El arte como acción política
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La excusa de una entrevista digital a Carlos Latuff, un artista brasileño comprometido con diversas causas sociales y políticas en todo el globo, para mostrar su obra que da vueltas y vueltas por el mundo.
Carlos Lattuf es un caricaturista de Río de Janeiro que tiene un modo de difusión de su obra acorde a los tiempos actuales. Desde la gran metrópoli brasileña produce trabajos que refieren a acontecimientos que se están desarrollando en distintos puntos del planeta y los pone a circular por Internet habilitando que sean utilizados sin las limitaciones del copyright. Eso permite que sus dibujos sean empleados en publicaciones impresas y digitales en las notas vinculadas a los hechos en cuestión. Pero el alcance de la obra de Lattuf va más allá, llegando incluso a verse sus trabajos en pancartas de manifestantes en los lugares donde la noticia se está generando. Eso fue precisamente lo que ocurrió hace poco, cuando se desencadenaron las furibundas protestas contra el régimen de Hosni Mubarak en Egipto, que terminaron con la renuncia del gobernante, en el poder desde hace tres décadas.
La tendencia de los trabajos de Lattuf, en trazo de cómic, claramente izquierdista y antiimperialista, y la síntesis y calidad que logra el artista en cada uno de sus cuadros, que en general son contundentes denuncias contra la injusticia social y la opresión, permiten que los manifestantes se apropien con facilidad de las caricaturas para transformarlas luego en símbolos de lucha. Muy claro queda eso al observar su colaboración con la causa zapatista de México y un segundo premio que recibió en Irán (4.000 dólares) en el Concurso Internacional del Holocausto, por su trabajo “Todos somos palestinos”, donde expone con crudeza la situación en Gaza y Cisjordania, comparándola con lo vivido por los judíos a manos de los nazis.
Lattuf eligió como uno de los canales para difundir sus trabajos la red social Twitter. Allí anuncia lo que ha hecho o está haciendo y permite el acceso para quien quiera bajarlo. Una importante parte de su obra está disponible vía Twitpic, un servicio asociado a Twitter a través del cual los usuarios pueden compartir las imágenes que les plazcan. La dirección para encontrarlas es http://twitpic.com/photos/CarlosLatuff. Precisamente de ese espacio virtual fueron bajadas las ilustraciones y fotos que acompañan estas palabras.
Así como las distancias ya no son un inconveniente crucial para acceder a determinados productos culturales, tampoco esas distancias lo son para establecer contacto con los artistas que los producen. Mediante e-mail y con la inestimable asistencia de traductores on line y diccionario impreso, UNO pudo construir una mínima entrevista con Lattuf, para que explique en alguna medida lo que hace.
—Imagino que habrás comenzado a diseñar siendo un niño. ¿Cuáles fueron tus influencias a esa edad? ¿Estudiaste después alguna carrera vinculada a las artes plásticas?
—Desde niño, en los lejanos años 70, yo diseñaba, muy influenciado por los dibujos de Hanna Barbera (populares en la época) e historietas. Mis padres me estimulaban sí, pero como éramos pobres y sin parientes influyentes, pensábamos que ser un artista profesional sería algo casi inalcanzable. Llegué a hacer algunos pocos cursos, pero creo que lo que hizo realmente la diferencia fue la práctica diaria.
—Muchos artistas tienen como objetivo que sus obras se expongan en museos. Vos, sin embargo, parecés pretender que tus trabajos más importantes terminen en las calles, sumándose a protestas sociales, en carteles o en camisetas. ¿Cuándo y por qué surgió en vos este modo de exponer tu arte?
—En el inicio de mi carrera mi objetivo era que mi trabajo fuera reproducido por el mainstream media, creo que todo el mundo piensa así de entrada. Pero no encontré el modo de abrir las puertas para mí, lo que me llevó a buscar medios alternativos. Fue entonces que encontré la prensa sindical de izquierda, donde actualmente sigo trabajando ilustrando artículos. En el comienzo trabajé con ellos sólo por una cuestión profesional. Con el tiempo fui envolviéndome ideológicamente con el contenido que era producido, hasta que en 1997, tras asistir a un documental en tevé sobre los Zapatistas, percibí que mi trabajo podría ser también utilizado por movimientos sociales de todo el planeta. De ahí surgió la idea de producir imágenes copyleft (sin derechos de autor), esparciéndolas vía Internet para quien quisiera reproducirlas.
—No trabajás entonces para medios convencionales.
—En el pasado lo intenté, como dije antes, pero ahora, con mi compromiso ideológico, eso ya no es más posible. Y para decir la verdad, tampoco lo deseo. Estoy satisfecho con lo que conseguí a lo largo de estos 21 años de carrera.
—Con la serie “Todos somos palestinos”, que contiene una visión descarnada y crítica del papel del Estado israelí en el conflicto con los palestinos, fuiste premiado en Teherán. ¿Qué significó para tu carrera ese reconocimiento? Leí algunas acusaciones de antisemitismo para esa obra. ¿Qué respondés a esa acusación?
—En verdad gané el segundo lugar en el concurso, con un dibujo de un palestino vestido como prisionero de campo de concentración nazi. Por hacer comparaciones entre Israel y los nazis, he sido acusado por parte de la comunidad judaica (en especial organizaciones sionistas) de antisemitismo. Tales acusaciones en verdad son parte de una estrategia de los que apoyan el régimen israelí para intentar criminalizar toda y cualquier crítica al Estado de Israel.
—Gran parte de tus ilustraciones están disponibles en la web para que cualquier persona las baje y las utilice sin pagar dinero por derechos de autor. ¿Qué efecto tiene sobre tu obra ese modo de difundir tu arte?
—Diría que se no fuera Internet, tú ni siquiera sabrías sobre mí. Infelizmente la prensa sindical en Brasil tiene alcance limitado. El hecho de distribuir imágenes copyleft a través de la Red hizo que mi trabajo alcanzara las más distantes regiones de la tierra, cosa que sólo podría conseguir si estuviera trabajando para una multinacional como el grupo Time-Life.
—Facebook y Twitter tuvieron un papel fundamental en las emancipaciones tunecina y egipcia. Vos conseguiste insertarte en los flujos de información difundiendo lo que ocurría y poniendo a disposición de los manifestantes tus dibujos. La distancia entre Brasil y el Norte de África no impidió ese contacto con los rebeldes porque lo hiciste vía Internet. ¿La condición in situ dejó de ser determinante para la acción política?
—No diría que dejó de ser determinante. Creo que las redes sociales, Internet, crearon una otra posibilidad de participación, pero que no anula de modo alguno la participación in situ.
—En Brasil, al igual que en muchos países, se perciben dramáticamente los contrastes entre riqueza y pobreza, entre incluidos y excluidos. En Río de Janeiro eso es muy visible, con sectores opulentos de gente que hasta puede movilizarse en helicópteros como medio de transporte permanente, mientras debajo en las favelas viven miles de personas en la miseria. ¿Qué influencia tiene ese contexto en tu producción artística y en exponer las injusticias sociales?
—Puedo decir sin miedo de errar que los dibujos que hago sobre Río de Janeiro, particularmente sobre la violencia policial, tienen como inspiración mi revuelta, mi indignación. Pienso que se trata de una reacción de alguien que ve, día tras día, una verdadera masacre contra la población pobre.
—En tu biografía en inglés en la Wikipedia dice que tu padre es de origen libanés y tu madre argentina. ¿Es real eso?
—No hay que confiar en Wikipedia. Mi padre no es libanés ni tampoco mi madre argentina. Se trata de un sabotaje, promovido cotidianamente, contra mi biografía en Wikipedia. Si usted busca los editores responsables de estas informaciones, tienen su perfil en el Wikipedia asociado a Israel y afines. Infelizmente, Wikipedia se ha convertido en un campo de batalla ideológico, más que simplemente una enciclopedia. Por eso reafirmo, no confíen en Wikipedia.
—Por último te pido una definición: ¿qué es el arte?
-Arte es algo que hago pero sinceramente no sé lo que es :).