El Sumak Kawsay como expresión de la descolonialidad del poder

28.Feb.09    Análisis y Noticias

El Sumak Kawsay como expresión de la descolonialidad del poder
Tatiana Roa Avendaño - 19 de Jan/2009
Ensayo de Tatiana Roa sobre el Buen Vivir, o ‘Sumak Kausay’

En el presente ensayo me propongo desarrollar la importancia que tiene la incorporación del concepto del Buen vivir o Sumak Kausay en las constituciones de Bolivia y Ecuador como respuesta antisistémica al concepto individualista del bienestar de la sociedad occidental. El Sumak Kausay del que hablan los pueblos indígenas andinos y que esta siendo acogido por otros pueblos de Abya-Ayla, ha significado un giro en la colonialidad del poder[1] que instauró el pensamiento y las políticas producidos por occidente como referentes universales y que se instalaron en el continente desde la invención de América.
Si bien, para algunos sectores de la academia podría no tener mayor significación el que se haya consagrado el Buen Vivir en las dos constituciones mencionadas, es interesante subrayar que el Sumak Kawsay como cimiento de estas magnas cartas constitucionales, expresa una ruptura al sistema económico mundial expresado actualmente en el modelo neoliberal y representa una alternativa en tanto replantea las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, es la noción del sumak kawsay la posibilidad de vincular al ser humano con la naturaleza “desde una visión de respeto, […] es la oportunidad de devolverle la ética a la convivencia humana, […] (es la necesidad de) un nuevo contrato social en el que puedan convivir la unidad en la diversidad. […] es la oportunidad de oponerse a la violencia del sistema”[2].
Sin duda, el sumak kawsay es la expresión de actores sociales tradicionalmente deslegitimados e invisibilizados por las élites del poder, que han reclamado su participación “no necesariamente con el deseo de inclusión en los proyectos modernizantes de los Estados nacionales, […] abogando (así) por el respeto a la diferencia de pensamiento […] no-occidental” [3].
Por tanto, para hablar del Buen Vivir como proceso de descolonización del poder, habría que reflexionar sobre el papel que han jugado los movimientos sociales indígenas, negros, campesinos, de mujeres, de ambientalistas y de obreros, para que este concepto como otros que lo integran: el derecho de la naturaleza, el derecho al agua, a la soberanía alimentaria, el estado plurinacional sean realidades. Habría que reconocer que son ellas y ellos los reales protagonistas de estas luchas contra-hegemónicas, quienes trabajan en la construcción de alternativas frente a la homogenización de las culturas y la vida.
La fuerza de las demandas de participación política de los pueblos de América han sido determinantes para que las sociedades americanas hayan venido incorporando elementos de “un pensamiento no-occidental” y deseuropeizante no sólo en algunas cartas constitucionales, sino también dentro de las reivindicaciones del movimiento social continental, llegando incluso a permear a otros movimientos sociales en el Planeta; asuntos como la administración de justicia comunitaria, la interculturalidad y la plurinacionalidad, nuevas relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, los derechos de la naturaleza, los territorios colectivos, otros sistemas de creencias son expresiones de la ruptura que desde sectores tradicionalmente subalternizados han venido haciendo para desoccidentalizar y descolonizar el pensamiento, el ser y el saber.
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La exhuberancia y el inmenso patrimonio natural de América Latina la hizo un lugar onírico o real desde los quiméricos proyectos y la más fuerte codicia de Occidente; no obstante su invaluable riqueza histórica, cultural, lingüística, humana y espiritual siempre ha estado en función de un centro externo, se han impuesto formulas ajenas a su realidad sujetas el paradigma liberal eurocéntrico que excluyó a los pueblos negros, indígena y mestizos del poder, de la economía y de todos los espacios de participación y oportunidad.
Ya lo advertía desde hace un poco más de un siglo, con gran genialidad José Martí[4], que nos urge a pensar América y salvarla de “la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de la raza aborigen-, por la virtud superior” (Martí, 1985: 30). Porque desde el mismo momento en que se instala la matriz colonial de poder se invisibilizan y deslegitiman pueblos, culturas, conocimientos y saberes, técnicas y tecnologías, prácticas de vidas, espiritualidades. América Latina se condenó a mirarse a través del espejo de quienes nos colonizaron, se establece esta matriz de poder que
“se impone en todos los ámbitos de la vida individual y colectiva […] que instaura un nuevo patrón de poder global en el proceso de expansión del sistema-mundo capitalista (Wallerstein) y que se sustenta en el ejercicio de la violencia y el despojo, en la usurpación material y simbólica, no sólo de los recursos naturales, sino sobre todo del sentido, del saber y del ser”[5].
De esta manera, la lógica de la colonialidad estará presente desde los tiempos de la conquista hasta los tiempos presentes sin que hayamos logrado liberarnos, del todo, de nuestros complejos de subordinación. De ahí que el pensador cubano nos invite a trasformar el espíritu, a ser creativos como única posibilidad para innovar, para desafiar los valores eurocéntricos y construir un camino original, propio. Sin embargo para ser creativos se precisa la comprensión de nuestro propio contexto, es decir de nuestras culturas, nuestras sociedades y nuestra naturaleza,
Se trata entonces de escuchar las propuestas surgidas desde la periferia de nuestras sociedades, la de los negros y las negras de nuestras costas Pacífica y Caribe, la de los indígenas andinos y amazónicos, la de campesinos y campesinas custodios de semillas y cuidadores del agua, la de los indígenas mesoamericanos, las de las mujeres, la de los chamanes, los taitas, los werjayas y todos nuestros abuelos y nuestras abuelas que nos enseñan con sus sabidurías, y las de tantos otros seres anónimos que no obstante el avasallamiento desde la llamada conquista, garantizaron que aún hoy existan diversidad de lenguas, de culturas, de espiritualidades, de conocimientos y saberes y tantas otras formas de acercarnos y entender al mundo.
Indagar en las sabidurías del pensamiento indio, afro, mestizo nos lleve quizás no requerir construir nada «nuevo», como bien el colombiano Adolfo Albán, “sino a “reconocer y revitalizar y seguramente «traducir» todo aquello que todavía existe como «barbarie», exotismos», «saberes», haceres y «folklore»” (Alban, 2006: 71)
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Son tiempos de trasformación y cambios en Abya-Ayla, momentos de producción de alternativas contra el patrón de poder mundial[6] que se impuso en el continente desde hace más de 500 años. Son notorias las experiencias en el continente, se expresan en la fuerza de sus movimientos y los procesos de cambios constitucionales en algunos países andinos, que tienen más de una década, con la incorporación de asuntos como los derechos colectivos, la plurinacionalidad, los territorio colectivos, entre otras asuntos, pero no hay duda, que el cambio más significativo es la incorporación el buen vivir o sumak kawsay en las cartas constitucionales de Ecuador y Bolivia.
El buen vivir como cimiento de estas constituciones, no es meramente un tema lingüístico, es algo tan novedoso y revolucionario porque implica profundas trasformaciones de las relaciones entre los seres humanos y de estos con la naturaleza. El súmac káusai o allí káusai es una categoría central de la filosofía de vida de las sociedades indígenas. El sumak kawsay en runa shimi (kichua) significa vida armónica o vivir bonito, incorpora una diversidad de elementos de la cosmovisión de los pueblos indígenas: conocimiento, ética y espiritualidad, relación con la naturaleza, visión de futuro. El Sumak Kawsay conlleva a una visión de mundo holística en permanente construcción que consiste en buscar y crear las condiciones materiales y espirituales para construir y mantener el vivir bonito.
“El “buen vivir” también recoge las propuestas de descolonización de Aníbal Quijano, de Boaventura de Souza Santos, de Edgardo Lander, entre otros. El “buen vivir”, es otro de los aportes de los pueblos indígenas del Abya-Ayla, a los pueblos del mundo, y es parte de su largo camino en la lucha por la descolonización de la vida, de la historia, y del futuro”. (Davalos)
El sumak kawsay es un esfuerzo por reconocer los aportes y conocimientos milenarios de los pueblos de Abya-Ayla para enfrentar el mayor desafío que tienen la humanidad, la crisis ambiental que amenaza la propia existencia de la humanidad y cuya máxima expresión es el Cambio Climático. De ahí que la necesidad de replantear las relaciones entre los seres humanos con la naturaleza lleva necesariamente a hacer una ruptura con la imposición neoliberal del desarrollo y del crecimiento económico, implica “superar al capitalismo como sistema social e histórico” como lo expresa Evo Morales presidente de Bolivia.
El cambio climático que no es más la evidencia de una crisis de una sociedad que se sustentó en un modelo de civilización en el uso de combustibles fósiles y que han provocado el mayor desastre ambiental en las historia de la humanidad, no puede seguir siendo afrontada desde soluciones de mercado como lo plantea la Convención de Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto. Para enfrentar los problemas modernos se requieren soluciones no modernas dice Boaventura dos Santos.
Por esta razón, afrontar la crisis climática desde unas nuevas relaciones con la naturaleza, nos lleva a escuchar el llamado de los pueblos indígenas que se oponen a la explotación petrolera, como el pueblo U´wa que por más de una década ha expresado su oposición a los proyectos petroleros en su territorio o las propuestas que se construyen en Ecuador con el Yasuní de dejar el petróleo bajo tierra, representan reales soluciones al cambio climático.
Dicen los U´wa que el petróleo es ruiría, (ruiría es la sangre de la Tierra, de la Madre, de la Pacha Mama), ruiría es sagrada, además sin la sangre el planeta morirá. Seguir extrayendo petróleo como actualmente lo hace la sociedad occidental es caminar inexorablemente hacia la muerte.
Reducir los niveles de consumo de hidrocarburos hasta cero implicará trasformaciones totales y concretas en la actual civilización. El Buen Vivir no es simplemente un discurso bonito, es un reto para asumir profundas transformaciones en nuestras sociedades, es asumir un nuevo paradigma civilizatorio, nos implica el reto de armonizar en la realidad nuestras relaciones con la naturaleza, nos implica poner en práctica el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, nos reta a escuchar las sabidurías de nuestros ancestros, nos abre la posibilidad para una “descolonización profunda”, a un diálogo con la naturaleza y a reconocer su dimensión espiritual.
En última, lo que nos propone el Sumak Kausay es a “sacar el indio que todos llevamos en nuestra sangre”, a dejar que surja de nuestro interior nuestra herencia negra y mestiza, que el indio y el negro heredado de nuestros ancestros nos permitará reconciliarnos con la madre, con la tierra. Hemos transitado entre tinieblas por 5 centurias, usando unos lentes prestados, olvidando y negando lo que culturas milenarias construyeron a partir del conocimiento y la comprensión de estos vastos territorios.
Es decir, estamos ante la posibilidad de indianizarnos pero no para a volver a ser exactamente como fuimos hace 500 años, como lo plantean quienes pretenden reducir y descalificar las propuestas que se construyen desde las periferias, sino para buscar nuestro propio camino, indianizarnos significa volver a nuestras raíces para comprender el mundo que habitamos, significa reconocer y aprender de las sabidurías de los pueblos que en América han estado ligados a la tierra, al agua, a la naturaleza, a la vida, mujeres y hombres negros, indígenas, campesinos mestizos, pescadores, recolectores. Indianizarnos es un llamado a recuperar la palabra y la voz, indianizarnos es una búsqueda de caminos auténticos, originales basados en las herencias y las sabidurías de nuestros mayores. Siguiendo a Martí “la inteligencia americana es un penacho indígena”.

Referencias bibliográficas
Alban Achinte, Adolfo, Conocimiento y lugar: más allá de la razón hay un mundo de colores. En Texiendo textos y saberes. Cinco hijos para pensar los estudios culturales, la colonialidad y la interculturalidad., Popayán, Editorial Universidad del Cauca, Colección Estiodios (Inter)culturales, 2006
Constitución Política del Ecuador, 2008
Davalos, Pablo en http://alainet.org/active/23920
Guerrero, Patricio, Corazonar una antropología comprometida con la vida. “Nuevas miradas desde Abya –Ayla para la descolonización del poder, del saber, del ser”, Asunción – Paraguay, Fondec, 2007.
Martí, José, Nuestra América, España, Biblioteca Ayacucho, 2da. Edición, enero de 1985
Mignolo, Walter D. La colonialidad a lo largo y lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad en La Colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, Argentina, CLACSO, 2000
Quijano, Anibal, Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, en La Colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, Argentina, CLACSO, 2000

[1] La colonialidad del poder es un concepto desarrollado por el sociólogo peruano Anibal Quijano, es entendido como “una estrategia de la “modernidad,” desde el momento de la expansión de la cristiandad más allá del Mediterráneo (América, Asia), que contribuyó a la autodefinición de Europa, y fue indisociable del capitalismo, desde el siglo XVI” (Mignolo, 2000: 57).
[2] Davalos, Pablo en http://alainet.org/active/23920
[3] Alban Achinte, Adolfo, Conocimiento y lugar: más allá de la razón hay un mundo de colores. En Texiendo textos y saberes. Cinco hijos para pensar los estudios culturales, la colonialidad y la interculturalidad, Popayán, Editorial Universidad del Cauca, Colección Estiodios (Inter)culturales, 2006
[4] Martí, José, Nuestra América, España, Biblioteca Ayacucho, 2da. Edición, enero de 1985
[5] Guerrero, Patricio, Corazonar una antropología comprometida con la vida. “Nuevas miradas desde Abya –Ayla para la descolonización del poder, del saber, del ser”, Asunción – Paraguay, Fondec, 2007.
[6] Anibal Quijano habla del capitalismo como el patrón de poder mundial, la cual considera una estructura de elementos heterogéneos, tanto en términos de las formas de control del trabajo-recursos-productos o en términos de los pueblos e historias articulados en él. (Quijano, 2000: 222)