Segundo Manifiesto Permahabitante 2012 - 2017

Es hora de regresar, disfrutar y habitar nuestro paraíso en su mejor estado posible. Y dejar ir la irracional codicia de transformar toda invaluable forma silvestre de vida en un pedazo roto de naturaleza alambrada y apropiada. ​ Nada más próspero ha habido ni lo habra que la vida en irrestricta libertad, ni felicidad más perfecta que interactuar en ella partiendo de todos y cada uno de nuestros apetitos posibles. Hemos alcanzado la amortización de un período económico largo y resta entonces consensuar el siguiente paso, si es que hemos de dejar medianamente ordenada esta tan grata porción de nuestro planeta para las generaciones
venideras.



SEGUNDO MANIFIESTO PERMAHABITANTE 2012 - 2017

PUEBLOS ORIGINARIOS NATIVOS CAZADORES RECOLECTORES PESCADORES CAMPESINOS AMBIENTALISTAS

POR ARTURO AVELLANEDA

Hemos alcanzado la amortización de un período económico largo y resta entonces consensuar el siguiente paso, si es que hemos de dejar medianamente ordenada esta tan grata porción de nuestro planeta para las generaciones venideras.

INDICE
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN

I. NUESTRA LIBERTAD

❖ El mayor legado político americano
❖ Resilvestrar el mundo
❖ La continuidad del sueño

II. NUESTRA SUPERVIVENCIA COLECTIVA

❖ Distopía en la restauración conservadora
❖ El extractivismo, la etapa superior del monetarismo
❖ Biopolítica. El discurso de la élite
❖ El mundial declive de las reservas energéticas
❖ La renovada explotación de las masas
❖ El habitante natural como meta histórica

III. NATURALEZA DE UN ETNOCIDIO PROGRAMÁTICO.

❖ Neocolionalidad y pervivencia
❖ Resistamos con todas nuestras fuerzas
❖ El verdadero final de la conquista americana
❖ Cuatro boxeadores en un mismo ring
❖ Armónico y holístico colectivismo
❖ El ocaso del paradigma civilizatorio
❖ El nuevo orden de prioridades
❖ La consolidación del modelo sostenible

IV. HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA NATURALMENTE
​ ADAPTADA.

❖ Nuestro desarrollo, entre la riqueza natural y la moneda ajena
❖ Tierra, cultura y comunidades silvestres
❖ Verdadero Epílogo

FUENTES
——————————————————————-

PRÓLOGO

La apología de la vida silvestre frente al efervescente avance de la sociedad tecnológica,
impone necesariamente una continua evaluación de sus efectivos resultados. En este marco
de análisis cobran creciente relevancia los múltiples impactos consecuentes a dicha
expansión. Muchos de estos nuevos fenómenos han intervenido ya de una manera arbitraria
sobre la vida y los valores que hacen a la felicidad y realización del hombre común y de sus
comunidades. En este contexto propongo retomar el relato de estos nuevos testimonios y sus
justas demandas de respeto para con la manera en la que interpretan su relación con la
naturaleza que los rodea. Así entiendo suscribir este texto al desarrollo de una nueva
doctrina sostenida por los valores que espontáneamente emergen de los escenarios naturales
y que son interpretados libremente por sus históricos habitantes.

INTRODUCCIÓN

“Si el genocidio liquida los cuerpos,
el etnocidio mata el espíritu”
Pierre Clastres

Probablemente la razón como función humana no haya tenido jamás el propósito de fundar
civilizaciones o de hacer ciencia. Sino que por el contrario, debe seguramente estar integrada
de alguna forma a la naturaleza que la circunda como una función biológica más, sólo que aún
ignoramos cómo opera.

El ingenio no es un bien exclusivo del “homo sapiens” y por lo tanto no lo es tampoco la
cultura. Pero esta facultad de ser “racional”, con su mágica condición de transgredir la innata
conducta, nos ha alentado tanto como para creernos capaces de apropiarnos del destino de
nuestro proceso biológico. Una aberración nacida del pensamiento sin situación ni entorno
que impone la ideología ajena.

El hombre contemporáneo ha mundializado una pseudo cultura denominada “civilización”
que no es viable biológicamente ni para sí mismo.

La comprensión de la animalidad de la inteligencia prologa el descubrimiento de una manera
de entender a lo cultural como atributo biológico. Tan fehaciente es la presencia de
intelección entre primates, cetáceos, canes y felinos como lo es la presencia de instintos
primarios en el subconsciente del hombre civilizado.

Los hábitos naturales que muchas especies han conseguido desarrollar ponen de manifiesto
una capacidad de adaptación al entorno natural, que evidencia el registro experiencial de usos
y hábitos adaptativos naturales tan distintivos como el lenguaje en el hombre. Enseñanza,
mando y división del trabajo aparecen también entre mamíferos superiores que modifican sus
hábitos conforme a todas las variables geográficas posibles. Cambian la presas, los escenarios,
las temporadas y hasta los vientos. Pero los viejos líderes de la manada recuerdan y enseñan
la solución a cada cachorro que se incorpore al grupo. Y esta forma inteligente de preservar
una tradición sí es fina cultura. Aquí se conjugan en paisaje brumoso las apetencias de un
acervo instintivo ineludible e innato, con las nacientes posibilidades engendradas por estos
brillantes animales entre los que estamos los humanos. Un saber ser, tan parecido al “estar
siendo” que acuñó Rodolfo Kusch con referencia a la actitud de vida de los habitantes del
altiplano.

Pertenecemos a un amplio conjunto de animales capaces de hacer brotar conducta en sí
mismos y transferirla a su progenie por generaciones. En cierta forma el proceso evolutivo de una especie, es la internalización de su cultura. Un proceso que se logra sólo con el transcurso
de los siglos, como garantía de que el nuevo don habrá de ser sustentable. Una cualidad
inconscientemente consensuada por incontables generaciones de individuos a lo largo del
tiempo perfectamente democrática por repetición y consentimiento conjunto a través de los
años.

No hay un único animal capaz de evolucionar en el Planeta. Pero sí, hay algo que lo hace único
al hombre y esto es su facultad de pensar en términos abstractos. No superponer datos reales
y concatenarlos entre sí, sino acuñar conceptos universales, desde estos primeros datos
aportados por los sentidos. Pensar y reflexionar. Por eso podemos relatar, cantar, pintar y
hasta sublimar la vida por medio de las artes. Así como antaño gozamos pescando, cazando y
cortando frutos, literalmente “disfrutando” de nuestro lugar en el mundo. Es también hoy que
esta facultad se proyecta en un único animal capaz de relatarse. Dónde muchos creen ver el
origen de la civilización, no habita otra cosa que la génesis del folclore. La tradición de lo
humano y sus cosas. Una mirada única, de una única realidad biológica que tiene a la tierra
como escenario y al ser humano como al único que ha comenzado a despertar a un estadio
consciente en el nombre de todas las especies silvestres del orbe.

Quién entiende tu colmena hombre moderno. Quién atiende tu destino animal humano.
Quién recordará tu lugar y espacio en el Planeta, cuando termines de perderte en tu soberbia hombre civilizado.

I. NUESTRA LIBERTAD

El mayor legado político americano.

Las únicas políticas que en la actualidad están dando resultados comprobables, no sólo
deteniendo la deforestación, sino expandiendo en calidad y superficie los espacios naturales;
no son las que restringen o persiguen a quienes se sirven de sus frutos. Sino las que asocian
todos los intereses de la comunidad en un mismo y convergente sentido. El bosque, el monte,
los ríos vivos, toda la fauna y flora nativa en su armónico conjunto, fueron, son y serán las
fuentes de riqueza y prosperidad en las que debe buscar realización y bienestar un individuo
adulto y sano.

Hoy contrastan su negativo resultado la hacienda exótica, las plantaciones forestales, la
industrialización del agro y de la pesca. Todas modalidades mezquinamente calculadas desde
un principio, o previsiblemente degradantes del medio ambiente. Modelos de ocupación
política e intervención económica previstos para fortalecer a los grandes conglomerados
metropolitanos propuestos por los muchos imperativos del pensamiento único moderno.

Resilvestrar el mundo

Un nuevo programa social ha de partir necesariamente de una nueva percepción sobre el valor
que representan los sistemas vivos que nos contienen (Rewild). Espacios que han sido
estables desde tiempos paleolíticos, donde el hombre y sus comunidades pueden expandirse
provechosa y ordenadamente junto a la oferta biológica que cada territorio es capaz de
ofrecer a todos sus habitantes naturales. Un debido reconocimiento a las culturas nativas y su
legado histórico de sabiduría aplicada a cada escenario geográfico del que se trate, cada
distrito biológico, cada forma de vida y la sagrada manera de relacionarse con todos ellos sin
deteriorar sus armónicos estados de equilibrio.
Así encienden hoy su prédica múltiples movimientos sociales a lo largo de todo nuestro
continente. Marchan ahora vigorosamente numerosas comunidades que reconocen con
orgullo su origen nativo, sus cosmovisiones, sus territorios. Recrean tradiciones ancestrales y
evocan un armónico pasado de libertad al que nuevamente hoy postulan y añoran ya como a
una nueva utopía.

La continuidad del sueño

Más biomasa, diversidad e interacción biológica ordenada, y la percepción colectiva de estar
conviviendo en armonía con todas las demás formas de vida, parecen ser los elementos
básicos de su sencilla plataforma. La sin lugar a dudas, definirá el consentimiento previo y
libremente informado a todas las iniciativas que en un futuro cercano busquen llamarse
“desarrollo” en sus escenarios territoriales.

Regresa el reno al ártico boreal, corre nuevamente el búfalo por la sagrada pradera. Medra el
venado en su bosque, retorna el salmón y su oso, el monte y su guazuncho y nosotros con
ellos, que somos los mismos que fuimos cuando no hace mucho tiempo sorprendimos con nuestra libertad al mundo entero.

II. ​ NUESTRA SUPERVIVENCIA COLECTIVA

¿Usted cree que las futuras dictaduras serán militares?
No, señor. El militar no vale nada junto al industrial. Puede ser instrumento de él, nada más. Eso es todo. Los futuros dictadores serán reyes del petróleo, del acero, del trigo. Nosotros, con nuestra sociedad, prepararemos ese ambiente. Familiarizaremos a la gente con nuestras teorías. Para eso hace falta un estudio detenido de propaganda”.
“Los siete locos”, Roberto Arlt, 1929 ​ .

Distopía en la restauración conservadora

Me he propuesto asumir un lugar en el relato político social de nuestra región Abya Yala, a nombre de sus genuinos habitantes.

Durante todo este tiempo he cultivado el enfoque de nuestros conflictos desde la perspectiva
de la Ecología Social, una rama nueva del conocimiento colectivo orientada a combinar
aspectos determinados por los fenómenos naturales en conjunción con aquellas
intervenciones que aporta el programa civilizatorio, observados como un solo fenómeno
histórico.

Así conjugo rápida y casi intuitivamente aspectos propios de la observación de comunidades
biológicas complejas, a lo que a mi entender sería una de las claves interpretativas de la
economía política actual, menos consideradas. De esta manera encuentro necesario poner
atención sobre tres objetivos de observación principales. Ellos son: Los alimentos, la población
y la energía. Tres configuraciones cuya total desadaptación los coloca en el centro de la crisis
del programa civilizatorio en curso de ejecución.

Cualquier observación de una comunidad biológica dada, estará inexorablemente sujeta a dos
condicionantes principales de su conducta: La nutrición y la reproducción. En etología no hay
muchas más condicionantes constitutivas de la conducta animal que debamos equiparar en
relevancia a ellas, de modo que en cuanto a los aspectos colectivos e inconscientes que
cualquier comunidad humana posee, podemos decir que tanto una como la otra conservarán un considerable peso en lo que ha de conformar la composición de la condición de bienestar
de las comunidades humanas actuales, sea cual fuera la estructura organizativa que posean.

Para el caso de la energía deduzco sencillamente, cual es la fuente real que motoriza todo
programa político económico y lo traslada al plano de la realización concreta. Desde ya que no
puede ser la moneda, el trabajo, o la fe como parecerían señalar los sistemas religiosos o
racionalistas que parece profesar aún el occidente judeocristiano. Sino que por el contrario es
sencillamente el hallazgo de fuentes de energía baratas y abundantes, lo que impulsa toda
esta era a la que muchos identifican con el desarrollo moderno.

No existe retraso mental alguno en el hombre del pasado, ni son las razas occidentales
superiores a las demás en ningún plano de observación. Por el contrario la civilización
moderna embrutece, debilita y enferma a sus mentores con la misma fluida cotidianidad que
los predadores naturales capturan sus presas y los convierte en sus cautivos. .

Así fuimos consolidando nuestra doctrina, de una forma simultánea a la ocurrencia de los
hechos validados por el relato colectivo, o bien verificando su causalidad por medio de la
técnica científica, aportada ya por el testimonio de numerosos facultativos que espontánea y
desinteresadamente se fueron sumando y congregando a la par que la propaganda continuó
creciendo. Así también fuimos integrándonos a grupos de opinión de diverso origen y
composición que adherían a esta naciente casuística, y con ellos fuimos conformando
entonces una nueva corriente de opinión, ni inspirada por la ciencia, ni por la religión; sino por
la observación directa y la denuncia colectiva en contra de un modelo económico aberrante a
todos los valores históricos que han hecho de este bello animal que fuimos la especie
dominante de nuestro armónico planeta. Una reafirmación impensada de la identidad humana
sobre su historia de adaptación a estos sagrados territorios que desata entonces un nuevo
conflicto social entre los excluidos y damnificados por esta verdadera usurpación del espacio
biológico habitable y todos los intereses involucrados en el bienestar de sus comunidades
políticas.

De esta forma nos fuimos reconociendo parte integrante de variedad de colectivos aunados
por la necesidad de resistir la ostensible expansión de un adversario común, sin que haya
mediado convocatoria formal previa, o marco lógico anterior a los hechos que la provocaran.
Así comenzamos a reconocernos como genuinos integrantes de numerosos movimientos
sociales.

Es así entonces como coincidimos con ​ Pueblos Originarios, Campesinos y Ambientalistas​ ,
de muy diverso origen y pertenencia, con quienes acudimos a formular un nuevo relato
emergente y a postular en numerosos foros y asambleas inicialmente de trascendencia local
pero que hoy componen numerosas organizaciones de carácter ya federativo con proyección
regional y como todos podemos corroborar hoy, de una determinante influencia como
formadores de opinión a escala planetaria.
Pero la caracterización de los conflictos, si bien representa un indicador valioso del grado de
deterioro de una conducta dada, no revela por sí mismo de una manera perceptible, la razón
que los respalda, ni atribuye responsabilidades, ni repara tampoco el daño acaecido; por lo
que habrá que remitirse entonces a la reconstrucción analítica de los episodios que se
conjuguen como nocivos, para poder recién entonces alcanzar a caracterizar a una conducta
colectiva, como a un típico delito social, moral o jurídico para así entonces salir a combatirlo
con las herramientas más adecuadas.

Y más aún, cuando quienes forman estas nocivas voluntades parten de sectores
pertenecientes a factores de poder concentrado política, económicamente capaces de
revertir o enmascarar las demandas emergentes, corrompiendo el tejido social que hubiera
podido acudir a repararlas.

De esta manera infiero que concurren tan diversas fuerzas programáticas y complejas en la
caracterización de las nuevas metodologías de intervención territorial por parte del gran
capital trasnacional concentrado, que bajo ninguna duda podemos afirmar que ha existido una
sofisticada premeditación, que ha involucrado con selectiva antelación a muchas de nuestras
estructuras de poder estatal en las que hoy depositamos nuestra confianza. Bancos,
multinacionales y nuevas formas de la represión de Estado; se han conjugado operativamente
en dispositivos complejos que no solamente compromete la forma directa de acción
enunciada, sino que alcanzan ahora a vulnerar a jueces, universidades y medios de masas,
interviniendo sobre toda estructura formal de percepción de la verdad, que pueda poner en
peligro el relato del modelo en actual curso de ejecución.

El extractivismo, la etapa superior del monetarismo

En la actualidad los periodistas militantes son más peligrosos que los militares de la dictadura.
Gustavo Grobocopatel ( Rey de la soja)

A medida que crecía el siglo se fue caracterizando entonces, el desacople entre el relato
ofrecido como modelo de desarrollo, y las genuinas apetencias de progreso buscadas como
propósito natural de las masas. Y viendo así cómo se sintetizan las ideas fuerza claves de la
propaganda política dominante sin ningún sentido de verdad; un análisis comenzó a sobresalir
al vertiginoso ritmo al que avanzan las propuestas de inversión financiera internacional sobre
nuestro suelo: las “commodities”. Un modelo de intervención territorial completamente
subordinado a la obtención de renta financiera, sin ningún reparo por los genuinos intereses
del poblador histórico. Un despilfarro obsceno del capital natural de los países periféricos a cuenta del bienestar de las empresas a las que la mano mágica del mercado consagró tanto
como para someter a la gente a puñetazos, con el sólo propósito de inhibir a nuestros pueblos
de acceso a nuestros más elementales Bienes Comunes. Así prolifera todo tipo de agresión a
nuestra integridad territorial como un intento sistemático de alejar a nuestras genuinas
culturas de toda capacidad de continuidad histórica, envenenando el agua en sus fuentes,
fracturando las napas freáticas en los desiertos, apropiándose de la ruralidad y del suelo; y
hasta sometiendo a un irresponsable saqueo nuestras cuencas pesqueras.

Una descapitalización de activos naturales flagrante que despiadadamente escaló además
magnitudes monopólicas en sectores extractivos de recursos no renovables, con inmenso
impacto sobre nuestras reservas minerales y de combustibles fósiles. Un creciente pasivo
ambiental con una profunda huella en el inventario de agua, bosques, pesca y suelos, por no
abundar ahora en ya descritos detalles.

Entretanto, la emisión irrestricta del Euro y el Dólar como monedas de referencia impuestas
en toda nuestra región determinan la expansión de estas mismas multinacionales, las que
inmediatamente señalará los sectores objetivo a intervenir: ​ La megaminería, el sector
energético y rural principalmente. Los alimentos, la población y la energía.

Es así que interpretamos tempranamente, el aborregamiento de un público adicto a una falsa
forma de desarrollo, simplemente anticipando el resultado del despliegue de tales
intervenciones territoriales y comparándolas con las metas sociales y ambientales que
dignamente se llevan adelante en múltiples escenarios de todo el orbe, y que desde ya tienen
por meta lograr un sustancial mejoramiento del bienestar humano y que buscan alcanzar más
biomasa, diversidad biológica e interacción cultural como base fundacional de un nuevo
entendimiento con nuestra madre naturaleza. Y que desde ya contradicen diametralmente la
perspectiva de futuro ofrecida desde estos centros de poder cuyas crisis en adelante son
compensadas por nuestro empobrecimiento directo con la sola molestia previa de remitir
moneda electrónica dentro del holding extractivista, trayéndonos como resultado un masivo
empobrecimiento de nuestra población residente.

De esta forma pudimos corroborar en carne propia y ante la azorada mirada de todas nuestras
comunidades afectadas, como el criterio de progreso se cernía como un estigma sobre el
programa de bienestar propuesto por la más elemental lógica y era impuesta una nueva lógica
a la ocupación territorial histórica en aras de una nueva composición de intereses ajenos, y en
absoluta contradicción con los genuinos intereses encarnados por la presencia histórica del
habitante natural. Nuestro sujeto político.

Biopolítica. El discurso político de la élite.

El ecocidio en actual curso de expansión, es impronunciable como discurso político social. Su
trama se basa en los peores recuerdos que la humanidad guarda en materia de ideología
política. Propicia un postulado originado en la necesidad de expansión territorial, fundado en
la superioridad de unas determinadas poblaciones sobre otras y el poder de la intervención
humana para eliminar a los grupos seleccionadas como objetivo. Su herramienta es la la
propaganda científica, su meta la extracción de una élite de elegidos para su propósito
sectario, y su metodología de construcción social es la subordinación de todas las expresiones
de autoridad que no les sean adictas, ya sea por descrédito, sustitución o la más elemental
eliminación del rival. El actual programa bio político es simple y sencillamente, la continuidad
del nazismo europeo por otros medios. Incluso muchos de sus actores económicos son la
continuidad de sus fábricas, y hasta sus bases científicas y patentes siguen formando la base
del paquete de intervenciones biotecnológicas que en la actualidad se emplean
indiscriminadamente en el campo para poner fin a toda forma de vida ajena a sus intereses
económicos. Los agrotóxicos no son entonces productos que manejar con responsabilidad
porque pueden ocasionar efectos no deseados. Son elaboraciones específicas para borrar
completamente ramas completas de la biodiversidad que defendemos ahora. Fungicidas,
herbicidas, insecticidas está aquí para eliminar la vida de nuestro suelo en todas sus más
mínimas formas.

Gracias a la exportación hacia la periferia de este modelo de exterminio de la flora, la fauna y
ulteriormente del suelo, muchos países desde los que se avalan estos programas de
intervención, aplican en sus propios escenarios domésticos la contracara de este discurso
falsamente disfrazado de progresismo. Principalmente en los miembros del Commonwealth
se observa el crecimiento del bosque nativo, la pesca de mar y la disponibilidad de excedentes
de fauna mayor incluso como para alentar la caza deportiva. Mientras que en sus colonias la
hecatombe eco social se expande al ritmo de sus prósperas inversiones.

Para nuestros pueblos la meta de la que aguardar prosperidad no puede ser otra que aquella
que promueva la masiva expansión de la vida en su único estado posible: La libertad de las
especies originarias. Las únicas aptas para promover el desarrollo de nuestras culturas. Más
biomasa, diversidad e interacción humana genuina y ordenada es la meta a alentar entonces
como “progreso”, si deseamos alcanzar el “Buen Vivir” que aún profesan nuestros ancianos.

El mundial declive de reservas energéticas

En cuanto a la mendacidad del discurso político dominante, otro ejemplo francamente
aterrador lo representa el despiadado estímulo al consumo de energía. No existe posibilidad
de estimular al mundo a consumir otra energía que no fuera la más barata disponible, si se
tiene como meta el combate de la pobreza, de modo que hablar de energías no basadas en la
extracción de recursos naturales, es por ahora una forma indirecta de promover la
concentración del nivel de vida deseable, en una élite. Las represas. Los paneles solares y
generadores eólicos, son todos hijos de la era industrial; y su aplicación está industrialmente
basada en el empleo de energías fósiles.

El hallazgo de reservas fósiles (gas, carbón o petróleo), decrece desde los años ‘60, su
extracción desde los años ‘80 y actualmente decrece el consumo desde mediados de la
primera década del siglo. Ahora mismo estamos inmersos en la mayor crisis que haya
atravesado la especie humana desde tiempos históricos. Un marcado declive de la
disponibilidad de energía con la que alumbrar otro siglo del programa civilizatorio en curso
está en debate, y aún la solución no aparece.
La renovada explotación de las masas

Sino fuera por la sobrepoblación, el colonialismo sería algo incluso pintoresco. Veríamos pasar
cada tanto algún escuálido europeo fatigado por el calor y los mosquitos buscando algo que
robar a algún incauto que crea en el valor de su moneda de papel.

La superpoblación es desde sus comienzos, una meta colonialista amañada a la primera
revolución industrial, período en el que sobraban recursos y faltaban operarios. Así China e
India comienzan tempranamente su periplo hacia la condición actual como primitivas factorías
de la explotación humana.

Nuestra región se hizo tempranamente inmune gracias a la fértil expansión de nuestro
programa emancipatorio. Haití, una verdadera fábrica humana de esclavitud, encendió
tempranamente la mecha del reguero de pólvora que nos resguardo del azote de esta forma
moderna de cautiverio económico. Simultáneamente, el modelo de expansión territorial que
acuñara la conquista española tenía una trágica predilección por la producción primaria, lo que desde un principio impulsó la merma de nuestros planteles poblacionales, en directo
beneficio de su más exitosa unidad económica la reducción, la plantación y la encomienda; o
más tardíamente la misión y la estancia.

La Comunicación social, cautiva de la magnitud industrial de las masas, no hoza asomar a la
realidad, ni aplicar siquiera criterio de verdad alguno a los contenidos impuestos por todo
este complejo andamiaje del control social, como en las peores fantasías orwelianas.

El habitante natural como meta histórica

Pero la condición natural de nuestra población no fue nunca depuesta completamente. Hoy
dan buena muestra de digna pervivencia en exclusivo contacto con la naturaleza, numerosos
pueblos nativos de todo nuestro amado Continente. Subsisten culturas a todo lo largo de su
maravilloso recorrido. Naciones originarias que incluso en muchos casos conservan autoridad,
creencias y hasta un lenguaje aún bajo el total sometimiento político y económico al que los
sujeta el Estado moderno. Territorios sagrados donde tampoco se ha podido corroborar
progreso alguno en la estéril deposición de su rica flora, ni tampoco en la deposición de sus
mega diversas formas de vida nativa. Nada se ha ganado frente a la mirada de la historia con
devastar los cerros, envenenar las aguas de los ríos y con desertificar los suelos. Pueblos a los
que en Europa nunca pudieron igualar en libertad, ni con las más racionales fuentes de
inspiración dogmática, palpitan hoy en el interior de nuestras modestas democracias
sudamericanas.

Es así como no alcanzan las categorías políticas occidentalizadas ahora a asistir de razón a
nuestras causas populares, sencillamente porque no corroboran conducirnos a ninguna meta
loable que reconocer como objetivo colectivo. Nuestro tiempo es ahora, cuando la
mezquindad y rivalidad por la sed de recursos reales ahoga a las economías centrales con
fracasos y restricciones.

Nuestro modelo entonces es la vida y su facultad metabólica de acumular energía de manera
infinita. Bregar por su masiva extensión territorial, su compleja diversidad de formas y
especialidades, sea nuestra meta. El sagrado aprendizaje inherente a cada forma de conducta
irracional que transmiten las manadas a lo largo de generaciones. Millones de años de
experiencia en el corazón y la mente de nuestra Madre Tierra, de la que también somos parte
de una manera tan inconsciente como inevitable. El espacio que nos honra, el nicho ecológico
de nuestra especie y la dignidad de la tarea con que nos honra el lugar que la humanidad el
espacio natural al que desde siempre pertenecemos.

III. NATURALEZA DE UN ETNOCIDIO PROGRAMÁTICO

Neocolonialidad y pervivencia

Ante la aceleración del proceso de crisis en actual curso de expansión es necesario tomar
un instante para determinar su alcance y origen, a fin de ponernos a salvo de los
perjuicios que prodigará a su paso por nuestras vidas.

Una descomunal depreciación de las monedas y títulos especulativos terminará de abatir las
economías centrales ahora inexorablemente afectadas por una contracción real impulsada
por la sobrepoblación, la escasez de energía, y el soberano encarecimiento de los recursos
biológicos.

No alcanzan a fortalecer los centros industriales y los avances tecnológicos a las economías de
las que provienen, aunque sí en cambio acrecientan en sus metrópolis el consumo de toda
clase de recurso ya sea para dar aliento a su población, a su sofisticada industria, o bien
para sostener activa la matriz energética con la que se sustentan sus ciudades.

Este marco de contracción real de las economías más concentradas está desencadenando un
rápido deterioro de la posición especulativa monetaria y proyectando desmesurada avidez
por aferrarse de verdadera riqueza por cualquier método del que se trate. Guerra por
petróleo, “​ commodities” ​ en alimentos, metales, tierra y agua. O lo que fuera antes de
conservar el dinero en las intangibles formas electrónicas que proponen los bancos.

Así se han disparado sobre nuestro suelo numerosos intereses dispuestos a arrebatar de sus
bienes elementales a la población rural sea que se trate de pequeños productores,
campesinos ancestrales y hasta los aborígenes no contactados, todos los cuales se han visto
compelidos a obedecer a una tendencia que los expulsa y confina como parias al interior de
los sobre poblados centros urbanos.

Toman el metal de la montaña, les resulta indiferente el agua de los glaciares, envenenan los
arroyos comprometiendo la flora, la fauna y hasta el cultivar. Toman la tierra viviente y la
matan con todas sus perniciosa sustancias hasta que sólo pueda sobrevivir el cultivo por ellos
patentado. Ciegan el bosque, saquean la pesca. La cuestión es seguir adelante hasta que nada
quede. Es la continuidad de un insensible coloniaje, de un ininterrumpido etnocidio de nuestra población en favor de la continuidad de un proceso de concentración monetaria hoy obsoleto
incluso en las metrópolis de las que parte como criterio de desarrollo.

Tomemos conciencia de que es este el final de un período económico largo y que lo que
vendrá en lo inmediato será una inédita crisis de valor que cambiará completamente el
sentido de la circulación de la riqueza, empoderando rápida y generosamente a todas aquellas
poblaciones sustentadas armónicamente por la sólida y confiable naturaleza que las rodea.
Vuelven los usos de la tierra que alguna vez acuñara el habitante histórico. La riqueza de ser
parte de una cultura, de formar parte de una comunidad activa y solidaria regresan como
valores genuinos a ocupar el sitio de honor que siempre han merecido. Es ahora el momento
de tomar conciencia, de ser parte del esfuerzo por sobreponerse con hidalguía a lo que vendrá
ahora de la mano de los medios de masas, de los falsos políticos y sus aliados económicos.

Resistamos con todas nuestras fuerzas

A combatir la mega minería contaminante, el saqueo de la naturaleza, los monocultivos, la
desertificación, la deforestación, la pesca regresiva. Formemos nuevamente nuestras
asambleas que como los cabildos de la emancipación sirven ahora para enfrentar esta nueva
guerra por nuestra independencia que se nos viene encima.

Aferremonos a la Madre Tierra. Y no dudamos en reafirmar ante quien sea la dignidad que
tenemos por ser su genuino habitante. Aquel que se proyectará hacia el futuro por sobre
quien sea con la dignidad que merecen los verdaderos hijos de la tierra.
El verdadero final de la Conquista Americana

Con la reciente efervescencia de la problemática ambiental numerosos personajes concurren
a poner de manifiesto su aporte a un conflicto que dejó de ser “marketing” y comenzó a
comprometer nuestra estabilidad poblacional a lo largo de todo el orbe.

El equilibrio del que una población biológica emerge, es simétrico y ordenado a la
disponibilidad de los recursos que la envuelven.

Pero tan elemental observación, no ha sido un tema fácil de resolver para muchos de los
actuales voceros de la “Ecología” mediatizada. Las ballenitas del Japón, los combustibles
ecológicos de Greenpeace y la impertinente manía de situar los problemas en el país de al lado, son todas tareas que revelan que muchos carecen de un enfoque sensible a todos los
elementos involucrados en la actual emergencia poblacional, alimentaria y energética que
anticipadamente anunciáramos en este medio.

Cuatro boxeadores en un mismo ring

Revisando los clásicos contenidos en materia de Economía Política, podemos constatar que
desde ninguno de los cuatro actores clásicos se proyecta un vector viable de fuga del umbral
de conflicto que ahora se avecina. El Estado vs. El Despotismo, y el Capital vs. El Trabajo; han
definido tironeando su participación en el reparto de todos los recursos naturales existentes,
sin que siquiera hayan definido su costo de reposición dentro de un “sistema económico”
dado.

La emergencia fue sólo económica y ahora es estrictamente real, tanto como para imponer en
muchos países el abandono del término “desarrollo” y sugerir reemplazarlo por un eufemismo
como “transición”, “suave aterrizaje” u “ordenado decrecimiento”.

Ningún programa civilizatorio ha partido de un inventario basal al que podamos
denominar como escenario silvestre. Por el contrario, la regla ha sido la brutalidad y el
arrebato como metodología de anexión de territorios y recursos vacantes a los que
históricamente la Iglesia romana denominaba ​ “res nullius”​ , las cosas de nadie de estas
tierras americanas.

Pero la primitiva condición natural del planeta es y seguirá siendo el terreno desde donde
alguna vez emergió este bello animal que somos. Y de alguna manera a esa condición
fundamental o hábitat, habrá que asignarle algún valor para que en adelante podamos
estimar nuestra presencia colectiva sin injusticias distributivas o mayores sobresaltos.

Hoy en torno a nuestra región, un coro de economistas se felicita estimando en cifras
electrónicas el crecimiento de una economía formal, mientras se ignora deliberadamente el
costo de reposición de los recursos agotados o inexorablemente consumidos.

Un inventario natural que estime no sólo el stock de combustibles fósiles, sino que incluya
también a la mismísima biodiversidad de la que alguna vez emergimos victoriosos. Y además
estime el balance de nutrientes del suelo y hasta la disponibilidad de agua potable. Que de
sólo ser estimado monetariamente su perjuicio, dejarían al actual sistema de explotación
económica en total obsolescencia ante los azorados ojos de la consabida civilización moderna. Armónico y holístico colectivismo

El sentido colectivo de la respuesta es inexorable, una condición silvestre, basal o natural es
causa concurrente de la presencia biológica de todos por igual. En tanto que la apropiación
personal como matriz impulsora del desarrollo capitalista, está permanentemente involucrada
a la extracción de renta y a la exclusión de los competidores más próximos. Así nuestro
territorio perdió primero su frondosa espesura, luego su fauna y hasta su infinita pastura y
ahora expone a la miseria y al éxodo a la población remanente. Durante dos siglos hemos
observado el retiro de cuanta forma de vida alberga nuestras aguas y nuestro suelo, sin poder
más que resarcir semejante saqueo con una nominalidad bancaria hoy más que nunca ficticia e
inexistente.

El ocaso del paradigma civilizatorio

Sueltos a su exclusivo arbitrio y con absoluta prescindencia de todo control, los grandes
centros financieros del mundo se han erigido en los exclusivos rectores de una presunta
economía globalizada. Un mundo concentrado también en superpoblados centros urbanos,
cree que su subsistencia está exclusivamente vinculada a factores financieros y no biológicos.
Para el capitalismo moderno, el temprano abandono de la moneda convertible en oro por otra
de curso legal, fue más una ruptura de la economía con el medio ambiente, que un nuevo
contrato social públicamente consensuado. Pronto una sinarquía internacional acumulará
también la estimación del factor multiplicador del dinero como propia. Con el hiper desarrollo,
la infinita aceleración de la actividad económica, extrema este efecto a consecuencia también
de las nuevas formas de comunicación instantánea.

Como en el mito de ​ “Terminator” ​ , la inteligencia artificial escapa del control consciente del
hombre. Un verdadero huracán monetario gira sin control sobre las cabezas de las metrópolis
modernas. El efecto matemático de abundancia, contrasta irresponsablemente con la
consciente escasez en la que la mayoría de la población mundial se debate.

Un preocupante escenario social que tiene en los más jóvenes a su más conspicuo “universo
cautivo”, nos arroja a todos graciosamente a las manos de un dirigismo conductista al que ya
no es posible contradecir ni objetar masivamente. Gira en los medios de masas una
superestructura virtual en la que se cuecen nuestros instintos más loables como excusa para
vendernos las más desadaptadas soluciones.
Así es como están ahora abiertas las puertas de nuestros recursos al huracán monetario que
todo se lo devora. Del puerto, partían las voces del “progreso” mientras la propaganda ofrecía
prosperidades bancarias. Las flotas comerciales cargaban vacas y cosechas a cuenta de nuevos
y cada vez más deteriorados instrumentos monetarios.

Del “progreso” prometido por el ferrocarril británico. A la furia del piquetero, que ve partir
por la ruta camiones llenos, que luego retornan totalmente vacíos. Hemos visto
repetidamente la misma secuencia de privaciones por despojos. Así con el caucho, el salitre, la
fruta, el guano, el Cerro Rico de Potosí, la captura pesquera, etc., etc. Para encontrarnos un
día con todos los bancos vacíos y la gente hurgando entre los residuos urbanos por un poco de
comida.

Una forma de extracción de recursos naturales comparable a una infección patógena
contamina ya toda la superficie del orbe. Desertificación, contaminación, sobrecalentamiento,
deforestación, derretimiento de los hielos fósiles. La presencia humana, interfiere ya en la
continuidad de todos los procesos biológicos, desbaratando su equilibrada continuidad. Un
anunciado Apocalipsis provocado por una civilización de lo apropiable, que despreció al
mundo real por salvaje, se cierne sobre nuestro futuro inmediato. Hemos heredado un fatuo
individualismo cortesano, que nos ha envuelto en su trama sin ética ni respaldo. La educación,
los medios masivos, el modelo ideológico, la religión, los partidos políticos, todos se han visto
obligados a ser “civilizados” como los blancos del hemisferio norte. Y para ellos, la más grande
de las responsabilidades por la situación del planeta.
El nuevo orden de prioridades

En el sentido inverso en que el hombre moderno expresa sus prioridades, la primera causa de
extinción de especies es sencillamente, la pérdida del hábitat natural. Solamente la
apropiación de terreno silvestre y su reemplazo por espacios urbanos, rurales o simplemente
modificados por obra de la mano del hombre, son el primer motivo de reducción poblacional
de la fauna y flora silvestres. El más mínimo cambio de PH del suelo o de temperatura en el
agua, representa un cambio ambiental de imprevisibles consecuencias entre la flora y fauna
nativa.

En segundo término, y aunque parezca poco relevante a la mirada de muchos simpatizantes
de la naturaleza, la segunda razón por la que la vida silvestre se apaga, tanto en diversidad
como en número, es la introducción de especies exóticas. La agricultura, la ganadería, las
simpáticas mascotas, las especies de corral y hasta la gratuita invasión con especies foráneas
para la práctica deportiva, son factores que desplazan la legítima presencia biológica que la geografía de cada lugar hubo de seleccionar en un esfuerzo multimillonario
en tiempos y espacios silvestres, que merece nuestro respeto.

En tercer lugar, una serie de factores se combinan de una manera diferente según el tiempo y
el espacio observado. Naturalmente el primer factor de alteración ambiental sigue siendo el
clima. Este, es el primer determinante de cambios medioambientales en condiciones
normales. Sequías, tempestades, inundaciones, etc. Los tiempos de floración, las eclosiones
de insectos, la nidificación y parición; centenares de procesos son regulados estrictamente
por el régimen climático, y su poderosa influencia se extiende a todos los demás procesos
biológicos. La fluctuación poblacional de cada especie puede en condiciones normales, ser
enorme sin que el hecho deba ser considerado alarmante. Oscilan las variables climáticas y las
poblaciones silvestres se adaptan según sus aptitudes los favorezcan o no frente a cada
cambio.

De una forma equilibrada, todas las formas de vida conviven. Cada ambiente ofrece
excedentes viables como alimentos o fertilizantes a otras especies con las que interacciona. Si
cazar, pescar o recolectar frutos libremente, fuera nuestra actividad cotidiana, jamás se
hubiera formado ante nosotros el oscuro horizonte que ahora contemplamos, porque
simplemente esas son las actividades que definen las relaciones espontáneas de interacción
entre todas las especies vivientes del orbe. La vida como una sola presencia, confronta el
criterio de desarrollo. Expresa la torpeza, determina el cambio, impone su criterio, en la
continuidad de su propio modelo de desarrollo continuo.

El ser humano ha resultado fuertemente victimizado por su propia especulación acerca de lo
que es la vida, y de esto dan testimonio en forma contrapuesta, ambas escuelas políticas hijas
del positivismo europeo, el comunismo y el capitalismo moderno.
La consolidación del modelo sostenible

Es indetenible el hecho de que la naturaleza acabará imponiendo de una forma u otra, su
propio modelo evolutivo, sin perjuicio de que la especie racional entre o no en regresión hasta
su ocaso. A fin de ser fatalistas, podríamos decir que no hay motivos comprobables que nos
hagan suponer, que en los procesos naturales exista una voluntad que simpatice con la
especie humana. O que debamos suponer por algún otro motivo, que nuestra condición de
dominio racional esté fundada en un suceso inalterable y constante de comprobación
matemática.

Al parecer, lo errado es el enfoque, porque ninguna actividad necesariamente vinculada a la
satisfacción de un instinto primario es opuesta a la sanidad del medioambiente silvestre donde se genera. Habitación, abrigo, nutrientes, relaciones interpersonales y hasta cultura y
esparcimiento, no suenan incongruentes con el resto de los requisitos biológicos que las
demás especies demandan de su entorno. Sin embargo toda otra familia de nuevas
necesidades no vinculadas inmediatamente a las demandas citadas, pasan a representar una
excesiva carga ambiental. La catástrofe proclamada no está tan relacionada con la
superpoblación como se cree, sino más bien con la súper alteración de los escenarios
silvestres. Las poblaciones humanas de zonas rurales marginales, o de ambientes
semisalvajes, como las que poblaron el sudeste asiático, el África subsahariana y el interior de
Sudamérica, conocen de manera ancestral todos los recursos que completan su universo de
necesidades básicas, y tienen plena conciencia sus habitantes aún de cómo vivir dentro de una
economía basada en el autoconsumo sin que por ello deba extinguirse ninguna especie.

Es la creación de una segunda economía, la economía monetaria, la que multiplica las
necesidades básicas. Y es esta misma economía la que provoca injustas desigualdades a la vez
que crea nuevas áreas de interés antes de resarcir el costo de desapropiación y deterioro que
genera dentro del sistema ambiental donde instala su mercado. Para los mentores del
desarrollismo, así como en la posguerra, no calcularon el costo ambiental de su modelo, ahora
tampoco calculan el deterioro humano subsecuente al proceso de crisis sistémica que
enfrentamos. Sencillamente nos han sumido a todos en un insostenible estado de alienación
antinatural.

La inexorable reincorporación consciente de la vida humana al ciclo natural del que alguna vez
emergió, será el desafío de la siguiente etapa. Así como el recorrido evolutivo reciente en este
particular aspecto de lo humano que es lo social, reconoce haber pasado por al menos tres
etapas: El salvajismo, la barbarie y la civilización, como parte de una definición antropológica
clásica; también cada ser humano posee clara representación de tres aspectos primarios de su
composición sicológica como lo son: La persona individual, su pertenencia familiar, y la
colectividad que integra. Conjugar entre sí dicha tríada ha representado una ardua tarea
intelectual hasta el presente. Pues bien ahora habrá que trabajar aún más profundamente
dado que como resultado de dicha compleja interacción, han fragmentado el escenario físico
en tres escenarios emergentes: El terreno urbano, el rural y el silvestre. Rever cómo se
produce el tan aludido desequilibrio ambiental, el agotamiento de los recursos no renovables
y el cambio climático, carece de mérito, hasta tanto las soluciones consigan efectivamente un
real emplazamiento en el verdadero terreno humano en conflicto, uno al que definir como
hábitat natural de nuestra especie que podamos ofrecer nuevamente a nuestras futuras
generaciones.

IV. HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA
NATURALMENTE ADAPTADA

Nuestro desarrollo, entre la riqueza natural y la moneda ajena

La civilización actual posee soluciones a todas las dificultades individuales posibles de
saldar con dinero. Sólo que el sostenimiento de la desigualdad estructural inherente a
esta manera de vida, invalida su propia aplicación allí donde solucionar problemas es más
urgente o necesario.

Por primera vez, desde el nacimiento de la era industrial, el umbral de crecimiento colectivo
está comprometido al hallazgo de recursos naturales y no al respaldo de una sociedad
científico – tecnológica. Ni siquiera existe una explicación loable que atienda a resolver la
creciente desigualdad entre grupos nacionales, siempre inexorablemente condicionados por
su entorno geográfico y su proximidad con los grandes mercados de consumo de masas, más
que por cualquier otra condición observable. Repentinamente es entonces el consumo mismo
el recurso y la oportunidad más apetecible y este umbral de conflicto marca el comienzo de
una decadencia económica global de impredecibles proporciones. La desigualdad y la
concentración económica pasan a ser entonces elementos que conspiran contra aquello a lo
que todos llamábamos “nuestro desarrollo”.

Meta supuestamente irrestricta tanto en niveles de consumo masivo, como en proporciones
de extensión de la masa humana.

Para muchas concepciones actuales propiciatorias del hiper desarrollo, los procesos de la
naturaleza no inducidos, controlados o previstos por el hombre, son caóticos. En cambio, para
todas las culturas humanas milenarias, son armónicos y dignos de reverencial respeto
filosófico.

Esta falsa economía monetaria es la que cotidianamente cubren los medios de comunicación
de masas. Miden la prosperidad en moneda electrónica como si fuera riqueza, mientras
asignan caudales de sus supuestas inversiones a la destrucción más acelerada de la naturaleza
que nos sustenta. El tan mentado Producto Bruto Interno (PBI), se nutre cotidianamente de lo que nos sacan, y deliberadamente ignora el decrecimiento del rubro atacado. Así es como
olvida dar de baja del inventario real los recursos económicos irreparablemente perdidos
como riqueza.

La verdadera desigualdad que afecta a las poblaciones humanas radica aquí en este rubro
precisamente donde la economía real es la que conduce el estándar de vida típico de cada
sociedad humana. Rubros como “agua virtual” y “huella ecológica” por ejemplo, denotan que
para algunos la suerte es muy diferente, y que a igual punto de la escala salarial corresponden
muy diferentes niveles de consumo según la plaza laboral de la que se trate.

Así el nivel de vida del salario promedio local, estará fatalmente recortado por la geografía o
el tipo de cambio, más que por las cualidades del operario que ejecuta la verdadera faena. Y
así con la educación, la salud, la clase pasiva, etc. La globalización no ha sido entonces un
factor de beneficio para las clases populares, sino que por el contrario ha tenido el efecto de
desprotegerse más aún de las pretensiones que esgrime el capital transnacional concentrado
como metas estratégicas.

La civilización moderna más parece un dispositivo para atrapar la vida en todas sus
formas, que una manera inteligente de potenciar su desarrollo. Todo ambiente natural
puede regenerarse por sí mismo, sólo que esta vez se requiere que la humanidad toda
tome conciencia de ello.

Con el creciente auge de la crisis financiera mundial, numerosos grupos han tornado a
reconocerse entre sí como constructores de alternativas viables de ser consideradas como
modelos colectivos de vida. Ya no sólo son aislados académicos los que enarbolan posturas
críticas o relatos descriptivos de la actual decadencia sistémica, sino que son por el contrario,
los nuevos movimientos sociales aquellos que por sí mismos expresan las posiciones
opositoras sin intermediarios ni comedidos traductores. El auge de las redes sociales y de la
comunicación alternativa contribuye a la construcción de un pensamiento colectivo y
expresan también opciones alternativas a cada caso del que se trate. Pero es sin duda la
insoslayable voluntad de los sectores desfavorecidos por salir adelante la que sostendrá esta
tensión como fortaleza política en movimiento. En el corte, la marcha, y el panfleto un nuevo
sujeto revolucionario se abre paso hacia su destino, expresa el camino y nos invita a soñar con
un mundo más armónico con los fenómenos naturales que nos sustentan.

Así campesinos, pueblos originarios, ecologistas y ciudadanos directamente afectados por una
acción inconsulta, lesiva a sus intereses comienzan a accionar colectivamente camino de la
reparación del daño infringido a sus territorios. Falsas propuestas de prosperidad que no
representan otra cosa que no fuera el éxodo, la marginalidad, el confinamiento urbano y la
reducción a la pobreza para las poblaciones remanentes, retroceden ahora frente a este
nuevo grado de conciencia pública.

Y lo peor es que el economista honesto lo sabe, el científico que aún pueda esgrimir una opinión independiente, también lo reconoce. El umbral de crecimiento está fatalmente
condicionado a decrecer por la escasez de energía barata y accesible, mientras una creciente
población mundial confirma la imposibilidad de toda abundancia distributiva posible. Y este
declive mundial alentará un cambio de conducta como consecuencia directa de la premura con
que los afectados deseen verse dentro de los niveles de supervivencia más elementales.

El placer es el gesto de adaptación más elocuente que posee la mente humana para
expresar su adecuación al medio que la circunda. No hay placer que no connote la
presencia de un instinto primario satisfecho. Con esa clase de gestos la naturaleza
orienta nuestro destino también como poblaciones biológicas humanas.

Es así como la naturaleza ha comenzado a cobrar otro valor significante entre nuestros
movimientos sociales. La verdadera maestra, nuestra Madre Tierra arbitra ahora la viabilidad
de una tendencia con mayor equilibrio que ningún juez y señala la vitalidad de una economía
como el más experto ministro del que se disponga. Y la respuesta es sencilla: Obran en su
poder factores que proveerán satisfacción real a toda demanda social insatisfecha desde sus
inventarios reales de agua, semillas, suelo, etc. Los bienes comunes de los que ahora todo el
mundo habla.

La tendencia apropiativa habida en nuestros territorios desde el comienzo de la conquista,
revierte aquí su monopólico sentido. El criterio de valor, el modelo válido de actor cultural y
sobre todo la inapropiable condición de los bienes naturales, cobran ahora una renovada
relevancia. Son nuestras genuinas fortalezas sudamericanas, nuestra biodiversidad, la masa
viviente de nuestros ríos y selvas y los millones de secretos que ellas encierran las verdaderas
riquezas económicas que nos asegurará la prosperidad del mañana. Mientras un ​ “dominus” ​
colonial agoniza y se retuerce, los pueblos y sus culturas aguardan ahora por su momento de
mayor bienestar.

Tierra, cultura y comunidades naturales

Todos los senderos adaptativos que transita una especie silvestre, son espontáneamente
convergentes en equilibradas comunidades biológicas. Alterar su curso, es cambiar el
orden de la historia evolutiva de todos los actores de un sistema biológico dado.

El equilibrio de un dispositivo natural vivo se conforma del aporte que hacen todos los
elementos inanimados que lo componen, más las múltiples relaciones de interacción que
ejerzan sobre ellos las comunidades biológicas que los habiten.
El equilibrio que todos parecen estar buscando para sí mismos ahora, no necesita ayuda para
florecer y expandirse sobre todo el planeta, el error lo aporta el hombre civilizado al intentar
actuar como rector de los procesos naturales que lo envuelven y de los cuales poco
sabe acerca de cómo funcionan.

La naturaleza está, no comienza o tienen lugar a partir de un lunes determinado. Permanece.
Es antes que el tiempo y el lugar y por si acaso guarda conciencia de sus propias condiciones y
oportunidades a través del registro de todas nuestras interacciones, como en la colmena
nuestra especie registra lo que le pasa y de alguna manera construirá su marcha por sí sola
cuando realmente le haga falta.

Toda manifestación natural de vida es un tesoro de conocimiento inabarcable para la
mente humana. Sólo la ignorancia hace de los arbustos malezas y de los insectos plagas.
El hombre actual es resultado de una combinación de aptitudes propias de un cazador,
pescador y recolector gregario. Desconocer la razón de su presencia biológica en la
naturaleza, quizás sea nuestra mayor ignorancia.

Reconocer la importancia que tiene cada miembro de esta gran familia en la atemporal tarea
de sostener con vida a todo el concierto de especies, en todo espacio, a lo largo de todos los
climas y sus temporadas, es la verdadera tarea que esperar de nosotros como especie de dos
patas. Este músico, el portador de la palabra, no ha hecho hasta ahora más que ver
erróneamente a sus intereses parciales como la lógica del todo. Y a este error, ya lo estamos
pagando todos.

Todo el proceso evolutivo marcha ordenadamente en pos del tan mentado equilibrio
ecológico, así el planeta sólo ha sabido interpretar el mejor camino dado a cada especie
salvaje que alberga. Sin intervención de la mente humana, todo ha funcionado digna y
armónicamente, hasta para con nosotros mismos, sin que debamos guardar registro
consciente de ello en algún sitio.

Un orden combinatorio preciso guardan entre sí las substancias inanimadas cumpliendo su
cometido con estricta matemática. Cada especie que registre vida relaciona su alimentación a
otra y todas juntas como una sola a todo el entorno natural que las rodea. El humano actual
nombra a todas estas presencias como si le fueran propias, apreciando sus valores en
infundadas monedas. Esta es la fuente del desequilibrio actual, así como también de mucho
de lo que sucede en el campo de lo social. Injusticia, avaricia, apropiación y saqueo. El
civilizado es hoy el peor alumno de nuestra Madre Naturaleza.

El ambiente natural, geográfico y biológico, es el único asiento de la especie humana. Un
individuo aislado es incapaz de perpetuar la especie y de transmitir su cultura aún en el
medio natural más propicio. La mínima unidad biológica humana apta para sobrevivir en
el planeta, es el clan. Sin congéneres amigables, o sin un entorno sano, la vida humana se
dificulta hasta su regresión completa.
Toda población biológica responde en principio a las mismas reglas que respetan las demás
poblaciones biológicas y deben guardar en el contexto material que las envuelve idénticas
proporciones en valores naturales: Biomasa, biodiversidad e interacción biológica. Se crean así
también las relaciones humanas como desencadenantes de múltiples efectos en alcance y
sentido. Unas veces potenciando nuestra calidad de vida; y otras trayendo a nosotros castigo y
miseria.

Elevando la sanidad de toda la biosfera, elevamos también la calidad de vida del
individuo humano que en ella habita. El medio geográfico, compuesto por el aire, el agua
y el suelo; el entorno biológico compuesto por todas las formas de flora y fauna que
sabemos corresponden con el paisaje, y la propia condición social humana, son todos
componentes indispensables para la supervivencia de la humanidad toda.

La riqueza en recursos inanimados, la abundancia de vida y la prosperidad de las comunidades
biológicas básicas, son el verdadero sustento en el que se fundamentan nuestras economías.

Las viejas economías monetarias son abstracciones bancarias, son herramientas regresivas
ahora que necesitamos abandonar. Ellas estuvieron fundadas en el abuso del privilegio
primero, y luego en la abundancia de energía barata y abundante. Hoy su verdadero
fundamento es la moneda irrestrictamente abstracta y la guerra económica con la que
sostener tan arbitrario privilegio.

Debemos reconocer el próximo paso e implementar con perentoria urgencia un retorno hacia
una economía real basada en la felicidad del individuo, el afecto gregario por la comunidad
familiar, y un nuevo y religioso respeto por la vida en todas sus más variadas y disímiles
formas.

Verdadero epílogo

Dar por finalizado el proceso evolutivo alcanzado por el humano actual, despojado ya de todo
mundanal atavío, no es más que un demente salto al vacío. Sin la enorme colección de
fenómenos naturales de la que en definitiva somos el exponente más acabado, sólo
hallaremos más pobreza y ataduras. Suponer la existencia de una benéfica red que detenga
por sí sola las contingencias que se avecinan en aras de un mercado mundial
espontáneamente conciliador de toda contradicción humana, parece la más desatinada de
las respuestas factibles.

Hemos de trazar sin demora un horizonte de viabilidad para una nueva manera de
coexistencia con todas las formas de vida silvestre, o resignarse a ver declinar el honroso camino evolutivo recorrido por nuestras comunidades a escala planetaria. Es hora de
regresar, disfrutar y habitar nuestro paraíso en su mejor estado posible. Y dejar ir la irracional
codicia de transformar toda invaluable forma silvestre de vida en un pedazo roto de
naturaleza alambrada y apropiada. ​ Nada más próspero ha habido ni lo habra que la vida en
irrestricta libertad, ni felicidad más perfecta que interactuar en ella partiendo de todos y
cada uno de nuestros apetitos posibles. Hemos alcanzado la amortización de un período
económico largo y resta entonces consensuar el siguiente paso, si es que hemos de dejar
medianamente ordenada esta tan grata porción de nuestro planeta para las generaciones
venideras.

FIN

Arturo Avellaneda

FUENTES

Casuística. “permahabitante.blogspot.com.ar” 2008 / 2017
Doctrina. ASAMBLEAS 2007
Modelo. EL MODELO DE CHICO MENDES
Plataforma. “PLATAFORMA REGIONAL UNASUR” 2015
MANIFIESTO PERMAHABITANTE 2002 - 2012