piedra de la historia llega a la garganta y se parte, se destrona y cuando está seca, calla, se llena de nostalgia; se compenetra con el ocre oscuro de las viejas glaciaciones en el corazón; aún no hemos superado, retorna el cambio de clima retenido entre las rocas, incluso en Marte distante, a espacio abierto, continúa rondando cavernas; lava baja y llena de detalles, minerales para hundir el agua en el mar, como a serpiente emplumada, Quetzalcóatl; quetzal, serpiente emplumada, cambia de piel en la densidad de sencillos rituales, así los temores acumulados se liberan y cambian; el egoísmo del miedo es publicidad, consumo de lo militar y en las entrañas algas.

[6]          Metida entre palabras que son parte de poemas; se deja emprender en la aventura de estar y no morir, de estar y ser, en medio del tormentoso mar enjaulado del cambio climático; somos este momento, capaces de dar un abrazo, sí ¡os abrazo a todos, si a todos!; como en cualquier océano las gotas de agua se juntan o en el bosque cada semilla que cae del árbol, cae en la tierra y espera un poco de agua para germinar y sol; estalla en palabras, como la primavera abierta en el ¡eureka!, mientras el viento golpea la cerca de alambre de púas que nos rodea: usura global permanente; la magia de siempre: presente, instante presente que reúne, en tiempo de ser y estar en el aire, con el sol, el agua y la armonía de los contrastes, continuar el instante que es eternidad que nos envuelve rasante. que cada uno de todos somos “murga”, con tambor Montevideo; dirás: Uruguay, Oruro, Brasil o la Diablada en Píllaro (Ecuador) en comparsa, carnaval;.

[7]           Tao Te Ching de Lao Tse, Edt. EDAF. Madrid 2018. Pág. 19.

[8]           Trilce: “Quién hace tanta bulla, y ni deja testar las islas que van quedando…”

[9]           Todos los dedos son suaves y crecen, considera que son cuernos delgados, fibras sensibles, internas, de pianista, flores la vendimia, gotas de vino, obras de arte; que parecen remos para navegar; extremidades, adherencias, vista para los ciegos, dedos, caricias; topa todos los lados de los dados, topa los extremos de los dardos, topa los versos, las telas de las velas, al ladrido pertinaz del perro; fíltralo como a la sangre desde las venas; es un vértigo que sube, el trino o ritmo seco de la piedra, linterna que nació en un volcán apagado, que se acerca a la playa y pesa; parece que allí termina el camino, la vida, entre recuerdos que no puedes definir, ni mencionar; así: ‘¡hay golpes en la vida, yo no sé!’, como dijo Vallejo en Paris, tan duros y oscuros ‘que no sé’, así el poeta, abre su corazón al viento, es puerta sin detalles, abierta, total.

[10]         Los surcos en medio de la escalera se detienen, hay quema de selvas vírgenes; se carcome la cresta de los minerales, arde su esencia estética, se disuelve en la espuma; es la verdad y la risa, allí surge el grito de la vida: ¡ayayau!, ¡ay!; es el color del cielo de Quito, el Quijote de la humanidad, vuelve y templa en azul el plural, en rojo el soy con los otros, con ritmo y tambor; los sueños quedan como pepas o semillas de cacao, tabaco, babaco, roble, cedro, enterradas en Puyango, el viejo de piedra, con millones de años dentro, somos esto, y nos matan, ¡despertemos!, sin un solo puente abierto; tenemos la vertical en el aire, en el espacio cósmico tenemos el corazón abierto; ¡lo que sucede!, es transgresión al infinito, a la madre natura, mater-natura en todo su cuerpo, el rostro está lastimado, demacrado y desecho.

[11]          Cuando una persona se mira en un espejo ve que está en lo simple, con virtudes en el cuerpo y algo fuerte que parece sonrisa, después que el cultivo retorna, con el agua; es vientre materno, maestro a tiempo concreto y completo; una luna que al que la mire le sigue los pasos; tierra de cántaro, barro de alfarería, arqueología convertida en ventaja, espacios que llena por dentro y en la garganta; su peso no pesa; la sonrisa es la gravedad que gira en el huerto y mientras la fruta crece o la flor con la ceniza vuelan; la sonrisa retorna con el agua.

[12]          Op. Cit. Tao Pág. 45.

[13]          Tiempo parece con un nombre con sonido que aúlla en la calle, suspiro en la esquina del árbol que se cae con sus raíces entre las piedras, gemido de instante que se va por el río que siempre nace, brota y desciende; se pierde entre las piernas pulidas de la arena del valle; así los peces brotan con la sangre desde el corazón de la madre, fluyen o resbalan, mientras la ola duerme sumergida en oídos ciegos y la sordera de los ‘vivos’ que se apropian hasta de los sueños; ¡despertad más que nunca, despertad!; es el momento, repito, no hay otro; a poca distancia con las yemas de los dedos la naturaleza es tacto, latido y beso.

[14]       Quedan muchas preguntas sueltas, entre las pisadas perdidas de las palabras, entre las comas y las verticales; las preguntas flotan en  pantanos de ideas, tanto, que se repiten, ¡muchas repeticiones y citas!, vueltas de rueda; arquetipos fundidos, mientras el egoísmo hace de las suyas, siente al presente como movimiento que aparece con firma y apellido que cambia; entre los opuestos se enlaza o se opone; no renace en los nuevos accesos a la maravilla de vivir, ¡tanto!

[15]          La única verdad posible está en el fuego, está en lo que arde, en lo incandescente, lo que suma el viento, reparte, es una luz sin límites, brilla, se mueve y deforma con la pesada gravedad que cae; la discordia esta en los extremos, lo mismo que el daño se aprende; no se necesitan emblemas, armas, símbolos, ritos, banderas o propiedades; por todos los años sin improperio alguno, tenemos menos religiones o jerarquías y diferencias; lo abierto está a la vista, se expande, el horizonte del amanecer está en la boca de los volcanes de los Andes, los Himalaya.

[16]         Naces y luego vuelve a renacer en lo tierno, ¡otro ser te sigue!; descubre que está despierto, que es música, no hay dudas en el asombro, solo evidencias; hasta las semillas danzan con el viento y en las pesadillas los paraísos de Nomsanto deliran y mueren, enormes errores ácidos mortales que le duelen a la vida, incluso a la ira; acá en momentos íntimos, te sientes bien, es señal de algo distinto que no perece, que vibra como el amor y sigue.

[17]          Cierra, cede y cede el junco, para volver a levantar el vuelo de cisne o gaviota que va al mar, sin detenerse, sin sentimientos o rencores, solo con recuerdos, vuelve desde los confines extremos de patas y rabos, campañas electorales, democracia o ritual; se pierde entre la gente, el junco dice ser extraterrestre; transita por lo que parece una fila larga de espera, de árboles que miran cometas detenidos en el suelo, es el movimiento fractal del magma; ¡todo se muerde a sí mismo cuando mueve su cola, permanece quieto como hierro seco, espera para atacar o arde, es el ¡contra!, ¡somos la ceguera del mundo!; el junco parece un jaguar que crece, nace y muere para volver a atacar.

[18]          En Perú están desarrollando un proyecto de apoyo voluntario (VOLUNTARIADO) a favor de los más vulnerables, varias instancias del Estado, con la idea de apoyar los vulnerables de modo permanente y más allá de la Pandemia 2020 (Seguimiento permanente utilizando el contacto digital).       

[19]          Puede ser al mismo tiempo la flor del trébol, con cuatro pétalos; cercana a nada y lejana como la estrella, distante; sostiene, no tiene venganza, ni espejo posible; no tiene una historia distinta, es conexión, sola; la sombra del tiempo se interna en la selva con lanza, no lleva flechas, solo su propia espiral abierta, atento, tiene un arcoíris de piedra atado al cuello, incluso tiene en su cerebro algo vegetal, su silencio de río, baja lentamente, lo recorre, lo mismo sucede con el caminante en el desierto; el elemento común de todo es el agua, de la abundancia o la escasez; el agua en la rama seca que cae o en la nueva que crece; la semilla apaga o alcanza la intensidad interna de la identidad, ¿apertura o despertar?; es el darse, si darse y su fuelle es una serenidad callada que se expande.          

[20]       Otra vez, la historia gira levemente, se acerca o cambia, son como las bacterias que flotan en cualquier instante del tiempo y mutan, se transforman en lo que no fueron; a veces la melancolía reemplaza a la serenidad y se adhiere a la transparencia de las ventanas y las quiebra frente al viento, como hojas secas, con dolor respiran como si se tratara del vacío, llenan de optimismo al suelo; es el fuego que baila su negación contenida en la tristeza, ante lo injusto, ante lo violento, ante lo falso. Nada es importante, ni el ego que se coloca entre las palabras como sombrero, corona o título académico o de otra índole; ni los objetos pueden existir sin su energía; solo la perseverancia y la transparencia pueden igualar al fuego.

 

[21]          Dijo Lao Tse según la traducción al español de John C. H. Wu. Edit. EDAF, México. 2018. Pág. 31.

[22]          Se unen, mutan, se separan o cambian mutuamente para continuar deben detenerse a sentir las palabras que como las plantas simples y tranquilas, maduran sin dejar de ser simples y tranquilas; es su virtud seguir la vida, ser parte de la madre naturaleza. El pié conserva en puntillas el momento de una pequeña altura, no camina, no se mueve, solo conserva de puntillas una pequeña altura; camina y no se mueve, no necesita ensalzarse, exhibirse o justificarse porque su corazón es libre, simple y tranquilo. La complejidad es al mismo tiempo: cambio en vibración, movimiento en interacción y mutación radical; enjambre de abejas, es lo simple con sentido elemental, no puede desviarse porque no tiene caminos, es libre, desciende por arroyos o cascadas del mundo y sube con el viento los rayos del sol; todo es en su limitación particular el sentido del mundo

[23]       Siempre alguien pretende conquistar el mundo, texto largo de repeticiones, gramo de kilómetros; ¿qué es éxito en una conquista?, ¡¿existe?!; la madre naturaleza es limpia, sana, contradictoria y permanente; vertiente; existe para reír y también para llorar, ¡aya!, uno para ir de prisa y otro para parar, nacer, olvidar ¡uma!; todos están unidos sin excesos, son un sueño que goza su propio olvido, en lo oscuro, como el exceso de perder todo, por no defender la paz y la vida.

 

[24]          Tao Te Ching de L T, Editorial EDAF. Madrid 2018. Pág. 19.

[25]          Trilce: “Quién hace tanta bulla, y ni deja testar las islas que van quedando…”

[26]       En un vacío de aperturas y de soledad, cicatrices y herencia de arañazos en el aroma de un pequeño bosque que flota en el océano; entre ¡sensaciones, emociones, ideas, sentimientos, intuiciones!, resbalan sutiles todas las pisadas por la intensidad del instante; se arrebata con egoísmo los sueños de los animales, de las hembras que duerme en los misterios del macho, que se encuentran en la continuidad; a campo abierto hay y quedan muchas preguntas sueltas, entre las pisadas perdidas de las palabras, las comas y las verticales de las preguntas en los pantanos de las ideas, que tanto se repiten, muchas repeticiones y citas, vueltas de rueda; mientras el egoísmo se siente en el presente como un movimiento que aparece y al mismo tiempo cambia o se desvanece, entre opuestos, se enlaza, se oponen para renacer varios, en acceso libre a la maravilla de vivir, ¡tanto!

 

[27]          No se necesitan nuevos bienes privados, todos los años sin improperio alguno, tenemos menos religiones o jerarquías, pero más diferencias; allí lo abierto, lo que está a la vista se expande, es el horizonte del amanecer en las bocas de los volcanes de los Andes o de los Himalaya; otra vez, la historia gira levemente, se acerca o cambia, son como las bacterias que flotan en cualquier instante del tiempo y mutan, se transforman en lo que no fueron; a veces la melancolía reemplaza a la serenidad y se adhiere a la transparencia de las ventanas y las quiebra frente al viento, como hojas secas, con dolor respiran como si se tratara del vacío, llenan de optimismo al suelo; es el fuego que baila su negación contenida en la tristeza, ante lo injusto, ante lo violento, ante lo falso.

[28]       Un 15 de marzo, a favor de cuidar el clima resuelve el skolstrejk för klimatet (huelga estudiantil por el clima) de Greta Eleonora de Suecia, con el llamado a los “Viernes de Futuro”, algo que se expande por el mundo, en miles de ciudades.

 

 

 

[29]       Es inagotable, la conexión, no hay distancias son y es inagotable, lo mismo vida y  muerte, tampoco hay distancia, somos, y es la densa continuidad que se pierde o cambia, la que sostiene, no tiene venganza, ni espejo posible ni una historia distinta, es una sola; cuando la sombra del tiempo se interna en la selva, lleva su propia espiral abierta, tiene su arcoíris, incluso su cerebro vegetal y su silencio de río que baja lentamente, lo mismo sucede con el desierto, el elemento común es el agua, la abundancia o escasez de agua, la rama seca cae o crece, la semilla se apaga o alcanza su intensidad interna de identidad, de apertura, de darse y su fuelle es una serenidad que se expande. Se desvanece en la intensidad de estar y dar, salvándose del tsunami mental en el detalle de topar y tocar.

 

[30]          Los afilados extremos del silencio son posible en la garganta; no poder respirar, no volver a respirar nunca, ¡calla!; afina tu silencio de muerte, ya no puedes elegir ni proteger, la  destrucción hace mérito a la riqueza, es un color amarillo, sangriento, pastoso, que no pasa, ¡usura global!; tiene sus órganos internos, abiertos, regados en la queja, con teorías supuestas apagadas en la ceniza; todos pasean su luto por las calles y los parques con desfachatez, no tienen escarnio.

[31]          Dijo Lao Tse según la traducción al español de John C. H. Wu. Edit. EDAF, México. 2018. Pág. 31.

[32]       La complejidad es al mismo tiempo cambio en vibración y movimiento, interacción, mutación radical; enjambre de abejas en lo simple, con un sentido elemental que se puede desviar porque no tiene caminos, desciende por los arroyos del mundo y sube con el viento, con los rayos del sol; todo es limitación, el sentido del mundo; fluye sin detenerse, el sendero eterno del instante presente que la madre naturaleza, lo conoce; en ‘eso’ vibra y se mantiene, determina el avance; el ‘norte’ que esconde al sur extremo, concentra al centro y retorna con un solo paso al infinito; lo primordial el fin y la oportunidad del origen;  simplicidad del día-cauce madre del mundo; sin camino y sin pedestal por la humildad que calla y tiene en lo simple lo grande y en su corazón que se va lo grande, encerrado en vasija de barro enterrada en cualquier lugar y que mantiene la virtud en buen cauce.

Siempre alguien pretende conquistar el mundo, textos de acción, sueño liviano y largo de repeticiones; un gramo en un kilómetro; ¿qué es éxito en una conquista humana?, ¡¿existe?!; la madre naturaleza es limpia, sana y permanente; vertiente que toda manipulación ha ensangrentado y manchado, como todo dominio de toda guerra es muerte; existe un tiempo para reír, otro para llorar, uno para ir de prisa o parar y otro para nacer o para olvidar; todos están unidos sin excesos, son un sueño que goza con su propio olvido, como el exceso de perder todo por no defender la paz.

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Presentación e introducción: Inmersión, pandemia y cambio  https://clajadep.lahaine.org/?p=26960

Inmersión, pandemia y cambio. Capítulo I: Inmersión en el cambio  https://clajadep.lahaine.org/?p=26979   

Inmersión, pandemia y cambio. Capítulo II: Humano natural y Pandemia del cambio   https://clajadep.lahaine.org/?p=27002

 

 


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