El desarrollo o la vida. Texto del Seminario Marx Vive

Las civilizaciones o culturas antropocéntricas consideran al humano como único sujeto, erigido por encima de todas las
otras formas de vida y sobre la materia. La idea de la dominación de la naturaleza es el eje conductor. El carácter jerárquico y utilitario de estas culturas y la unidireccionalidad y monosujetidad en la que se asientan, les otorga un sentido ineludiblemente predatorio.



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El desarrollo o la vida
Ana Esther Ceceña
LOS HORIZONTES CIVILIZATORIOS
La comprensión y transformación del presente nos conduce a la
recuperación de nuestras historias para proyectar el futuro. La historia de la
que tenemos que hablar tiene más de 500 años. Una historia que nos
remite a la identificación de las formaciones culturales recientes en el
planeta, y que nos refiere cómo esas formaciones crecieron en la relación
sociedad-naturaleza, en la comprensión de sus relaciones intersubjetivas,
en el entendimiento de sus problemas de reproducción y en el
descubrimiento de los modos de resolverlos. En términos generales estamos
hablando de macrovisiones o cosmovisiones y de sus inmanentes
epistémicos.
Desde esa perspectiva, antes de la irrupción de Europa en América y África
identificamos que hay dos grandes tipos de culturas que configuran mundos
concebidos y organizados a partir del establecimiento de relaciones
intersubjetivas múltiples, donde la naturaleza constituye una totalidad
abierta y en permanente recreación; o de relaciones monosujéticas (sujetoobjeto),
con un sentido jerárquico y una gran capacidad transformadora
pero también destructora.
En el primer universo identificamos culturas y organizaciones sociales que
son afines con la naturaleza, plurisujéticas1, capaces de reconocer un
conjunto de entes que interactúan y se complementan y que, de esa
manera, van resolviendo sus necesidades, sirviéndose unos de los otros y
viceversa. Este tipo de civilizaciones o culturas, por sus propias
características y lógica interna, son esencialmente no-predatorias2. Sin
dejar de reconocer las contradicciones en su quehacer específico, o las
diferencias entre ellas, en términos generales son formaciones
socioculturales que conciben al hombre como parte del conjunto natural -la
1 Con referencia a las culturas plurisujéticas son particularmente importantes los
trabajos de Carlos Lenkersdorf en el caso de los mayas tojolabales.
2 Nuestro propósito no es de ningún modo romantizar o satanizar ninguno de los
procesos socioculturales que estamos examinando sino identificar su matriz
conceptual, y desde ella y de la experiencia histórica trazar sus perspectivas.
2
Madre Tierra, la Pacha Mama, la Mahimata-, como hermano o
complementario de las plantas, los animales, las montañas o los ríos. El
interior de este universo comprende diversas vertientes explicativas del
mundo, no obstante, más allá de sus diferencias comparten un ethos comun
sustentado en el sentido de complementariedad y de vida.
Por otro lado están las civilizaciones o culturas antropocéntricas, que
consideran al humano como único sujeto, erigido por encima de todas las
otras formas de vida y sobre la materia. La idea de la dominación de la
naturaleza es el eje conductor. El carácter jerárquico y utilitario de estas
culturas y la unidireccionalidad y monosujetidad en la que se asientan, les
otorga un sentido ineludiblemente predatorio.
En esta vertiente se ubica la cultura occidental3 que nace con la exaltación
de lo humano, del hombre como criatura superior y por ello de una relación
natural de subordinación frente al resto de la vida y de la materia. El
principio cultural movilizador consiste en la acentuación de la supremacía
humana y su capacidad de dominio sobre todo lo demás. Mientras más
logrado sea el dominio y control sobre la naturaleza más grande será la
proeza humana y más grande su lugar en la totalidad. La totalidad es
jerárquica (polarizada) y la condición social acumulativa. Se concibe un
desarrollo social ascendente en pos del progreso, que implica una
permanente negación u objetivación del otro-no-humano o del otrohumano-
sacrificable. El dominio de la naturaleza por el sujeto único, llevado
al extremo, es el dominio de la naturaleza humana por los seres que la
evolución natural aceptaría reconocer como superdotados.
Una concepción de totalidad no complementaria, dicotómica (sujeto-objeto)
y jerárquica, produce una comprensión fragmentada y una organización
estratificada y segmentada en la que las relaciones de fuerza y poder se
colocan como referente central. La diferenciación subordinadora conlleva un
proceso de conformación sociocultural desintegrador e individualizador, que
se construye sobre la base de la desagregación natural. Las comunidades se
convierten en suma de individuos; lo social se disocia de lo económico, lo
3 Debo aclarar que cuando hablo de cultura occidental o pensamiento occidental lo
hago en un sentido conceptual, epistemológico y no histórico. No desestimo en
ningún momento las inmensas contradicciones que hay dentro del sistema-mundo
creado y dominado por ella y en el que conviven, la mayoría de las veces de
manera conflictiva, submundos cultural y conceptualmente distintos y disidentes.
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político y lo cultural, y se crea la sociedad civil en contraposición con la
sociedad política como instancias no sólo diferenciadas sino en muchos
sentidos contrapuestas y excluyentes.
Como la atracción de los polos opuestos en un imán, la desagregación social
producida por las relaciones unilaterales sujeto-objeto tiene como
contraparte la reorganización ordenada o disciplinada (Scott, 1998; Ceceña,
2008). Se irrumpe en lo natural, se lo descompone, para producir una
totalidad racionalizada, susceptible de ser controlada y dinamizada de
acuerdo con las reglas del progreso4.
Observando el devenir histórico de estos últimos 500 años, la tendencia es
a fragmentar la comunidad y los modos de organización previamente
existentes. En cualquier momento de la historia del capitalismo siempre hay
un previamente existente que se construye a partir de las resistencias y
luchas, y que permanentemente está siendo fragmentado para ser
rearticulado racionalmente.
En el periodo pre-moderno pueden ser identificados grupos sociales con una
cultura predatoria, aunque sin la complejidad argumental de la moderna. La
autoconciencia de la naturaleza como el otro externo surge sólo alrededor
del siglo XVI pero el comportamiento destructivo es evidentemente anterior.
No obstante, a lo largo de milenios las culturas correspondientes a estos
dos universos conceptuales fueron capaces de convivir, y a pesar de su
presencia muchas veces conflictiva, mantuvieron, e incluso en términos
generales mejoraron, las condiciones de vida en el planeta.
En los últimos 500 años, en cambio, una buena parte de las capacidades
tecnológicas de la humanidad fueron concentradas por los impulsores de la
modernidad capitalista. La enorme fuerza transformadora reunida así
condujo al mundo a una situación de colapso, irreversible en sus propios
términos y abrió simultáneamente las condiciones de inestabilidad que
hacen posible un cambio sistémico (Prigogine, 1988 (2006)).

EL CORREDOR CONCEPTUAL DEL NO-CAPITALISMO
La situación de insustentabilidad civilizatoria a la que se llega en torno al
cambio de milenio obliga a pensar el horizonte en términos sistémicos y a
4 Norbert Elías se refiere al momento de separación entre los fenómenos físicos y
humanos como el inicio de la modernidad. Ver su libro 1996 (1984) Du temps
(Paris: Fayard).
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confrontarlo desde los inmanentes epistémicos que provienen de las
cosmovisiones heredadas y reconstruidas a lo largo de los últimos 500 años.
A pesar del avasallamiento cultural perpetrado por el capitalismo desde sus
orígenes, cosmovisiones, organizaciones societales, imaginarios y conexiónpertenencia
con la Madre Tierra se mantuvieron como los espacios-refugio
desde donde se gestaba la resistencia. Son los espacios desde donde
emergen hoy las visiones de una historia anterior y a la vez contemporánea
pero no idéntica al capitalismo; así como la imaginación y las condiciones de
posibilidad de una historia después del capitalismo.
Con una concepción circular del tiempo hay manera de volver al punto de
partida, revisarlo y retomar la ruta. A diferencia de la concepción lineal que
conduce a un comportamiento acumulativo y apropiador, en esta idea de
circularidad no hay necesidad de sustraer nada sino garantizar que haya
siempre disponibilidad. La tierra no es saqueada sino cuidada para que al
volver nos brinde sus frutos. Y esta idea rige para todos los niveles de las
relaciones comunitarias o intercomunitarias, de manera que tendría un
equivalente en el terreno de los procesamientos políticos.
Ante el desafío del colapso sistémico, los zapatistas de Chiapas abrieron el
cambio de milenio cuestionando los ámbitos de la política y la democracia y
evidenciando la diversidad de societalidades que conviven
subordinadamente con la capitalista, y que más que representar la
incompletud o polaridad del llamado progreso, destacan la existencia de
visiones de futuro subalternas y disidentes de la modernidad.
Una revuelta contra la individualidad, la fragmentación y la pérdida de
sentidos que reclama una territorialidad comunitaria no saqueadora.
Recuperadora de tradiciones y potenciadora de imaginarios utópicos que
conducen al mundo en el que caben todos los mundos, sacude todas las
percepciones de la realidad y de la historia. Los referentes epistemológicos
colocados por la modernidad como universales son dislocados y las
interpretaciones se multiplican en la búsqueda de proyectos de futuro
sustentables, dignos y libertarios.
Las memorias largas de los pueblos apuntaron hacia los horizontes lejanos y
la fiesta de destrabamiento de los sentidos dejó fluir el magma de
recuperación-construcción de los mundos otros que conformarán el mundo.
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Pensar la vida en su integridad, con sus tiempos superpuestos, con su
complejidad creadora, sabiéndose integrantes de una totalidad en
movimiento que protege y a la vez exige cuidado y respeto, de una
totalidad con múltiples sujetos y por tanto descentrada porque tiene centros
dispersos y diversos constituyó el manantial desde donde la emancipación
no reconoce fronteras porque está obligada a reconstruir en su completud
las condiciones que hagan posible, pero también deseable, la vida.
Y del mundo en el que quepan todos los mundos se llega al mundo del
sumak qamaña (vivir bien) o del sumak kawsay (buen vivir) deslizando el
razonamiento desde los espacios de interlocución con el capitalismo y sus
institucionalidades hacia el interior de la comunidad, de lo cotidiano y de lo
cercano. De las revueltas en lo político hacia los pequeños espacios donde
se teje la política que conduce a la subversión de las reglas de organización
social. De la producción material a la reproducción de la vida feliz. De la
sumisión al objeto hacia el placer de la intersubjetividad.
Un amplio corredor de nuevos sentidos -que a la vez son viejos renovados-,
que abarca desde los equilibrios de fuerzas, acuerdos de voluntades, pactos
nacionales y asambleas constituyentes, hasta la reorganización de la vida
cotidiana colectiva en condiciones de respeto y complementariedad. Una
verdadera encrucijada civilizatoria que llama a una subversión del
pensamiento, de las prácticas sociales, de la sujetidad, de las instituciones,
de las percepciones y de los saberes. Desenajenación, desfetichización y
descolonización. Dislocación epistemológica y refundación social. Ése
aparece como el reto del nuevo milenio.
El concepto de desarrollo, central en un tipo de comprensión del mundo y
en su habilitación en función del dominio de la naturaleza por el hombre, y
del hombre por el hombre, tiene que ser desmontado para abrir paso a
nuevas formas de vivir, concebir y hacer, para transformar la materialidad
de la vida, la territorialidad y las cosmovisiones. Las palabras son conceptos
y son relaciones sociales e intersubjetivas. Los conceptos son expresión de
los modos de vida, de la percepción y construcción de la objetividad y de la
subjetividad, son orientadores de los modos de hacer y de pensar. El
desarrollo orienta el modo de dirigirse a la naturaleza, de hacer uso de ella
porque ése y no otro es su ethos, y define quiénes deciden el cómo, dónde,
cuándo y para qué se establece la relación con las otras formas de vida y
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con las condiciones materiales planetarias. Seguir haciendo uso de la
naturaleza no es convivir con ella. Es radicalmente opuesto a la concepción
de la Pacha Mama como totalidad creativa, abierta, intersubjetiva, integrada
y en proceso de permanente renovación del ser no delimitado sino
explosivo. La vida en sus múltiples formas, con toda su potencia, no puede
ser ordenada, ni racionalizada. No puede ser desarrollada, ni dirigida, debe
ser dejada en libertad, bajo su propio arbitrio. Finalmente, mientras el
capitalismo no insistió en disciplinarla, logró fluir y engrandecerse.

LA RUTA DEL SUMAK QAMAÑA5
Las interpretaciones y sentidos de realidad que dan lugar a nuevas
construcciones cognitivas emancipatorias de tiempo largo, suponen una
modificación de prácticas, de estructuras y de equilibrios políticos que les
den soporte.
Los pueblos movilizados de Bolivia y Ecuador colocaron en el debate la
disyuntiva entre el mejoramiento material y el restablecimiento de la
armonía complementaria del vivir bien, justo en el momento de reflexión
sobre la reconformación de los principios básicos del pacto social en que se
asienta la Nación en ambos casos. Dislocamientos epistemológicos que no
son ya realidad sino horizontes y deseos trazados por una línea de
entendimiento distinta, susceptibles de generar bifurcaciones sistémicas, y
que llaman a generar los procesos que les den sustancia general y
específica.
Las nuevas Constituciones de las dos Repúblicas incluyen, de manera un
poco esquizofrénica, las tensiones entre las dos grandes visiones de mundo
referidas anteriormente: se mantiene el apego al desarrollo y a los criterios
emanados de la concepción moderna capitalista y al mismo tiempo se
introducen sentidos y conceptos derivados de la visión pachamámica6 o
5 Adoptamos aquí el concepto Sumak qamaña en calidad de genérico para enunciar
los distintos planteamientos en torno a la idea de refundar el sentido de la vida a
partir de la búsqueda de armonía y complementariedad intersubjetiva que ha
emergido principalmente de la región andino-amazónica de América, pero que
recoge un saber ancestral y un imaginario utópico que se expresa en las
cosmovisiones y en las interpretaciones o propuestas políticas de la mayor parte de
los pueblos del Continente.
6 Usamos el término sin ningún tipo de connotación despectiva o fundamentalista
sino al contrario, intentando recuperar su fuerza propositiva que no es “indígena”,
7
integral que se abre paso construyendo las alternativas sistémicas. No
obstante, a pesar de las evidentes contradicciones, que son expresión de
una realidad inestable y confrontada, el reconocimiento de los principios del
buen vivir es signo de transformaciones culturales radicales.
La Constitución de Bolivia asienta en su artículo 8 que “El Estado asume y
promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla,
ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso, ni seas ladrón),
sumak qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida
buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble).”
Se reconoce la variedad de visiones y de organizaciones societales al
asumirse como nación plurinacional, y se afirma colectivamente una serie
de principios morales que configuran una socialidad muy distinta a la de los
códigos liberales. Las condiciones para ser un buen ciudadano pasan por la
honestidad y la autoridad moral ganada con el trabajo y compromiso social.
Los propósitos de la nación, que el Estado tiene la responsabilidad de
impulsar, están relacionados con el bien comunitario entendido en una
perspectiva de amplio espectro que supone el tránsito entre las dimensiones
cósmicas y terrenales, de la tierra y de los seres vivos en todos los tiempos.
El trabajo como potencia creadora es el corazón de la felicidad, se dice en
Ecuador, explicando el ama killa que se relaciona con el respeto a la tierra,
y la Constitución, si bien propone el desarrollo, se desliza desde le
antropocentrismo hacia el biocentrismo (Ramírez, 2010) reconociendo
derechos a la naturaleza tanto como a la humanidad.
El trabajo no es entendido en estas concepciones como instrumento de
dominación (sobre la naturaleza o sobre otros hombres) sino como el
espacio de construcción de la vida armoniosa, serena o pacífica, noble y sin
mal, sin agresión. Se trabaja para alegrar a la Pacha mama y la satisfacción
de la Pacha mama nutre y da felicidad a los seres que la cuidan y la
alimentan.
El Sumak qamaña en Bolivia, y el Sumak kawsay en Ecuador, cobran
sustancia desde la totalidad integrada de todo lo que compone la vida y el
cosmos. Se habla desde las cosmovisiones y las herencias culturales
comunitarias pero no se trata de una concepción estática o conservadora.
sino que corresponde a una visión del mundo diferente, compartida por indígenas y
mestizos de todas partes del planeta.
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Los saberes heredados se revisan permanentemente en un ejercicio
habitual denominado tinkuy, que permite ir adaptando, enriqueciendo,
corrigiendo o desechando lo que sea prudente, desde una valoración regida
por la serenidad del aprendizaje del saber ser, que es el ser con y en la
tierra, el ser en armonía con la totalidad.
Producción y trabajo
La producción y el trabajo son entendidos como espacios de libertad y de
goce en los que se establece la relación con los otros sujetos (el maíz, las
aves, etc.). Se produce como un acto social y no como un acto económico.
La producción y el trabajo son un ejercicio de reafirmación de la vida, lo que
implica también el ejercicio y la recreación de la politicidad, y no un mal
necesario o un simple medio para garantizar la sobrevivencia.
El trabajo, desde esta perspectiva, no es equivalente a empleo. La vida se
resuelve reinventando la complementariedad. Es decir, la recuperación del
trabajo como acto social e intersubjetivo es en sí misma contradictoria con
la manera capitalista de entender la producción o el trabajo productivo.
La dinámica productiva del capitalismo que ha generado la situación de
colapso en que nos encontramos, ofrece como solución nuevas inversiones,
que tienden a profundizar la catástrofe, y empleos precarios y enajenados
que ni siquiera tienen posibilidad de absorber el desempleo masivo del
periodo previo.
El trabajo que cuida y reproduce la vida considera ésta en un sentido
amplio. No se reproduce un tipo de vida sin las otras; es preciso regenerar
el entramado completo de vidas para dar condiciones de futuro a la misma
humanidad.
En vez de reponer la fuerza de trabajo, que será usada por el capital, crear
cada vez la vida en toda su complejidad. Trasladar el eje de la producción
material al de construcción de la vida.

Territorio
El territorio es el espacio construido por los sujetos en su devenir histórico.
La territorialidad no es un dato sino el resultado permanentemente
modificado de un proceso vital. Es la construcción de la materialidad
posibilitante y de la intersubjetividad expresiva de la vida, que es cultura,
historia y sabiduría.
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El territorio es una emanación del proceso social en su interacción con la
materialidad. En esa medida las territorialidades creadas, los modos de
ordenamiento, uso y convivencia de los elementos que componen el
territorio, dependen de la concepción del mundo y de los fundamentos
sobre los que se erige la sociedad.
El territorio no es sólo el lugar de asiento de la cultura, y a la vez su
resultado, sino que es el espacio de disputa civilizatoria más profundo y
más abarcante.
Las territorialidades están por eso en permanente proceso de creación o
redefinición. Su dinámica es política.
La manera como el capitalismo ha ido construyendo su territorialidad
afianza las condiciones de apropiación y las relaciones de poder y tiende a
imposibilitar las resistencias o las otras formas de vivir en y con los
territorios. Con mecanismos variados rediseña el espacio, lo disciplina, lo
reduce a sus elementos simples y lo reordena. Pero en el proceso lo va
descomponiendo y objetivando. Coloca fronteras y luego las deshace; abre
tajos por todos lados; cambia las rutas de los ríos; seca los pantanos y
construye lagos artificiales; pone diques para detener el agua y cuando la
suelta provoca inundaciones; conecta mares y atraviesa selvas rompiendo
los hábitos de las diferentes especies animales o de los grupos humanos, y
violentando-destruyendo las condiciones de reproducción de las plantas, al
tiempo que los y las va convirtiendo en mercancías. Y si las resistencias se
multiplican e impiden el saqueo y depredación que sustentan el proceso de
acumulación capitalista los territorios son penetrados y rodeados por una
presencia militar activa y variada que busca garantizar el acceso libre a los
elementos devenidos recursos naturales o recursos humanos.
Desarrollo se llama esta forma de organizar los territorios. Sumak qamaña,
sumak kawsay, autonomía, vivir bien o buen vivir son los nombres de la
resistencia a este proyecto depredador y los horizontes utópicos de una
organización territorial distinta: no-capitalista y no-predatoria.

Comunidad y sentidos
La concepción de la vida y del proceso social con carácter plurisocietal y
plurisujético supone un cambio de visión del individuo a la comunidad como
unidad básica. No obstante, no se trata de una diferencia de número sino de
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una modificación sustancial que surge de un inmanente epistémico distinto
al de la modernidad.
El sentido de comunidad se conforma integrando la lluvia, las montañas, el
viento, las plantas, los minerales y elementos físicos del lugar, los animales,
los seres que vivieron otro tiempo, los seres que la habitan y los astros que
le aportan luz, calor, y condiciones para la siembra o la cosecha.
Es decir, el concepto de comunidad es muy amplio y complejo y con varios
elementos de cohesión o identidad: la historia compartida, la lengua, los
sentidos comunes, el trabajo colectivo y la complementariedad,
generalmente organizada por pares como agua y fuego, hombre y mujer,
valle y montaña, noche y día, luna y sol y muchos otros.
El nudo epistemológico desde el cual se construye la comprensión del
mundo, la organización social, el habitus y el horizonte es a la vez aportado
por “las arrugas de la tierra” que encierran los aprendizajes milenarios y por
la crítica o ruptura con una visión no satisfactoria. Es una línea hacia el
futuro y una larga raíz incrustada en un pasado de muy larga duración, pero
implica por los dos lados una resistencia y una subversión. El simple intento
de pensar distinto, de mantener imaginarios utópicos y de recrear las
memorias en una circunstancia homogeneizadora y avasalladora como la
que intenta imponer el capitalismo es ya una rebeldía descolonizadora.
El Sumak qamaña supone una transformación de todos los mapas y
territorios, incluido el corporal y el mental.

MOMENTO DE BIFURCACIONES
El capitalismo ha tocado sus límites de posibilidad. Su capacidad destructiva
sobrepasa con mucho sus potencias creativas, generando una situación de
inestabilidad sistémica propicia tanto para catástrofes como para
bifurcaciones, como las que analiza Prigogine para el campo de la física e
Immanuel Wallerstein para el de las ciencias sociales7.
7 A partir de sus investigaciones en los campos de la química y la física, Prigogine
señala que para que haya historia tiene que haber inestabilidad o no-equilibrio. Las
situaciones de equilibrio son estáticas, no permiten transformación. El momento
actual es altamente inestable, como lo fue cuando hubo la irrupción de Europa en el
mundo, y por tanto es de multiplicidad y de posibilidades abiertas de bifurcación.
Todos los caminos son posibles; no hay certezas, sólo oportunidades. Wallerstein
retoma las investigaciones de Prigogine y las introduce en el estudio de los
procesos sociales de larga duración que implican configuraciones sistémicas
organizadas.
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El capitalismo ofrece un camino conocido, con reglas aprendidas, con
certezas, pero cuyo desenlace es siniestro. Se sabe que el desarrollo, la
acumulación, la libertad de mercado y el crecimiento son los jinetes de la
extinción de la vida.
Desde hace 500 años son esos jinetes los que hegemonizan los procesos
sociales. Nos han enseñado a pensar y a hacer como ellos. Nos han
inculcado el miedo a la incertidumbre y a lo desconocido; el miedo a un
orden complejo (¡caos!) o no dirigido (¡anarquía!). Sin embargo, incluso la
ciencia alerta sobre la situación de alto riesgo en la que nos ha colocado la
linealidad y la translimitación ecológica (WWF). El capitalismo no caerá solo.
O lo detenemos o nos arrastra a todos en la carrera.
Planteamientos como el del mundo-en-el-que-caben-todos-los-mundos, del
Sumak qamaña, del sumak kawsay, de la autonomía, del vivir bien o del
buen vivir son una apuesta sin certeza. Es necesario inventarlos, a pesar de
sus largas raíces. Durante 500 años desaprendimos la complementariedad y
nos empapamos de competencia aun si lo hicimos resistiendo y luchando. El
mundo cambió tanto que tampoco sería suficiente recordar nuestros modos
ancestrales; tenemos que imaginar, crear y experimentar nuevos.
Dentro del capitalismo no hay solución para la vida; fuera del capitalismo
hay incertidumbre, pero todo es posibilidad. Nada puede ser peor que la
certeza de la extinción. Es momento de inventar, es momento de ser libres,
es momento de vivir bien.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
Ceceña, Ana Esther 2008 Derivas del mundo en el que caben todos los mundos
(México: Siglo XXI – CLACSO).
Elías, Norbert 1996 (1984) Du temps (Francia: Fayard)
Prigogine, Ilya 2006 (1988) El nacimiento del tiempo (Argentina: Tusquets).
Ramírez, René 2010 “Socialismo del sumak kawsay o biosocialismo republican” en
SENPLADES Los nuevos retos de América Latina: socialismo y sumak kawsay
(Quito: SENPLADES).
Scott, James C. 1998 Seeing like a state (Estados Unidos: Yale University Press).
Wallerstein, Immanuel 2005 Análisis de sistemas-mundo. Una introducción
(México: Siglo XXI).
WWF 2010 Planeta Vivo Informe 2010, Biodiversidad, biocapacidad y desarrollo en
http://www.wwf.org.mx/wwfmex/planeta-vivo-2010.php