Por Raul Prada Alcoreza
Estratificación social en la colonia esclavista
En las colonias es importante tener en cuenta la estratificación racial, pero también la estratificación social, estratificaciones que conformaban estas sociedades de profundos contrastes, construidas al calor de violencias desmedidas y avances intensos del capitalismo y sus mercados. En el caso de Haití, el contraste mayor se daba entre blancos europeos y esclavos africanos; empero, en ambos conjuntos el cuadro no era homogéneo. Estaban los colonos propietarios de plantaciones, empero, como encima de ellos se encontraban los funcionarios y los militares de la monarquía; no todos del mismo rango. Entre los colonos había grandes, mediano y pequeños propietarios. Debajo de los colonos blancos, había otros blancos que no eran propietarios y vivían en las ciudades; algunos de ellos funcionarios de bajos puestos, comerciantes, artesanos, incluso marginales. Entre blancos y esclavos africanos, había quienes no eran ni blancos ni negros, estos son las diversas tonalidades de los mestizos. Algunos llegaron a ser propietarios de plantaciones y ricos comerciantes, incluso se formaron profesionalmente en París; había abogados. Empero la masa de mestizos se encontraba también en las ciudades cumpliendo labores en los intersticios del mercado, incluso llegaban a puestos de funcionarios o de empresas comerciales. El mestizo adquiría un código racial mas o menos positivo en la medida que se acercaba su tonalidad de piel al blanco, en tanto que adquiría un código racial negativo en la medida que su tonalidad de piel se acercaba al negro. Se llegó al colmo de hacer una clasificación detallada de estas diversas tonalidades. En el conjunto de los negros, tampoco había homogeneidad; aunque la masa se encontraba en los esclavos africanos trabajadores de las plantaciones y del campo, había esclavos privilegiados, si se puede hablar así, que tenían tareas domésticas en casa de los patrones. Con el tiempo también aparecieron los esclavos libertos, así como los que escaparon al monte en busca de su libertad, los cimarrones. Algunos de los esclavos con ciertos privilegios y tiempo se llegaron a formar, aprovechando el aprendizaje de la lectura y de la escritura. Uno de ellos fue Toussaint L’Ouverture.
Hay que interpretar el desafío de la composición social de las sociedades coloniales. Estamos hablando de islas donde prácticamente han desaparecido las poblaciones nativas; entonces sobre los cementerios indígenas se estructuraron estas sociedades. Bartolomé de las Casas no pudo salvarlos en estos lugares tropicales, fueron sustituidos por las poblaciones africanas y los afro-descendientes. En estas sociedades coloniales lo que nunca hay que perder de vista es que es la energía expropiada de los cuerpos de los esclavos la que dado lugar a la dinámica económica, social, política y cultural de las estructuras e instituciones coloniales. El dominio colonial se inscribe en estos cuerpos y los engancha o todo el circuito económico y comercial del Atlántico, a todo el proceso de acumulación de capital, por lo tanto a la formación de las burguesías europeas comerciales, mercantes y marítimas, también a la burguesía financiera.
Los colonos eran la clase dominante en Haití, empero no eran la clase dominante en Francia. La clase dominante en Francia era la burguesía configurada en todos sus estratos. Desde la comercial hasta la industrial, pasando por la marítima y comenzando a traspasar los propios límites de la burguesía industrial, la formación de la burguesía financiera, en el marco de las nuevas finanzas del sistema capitalista. Son las burguesías marítima y la comercial las que van a incidir en el curso de los acontecimientos de la guerra anticolonial de Haití; sus decisiones, en una etapa avanzada de la guerra y en una etapa regresiva de la revolución francesa, van a provocar la caída de Toussaint L’Ouverture y el curso a la independencia de Haití, conducido por Dessalines, que se va a entronar como rey de la nación independiente. Los colonos blancos fueron la causa inmediata del levantamiento de los esclavos, la explotación desmedida de estos colonos sobre sus propiedades humanas es la causa de esta acumulación de odio y deseo de venganza, base pasional de la acumulación de fuerzas en tal intensidad que van a estallar convertidas en una rebelión imparable.
¿Cómo explicar esta estructura racial y social colonial? Los colonos no son bien vistos en Francia, ni en la Francia monárquica, ni en la Francia republicana, aunque van a ser los que amparen y sostengan a la decrépita nobleza francesa, en sus últimos días. Son como los nuevos ricos, que, cuando contaban con suficiente dinero, se iban a París o al interior, vivían de sus rentas, dejando administradores de sus plantaciones en la isla. Otros, que no gozaban de este atesoramiento, se quedaban administrando directamente sus plantaciones, optando por viajar de vez en cuando, también mandando a sus hijos a estudiar en París. Empero, la presencia de estos colonos dependía de la ocupación militar y de la burocracia gobernante, quienes estaban directamente vinculados con las estructuras de poder de la monarquía, después de la república. Los funcionarios y militares de alto rango se sentían estar por encima de los colonos, aunque dependieran de sus sueldos. Es posible, que algunos de ellos hayan cruzado la línea y se hayan convertido también en propietarios de plantaciones y de esclavos. Sin embargo, administraban, en todo caso un régimen esclavista.
Como dice C.R.L. James, las dos terceras partes del comercio francés dependían de la isla. Podemos entonces decir que se trata de una economía capitalista asentada en la explotación de los esclavos. La economía capitalista tiene en sus cimientos las cavernas de la esclavización. Se sostiene en este despojamiento. Esta es la razón de la manera desesperada con la que se aferraron a la colonia y se embarcaron en una guerra de desgastante. Lo que ocurre con Francia monárquica, también ocurre con Gran Bretaña y Holanda, aunque con sus diferencias y contextos propios. También ocurría con España y Portugal, sólo que en este caso, hablamos de estados territoriales coloniales, empero con menor desarrollo capitalista, quizás estancados en un capitalismo comercial con incipiente desarrollo industrial, por lo tanto no pudiendo ser suelos del centro de la acumulación ampliada de capital.
Lo que interesa en estas anotaciones es observar que no se puede comprender a estas sociedades coloniales y sus estratificaciones independientemente de lo que ocurre en el mundo de los circuitos donde están integradas. Se trata de flujos y circuitos, flujos de muerte, cuando se trata de la desaparición de las poblaciones nativas; flujos del tráfico humano, cuando se trata del transporte y asentamiento de contingentes de esclavos en las plantaciones y en las minas; flujos de colonizadores, cuando se trata de la llegada de los blancos a las islas. También se trata de circuitos, circuitos dinerarios y de mercancías; circuitos de navegación, que articulan las islas al continente dominador; circuitos militares, cuando se trata de las expediciones punitivas. En el curso de la guerra anticolonial, se va a tratar también de alianzas; alianzas entre esclavos y cimarrones, al principio; alianzas de esclavos con negros libertos, alianzas de esclavos con mestizos; aunque también, en ciertos momentos de la guerra, alianza de esclavos con republicanos blancos, que eran en gran parte habitantes urbanos. En el caso de los delegados enviados por la república, en su momento de mayor radicalidad, incluso alianzas entre el ejército negro y altos funcionarios y oficiales del ejército francés, sobre todo en la lucha contra los británicos.
¿Cómo se forman las clases sociales? ¿Cómo se forman las estratificaciones? ¿Cómo se forma la estratificación y la estructura social racial? Estos fenómenos no pueden explicarse a partir de la tesis del determinismo económico; no es el modo de producción el que explica la formación de clases sociales, sobre todo tratándose del modo de producción capitalista. El modo de producción puede consolidar y petrificar a las clases sociales, pero no las inventa. Este es un fenómeno que tiene que comprenderse a partir de sus actos constitutivos. Ya lo decía Thomson cuando ventilaba su interpretación de que la lucha de clases es la que crea a las clases sociales. Es pues una acción violenta y de dominación la que funda a la clase dominante y a la clase dominada. Es la conquista de las islas del Caribe, el genocidio y el etnocidio sobre las poblaciones nativas, el despojamiento de sus tierras y recursos, el tráfico de esclavos, el asentamiento de propietarios de plantaciones, acompañados de las instituciones administrativas, como acontecimientos de irrupción, los que se colocan como condicionantes históricas y políticas en la constitución de las clases, de las razas, en la formación de las estructura sociales coloniales.
La colonización no solamente debe verse como la expansión del capitalismo, como procedimiento violento de conquista y despojamiento, no solo debe entenderse como forma de dominación basada en la inscripción y marca de los cuerpos, codificados en la diferencia jerarquizada del color de piel, legitimando el mismo acto de conquista y dominio, sino también debe comprenderse como acontecimiento avasallante de formación de sociedades nuevas, asentadas en suelos conquistados. Sociedades que pueden caracterizarse de barrocas por el tipo de composiciones sociales estratificadas que conforma, por las mezclas que ocasiona, por la yuxtaposición de flujos, de circuitos, de alianzas, incluso de instituciones complejas. A la luz de la experiencia de las islas del Caribe, podemos ver que se trata de una sociedad totalmente nueva, debido a la desaparición de los pueblos nativos; una sociedad compuesta por esclavos, en la base, por colonos, en la cúspide, pasando por libertos, cimarrones, mestizos, estratificaciones de blancos. No se ve aquí yuxtaposición de temporalidades, como en el caso de las colonias en Mesoamérica y en los Andes. Se trata de una colonización en sentido pleno de la palabra; adaptación al paisaje y adecuación del medio a los requerimientos del mercado capitalista. Transformación del medio y también transformación de las mismas poblaciones migrantes, de las mismas clases.
Con la colonización observamos un fenómeno peculiar. Se forman sociedades nuevas, que no son pre-capitalistas, como se las ha calificado en cierta literatura marxista, sino todo lo contrario, son la plena consecuencia de la expansión capitalista; se forma sociedades nuevas, limítrofes, de avanzada, con estas combinaciones y composiciones arrojadas por los requerimientos del mercado. Son sociedades como un espejo del futuro en los horizontes del mismo capitalismo. Esto es lo que arma el capitalismo; arrasa la tierra conquistada e instala sus artefactos, sus flujos, sus migraciones, sus circuitos. Instala su propia historia desentendiéndose de las historias pasadas, de sus herencias, de las que no puede escapar en Europa y en las regiones donde perduran las sociedades antiguas. El modo de producción capitalista no hay que verlo en los talleres de las fábricas, como se ha acostumbrado a hacerlo, sino en estas colonias, donde se ofrece de manera descarnada. La misma proliferación de las fabricas y talleres, su mismo desarrollo, la revolución industrial, no podrían explicarse sin esta expansión violenta de la colonización.
El capitalismo es eso, despojamiento, no solo explotación, migración y flujos, asentamientos coloniales, utilización extrema de los cuerpos en la forma de trabajo esclava, implantación de una maquinaria social adecuada plenamente al mercado, a los requerimientos del mercado y del capital. Marx se equivocó en este tema al focalizar su análisis en Europa y creer que el origen del capitalismo se generó en la península de Eurasia. No, el capitalismo sólo es explicable como sistema-mundo. La extrema forma del capitalismo es el colonialismo y la colonización modernos. En las experiencias coloniales se alojan los secretos del capitalismo, sus orígenes y su fin.
A estas alturas hay que hacer una anotación. La experiencia mundial de la expansión del capitalismo y la modernidad a través de los procedimientos de la colonización, la experiencia desbocada del capitalismo en su plenitud, destilando sus distintas formas, abriéndose camino con las armadas, las conquistas, los despojamientos, las migraciones, los tráficos de esclavos, los circuitos mercantiles, las transferencias de recursos naturales, nos muestra que de lo que se trata en el fondo no es de apropiación de tiempo no pagado a los obreros empleados. Esta medida no hace otra cosa que ratificar la mirada aritmética de la economía política clásica. El tiempo es una medida; esta medida oculta lo que está ocurriendo realmente. Aunque clasifiquemos el tiempo a partir de la diferencia en tiempo excedente y tiempo necesario, no se resuelve el problema. No es de tiempo de lo que se apropia la máquina capitalista, sino de energía, de energía humana y de energía en todas sus formas encontradas en la naturaleza. La esclavización, el comercio de esclavos, la incorporación del trabajo esclavo, muestra patentemente a cuerpos humanos reducidos a meros portadores de energía, la misma que se transfiere a través del trabajo. Humanos sin derechos, convertidos en propiedad de los patrones, se articulan como recursos energéticos, recursos vivos, en este caso, a los flujos y circuitos del capitalismo. Lo mismo ocurre con los obreros; aunque obtengan un salario, son convertidos, mientras se emplean sus cuerpos en el taller de la fábrica, en meros portadores de energía, la que es apropiada, privatizada, usada en el proceso de producción.
La metafísica de la economía política, de la contabilidad económica, ha borrado esta evidencia indudable al obviar este acontecimiento material, reduciendo el acontecimiento a una contabilidad del tiempo, a una medida. Marx cayó también en esta metafísica. Por eso su crítica de la economía política no pudo romper los propios marcos de la legitimación de la producción basada en la explotación del proletariado, también, como hemos vistos, la violenta explotación desmesurada de los esclavos. Cuando basamos la crítica al sistema mundo-mundo capitalista, al modo de producción capitalista, inherente al sistema-mundo, quizás su núcleo orgánico, en la apropiación de la energía humana y de la naturaleza podemos destrozar los límites del marco de legitimación de la explotación capitalista. Recién la crítica adquiere su plenitud materialista, en cuanto lectura de la potencia inherente a los cuerpos humanos y a los seres naturales.
El capitalismo se apropia de la vida y de la energía. Privatiza los ciclos vitales y se apropia de la energía, de los flujos energéticos, de las distintas formas de energía, las introduce a sus múltiples procesos de producción y transformación de la materia. Se apropia de la potencia humana en el trabajo, de las capacidades que expresan esa potencia. Transfiere la potencia humana al ciclo de producción, esta potencia forma parte inherente de este proceso; las transformaciones producidas en el proceso, las realizaciones de estas transformaciones y cristalizadas en productos, son apropiadas, se privatizan, son propiedad de empresarios y de empresas. Pero esto no detiene la circulación y los flujos, la energía circula en todas las formas. La energía circula y la materia se transforma. Si dejara de circular energía el capitalismo caería de por sí como un castillo de naipes.
La energía es la clave en el proceso de producción, empero no se concibe este hecho, menos se lo contabiliza, a no ser reducido a medidas de volúmenes o de fuerzas. También, como hemos visto, la economía política clásica, reduce la contabilidad a otra medida, la del tiempo. La economía monetarista es más pragmática, asume la medida del dinero, como equivalente general. La medida suprema del capitalismo. El tiempo ya es una medida, se mide el tiempo aritméticamente, y se valora el tiempo en dinero. Toda esta contabilidad está sostenida en la metafísica de la economía política. Esta es la manera de borrar la dinámica material de la energía y de la vida. Pues si se pusiera al descubierto, se pondría en evidencia los costos materiales del capitalismo. Este sistema de producción no puede desarrollarse sin destruir la vida, la naturaleza, para apropiarse de la energía que contienen.
La energía circula en la tierra en forma de ciclos, se reproduce. Cuando se trata de lo que se identifica en la jerga de recursos no renovables, cuando se habla de yacimientos, nos referimos a largos procesos de formación, de consolidación, de sedimentación, de formación de bolsones y vetas, de distribución geológica. En todas sus formas hablamos de energía. La energía que contiene y desprende el ser humano tiene su propia modalidad, sobre todo por las características de este ser colectivo y social. No sólo se trata de desgaste psíquico y físico, de acuerdo a la caracterización del trabajo de la economía política, hablamos de saberes, conocimientos, destrezas, habilidades, culturas, hablamos del intelecto general, también de formas de asociación y acumulación de energía. El problema es que cuando esta energía es desviada de sus ciclos vitales, de la reproducción de la vida, se está afectando a los mismos, ocasionando entropía, pérdida irremediable de energía, destrucción de sus ciclos. El capitalismo crea entropía, desperdicia energía con el objeto de acumular una ilusión, la medida de una medida, el dinero. Claro que se produce transformaciones materiales, como las de la revolución industrial y la revolución cibernética, empero estas transformaciones son como dispositivos tecnológicos para seguir efectuando los mismo, la apropiación de energía con fines privados, sacándola de sus ciclos vitales, produciendo entropía y ocasionando desequilibrios que son como las condiciones de posibilidad de la muerte, la desaparición de la vida y de la energía.
Visto desde este punto de vista, el capitalismo es no sólo un modo de producción sino también una maquinaria contable, una maquinaria contable que hace desaparecer la misma materialidad de la producción, la convierte en un presupuesto de lo único que interesa, la contabilidad de la acumulación dineraria. ¿Cómo ha podido caer el ser humano en tan extraña sociedad de la contabilidad dineraria? Todo se convierte en un presupuesto de esta metafísica aritmética, incluso las propias satisfacciones de necesidades, el bienestar; todo está destinado a valorizar el dinero. Hay dos caminos complementarios que se pueden tomar en este momento; el de la crítica a la metafísica de la economía política; también el de la crítica materialista al des-potenciamiento de la vida y de los ciclos vitales, a partir de la destrucción de la energía y sus condiciones de reproducción que ocasiona el capitalismo. Optamos, en principio por lo segundo. Esta critica la retomaremos más tarde, pues debemos volver a nuestro asunto.
Estos problemas son muy pertinentes para entender lo que pasó en Haití. Primero entender que estamos ante una sociedad nueva, armada a partir de flujos migratorios, por lo tanto estamos ante una composición barroca, que responde a las transformaciones globales del capitalismo, a sus productos sociales más liminares y también a sus desechos. Este tema estuvo en la cabeza de Toussaint L’Ouverture, sobre todo cuando vencieron a la armada británica, cuando enfrentaban la preparación de la expedición napoleónica. Había preguntas que lo atormentaban, una de estas era: ¿Es posible mantener las alianzas conformadas durante la guerra? Con mulatos, con mestizos, con negros libertos, con blancos, a los que se respetó su propiedad en las plantaciones; hablamos de los que volvieron y se mantuvieron bajo el gobierno afro. Hasta el final se mantuvo firme intentando mantener las alianzas, escribiendo a Napoleón Bonaparte en este sentido, explicándole que era la única manera de que la isla se mantenga vinculada a la república. Napoleón no entendió nada, ya se encontraba embarcado en una etapa regresiva de la revolución, optó por la estrategia de la burguesía mercante, sentar la mano a los esclavos alzados, volverlos a someter a la esclavización, después de una guerra de exterminio. ¿Tenía razón Toussaint? La otra pregunta, entre tantas, era: ¿Ha llegado el momento de romper las alianzas y conformar un Estado negro? ¿Romper con los mestizos y los blancos; contraponer a la guerra de exterminio del imperialismo con otra guerra de exterminio de los blancos? Es Dessalines quien tomó esta determinación; en cambio Toussaint fue apresado y deportado, encarcelado hasta su muerte.
El otro tema, el de la lectura del capitalismo desde el des-potenciamiento de los cuerpos, desde la destrucción de la energía y de los ciclos vitales, también es importante. Sobre todo para encarar la experiencia global del capitalismo, su expansión mundial, la formación del sistema-mundo, basados en la materialidad de la destrucción de la vida y de la energía.
Las sociedades coloniales nos muestran temprano la violencia desmesurada de esta destrucción, en los lugares donde se plasma el capitalismo en su forma descarnada. La tesis es la siguiente: El colonialismo no solamente es la avanzada del capitalismo, también la matriz en la que el capitalismo encuentra la fuerza de su expansión, sino también es el futuro del capitalismo. El capitalismo lleva a esto, a la explotación por despojamiento; esto lo ha hecho en la inmensa llamada periferia del sistema-mundo, que en realidad es su tierra nueva, su tierra prometida, su verdadero territorio. También lo está haciendo ahora en los espacios del llamado centro del sistema-mundo, que en realidad no es otra cosa que centro de acumulación. Descarga su furia financiera en las sociedades europeas y norteamericanas, castigando a las llamadas clases medias, además de los trabajadores. El capitalismo no puede subsistir sin crecer y para crecer tiene que destruir, incluso en los lugares donde afinca su acumulación y atesoramiento. El futuro del capitalismo es la recolonización global del planeta.
La revolución de los esclavos
Del libro de referencia, Los jacobinos negros, la parte más intensa corresponde al relato de los acontecimientos de la larga guerra anticolonial de los esclavos. C.R.L. James comienza así este relato:
Los esclavos trabajan en la agricultura y su objetivo, como el de los campesinos revolucionarios en todas las latitudes, era el exterminio de sus opresores. Pero sus condiciones de vida y de trabajo, hacinados por centenares en las inmensas factorías que se extendían por la Llanura del Norte, los aproximaba al proletariado moderno más que a cualquier grupo de trabajadores de la época, y el levantamiento fue, por tanto, un movimiento de masas metódicamente preparado y orquestado. Sabían por amarga experiencia que las tentativas aisladas estaban condenadas al fracaso, y en los primeros meses de 1791 se preparaban para la revolución en Le Cap y sus alrededores. El vudú era la herramienta de la conspiración[30].
Boukman, un papaloi o alto sacerdote, era el líder de la insurrección. Boukman era capataz de una plantación, por sus contactos tanto con blancos como mulatos; se encontraba informado sobre la situación política de la isla. La atmósfera era como de espera de un levantamiento; por eso, a fines de junio de 1791, los blancos de Le Cap y alrededores se encontraban preparados y a la expectativa. El plan subversivo había sido forjado con antelación y convocando a una gran mayoría de los esclavos; el plan contemplaba exterminar de los blancos y apoderados de la colonia[31].
El relato del estallido del levantamiento que hace C.R.L. James es elocuente:
En la noche del 22 de agosto estalló una tormenta tropical, acompañada de relámpagos, ráfagas de viento y densos chaparrones. Valiéndose de antorchas para alumbrar su camino, los líderes de la revolución accedieron a un claro de los densos bosques de Mourne rouge, una montaña que rodeaba Le Cap. Boukman impartió allí las últimas instrucciones y, tras el conjuro del vudú, tras sorber sangre de cerdo sacrificado, sugestionó a sus seguidores por medio de una plegaria en criollo que, como de tanto de cuanto se dice en ocasiones semejantes, ha llegado hasta nosotros. “El dios que creó el sol que nos alumbra, que riza las olas y gobierna las tormentas, aunque oculto tras las nubes, nos contempla. Ve todos los actos de los blancos. El dios de los blancos incita al crimen, pero el dios de los negros inspira la bondad. Nuestro buen dios nos ordena vengar nuestras ofensas. El dirigirá nuestras armas y nos ayudará. Derribemos el símbolo del dios blanco que tan a menudo nos ha obligado a llorar, escuchemos la voz de la libertad, que habla en el corazón de todos nosotros”.
El símbolo del dios de los blancos era la cruz que todos ellos, católicos, llevaban alrededor del cuello[32].
Las tropas que defendían las inmediaciones de las plantaciones cercanas se retiraron a Le Cap para defender más bien la ciudad, donde la gente andaba asustada y temerosa. Muchos propietarios huyeron hacia la ciudad dejando a la suerte a las plantaciones. Una vez que se vio que la revuelta prosperaba, Toussaint, que tenía contactos con los líderes, decidió unirse, aconsejo a su propietaria, Bayou de Libertas, que se retirara a Le Cap para protegerse y refugiarse, mandó a su propia familia a un lugar seguro, y se integró a la rebelión. Hasta ese momento se había quedado a cuidar la plantación y a madame De Libertas. Desde ese instante la vida de Toussaint cambiará radicalmente, convirtiéndose en el estratega indiscutible de la guerra anticolonial. C.R.L. James dibuja el semblante de Toussaint de una manera virtuosa:
La persona que tan metódicamente había decidido unirse a la revolución era un hombre de 45 años, edad avanzada para aquellos tiempos, el pelo ya gris, al que todos conocían como Old Toussaint, el viejo Toussaint. Sobre el caos de Santo Domingo de aquel momento y de años posteriores sentaría las bases de un Estado negro que perdurará hasta hoy en día. Desde el momento que se unió a la revolución se convirtió en líder, y progresó, sin encontrar gran rivalidad, hasta desempeñar un papel protagonista[33].
La guerra se desató, las masacres de un lado y otro se sumaban; eran más despiadados los blancos, que incluso asesinaban a los esclavos de las plantaciones que se acercaron asustados, después de encontrarse ante las plantaciones devastadas. El líder de entonces, Boukman cayó peleando valerosamente; como trofeo la asamblea exhibió en Le Cap su cabeza decapitada. Los blancos en guerra incluso la emprendieron contra los mulatos, a quienes asesinaban en las ciudades. Los mulatos, que no habían visto con buenos ojos la revuelta de los esclavos, terminaron revelándose en el oeste. Se concentraron en Croix-des-Bouquets, un distrito ubicado a cinco kilómetros de la capital. Rápidamente formaron un núcleo organizativo de dirigentes, de los cuales el más sobresaliente era Rigaud, hijo de un hombre blanco y una mujer negra. Educado en Burdeos, aprendió el oficio de orfebre, además de contar con instrucción militar. Sirvió como voluntario en el ejército francés combatiendo en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Llegó a ser oficial interino y prestó servicios en Guadalupe[34].
La guerra anticolonial, su largo proceso, muestra distintas fases, así como sus inherentes complejidades. El levantamiento mulato no se sumó de manera inmediata a la rebelión de los esclavos; al contrario, en principio se aliaron a los monárquicos contra los republicanos, además de defenderse también de la insurrección negra. Las contradicciones entre esclavos y mestizos, comprendiendo a los mulatos, eran evidentes. Fue un lento proceso de maduración hasta reconocer al enemigo principal, por así decirlo. En una etapa avanzada de la guerra, sobre todo cuando la lucha estaba bajo la dirección de Toussaint, se articuló la alianza entre esclavos, negros libertos, mestizos y mulatos, además de blancos republicanos. El movimiento de las alianzas a lo largo del proceso muestra el carácter de la fase de la guerra anticolonial, la intensidad de la lucha, además del avance del mismo proceso. Toussaint era muy consciente de este devenir y fue cuidadoso en el manejo de las alianzas. Cuando la república declaró la abolición de la esclavitud, en una coyuntura de radicalización de la propia revolución francesa, empujada por los san culottes, por la multitud plebeya de París, que reconoció en los propietarios de plantaciones a los mismos aristócratas, enemigos de la revolución, a los aristócratas de sangre, los mestizos y mulatos se dieron cuenta que su alianza con los monárquicos no era otra cosa que extender la discriminación racial, a pesar de los acuerdo desesperados a que llegaron los blancos monárquicos con ellos, a un principio. El ejército mestizo jugó un papel preponderante en la lucha y expulsión de los británicos de la isla.
El itinerario de las alianzas es como el de una curva que comprende la acumulación de fuerzas, en los momentos más intensos de la lucha y la disociación de fuerzas, en los momentos dónde se ponía en mesa los intereses particulares. Sólo al final de la guerra anticolonial, cuando Toussaint va a ser apresado y exilado, cuando Dessalines se convierte en el conductor de esta etapa de la guerra anti-colonial, cuando se lucha contra la expedición napoleónica, se toma la decisión de la exterminación de los blancos y su expulsión definitiva de Haití. Esta experiencia tan intensa nos muestra la complejidad del proceso y los recorridos laberínticos de la política. Los cambios se producen tanto en Haití como en Francia, también en el continente europeo. La derrota de los jacobinos, por lo menos de los radicales, así como el aislamiento de las masas por la política regresiva de la nueva burguesía, va incidir en el destino del decurso de la guerra anticolonial y en la suerte de la propia nación de Haití.
Las preguntas al respecto son: ¿Tenía razón Toussaint al insistir en las alianzas o Dessalines que opta por un Estado negro en alianza con los afro-descendientes? ¿Depende sólo de su intuición o de las coyunturas y contextos internacionales? Para entender lo que ha ocurrido debemos introducir el factor de la geopolítica británica, que quería perjudicar a Francia quitando de su dominio y control a la isla de Santo Domingo. Una vez derrotados los británicos por el ejército de esclavos y mulatos, van a proponer primero a Toussaint el apoyo si se independizan, después a Dessalines. El primero se niega, pues no confiaba para nada en los imperialistas, sean estos británicos, franceses o españoles; el segundo, a pesar de sus primeras reticencias, termina aceptándola al final. A los británicos no les interesaba la prosperidad de la isla, buscaban el dominio de los mares y del comercio mundial. Una vez independizada Haití y convertido en emperador Dessalines, Haití queda aislada de los circuitos del mercado. Las potencias europeas no iban a apoyar a un Estado negro.
En este contexto lo que llama la atención es lo que pasa después respecto a las independencias americanas. En principio, británicos y estadounidenses contraen acuerdos comerciales con Haití; en cambio, cuando se producen las independencias del resto de países americanos, sobre todo en lo que respecta a Bolívar, que tiene contactos con el mulato Alexandre Pétion, quien gobernó la República de Haití, brindando amplio apoyo en armas y dinero al libertador, las repúblicas latinoamericanas no establecen una alianza estratégica con Haití. Es más, los acuerdos comerciales van a prosperar con el imperialismo británico, en pleno auge de la revolución industrial. Estos hechos nos muestran también el carácter de las independencias latinoamericanas; en estos casos no se produce una radicalización de los procesos inherentes a las guerras de independencia, sino mas bien, el control cae en manos de los criollos y mestizos, quienes no tenían interés en resolver la independencia por la vía de la radicalización, es decir, en unos casos por la vía de la emancipación indígena, en otros, por la vía combinada con la emancipación de los afro-descendientes. Incluso la mantención de la esclavitud siguió en los propios periodos republicanos en algunos de los casos más notorios.
En lo que respecta a la región pan-andina, la rebelión indígena había sido derrotada a finales del siglo XVIII, cerrándose de esta manera la vía radical de los procesos. Fueron las burguesías comerciales, sobre todo portuarias, además de las oligarquías criollas las que tomaron la iniciativa y las riendas de la guerra de la independencia. Por eso también se explica por qué no estaban interesadas en proyectos como la gran Colombia de Bolívar, que les parecía un proyecto utópico y quizás atentatorio a sus intereses. En el caso boliviano, tampoco se puede decir que los quince años de guerrillas y de las llamadas republiquetas, sobre todo la de Ayopaya, encarna un proyecto radical. Los guerrilleros estaban ligados al ejército argentino de Belgrano y del gaucho Guemes, así como a intereses profundamente locales en el combate con la administración colonial y el ejército español. De los comandantes, el más radical era el llamado comandante Tambor Vargas, pero tampoco expresaba él un proyecto radical, aunque si tenía en mente la lucha por la patria.
Tampoco se puede decir que los liberales independentistas eran los jacobinos criollos o mestizos del continente americano. Tenían mas bien una idea general de la república, quizás en todo caso normativa, contando con una ideología liberal matizada. No se les puede pedir una reflexión profunda sobre la cuestión indígena y el problema de la colonialidad. El tutor y mentor de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, tenía una idea más elaborada de las reformas liberales, empero las mismas no se llevaron a cabo, sobre todo por resistencias de las oligarquías regionales, cuya base económica se sustentaba en la propiedad latifudinaria y en la explotación de las poblaciones y campesinos indígenas.
A estas alturas debemos decir que no toda crisis deriva en un proceso revolucionario, tampoco no todo proceso revolucionario deriva en una independencia o, dicho de manera general, en una victoria política, llegando a la situación de Estado o disolución del Estado. Parece que los procesos revolucionarios son mas bien escasos; muchas crisis se resuelven de otra manera, a través de pactos. En la región pan-andina a finales del siglo XVIII se vivió un proceso revolucionario, se abrió la lucha y el levantamiento indígena siguió el curso de una guerra anticolonial, empero esta no culminó con la victoria indígena, tampoco con la independencia. Durante en el siglo XIX se dio lugar la guerra de guerrillas; prosperó esta crisis y contienda bélica en la guerra de la independencia. Empero es difícil hablar en este caso de un proceso revolucionario. Los pueblos y naciones conquistadas no estaban involucrados en la contienda anticolonial, tampoco las clases explotadas. Fue una guerra contra la corona española conducida por las clases pudientes de criollos, acompañados por los mestizos; las comunidades indígenas formaron parte esporádicamente del apoyo a la guerrilla. Así como grupos indígenas formaron parte del ejército independentista, también formaron parte del apoyo al ejército realista. Las naciones y pueblos indígenas no estuvieron involucradas como proyecto político. Empero la guerra de la independencia derivó en la formación de repúblicas criollas. Estas repúblicas criollas se sostuvieron sobre pactos.
Los procesos revolucionarios emergen desde lo más profundo de las matrices sociales, ocasionadas por desgarradoras contradicciones, encontradas diferencias, explotaciones y dominaciones de unas clases sobre otras, de una nación sobre otras, del Estado sobre los pueblos y las sociedades. Son las clases explotadas y pueblos dominados los que se levantan y empujan el proceso que emerge de la crisis en una temporalidad intensa. Cuando no ocurre esto, cuando no solamente las clases explotadas son dominadas sino sometidas a la disgregación y silencio, las clases dominantes logran capear el vendaval y dirigir el decurso de los acontecimientos de acuerdo a sus intereses. Las clases logran formar pactos entre ellas y con ciertos estratos y grupos de las clases dominadas; en este caso, la crisis no deriva en un proceso revolucionario sino en un conflicto de otras proporciones, susceptible de ser manejado mediante acuerdos. Las contradicciones entre criollos y españoles no responden a un antagonismo irreconciliable sino a competencias y concurrencias en relación al monopolio del mercado, así como al control de la tierra y del gobierno. La contradicción antagónica se hizo sentir en el siglo XVIII entre pueblos indígenas y españoles, incluso, en momentos radicales de la conflagración, entre indígenas y criollos, así como entre indígenas y mestizos. En el siglo XIX estas contradicciones no fueron el eje de la guerra de la independencia. No hubo clases explotadas y pueblos dominados que empujaran el proceso adelante. Las republicas criollas fueron, como hemos dicho, producto de pactos. Se apresuraron a entablar relaciones comerciales con la potencia industrial dominante, Gran Bretaña, y desecharon toda lucha anticolonial y anti-imperialista. En este contexto, se puede ver que no les podía interesar una alianza estratégica con Haití, las islas del Caribe, incluso no podía interesales una integración de las repúblicas nacientes, menos aún una alianza con el continente martirizado del África. La consciencia anti-imperialista de Toussaint L’Ouverture no estaba presente en la cabeza de los caudillos liberales de estas repúblicas criollas, salvo quizás, en determinados momentos, en Simón Bolívar.
La revolución de los esclavos es profunda, viene de la noche misma del capitalismo, de las cuevas que sostienen sus cimientos, viene de hombres y mujeres convertidas en bestias, no animales, pues la bestialidad es propia de la imaginación humana y producto de las formas más descarnadas de violencia. La revolución de los esclavos se adelanta a la revolución proletaria, pero también la rebasa pues viene desde más debajo de los explotados por el capital, más debajo de la última clase que liberaría a las clases explotadas y pueblos de la dominación del capital. Viene de quienes han sido reducidos a la inhumanidad misma, de aquellos que se podía matar sin misericordia ni arrepentimiento. La revolución de los esclavos es una interpelación a los cimientos mismos de la civilización moderna. Era de esperar que las victorias consecutivas que tuvo el ejercito negro contra las potencias europeas, la victoria de la guerra anticolonial, la victoria de la revolución negra, desencadene una irradiación al resto de las colonias, pero también al continente europeo, donde las luchas sociales comenzaron a radicalizarse. Empero esto no ocurrió ¿Por qué? ¿La revolución esclava se adelantó a su tiempo? La guerra anticolonial culminó en plena restauración monárquica, una vez que la propia revolución francesa se hundió en sus propias contradicciones. La derrota de Napoleón ante la Santa Alianza clausura un periodo revolucionario y consolida el dominio del imperialismo británico. La flamante soberanía negra va quedar sola, como aislada en el Atlántico, no completamente al margen de los circuitos de la economía-mundo, sino reducida al papel subordinado del comercio de materias primas, fundamentalmente de caña.
Después de su independencia, podemos decir que Haití vive un largo período de aislamiento internacional emprendido por las potencias europeas, sobre todo la ex-metrópoli Francia, además de los Estados Unidos. Estas potencias imperialistas no admitían la existencia de una nación gobernada por ex-esclavos, pues consideraban que entrañaba una amenaza para sus propios sistemas esclavistas. Lo que viene después es patético, se parece a las historias de la mayoría de los países independizados, historias de pugnas de caudillos y disgregaciones políticas, formación de elites y grupos de poder en contraposición con el pueblo, enfrentamientos intervenciones extranjeras, reduciendo la soberanía haitiana a la mínima expresión. ¿Por qué ocurre esta triste historia? ¿Es una condena? ¿Se trata, como dicen ahora las teorías neo-conservadoras, de estados fallidos? Responder a estas preguntas nos interesa no sólo en relación a la comprensión de la historia política dramática de Haití, sino sobre todo para entender los nacimientos de la política, sus recorridos y desenvolvimientos, las tendencias que se realizas, en cambio las tendencias y aperturas que se clausuran.
La hipótesis interpretativa en relación a la cuestión de los nacimientos de la política en la modernidad, revisando tanto los levantamientos indígenas pan-andinos del siglo XVIII, así como la revolución de los esclavos y la guerra anticolonial haitiana de fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, es que se inhiben posibilidades y alternativas de las formas políticas con la derrota indígena y con la victoria negra.
Hipótesis
Paradójicamente la forma cómo se configura la modernidad, en tanto colonialidad y geopolítica racial en el sistema-mundo capitalista, la forma cómo los desenlaces concluyen, cómo se define la correlación de fuerzas a nivel mundial, tanto la derrota de los levantamientos indígenas pan-andinos como la victoria de los jacobinos negros lleva a inhibir y descartar la realización de las formas políticas latentes en la rebelión indígena y en la revolución negra. Los caminos de la descolonización son descartados tempranamente por esta modernidad imperialista, formas de democracia profundas y radicales son impedidas por las dominaciones imperialistas, optando mas bien por las formas liberales de la política, por el reconocimiento de soberanías subordinadas al dominio y el control del capitalismo, al orden mundial jerarquizado y racializado, garante de la acumulación de capital. Las potencias dominantes no iban a aceptar el reconocimiento de soberanías indígenas, menos de soberanías de ex-exclavos.
Las proyecciones de la rebelión pan-andina y de la revolución negra de ninguna manera eran imposibles; al contrario, su existencia como acontecimientos históricos manifiesta el espesor de sus posibilidades. Los desenlaces de otros procesos desencadenados cierran las posibilidades de apoyo, cortan las posibilidades de irradiación y de expansión, también de repercusión positiva de la rebelión y de la revolución. La revolución francesa entra a una fase regresiva, después de las iniciativas jacobinas y de los san culottes, ingresa a una fase represiva en el periodo del terror y se cierra con el bonapartismo. La independencia de los Estados de la Unión se encamina a consolidar y conformar un Estado federal y liberal, cuyo gobierno defiende los intereses de los propietarios de esclavos, durante el primer periodo de la independencia de Haití. Las republicas latinoamericanas forman Estado-nación liberales, que no incluyen en la democracia de casta y oligárquica a las mayorías indígenas. Los liberales criollos están más interesados en conformar convenios comerciales con el imperio británico y las potencias europeas y los Estados Unidos de Norte América que resolver sus contradicciones internas, que incorporar a las mayorías indígenas, que establecer alianzas anti-coloniales con la nación independiente de Haití. La revolución esclava requería de otro contexto internacional para poder profundizar y consolidar su revolución anti-colonial; las condiciones internacionales adversas empujaron a la composición política de Haití a enervar sus contradicciones internas, llegando a una lucha intestina desgastante.
La revolución pan-andina no prospero hacia la formación de un Estado independiente, por lo tanto no tuvo la experiencia de la construcción de un Estado y de requerir condiciones adecuadas internacionales. Si la rebelión pan-andina hubiera culminado en la victoria indígena probablemente el Estado indígena se hubiera enfrentado a un problema parecido al de los jacobinos negros. ¿Por qué no lograron la victoria las rebeliones encabezadas por Tupac Amarú y Tupac Katari? ¿Falta de apoyo de los mestizos y criollos? ¿Contradicciones internas entre los mandos? ¿Falta de convencimiento de que se trataba de una lucha a muerte por parte de las comunidades? ¿Los ejecitos rebeldes no eran lo suficientemente fuertes como para tomar el Cuzco y La Paz, como para enfrentar a los ejércitos realistas? ¿La esperanza en pactar con los realistas se mantenía latente en algunos comandantes indígenas? ¿Las estructuras coloniales eran lo suficientemente fuertes como para soportar el embate de la rebelión indígena? Dejamos estas preguntas sin quitarle ningún valor al alcance, a la extensión e intensidad de la rebelión indígena; necesitamos hacerlo para comprender las estructuras y composiciones complejas de los nacimientos de la política en la modernidad. Para efectuar, en perspectiva, de alguna manera, lo que propone Boaventura de Sousa Santos, una sociología de las ausencias, acompañada de una sociología de las emergencias, además de una ecología de los saberes.
La rebelión indígena pan-andina y la revolución negra nos muestran experiencias intensas y de apertura a horizontes de posibilidad, empero también nos muestras, por los desenlaces, las clausuras de posibilidades, es decir, las ausencias, de lo que pudo haber sido y no fue. Empero, precisamente esa ausencia nos muestra la presencia latente de la posibilidad. Tiene razón Boaventura cuando dice que es imprescindible leer la realidad desde el campo de posibilidades, desde los contenidos inhibidos de la realidad, contenidos guardados, ocultados, encubiertos, pero presentes en los espesores de lo real. La rebelión pan-andina y la revolución negra no desaparecieron de la memoria social, tampoco de las posibilidades inherentes al acontecer político y sus contradicciones; reaparecieron como proyecto en las crisis de Estado y en los conflictos políticos. A fines del siglo XX y principios del siglo XXI los proyectos anti-coloniales y de descolonización aparecen con mucha fuerza en plena crisis financiera del capitalismo y en una nueva versión de la crisis estructural del capitalismo. Aparecen proyectos sumamente propositivos ante el fracaso de los socialismos reales y también, del otro lado, ante el fracaso del proyecto neo-liberal. Este proyecto de despojamiento y desposesión no pudo resolver la crisis del capitalismo, aunque tampoco podía hacerlo pues se trata de un proyecto de financiarización de la crisis, de diferimiento de la crisis, no de solución de la crisis, como lo fue el proyecto keynesiano. Proyecto, aunque estructurado para salir de la crisis de una manera planificada, con intervención del Estado y de una manera planificada, no podía tampoco romper con las contradicciones concomitantes y congénitas del capitalismo. A diferencia del proyecto neoliberal, que no tiene ninguna intensión de resolver la crisis, salvo llenar los bolsillos de los burgueses, que es otra cosa, que es atender los intereses particulares de la burguesía, el keynesianismo recurrió al Estado, a la planificación y al pleno empleo para atacar algunas causas estructurales de la crisis del capitalismo. Por eso, en las condiciones diseminadoras y destructivas de la crisis estructural del capitalismo, expresadas en la contundencia de la crisis financiera, las propuestas de descolonización reaparecen con la elocuencia histórica y la pertinencia de volver a tocar las raíces mismas del capitalismo, la modernidad, y las raíces mismas de la modernidad, el colonialismo.
Estos nacimientos de la política nos muestran la riqueza misma de esta voluntad y acción colectivas democráticas, entendiendo la política no sólo como asamblea de la polis, sino como la suspensión de los mecanismos de dominación, suspensión basada en el prejuicio de la igualdad. La rebelión indígena y la revolución de los esclavos nos revelan el alcance y la profundidad de las luchas, el espesor histórico de la democracia, las posibilidades abiertas y las potencialidades de las multitudes, de las naciones y pueblos. Podemos entender entonces que la política viene definida por las luchas de las emancipaciones múltiples, por la figura de la participación y la construcción colectiva de la decisión. Lo que, a su vez, significa la pluralidad de las singularidades. Como dice Hannah Arendt, la política responde a la pluralidad, responde al acontecimiento compuesto de singularidades, a partir del principio de igualdad y desatando el ejercicio democrático de la participación. En este sentido la rebelión pan-andina y la revolución negra muestran perfiles y figuras de la acción política alternativos, propuestas históricas de formas democráticas abiertas a las comunidades y a las culturas ancestrales. También a formas democráticas que responden ante el grito del desarraigo y la descarnada explotación de la esclavización. Grito que expresa en la desesperación descomunal el espesor mismo de la condición humana.
Esta rebelión inconclusa, esta revolución aislada, después las revoluciones socialistas sitiadas, nos expresan la complejidad del mundo moderno y capitalista, así también los requerimientos de expansión, integración y mundialización de las rebeliones y revoluciones. No hay posibilidades de la mantención de un proyecto revolucionario a corto, mediano y largo plazo, si es que no se transforman las estructuras mismas del mundo, si la revolución no se mundializa y se construye un mundo alternativo, un mundo basado en otras relaciones, estructuras e instituciones que no sean las de la valorización dineraria, el monopolio de los medios de producción, de dominio y control de la producción y la gestión de la vida, que no sean las del dominio y el control de las estructuras de poder. En cambio se dé un mundo constituido por las potencias sociales y las capacidades creativas de las comunidades. Esta alternativa o, como dicen Michael Hardt y Antonio Negri, alter-modernidad, fue clausurada por una modernidad estatalista, por una modernidad de la individuación, basadas en la propiedad privada y el orden público, descartando el común, lo que pertenece a todos, lo que forma parte de la gestión biopolítica de todos.
[1] Los trabajos más conocidos en castellano de Emile Benveniste son Problemas de lingüística general, t. I (1966). Tr.: México, Siglo XXI, 1974.Problemas de lingüística general, t. II (1974). Tr.: México, Siglo XXI, 1979.Vocabulario de las instituciones indoeuropeas (1969). Tr.: Madrid, Taurus, 1983.
[2] Ver de Karel Kosik: Dialéctica de lo concreto.
[3]Jacques Derrida: Políticas de la amistad. Trotta 1998; Madrid.
[4]Bolivar Echeverría: Crítica de la modernidad capitalista. Vicepresidencia del Estado. Presidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional 2011; La Paz. Pág. 251-252.
[5] Revisar de Marie Danielle Démelas La invención política: Bolivia, Ecuador, Perú en el siglo XIX. Instituto Francés de Estudios Andinos e Instituto de Estudios Peruanos.
[6]Revisar de Sinclair Thomson Cuando sólo reinasen los indios. La política aymara en la era de la insurgencia. Muela del Diablo 2006; La paz.
[7]Revisar de Sinclair Thomson el capítulo Proyectos de emancipación y dinámica de la insurrección indígena (I). Ob. Cit.
[8]Ver de Raúl Prada Alcoreza Genealogía del poder. Episteme. La Paz.
[9]Sinclair Thomson; Ob. Cit.; pág. 174.
[10]Revisar de Sergio Almaraz Paz Obra completa. Plural. La Paz.
[11]Sinclair Thomson: Ob. Cit.; pág. 175.
[12]Ibídem: Pág. 177.
[13]Ibídem: Pág. 177.
[14]Ibídem: Pág. 181.
[15]Ibídem: Pág. 198.
[16]Ibídem: Pág. 200-201.
[17]Ibídem: Pág. 207.
[18] Siclair Thomson; Ob. Cit.; págs. 224-225.
[19]Ibídem: Pág. 225.
[20]C.L.R. James: Los jacobinos negros. Toussaint L’Ouverture y la revolución de Haití. Fondo de CulturaEconómica 2003; México.
[21] C.R.L. James: Ob. Cit.; pág. 17.
[22]Ibídem: Pág. 17.
[23]Ibídem: Pág. 21.
[24]Ibídem: Pág. 21.
[25]Ibídem: Pág. 22.
[26]Ibídem: Pág. 22.
[27]Ibídem: Pág. 23.
[28]Ibídem. Pág. 24.
[29]Ibídem: Pág. 25.
[30]Ibídem: Pág. 91.
[31]Ibídem: Pág. 91.
[32]Ibídem: Pág. 95.
[33]Ibídem: Pág. 96.
[34]Ibídem: Pág. 101.