Viviendo al margen: colectivos que intentan subsistir fuera del sistema

Hay colectivos que trabajan para crear transformaciones sociales profundas mediante distintas plataformas. Un germen que empieza en lo local



Lunes.20 de mayo de 2013 154 visitas Sin comentarios
Reportaje sobre El Sacre y El Jardí dels Somnis en Independelx
El Sacre ha creado una cooperativa integral agrícola y otra económica para poder vivir al margen del sistema capitalista.

El Jardí dels Somnis plantea una educación formada en el desarollo de la personalidad y no en la aptitud académica.

Ambos colectivos se basan en la autogestión, el asamblearismo y la horizontalidad como base para transformar la sociedad No sólo es la crisis la que ha obligado a mucha gente a sobrevivir como buenamente pueda, ya sea agudizando el ingenio para crear nuevos negocios o poner en práctica ideas creativas. Independientemente de ella o a consecuencia de la misma, hay colectivos que trabajan para crear transformaciones sociales profundas mediante distintas plataformas. Un germen que empieza en lo local.

Es a lo que se dedican por ejemplo la cooperativa El Sacre, que ofrece servicios pero también trata de potenciar la autogestión en materia agrícola. Algo parecido es lo que realiza el espacio de aprendizaje vivencial el ‘Jardí dels Somnis’, un colegio donde niños y niñas son educados de una forma bastante diferente al actual sistema educativo, potenciando su desarrollo personal. También funcionando de una forma autogestionaria.

Mediante organización, esfuerzo y mucho sacrificio, algunos funcionan ya plenamente, otros están aún en pleno desarrollo, pero son ejemplos de posibles futuros al margen del sistema. No de momento de forma generalizada, pero sí de una forma parcial, sin tener que depender de injerencias externas de la sociedad en la que, para bien o para mal, viven.

El Sacre inicia su andadura en enero de 2012, a raíz del colectivo antimilitarista Tortuga, creando la cooperativa de servicios y la agrícola, que funcionan de forma independiente entre sí, aunque una vez al mes se reúnen en el ‘Sacre General’ para establecer qué pautas seguir ideológicamente y hacer balance del trabajo que realizan. Estas cooperativas las forman un grupo de hombres y mujeres de Elche y comarca que buscan cambiar sus vidas y la sociedad en general. Su idea es organizarse de forma asamblearia, “subsistiendo externamente al capitalismo creando cooperativas de trabajo no asalariado y de autogestión”, como se puede leer en su manifiesto. Buscan vivir de un modo justo y sin explotación que les lleve a “lo comunitario”.

El Sacre Servicios, la independencia económica
Es una cooperativa multiservicios que pretende ser un paso intermedio entre la autogestión y el trabajo dentro del sistema; una forma de vivir hasta llegar a la autogestión económica plena. Cada uno de los integrantes ofrece sus servicios, ya sea como albañil, informático, fontanero, formación en energía renovable e incluso consultorías de administración, entre otros ámbitos.

Al inicio, Álex Valera, uno de los miembros fundadores, indica que hicieron propaganda al empezar y continúan haciendo difusión por su página web. Ahora mismo, la tarifa para estos trabajos oscila entre 9 y 10 euros la hora. No obstante, aún llevan poco tiempo y saben que hasta que sea algo de lo que poder vivir, pasará un tiempo, puesto que como indica Álex, “somos malabaristas, puesto que muchos tenemos nuestro propio trabajo y lo combinamos con estos servicios. Actualmente solemos tener entre cinco o seis trabajos al mes, sobre todo ‘chapucillas’ es lo que más nos piden”.

De todas formas, el salario de cada una de las personas que integran la cooperativa se ajusta para que todos se lleven más o menos la misma parte del dinero, “que no sea la sociedad la que determine si tus aptitudes son más o menos válidas”, indica Álex. Asimismo, una parte del dinero que se gana en el Sacre Servicios se destina a la cooperativa agrícola. En este sentido, dentro de la misma cooperativa de servicios existe un banco del tiempo en el que los miembros que la forman intercambian servicios entre sí, algo acorde con su filosofía de trabajo asambleario y horizontal que fortalezca la cohesión dentro del grupo.

El Sacre agrícola, el autoabastecimiento de alimentos ecológicos

Treballant la terreta

El objetivo de la cooperativa agrícola integral buscar el autoabastecimiento, el cual ya empezaron a buscar primero en unos terrenos en la pedanía Peña Las Águilas. Se ofrecieron para cultivar y trabajar terrenos que sus propietarios no utilizan. Pero ese campo quedó atrás, ahora están trabajando de forma intensiva, todas las mañanas de lunes a viernes, varias tahúllas en Matola, terrenos de la familia de José Brotons, uno de los integrantes del Sacre agrícola. Al igual que pasaba en la pedanía de Peña Las Águilas, este campo no estaba cultivado ni trabajado, lo que lo ha hecho idóneo para empezar casi de cero, ya que se han traído las plantas que tenían en el anterior campo.

Esta cooperativa también funciona de forma asamblearia y horizontal y actualmente está formada por 10 ó 11 personas. Puede trabajar quien quiera, puesto que está abierto a todo el mundo, además, el objetivo último “es convertir este terreno en una ecoaldea donde la gente pueda subsistir”, destaca José. Asimismo, indica que “al principio había en torno a 30 personas, pero el trabajo en el campo es duro y ahora somos menos”. Además, también destaca que el motivo no siempre es la desidia, sino que hay gente que participa en otras organizaciones, y es que en el Sacre hay gente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), el 15-M o el colectivo Tortuga.

Actualmente, de 104 parcelas, hay 20 cultivadas, todas de huertos ecológicos. De hecho incluso los ‘pesticidas’ que utilizan son ecológicos, puesto que utilizan aceite de nim para combatir a los insectos. Plantan tomates, lechuga, melones, pepinos, pimientos y muchas otras frutas y verduras. Otras en cambio, como las habas, las guardan para plantar sus semillas en la temporada siguiente. Recogen la siembra periódicamente para su propio consumo, dependiendo de la planta. También dependiendo de la época plantan una cosa u otra; por ejemplo en la última asamblea estaban planificando la plantación de los primeros árboles frutales para verano. Para un futuro no muy lejano, también tienen pensado incluir gallinas en una de las parcelas, para que puedan pasear tranquilamente sin estar encerradas. Además ya hay alfalfa para que se alimenten.

Rudimentaria pero efectiva y ecológica trampa para insectos

De momento no se plantean sacar dinero porque aún no tienen excedente suficiente, pero como señala Álex, “se podrían vender cestas a diez euros más o menos”. Se trataría de vender a un precio caro pero tampoco excesivo, para que se valore el trabajo y el sabor. En este sentido, José Brotons explica que él por ejemplo se metió en la cooperativa integral no sólo para vivir de una forma alternativa, sino también para mejorar la alimentación suya y la de los de su alrededor. Asimismo, explica que “estaba cansado de comer fruta y verdura que no tenía sabor”, algo que cambia con un tratamiento ecológico.

Respeto a la financiación, lo primero que hay que señalar es que no pagan agua porque los contadores de Riego de Levante no han llegado allí, y de momento les basta con el agua que hay almacenada en los viejos aljibes de la casa, así como en la balsa. Pero a la hora de financiarse, en 2012 organizaron el Llaura Rock, un festival en el Bailongo con el que ganar fondos para invertir en la cooperativa agrícola. Según señala Álex, otra forma de recaudar dinero es vender chatarra para sacar sobre unos 100 euros cada dos meses. Aunque la fórmula mediante la cual pueden conseguir más dinero es con la objeción fiscal al gasto militar (acción de desobediencia civil inspirada por el colectivo Tortuga).

Esta consiste en aprovechar la declaración del IRPF para desviar una parte de la totalidad de los impuestos a un proyecto que trabaje en la defensa de un proceso social solidario. En este caso, el Sacre. Cada persona desvía la parte que quiere. En este caso, desde el Sacre eligen no aportar 666 euros; que según su cálculo, es la cantidad que cada español aporta individualmente al gasto militar anual. Aun así, hay veces que no funciona. Si Hacienda no reclama, tampoco la gastan al momento, la guardan para que se pueda invertir pasados 5 años, que es cuando prescribe la posibilidad de que Hacienda reclame ese dinero.

El Jardí dels Somnis, una escuela para desarrollar las emociones

Casa simbólica

Este proyecto educativo nace en septiembre de 2011, como la respuesta de madres y padres de dar continuidad a una forma de crianza respetuosa y cariñosa con sus hijos e hijas, así como de grupos de personas que quieren explorar un sistema de aprendizaje que acompañe a los niños a lo largo de sus procesos vitales. El objetivo es formar en una educación libre en la cual los más pequeños desarrollen plena y libremente junto a sus compañeros y, muy importante, sus padres, sus capacidades emocionales, sociales, cognitivas y psicomotrices.

En las escuelas como el Jardí dels Somnis, en las que se apuesta por una educación libre, entre las principales premisas que engloban este término tan inabarcable como ‘educación libre’ figuran las siguientes: educación a través de la convivencialidad, educación integral de todas las dimensiones de la persona, educación a través del respeto a las necesidades y ritmos de cada persona, educación a través de la responsabilidad o el fomento de un aprendizaje vivencial. Como dice Raquel Martínez, una de las madres que tiene a su hija estudiando allí, “se respeta el ’continuum’ de la educación respetuosa e integral (cuerpo, emoción y mente) y de acompañamiento de las emociones”.

Y es que en el Jardí dels Somnis no se sigue ningún calendario de asignaturas, sino que los acompañantes (lo que serían los ‘profesores’) se van amoldando a los ritmos que marcan los niños y niñas en su aprendizaje, dedicándole mucho tiempo al juego, que tiene una importancia vital en la educación libre, al igual que los padres de los propios niños. Además, los niños participan en talleres sobre diversas temáticas (números, ciencias, psicomotricidad, letras, música…) pero siempre de forma voluntaria. Como señala Raquel, “se aprende partiendo del interés y de la necesidad interior de cada niño, los acompañantes parten de la confianza en que el niño o niña aprende por esa necesidad innata que existe en el ser humano de evolucionar”.

Se busca más formar la personalidad que calificar la aptitud académica, pues opinan que la relación es con seres humanos, no con ‘máquinas de acumular información’. “Creemos en la libertad del ser humano; en la creatividad; en la resolución no violenta de los conflictos, y todo eso no se puede dar, actualmente, en las escuelas corrientes”.

Desde el centro estiman que como actualmente está planteado el actual sistema educativo, no se puede cumplir con los objetivos que se busca en el Jardí, ya que se reprimen las emociones, se relega a la mujer a la subordinación y se establecen el sexismo y las jerarquías; el ambiente no es óptimo para ese desarrollo óptimo de la personalidad. No hay dirección como en los colegios habituales, todo se decide en asamblea y por consenso, donde los acompañantes como padres y madres deciden y proponen estrategias educativas para el centro. Asimismo, estos últimos participan de forma muy activa en excursiones y talleres y están en continua formación para ser coherentes con sus decisiones.

Por otra parte y en comparación técnica con otros centros educativos, colegios como este no están reconocidos. “Son alegales, hay un vacío legal, pero en la Constitución se dice que las familias tienen el derecho a educar a sus hijos como así lo valoren”, aclara Raquel. Asimismo, los niños y niñas están en este colegio hasta que ellos quieren, y no están en clases con decenas de compañeros, sino que se dividen en grupos de 11 niños para tres acompañantes. Se sigue el calendario académico de la Generalitat Valenciana y quien quiera puede ayudar a financiar el material que se utilice, ya sea desde artículos de juego hasta el muñeco de un esqueleto humano.

Sala de psicomotricidad

Como madre, Raquel indica que tanto él como su pareja se sienten muy satisfechos con el centro, que además les aporta coherencia a su crianza. En su caso, les llevó a apuntar a su hija este colegio de educación libre para que “se respetaran en ella las emociones, la motricidad y el placer de aprender”. En otros casos, como el de Cristina y Pascual, no saben si apuntarán a su hijo, pero tienen claro que les gustaría hacerlo porque “el modo en que aprenden allí es totalmente diferente: el planteamiento es permitirles partir desde sus intereses, dejándoles crecer y jugar motivados por su curiosidad y aprender en ese proceso, sin imposiciones ni esquemas previos, respetando la diversidad y la creatividad“.

Para Cristina Navarro por ejemplo es triste, según señala, “llevar al niño a un colegio donde lo primero que le enseñan es hacer una fila, algo a lo que le dan mucha importancia”. Asimismo, asegura que no puede participar en la toma de decisiones sobre la educación de su hijo “porque las AMPAs no cumplen su función”. Asimismo, afirma tajante: “Mi hijo solo quiere jugar, sólo tiene cinco años y lo único del mundo que dice que no le gusta es la escuela y lo tiene claro, no le gusta porque le mandan y no tiene que mandar nadie”.

Estos son dos ejemplos de colectivos que, a su manera, están intentando transformar la sociedad, desde el plano alimenticio y económico de una parte, y por el educativo en la otra. Sus puntos en común, esa voluntad de transformación social, el carácter autogestionario, asambleario y horizontal. Ahora, por las circunstancias económicas, sobre todo el Jardí dels Somnis no pasa por su mejor momento puesto que algún niño se ha dado de baja, pero nadie dijo que fuera fácil. En cuanto al Sacre, van lentos pero caminan seguros, nada que no pueda conseguir la fuerza de voluntad.