Raquel Gutiérrez y Alvaro García Linera
Abril de 2000
Las fuerzas constitutivas
“¿Dónde esta esa valiente mujer por quienes todos los días rezamos?”, habían declarado un grupos de monjitas a su paso por la Federación de Fabriles de Cochabamba, cede de la Coordinadora del Agua y de la Vida. Y ciertamente, mas allá de la asociación en el imaginario colectivo de la audacia y decisión con la figura de la mujer insurrecta, es generalizada la inquietud de saber que y quienes son esa Coordinadora que ha herido de muerte la soberbia estatal.
Básicamente, existen 4 grandes fuerzas que sostienen su capacidad de interpelación y movilización. La primera, la mas extendida, son las organizaciones locales de regantes formadas en los últimos 6 años en los valles y las zonas periurbanas. Es sabido que el manejo de agua en la zona andina siempre ha sido un sistema de autoridades comunales, medidas de caudal, controles colectivos y ceremonias tan complejo como la gestión de las tierras. La escasez de agua en los valles cochabambinos y la asociación entre sindicatos agrarios o al interior de un sindicato para formar inversiones colectivas para perforar pozos, comprar bombas de agua, crear sistemas de riego, ha llevado a que esos comités de agua adquieran una relevancia organizativa de primer orden en la vida social. A ello se ha de sumar la disputa que por las aguas subterráneas se ha de desatar a raíz de la perforación de pozos por la antigua SEMAPA para abastecer de agua potable a la ciudad. Con sus vertientes secándose, los regantes de manera local emprenderán desde hace varios años atrás autenticas sublevaciones que colocaran a sus organización y a sus intereses como la organización de mayor capacidad de movilización rural y campesina. La aprobación parlamentaria de la ley 2029 a fines de 1999 y cuyo tema central es el tratamiento del agua como una mercancía y no como un bien publico, empujara a los regantes a buscar nuevos aliados y emprender actos de mayor envergadura.
La segunda fuerza de la Coordinadora es la Federación de Fabriles de Cochabamba. Considerada como la organización obrera mas lucida y activa de lo que queda del antiguo movimiento obrero, los fabriles a la cabeza de Oscar Olivera ha tenido la gran capacidad de develar las cualidades híbridas, fragmentadas y precarizadas de la actual condición obrera y, por ello, haber emprendido una campaña de largo aliento de reconstitución del tejido sindical y asociativo del proletariado, apoyando la sindicalización de mujeres obreras y eventuales, defendiendo los derechos de jóvenes trabajadores de 14 o 16 años amontonados en factorías insalubles y con jornadas de 12 horas, renovando la cultura de unificación laboral, etc. Portadora de una gigantesca autoridad moral y política a nivel regional, los fabriles son desde hace varios años atrás un centro de poder y opinión que lleva a los periodistas a moverse entre la prefectura y la Federación de Fabriles para redactar las paginas centrales de sus informativos.
Mas que una fuerza movilizable de masas, el aporte de los fabriles ha de ser su legitimidad, su horizonte interpretativo de la realidad y su capacidad articulatoria que ha permitido crear una autentica hegemonía discursiva obrera a nivel de un departamento y poco a poco a nivel nacional. La virtud estratégica de los obreros ha radicado en dos aspectos a) habilidad para convertir un problema común como el agua, pero dispersamente asumido, en un problema colectivo cohesionado y proyectado en una sola red organizativa como la Coordinadora. Así, rompiendo ese terrible desencuentro histórico que la COB no pudo superar, como nunca, un mando obrero ha unificado, en el tiempo y el proyecto de acción, a trabajadores del campo con trabajadores de la ciudad; a transportistas con vendedoras de los mercados y la clase media empobrecida El efecto de este logro es algo cuyas consecuencia recién las hemos de apreciar en su magnitud en los siguientes años.
b) Haber propuesto formas de adhesión urbanas y una estructura de organización capaz de abarcar a ese conglomerado de pobladores y trabajadores que solo poseen una identidad y filiación territorial. Es sabido que la COB, fue una organización que unifico a los trabajadores por centro de trabajo. La reestructuración de las clases sociales ha creado un gigantesco y mayoritário asalariado nómada, un poblador multi-oficios que combina la venta de fuerza de trabajo con la venta de productos, con el trabajo por cuenta propia, con el pequeño comercio, que no tiene estabilidad laboral y que, por tanto, no puede exhibir una identidad por empresa. En la Coordinadora se ha creado precisamente un espacio para la participación de este tipo de sujeto popular bajo la forma de multitud actuante y propositiva; ahí se puede participar si eres de un sindicato agrario, de un sindicato obrero, de una asociación de gremiales, pero también si eres de un barrio, de una asociación de regantes, si eres un “joven luchador”, o si solo eres un ciudadano indignado. La gigantesca fuerza de movilización urbana de Febrero y Abril precisamente ha de radicar en la interunificación y producción de identidad social de este tipo de poblador y trabajador urbano resultante de las reformas estructurales y, en particular, de la capacidad de convocatoria hacia esos miles de jóvenes sin futuro certero: obreros temporarios y a tiempo parcial, asalariados de talleres familiares, artesanos y vendedores de helados, estudiantes y universitarios para quienes el capital escolar ya no se presenta como modo de ascenso social.
La tercera fuerza ha de provenir de grupos e individualidades de profesionales que han permitido un manejo mas detallado de las leyes y los problemas técnicos que afrontaba el antiguo contrato con aguas del Tunári; ello le ha dado a la coordinadora un lenguaje capaz de llegar a los clases medias y altas de la sociedad cochabambina. La cuarta fuerza y no por ello menos importante que las anteriores ha venido de los sindicatos cocaleros y de los Ayllus de las zonas de altura. Portadores de una capacidad de agregación y una identidad corporativa muy férrea se han sumado a la rebelión con lo que tienen: la disciplina, la memoria y la historia.
Democracia de la plebe
“Son unos indios salvajes”, había declarado públicamente el ministro Hoz de Vila ante la negativa de los dirigentes de la Coordinadora de levantar el bloqueo sin decisión de los bloqueadores. La “indianización” del enemigo es un atávico recurso para devaluar simbólicamente al oponente. Y en correspondencia con ello, no sera extraño con unos francotiradores comiencen a disparar a la multitud como si estuvieran de caza de animales salvajes.
Pero lo que mas resalta de este señorialismo colonial revivido como orden explicativo del mundo, es la rabia, el miedo hacia formas de organización de la vida pública al margen de la insípida normatividad estatal, por fuera de sus disciplina falaces de la representación, de los acuerdos partidarios y la ociosa i-rresponsabilidad. Claro, la Coordinadora pudo cercar y derogar al Estado por mas de una semana no solo porque obligo a sus tropas a encerrarse en sus cuarteles y a pedir permiso para recibir sus alimentos. El Estado enmudeció y comenzó a disolverse porque la multitud desplegó formas de participación política asambleistica que devolvían al ciudadano el control y la responsabilidad directa de sus asuntos, de sus decisiones. Este tipo de practicas democráticas de masa son comunes en las asambleas obreras, barriales, en los sindicatos campesinos y los Ayllus. Lo nuevo fue su capacidad expansiva, el haber creado un tejido asambleistico a escala regional, a modo de ensayo de lo que podría pasar a escala nacional.
4 son los niveles organizativos de la Coordinadora que se desplegaron en los sucesos de abril. El primero, el mas importante: las asambleas de comités de agua y regantes locales, las asambleas de barrio, de sindicato urbano, de barrio y de Ayllu. Ahí la gente entrelazo su problema particular con el general, ahí delibero sobre las acciones y directrices generales para efectivizarlas a nivel local y de ahí nació la decisión de formar una fuerza de coacción colectiva popular para tomar la plaza y que luego se llamara, al calor de las barricadas,”los guerreros del agua”.
La segunda, que desde hace varios meses viene funcionando a la manera de un parlamento popular. Es la Asamblea de representantes de la coordinadora. Se trata de delegados , rotables, de los comités de agua y regantes locales, de los sindicatos agrarios, de los barrios, de las asociaciones de agua, de los sindicatos y federaciones urbanas, de los “jóvenes” y los universitarios. Durante la movilización de abril y antes del estado de sitio este parlamento funciono diariamente y allí se decidía de manera asamableística el curso del movimiento.
El tercer nivel es el del cabildo. 5 cabildos en 7 días con multitudes que iban desde las 5.000 personas, el mas pequeño, hasta mas de 100.000, el lunes final, hablan de una apetencia democrática sin precedentes de una muchedumbre hartada de que otros piensen y decidan por ella. Ahora, en un arrebato de fuego, esas gentes sencillas quieren autopresentarse, autodirigirse y por eso bloquean su calle, bloquean la carretera, van a la plaza con sus hijos armados de palos y hondas, deliberan en el cabildo y luego ejecutan el resultado de sus decisiones
Por ultimo, el comité ejecutivo de la coordinadora a la cabeza de Olivera y Omar Fernández. Con una legitimidad inaudita porque sus instrucciones son simplemente las decisiones tomadas diariamente en asamblea, son criaturas mas autenticas de esa extraordinaria democratización del espacio publico, de esa desestatalización y desprivatización de los asuntos comunes llamada rebelión.
Reconstitucion del tejido social
La consolidación del orden social y mental neoliberal en la sociedad boliviana no fue un asunto meramente de decretos y propaganda. Ante todo, fue el resultado de una transformación de las estructuras sociales y simbólicas con las que la gente común se ubica objetivamente en el mundo y lo significa. El discurso de eficiencia mercantil, de la gobernabilidad y el voto como mercancía, de la impotencia social vivida como carencia individual, de la insolidaridad como comportamiento redituable, pudo asentarse en los hábitos colectivos de gobernantes y gobernados a medida que las antiguas estructuras de agregación y recompensa social eran demolidas y sustituidas por otras marcadas por la pulverización, la competencia, el olvido. La muerte de los antiguos sindicatos obreros, de la ciudadanía corporativa vía sindicalización y de la COB que emblematizaba esta composición política de la sociedad fue el paso fundamental para el imperio neoliberal.
Ahí murió, junto a la modernidad cultural minera, las redes sociales con capacidad de efecto estatal, esto es, el conjunto de estructuras asociativas con capacidad de representación general producidas en 50 años.
Lo que posteriormente comenzó a emerger es una sociedad profundamente atomizada en sus redes de interunificación regional y nacional; pulverizada al modo de las hilachas que quedan después de haber sido deshilvanado un tejido. Sin embargo, lo que no pudo hacer el nuevo orden estatal es provocar los mismos efectos disolventes en el conjunto de redes locales, barriales, zonales. Surgidas en torno a problemas muy concretos y con un ámbito de irradiación limitados a la comunidad, al barrio, al grupo de amigos y hasta cierto punto muy débiles en sus resultados por el grado de dispersión; estas sub-redes han podido crear de una manera tan rápida y contundente un nuevo tejido regional con capacidad de efecto estatal: La Coordinadora, que esta manifestando la formación de una nueva identidad social plebeya no solo con capacidad de disputar el tradicional discurso regionalista de las elites adineradas, sino ademas, de crear practicas de fusionamiento político autodeterminativo.
La produccion de un horizonte de acción
Durante mas de 15 años, lo mejor que ha creado la sociedad laboriosa la COB, fue derrotada no tanto por la represión como por la ausencia de un horizonte alternativo de sociedad. La legítima defensa de las conquistas nunca pasaron de ser una evocación de los pactos del Estado nacionalista, y el llamado “socialismo”, una rehabilitación ampliada del capitalismo de Estado. En el fondo durante décadas, la plebe y la izquierda que adulo su conservadurismo fue nacionalista y se hundió en sus sueños junto con el Estado nacionalista. Después, material y simbólicamente emergió una sociedad sin previsibilidad estratégica que no sea la emanada por los gobernantes, en tanto que el estupor y la soledad era el único estado de animo que envolvía a los gobernados.
Cochabamba y hasta cierto punto el levantamiento de los Aymaras del altiplano, ha roto esta aciaga predisposición colectiva.
La propuesta de la Coordinadora de una empresa autogestionaria ha demolido la falaz dualidad entre Privatismo/estatismo que había guiado las propuestas políticas contemporáneas. Así como la política se ejerció como un asunto gestionado por todos desde sus asambleas hasta los cabildos, los bienes colectivos como el agua, afirma la Asamblea de la Coordinadora, debe recibir el mismo trato: ser gestionada por los que la necesitan y la usan, debe ser autogestionada por los propios ciudadanos. Surge con ello un nuevo sentido de la soberanía social anteriormente depositado en el Estado. Lo común, lo colectivo no es ya mas el Estado que se ha mostrado como una forma de propiedad privada de los funcionarios gubernamentales. Lo común, lo general, no recae en una “comunidad ilusoria” de burócratas; es la gestión regulada de todos, es un sentido ético de la responsabilidad y unas técnicas pertinentes para tal caso, como la asamblea, el cabildo, la rotatividad de cargos, la fiscalización social, etc.
Pero ademas, la rehabilitación de los usos y costumbres como parte de la ley, sostenida en la fuerza de masa en estado de rebelión, a pesar del recurso del lenguaje de los poderosos para cristalizar el deseo de los oprimidos, esta postulando a la tradición a lo falsamente “arcaico” como porvenir, como modernidad; desenterrando así la añoranza del viejo Marx de proponer la superación del régimen del capital a través de la reconstrucción, “en condiciones superiores”, de las viejas estructuras comunales agrarias.
Queda pues en pie dos nuevas proposiciones sociales de largo alcance: autogestión y comunidad. Creo, que así como el sentido común de la disidencia social de la que todos beberán (desde nacionalistas, comunistas, trotskistas, guevarisats, socialistas, etc.), nació en los años 40 del siglo XX, Hoy a inicios del siglo XXI ha nacido, con el ímpetu de una rebelión social, el nuevo sentido de la disidencia y la insumisión social. La construcción de un horizonte de acción alternativo a lo existente pasa desde ahora inevitablemente por esos dos grandes ejes discursivos de la multitud en acción: la autogestión político-económica, y la comunidad o Ayllu ampliado.