El Buen Vivir de los pueblos originarios del Paraguay como alternativa a la crisis actual

06.May.12    Autonomía comunitaria

El Buen Vivir de los pueblos originarios del Paraguay como alternativa a la crisis actual
Viernes, 20 de Abril de 2012

Contexto

Nos toca vivir- si queremos o no- un momento liminar, es decir estamos en el umbral de una época que se está terminando y otra nueva aún poco perfilada y delimitada. Históricamente estamos en el momento del post-neoliberalismo, el que ha iniciado el ocaso del paradigma occidental como cultura universal. La actual crisis civilizatoria nos está abriendo los ojos para descubrir que este modelo industrialista y depredador no puede ni debe continuar. Era un paradigma que se ha basado en la explotación de la naturaleza, en la identificación con un Vivir Mejor acumulando capital y bienes materiales a costa de los demás. Está propagando un consumo ilimitado; y todo lo justifica con una ideología de desarrollo y progreso ilimitados y monodimensionales. Este paradigma civilizatorio occidental con su individualismo, antropocentrismo, androcentrismo, eurocentrismo, colonialismo, urbanismo…. se distingue radicalmente del modo de vida de las culturas originarias de América Latina. El colonialismo y neo-colonialismo con su tendencia de superioridad que niega la cultura, la humanidad, la capacidad del Otro -por la simple razón de ser distinto a la cultura europea-, ha tenido sus impactos negativos en la vida de los pueblos originarios.

Por tanto es más sorprendente e inesperado, que justamente estos pueblos originarios –olvidados y marginados por nosotros los “civilizados”- hoy emergen con nuevo vigor después de más de 500 años y nos proponen a nuestro sistema de convivencia una alternativa: su propia experiencia milenaria que ha surgido de las raíces profundas de Abya Yala: el Buen Vivir.

Una cosa queda clara en medio de tanta confusión e inseguridad que está causando el cambio de épocas: debemos ser fieles a la ley de historia que exige para estos tiempos la vuelta a las fuentes, a las propias raíces, para encauzar desde allí la orientación hacia el futuro. Desde esta perspectiva debemos acoger este momento como un kairos ya que la crisis es siempre una oportunidad para crecer.

Disparador Histórico

Podemos contar con un disparador histórico que son las dos recientes Constituciones nacionales de América Latina, la de Ecuador 2008 y la de Bolivia 2009. Ambas se basan en el Buen Vivir, el sumak kawsay.. Esta propuesta andina fue ofrecida también por un numeroso grupo de indígenas en el Foro Social Mundial (FSM) en enero 2009. Fue presentada a un público en búsqueda, procedente de todos los países del planeta. Resurgió del corazón de los pueblos originarios frente al sistema homogeneizante y alienante del neo- y post-liberalismo, como defensa de lo propio y autóctono. A partir de la amenaza de ser arrollados por nuestra sociedad, los pueblos indígenas rescataron y revaloraron su propio proyecto ancestral de convivencia.

I. El proyecto andino del Buen Vivir (Sumak Kawsay)

Esta propuesta nueva tan antigua del Buen Vivir nos habla de la búsqueda de plenitud de Vida que se consigue interrelacionando todo lo existente en su diversidad, en forma equilibrada, para alcanzar la armonía inherente a toda la vida en esta tierra. He aquí un bosquejo de relaciones diversas que manifiestan nuestra vida en toda su complejidad que es a la vez la gran riqueza de la vida:

a. La vida se manifiesta en relaciones comunitarias dinámicas

La meta del Buen Vivir/Vivir Bien de los pueblos originarios andinos es la comunidad cósmica en armonía total. Los pueblos quechua y aymara como todos los pueblos originarios, conciben la vida en forma comunitaria, no solamente a nivel socio-humano, sino entre toda clase de vida, la que deben a dos fuentes: la de Pachakama (Padre cosmos, energía o fuerza cósmica) y la de Pachamama (Madre tierra, energía o fuerza telúrica). De esta unión equilibrada entre cielo y tierra toda forma de vida recibe su existencia. La misión del ser humano es vivir su vida cotidiana de modo espiritual (unión cielo-tierra) con la misión sagrada de reconstituir el equilibrio en la tierra mediante el restablecimiento de interrelaciones siempre cuando éstas se encuentran interrumpidas, rotas o desequilibradas, para avanzar en el camino hacia la comunidad cósmica.

b. Lo dual es complementario

Desde el principio de su convivencia con diferentes culturas, los pueblos andinos han percibido que la diversidad es una riqueza (cf. preámbulo de la Constitución boliviana), pues da la oportunidad de complementarse. A partir de esta experiencia consiguieron elaborar una gran sabiduría. Un ejemplo elocuente es su visión del individuo y de la comunidad que no es una relación antagónica sino también complementaria ya que el individuo no desaparece dentro de la comunidad, sino emerge en su capacidad verdadera y natural dentro de la vida comunitaria. Comunidad e individualidad forman juntos un equilibrio. En el mundo andino la existencia es siempre coexistencia. Implica también el complemento de varón y mujer, para abarcar la existencia del ser humano (runa) más plenamente. El individuo sin pareja y sin comunidad es un ser carente de existencia plena. Todos los opuestos se encuentran y existen en un permanente proceso de complementariedad, siempre en busca del equilibrio. El equilibrio es lo que origina el Buen Vivir.

c. La Correlacionalidad en el universo

Para llegar a un Buen Vivir, Sumak Kawsay, los pueblos andinos buscan intensivamente una correlación entre los extremos. Un ejemplo es la correlación entre lo macro y lo microcósmico, o la circulación entre la sangre y la circulación de los cuerpos celestes, o la armonía musical y el recorrido de los planetas.

En la cosmovisión andina existen tres espacios que también deben estar coherentemente en correlación armónica entre sí. Son los tres pachas: hanaq pacha (espacio celestial), kay pacha (espacio terrenal) y ukhu pacha (espacio del inframundo). Estos tres espacios están en permanente búsqueda de correlación, para mantener la unidad mediante un equilibrio dinámico.

d. Una Visión holística de la Vida

Los pueblos andinos en busca del Buen Vivir, tienen una visión muy dinámica de la unidad e integración de las múltiples formas de vida, que incluye hasta las piedras. Todo lo existente mantiene y desarrolla su vida gracias a la interdependencia entre todos. Esta visión de constante movimiento para re-entrelazarse en equilibrio, da un gran dinamismo, también entre las diferentes dimensiones de una sola vida. El ser humano entra en ese dinamismo como una parte, no es el dueño del cosmos.

e. La Reciprocidad en forma de don

En la reciprocidad se expresa la ética del cosmos siguiendo el principio de que toda vida existente debe aportar a la formación de la gran red de interrelaciones que posibilita inaugurar la comunidad cósmica. Estas interrelaciones se constituyen gracias a la reciprocidad, que alcanza a toda clase de vida, no solamente a la humana. Cada vez que uno se acerca a otro con un don gratuito que el otro necesita en este momento, se evoca una reciprocidad en el otro como querer responder. Es el modo de establecer una relación en un eterno dinamismo de dar y recibir en el que intercambian los roles de dadores y receptores, según la situación. En la visión indígena es la única manera de garantizar el equilibrio económico y ecológico. La reciprocidad no es considerada como obligación con la que uno debe corresponder matemáticamente con la misma medida, sino es un querer corresponder en la misma forma que recibió: en forma de don para mantener y consolidar la unidad; se trata de una actitud ética.

f. Lo ético es humano- cósmico

Sin embargo, la ética andina no se reduce al ser humano, como ya hemos dicho, sino es cósmica. En ella interactúan todos los integrantes de la comunidad cósmica, cada uno con su aporte específico. La actuación ética es la única forma de mantener el equilibrio en el cosmos. Para eso el ser humano tiene una posición excepcional. Su capacidad espiritual, la que debe cultivar mucho, le da una función ritual en esta tierra. Al presentar las ofrendas ceremoniales, él realiza un acto ético en nombre de toda la vida del cosmos. En este rito él celebra la renovación y el reestablecimiento de comunidad entre todos los integrantes vivos del cosmos mediante su interrelación.

g. La sacralidad de toda la vida

Sin embargo, también los seres vivos no-humanos son habitados por espíritus divinos: los ríos, los cerros, los lagos, las llanuras: todos ellos son lugares de manifestaciones divinas. En este sentido, la Tierra y el Universo entero, son sagrados porque están habitados por Dios. Él está en todo el universo, dinamizando y relacionándose con todos los miembros e integrantes de la comunidad cósmica. Dios no es un Ser lejano, substancial, autosuficiente, desligado de su creación, sino Él es todo en todos: trascendente e inmanente, en la cotidianidad y en las interrelaciones cósmicas (No se trata de un panteísmo, sino de un pan-enteismo), y especialmente cuando se logra la armonía.

h. Vivir bien no es vivir mejor

El Buen Vivir no es lo mismo que vivir mejor lo que apunta a la acumulación económica o hacia el éxito individual. El Buen Vivir tiene otras prioridades. La preocupación por acumular, por tener éxito como persona, es analizada de la sabiduría andina como no favorable al Buen Vivir porque debilita el sentido comunitario y lleva progresivamente al individualismo.

El principio y fundamento del Buen Vivir es que los humanos se reconozcan parte de la vida de la Madre Tierra y del cosmos; toda la vida es considerada como una convivencia en interdependencia entre diferentes que son partes de un todo y así se complementan. Solamente hay un verdadero Buen Vivir cuando todas las partes puedan disfrutar plenamente de su vida gracias al complemento del otro.

i. Sintonización con los ciclos de vida

La Madre Tierra / tiene sus ciclos: época de siembra, de cosecha, de descanso, de removerla, de abonarla, de regarla, veda para la caza. También el cosmos tiene sus ciclos: día y noche, estaciones del año, ciclo de la luna, etc. La historia humana también tiene sus ciclos: época de ascenso y de descenso de cada civilización. Incluso la vida humana tiene sus ciclos: nacimiento, crecimiento, adultez, vejez, muerte; actividad, descanso, recreación. Es de gran importancia en la cosmología andina que los seres humanos entren en sintonía con los ritmos y ciclos de la naturaleza y del cosmos.

j. El Buen Vivir lleva a un determinado modo de vivir con las siguientes exigencias:

- Desarrollar una espiritualidad con visión holística-comunitaria

- Interrelacionarse en igualdad con todos los seres vivientes en su diversidad

- Practicar la reciprocidad como don para llegar a una interdependencia voluntaria

- Asumir la ética cósmica como responsabilidad humana

- Buscar la complementariedad en la diversidad

- Tomar las decisiones en consenso comunitario

- Vivir una economía comunitaria no acumulativa

- Entrar en sintonía con los ciclos de la naturaleza y del cosmos

- Respetar la sacralidad de toda la vida

Ahora nos preguntamos si existe esta utopía del Buen Vivir también entre los pueblos originarios del Paraguay. Para poder responder a esta pregunta, queremos adentrarnos ejemplarmente en una de las cosmovisiones indígenas que ha influido mucho en la formación de la nación paraguaya, la nación guaraní.

II. El “Buen Vivir” en la cosmovisión guaraní

a. El cosmos nos habla de Sabiduría

La Vida guaraní está destinada a la interrelación. El mito de los Gemelos, en la versión apapokuva, destaca la interrelación entre la tierra y la humanidad como orden creacional:

“Ñanderuvusú (Nuestro gran Padre) llevaba el sol en su pecho.

El trajo la cruz originaria (yvyrá joasá), la colocó en dirección al Este,

pisó encima y ya comenzó a hacerse la tierra.

La cruz queda hasta el día de hoy como soporte de la tierra.

En cuanto Él retire el soporte de la tierra, la tierra caerá.”

(Comienzo del mito de los Gemelos)

Sol (kuarahy ) es una palabra sagrada en el mundo mby’á guaraní y significa “manifestación de la sabiduría de Dios”. La sabiduría divina, sin lugar a duda, es fuente de luz para los seres humanos que ilumina la búsqueda humana en llegar a la plenitud de vida. Los hombres y mujeres más sabios/as son aquellos/as que saben descubrir en todo lo creado la sabiduría con que fue creado y el autor de esta sabiduría.

Los cuatro puntos cardinales como ubicación y orientación de la vida en esta tierra son significados en los cuatro extremos de la cruz. En nuestro texto es nombrado solamente el Este en cuya dirección es colocada la cruz por Ñamandu y hasta hoy los mby’a guaraníes instalan en sus santuarios (opy) la cruz en esta dirección. Pero también tiene el significado de equilibrio y armonía que se consigue en la cultura guaraní mediante la reciprocidad, valor principal de su ética. Es decir, hay momentos en que se puede dar y otros en que se necesita recibir, un dinamismo que solamente funciona sin jerarquización dentro de la diversidad. Unidad en la diversidad es fruto de la reciprocidad que incluye siempre ala naturaleza y el cosmos.

Ahora bien, cuando la tierra creada por Ñamandu, ha entrado en un fuerte desequilibrio, entonces Ñamandú tiene que sacar la cruz, y así ella con toda su vida se desplomará. Aquí se evidencia la cruz como símbolo de equilibrio. Y el equilibrio manifiesta la sabiduría divina con la que ha sido creado el universo y a la vez explica el “para qué”; sabiduría como matriz, sostén, y mástil de toda la vida, y vida hay cuando hay relación en reciprocidad. Hasta hoy esta convicción se mantiene entre los guaraníes como potencial y capacidad de su accionar. Podemos decir con palabras de Graciela Chamorro que en la cosmogonía mby’a guaraní, la sabiduría “es la materia prima que origina y da continuidad al mundo”. Todo lo generado a la existencia, es sagrado porque es creado por la sabiduría divina; esta sabiduría infunde divinidad en todo lo creado. “Este es el principio para imaginarse al mundo como un cuerpo murmurante, provisto de palabras. El mundo habla. Sin eso no existiera revelación para los indígenas” (Graciela Chamorro). Esta sabiduría creadora contiene una capacidad de acción que consigue desarrollar dentro de cada uno/a la potencia de SER que implica la toma de conciencia de la corresponsabilidad de colaborar con el mantenimiento y reestablecimiento del equilibrio de lo creado. Esta corresponsabilidad abre la posibilidad para toda la vida en sus múltiples formas, que llegue a su plenitud. En síntesis: según la cosmovisión guaraní la creación está hecha mediante la sabiduría divina desde y para el equilibrio que se mantiene mediante la reciprocidad. Es necesario que los seres humanos sepan descubrir esta sabiduría para poder colaborar responsablemente con Ella.

b. Interrelación del ser guaraní con la Tierra

En la cosmovisión guaraní, la tierra habitada por los humanos es concebida como tekoha, lugar de vida y convivencia con todos los seres vivientes en ella. La palabra tekoha contiene una visión holística, es decir significa y produce al mismo tiempo relaciones económicas, sociales, políticas, ecológicas y religiosas, fundamental para la vida guaraní, de tal manera que “sin tekoha no hay teko (vida)”. El guaraní necesita la tierra con toda su vida dentro, para poder vivir su cultura y para ser guaraní.

En el informe de un jesuita anónimo, de 1620, está descrita la estructura fundamental del tekoha guaraní en tres espacios que demuestran formas de convivencia con la tierra: 1. el monte preservado y apenas recorrido como lugar de caza y pesca; 2. el monte cultivable para la horticultura, y 3. el espacio habitable, la casa como espacio social y religioso y hasta político; allí se concentra la vida para ellos.

Todos los aspectos de la tierra en su indisoluble interrelación entre ecología, economía y comunidad, son a la vez compenetrados por una experiencia religiosa: “Para el guaraní la tierra no es un Dios, pero está impregnada toda ella de experiencia religiosa”. La tierra es sagrada como la Pachamama. Ella es creada por Nuestro Padre Grande, Ñamandu, y está puesta al cuidado de otros seres divinos que la protegen y defienden, junto con los seres humanos y todas las demás formas de vida. En la cosmovisión la tierra se extiende y se despliega en el presente y el futuro. Esto implica que hay que caminar sobre ella para poder abrir nuevos horizontes. Para el guaraní, “El tekoha es una interrelación de espacios físico-sociales.”.

La tierra da la posibilidad de poder practicar la reciprocidad. Así como la cruz es símbolo de equilibrio para conseguir una convivencia armónica junto con la tierra, así la reciprocidad es la práctica de realizar dinámicamente el equilibrio.

Resumiendo podemos decir que la tierra es el centro de la vida guaraní y no el hombre. Junto con la Sabiduría, la tierra es el fundamento primordial de interrelacionar la creación con su creador mediante la reciprocidad (incluye el diálogo). Para los guaraníes el Buen Vivir -la plenitud de vida- será posible en la medida en que vivan en comunidad armónica sobre, en y con la tierra, actuando responsablemente con sabiduría y en reciprocidad. Todo ha sido creado para vivir en una Tierra sin Mal; y si la tierra se llena de males, ellos deben levantarse cuando su profeta les llama, para caminar y buscar la Tierra sin Mal. Algunos guaraníes traducen el Buen Vivir con tekoporá (mby’a) o con tekokaví (occidentales de Bolivia)

c. Interrelación con el Caminar

Según el pensamiento guaraní, estamos entre dos mundos, el divino y el terrenal, con una fuerte interrelación entre ambos: “pues los seres que encontramos en nuestro mundo, tienen su expresión verdadera, perfecta, incorruptible, en aquel espacio tiempo donde mora Dios” El mito Maino’i reko ypykue presenta el cuerpo del Dios creador, Ñamandu, como modelo para la creación del hombre. Es posible que el cuerpo terrenal se identifique algún día con el divino, entonces toda distancia será abolida. Este día el mundo retornará a aquel estado originario de donde había salido.

Cuando nace una nueva criatura, ella está entre el mundo divino y el mundo humano; su destino es caminar en el mundo humano hacia el divino que ya le acompaña. Según la cosmovisión guaraní, al profetizar el chamán el nombre de la criatura, el alma divina ingresa en el cuerpo del niño en un movimiento de descenso - ascenso lo que relaciona el ser humano con el ser divino. Es el momento en que el niño será capaz de pararse sobre sus propios pies, es un erguirse, un hacerse humano y encontrarse en el centro de la tierra con la divinidad, desde donde –erguido- asume su destino de caminar.

La cultura guaraní creó todo un ethos del caminar (oguatá) en la tierra. La tierra es más que un lugar de residir y habitar; es el lugar de una convivencia religiosa junto con la naturaleza; que forma parte de su cultura y es el lugar donde Ñamandu revela su sabiduría, su amor y su canto sagrado (cf. Mito Ayuvu rapytá). La tierra es un espacio socio-cultural que le da al guaraní la posibilidad de reproducir su modo de ser en convivencia con sus plantas, sus animales, su aire, su agua, etc. La tierra es el fundamento vital de todos los guaraníes que la habitan; los pai tavytera la comparan con la madre, parecido a los pueblos andinos:

“La tierra da gratuitamente todo lo que el hombre necesita para su vida; no nos vende el aire (soplo de la tierra), el agua y las plantas. De su seno extraemos los tubérculos, en su seno se sostienen las raíces que producirán los frutos, las semillas y las savias que dan y conservan la vida. Sobre su superficie nacen y crecen los animales que son alimentos vitales. Por eso la tierra es madre como las humanas”.

En la cosmovisión de la nación guaraní el caminar está fuertemente interrelacionado con la Palabra. En los ritos guaraníes, la Palabra sacramentalmente “toma asiento” en el gesto simbólico del caminar. Los rezos y cantos con la palabra son la ritualización del caminar guaraní, es el modo de ser guaraní. Caminar es el movimiento básico de la danza comunitaria en los ritos para recordar la historia de su permanente búsqueda de la Tierra sin Mal la que memorizan en sus rezos, cantos y danzas. Graciela Chamorro afirma que la “metáfora fundante de la coreografía de los cantos y rezos guaraníes, son los sucesivos éxodos (“buscar la Tierra sin Mal”) que los grupos tupi guaraníes protagonizaron, sea por motivos económicos, ecológicos o religiosos…”.

e. Interrelación entre Sabiduría - Tierra- Caminar – Reciprocidad

Vimos que el mundo guaraní fue hecho a partir de la Sabiduría divina (Ñamandu llevaba el sol en su pecho). Por eso todo lo creado contiene sabiduría divina. El destino de equilibrio (símbolo la cruz) en la convivencia entre todo lo creado manifiesta esta sabiduría divina y debe ser aceptada y respetada por los hombres, parte de esta creación. La tierra y el guaraní están íntimamente unidos que se expresa en una palabra acuñada por ellos: “nacimos juntos. Por esta razón existe una relación circular e interdependiente entre ambos. El guaraní cuida a la tierra y la tierra le cuida a él. El guaraní vive gracias a lo que la tierra produce, lo que recicla, lo que reproduce y lo que regenera:

“Nosotros nacimos, nos engendramos con la tierra al mismo momento,

pues, al comenzar la tierra, también nosotros comenzamos a existir,

juntos nos crearon.”

La itinerancia guaraní, su caminar, por parte tiene una raíz en la economía ya que después de 5 o 6 años de plantación, la tierra está gastada. Pero por otra parte tiene que ver con su religión, pues si hay escasez en el lugar y por consecuencia pelea en la convivencia humana, entonces surge un profeta entre ellos que les exhorta a ponerse de pie y marchar hacia la tierra sin mal, porque el lugar está lleno de Males. El caminar tiene que ver con la plenificación del sistema socio- religioso, están pasando una situación de “todavía no”. Y a la vez es un estado de “ya”, pues la tierra perfecta, sin mal, y la perfección personal se alcanza en el camino al restablecer la reciprocidad.. De este modo, si el caminar en busca de la Tierra sin Mal garantiza la mejora y perduración de relaciones en calidad de reciprocidad, ella no tiene más carácter utópico, sino ya es un “lugar firme sobre pies guaraníes”.

En la Tierra sin Mal, predominan características concretas como las ecológicas y económicas, pero bien equilibradas y esto exige un horizonte amplio y espiritualidad; ambas son indispensables para un Buen Vivir armónico. Con otras palabras, tanto la tierra como los guaraníes están orientados constitutivamente hacia la plenificación de su ser, y lo logran solamente si conviven entre ambos en reciprocidad y armonía. La cruz orienta espiritualmente su permanente disposición de estar-en-camino en busca del equilibrio que es una Tierra sin Mal. Este estar-en-camino es el modo de ser guaraní. El guaraní mantiene hasta hoy sus principios de una economía en reciprocidad y su fidelidad al peculiar modo de pensar y vivir su cultura guaraní.

La convicción de poder alcanzar la Tierra Sin Mal mediante un estar-encamino nace de su responsabilidad de eco-humanizar a la comunidad y a la tierra para que lleguen unidos a la plenitud.

En el caminar hacia la Tierra sin Mal se vive con lo estrictamente necesario para mantener y fortalecer los lazos comunitarios mediante una permanente práctica de la reciprocidad, favorecida por la necesidad. Tienen la conciencia espiritual de formar parte -como “pequeña porción”- de la sabiduría divina la que les ilumina en la búsqueda de la plenitud de vida. Esta interrelación podríamos llamar el “Buen Vivir” guaraní.

III. El Buen Vivir - Alternativa al sistema vigente

a. Es posible una Constitución moderna con raíces propias

Las constituciones nacionales de Ecuador y Bolivia nos enseñan que en este momento histórico hay que anclarse en los fundamentos de la propia identidad. Por eso eligieron su utopía originaria de sociedad como fundamento de la moderna nación.. Demostraron que es posible construir un proyecto nacional autóctono, sin necesidad de copiar al Norte.

Llama la atención que los pueblos originarios no han olvidado su ancestral sueño de convivencia y lo han transmitido durante más de cinco siglos de una generación a otra con la esperanza de que algún día poder reavivarlo, porque lo consideran válido para todos los tiempos.

b) Desafío de articulación

El ejemplo del pueblo guaraní que aquí presentamos, nos muestra que este sueño del Buen Vivir comparten todos los pueblos originarios de Abya Yala. Nos queda el desafío de buscar en cada cultura la matriz/palabra generadora que en el ejemplo del pueblo guaraní sería el estar-en-camino de buscar la Tierra sin Mal. Para que los pueblos originarios de nuestro continente se afirmen en este mismo sueño ancestral milenario, es necesario que se reúnan e intercambien sus ancestrales experiencias, se respeten y se enriquezcan en la diversidad de aspectos y fundamentos. El segundo paso sería entrar en diálogo con la sociedad nacional que tiene su propio proyecto, buscar las debilidades de cada uno e iniciar una búsqueda de desarrollar los aportes del otro en el propio sistema, pero partiendo siempre de la propia matriz cultural. Así como el Buen Vivir está presente en la cosmovisión de los distintos pueblos originarios, así también es posible el intercambio y la siguiente articulación entre pueblos originarios y sociedad nacional que comparten el mismo territorio.

c) Necesidad de Descolonización

No hay que olvidar que tanto los pueblos originarios como la sociedad nacional, llevan una gran carga de colonialidad que les impide dar un paso adelante. El término “colonialidad” – diferente al colonialismo- se refiere al modelo de poder centrado en la diferencia racial de las poblaciones (originarios e invasores europeos), es un patrón de poder que se ha reproducido y tiene continuidad hasta hoy. La explotación directa de entonces, hoy se llama “desarrollo” para crear una dependencia eterna. Con toda razón proclama Denise Arnold: “Del desarrollo de la colonización hacia la descolonización del desarrollo”.

Repasando la conflictiva historia de Abya Yala encontramos que América Latina no necesita más progresismo sino reparación de sus raíces para poder andar por sí misma. Dice Eduardo Galeano: “El subdesarrollo de América Latina no es un paso al desarrollo, es su consecuencia”.

La colonialidad es compleja, abarca el racismo, el eurocentrismo y la economía capitalista, constitutiva del colonialismo.

El invento de la palabra “raza” para poblaciones de otros colores y culturas, divide y selecciona la humanidad y la jerarquiza en superiores e inferiores. La colonialidad habita hoy en nuestras relaciones cotidianas entre las personas de diferentes culturas y con la naturaleza. El efecto más negativo de esta colonialidad es la deshumanización en el saber, el poder y el mismo ser (Patricio Guerrero). El argumento más valioso de descolonizarse, es recuperar la dignidad: “era dignidad todo lo que teníamos” dice una mujer zapatista. Recuperar la dignidad para los pueblos originarios sería rescatar la auto- y etno-estima y curar las heridas de la identidad.

Debemos tener en cuenta que a lo largo de más de 500 años, los prejuicios mutuos se han encarnecido en las culturas, tanto en las originarias como en las nacionales. Para que en un diálogo -hoy todavía muy desigual- entre la ciudadanía nacional y la originaria hoy sea recibido el aporte del otro, necesitamos iniciar todo un proceso de deconstrucción para dar espacio a una nueva reconstrucción. Un Buen Vivir en diversidad, vivido hasta ahora medio milenio en adversidad, necesita mucho caminar y“seguir ahondando en lo humano, redescubriendo lo humano y aspirando a lo humano de cada uno/a” (José Luis López).

Un diálogo intercultural sobre el Buen Vivir entre los pueblos originarios con la sociedad nacional correspondiente, ayudaría a cuestionar el propio modelo actual con tanta alienación y extranjerismo. En un análisis crítico los indígenas podrán allí redescubrir y revalora su sabiduría ancestral que nunca perdieron de todo. Y las sociedades latinoamericanas podrán descubrir su dependencia de otras potencias político-económicas al imitar su consumismo, su acumulación individualista y su sistema de competencia. En un proceso de descolonización mutua, ambas partes podrán apoyarse en la búsqueda de lo propio y adquirir un enfoque más integrador que habla de un “nosotros” cuando está incluyendo toda clase de vida, valorándola en su diversidad, y buscando una interrelación armónica capaz de ayudar a desenmascarar las ideologías interesadas que les habían alienado y separado durante más de 500 años.

NOTAS

1 En un querer vivir mejor se considera al otro como rival en una interminable competencia o si el Otro es más débil que él mismo, le tratará como un objeto de explotación o ignora su necesidad de éste. En el Vivir Mejor predomina el propio protagonismo y consecuentemente la marginación del otro, busca el consumismo, el lujo, el elitismo. Antes de compartir con los demás, prefiere auto-consumir y derrochar, porque cree que puede hacer con su propiedad lo que quiere. No busca el equilibrio entre los seres humanos a nivel socio-económico, y menos aún con la naturaleza y el cosmos.

2 Según León Cadogan, kuarahy = sol es una palabra sagrada en el mundo mbyá guaraní, y su etimología está en la composición de tres palabras: kua’a significa saber; ra, radical de jera, mbojera, guerojera significa crear; pero al ser relacionado con kuaa, significa “sabiduría como poder creador”. ‘y significa “columna, mástil, manifestación”. Por tanto, kuarahy significa: manifestación de la sabiduría de Dios. En el contexto, kuarara significaría “sabiduría (poder creador) como fuente de luz que iluminaba al creador en medio del caos (símbolo “oscuridad”) antes de haber sido creado el sol”..

3 Graciela Chamorro, ibid., 189

4 Graciela Chamorro, ibid.

5 La palabra tekoha tiene varios significados: modo de ser, modo de estar, sistema, ley, cultura, comportamiento, hábito condición, costumbres…Según Bartomeu Meliá, la semántica del tekoha “corre menos por el lado de la producción económica que por el de un modo de producción de cultura”, en Bartomeu Meliá, Dominique Temple, El Don, la Venganza, y otras formas de Economía guaraní, Asunción 2004, 20

6 Meliá, ibid. 22

7 León Cadogan 1959, 13

8 Félix Jiménez y Angélica Alberico de Quinteros: El principio Creador entre los mbya, en: Suplemento Antropológico, vol. XXVII, nº 2, dic. 1992, Asunción, 71

9 Hugo Centurión Mereles, Los Guaraní: entre el teko y la modernidad. Una cultura originaria ante los desafíos del cambio, en Suplemento Antropológico, Vol. XXXV, nº 1, Junio 2000, pp.181-225 Asunción, 255

10 Graciela Chamorro, A Espiritualidade Guaraní: Uma Teología Ameríndia da Palabra, Sao Leopoldo 1998, 171

11 “Ñande ñañase, ñane reñói yvyreve voi raka’e, oñepyryro guare yvy ñande raka’e ñaiméma voi, hendive ñanemoñevanga.”, palabra de un mby’a guaraní de Caazapa.

12 Melíá afirma que la principal causa de las migraciones pre-colombinas había sido la búsqueda de la Tierra sin Mal y ésta fue reiniciada por la des-estructuración de su sistema de convivencia que provocó el colonialismo. Dice que si hoy sigue la búsqueda de esta tierra, no se trata de un simple retorno conservador a estructuras sociales y religiosas tradicionales, sino significa una forma contestataria al sistema neo-colonial envolvente.

14 Ginés de Sepúlveda afirmó ya en 1547 que los “bárbaros” del Nuevo Mundo eran humanamente inferiores a los españoles como los niños a los adultos y las mujeres a los varones; que era una construcción ideológica de racismo para justificar la dominación y explotación.