Con “alegría de fiesta” celebran en Cruztón la recuperación de tierras
Hermann Bellinghausen
Periódico La Jornada
Domingo 6 de mayo de 2012, p. 21
Cruztón, Chis., 5 de mayo. Esta comunidad tzotzil ubicada en las montañas de Venustiano Carranza recordó “con alegría de fiesta el sufrimiento de 2007″, cuando hace cinco años recuperó pacífica pero enérgicamente 249 hectáreas de tierra que habían sido invadidas años atrás por personas ajenas a la comunidad y luego semiabandonadas. “Desde que recuperamos hemos sido hostigados, se corren rumores de que otros grupos vendrán y se quedarán con nuestras tierras, por eso exigimos al gobierno que nos entregue los documentos finales realizados ante el Tribunal Unitario Agrario”.
Cabe recordar que en 2007, con la llegada de un nuevo gobierno en Chiapas, los invasores y prestanombres resultaron dispuestos a vender las tierras invadidas, a la vez que se revelaba la existencia de ambiciosos planes mineros precisamente en ellas y otros parajes de Cruztón. La comunidad, adherente a la Sexta declaración de la selva Lacandona, determinó entonces hacer valer sus derechos agrarios.
Luego vendrían el contragolpe de la policía, los invasores y el exilio en la montaña: “El otro grupo de campesinos cobijados por el mal gobierno y coordinado con la policía, realizó el 27 de abril de 2008 un primer operativo en nuestra comunidad allanando nuestras casas, destruyendo nuestras pertenencias, robando nuestro poco dinero, golpeando y asustando a nuestra gente, sin que pudieran detener a ninguno de nosotros, ya que con anticipación habíamos huido a la montaña”.
Posteriormente, el 18 de junio de ese año, recuerdan hoy, “entró la policía a nuestras tierras, en compañía y resguardo del otro grupo; destruyeron nuestra milpa que con tanto sacrificio habíamos sembrado, establecieron un campamento policial que estuvo allí hasta el 23 de julio, cuando pudimos conseguir que salieran con el apoyo de los compañeros de la otra campaña nacional e internacional”.
Desde entonces, en Cruztón se ha desarrollado una reconstrucción de las relaciones comunitarias con las familias de todas las filiaciones políticas, siendo que la otra campaña es claramente la mayoría. Ha logrado un equilibrio que en otras partes es programáticamente vulnerado por las autoridades y los patidos para impedir la resistencia y los procesos de autogestión. Un indígena comenta: “El gobierno aquí no ha logrado dividirnos”.
Este sábado la comunidad está de un ánimo verdaderamente festivo para conmemorar aquel momento determinante en la vida de Cruztón. Unas 200 personas, acompañadas además por sus invitados de las comunidades vecinas y fraternas de Nicolás Ruiz, Candelaria El Alto y San Francisco Chiquilté, se reunen bajo un gran toldo hecho de costales blancos que ondulaba con el viento. Un representante habla ante todos:
“Luchar no es tan fácil. Es rendir cuentas con el tiempo. El sentido de nuestra lucha es seguir más adelante. No podemos quedar sentados. Debemos gritar y denunciar. Así es el pobre, anunciador y denunciador. Pedimos que se tome en cuenta que nuestra lucha no se ha terminado y va a seguir.”
En la fiesta participan desde los bebés hasta los abuelos. La primera actividad es una carrera de bebés a gatas, que aunque casi naufraga ante la distracción de los infantes rodeados por todo el chiquillerío exultante, llegó a buen término. “Para que vean que aquí la participación empieza desde muy joven”, comenta otro indígena. También hay baile para los adultos, pero las primeras son las muchachas, que bailan solas mientras a unos metros, en el prado, se celebra un reñido palo encebado con inalcanzables premios de 50 pesos para los niños. Eso, y suficiente carne, arroz y tortillas para todos.
Rodeada de muchas milpas en distintos estadíos, unas ya creciendo, otras apenas en preparación, la remota y apacible comunidad de Cruztón enseña que en este México atribulado también hay motivos de felicidad colectiva, orgullo de sí mismos, autosuficiencia, dignidad.