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El anti-ecologismo jacobino


Raúl Prada Alcoreza :: 10.09.17

Texto muy oportuno por los acontecimientos del terremoto en México y los extraordinarios huracanes en el Caribe.
El levantamiento zapatista, en 1994, abre otro ciclo de rebeliones, en la nueva generación de luchas anticapitalistas; más profundas que las que plantearon las luchas del proletariado. La actitud anticapitalista indígena es más profunda porque cala más hondo que la interpretación marxista; toca substratos más profundos de la dominación del sistema-mundo capitalista; toca el substrato colonial, del que emerge el sistema-mundo y su geopolítica de dominación.
Lo que ocurre ecológicamente, en cualquier parte del planeta, afecta a todo el planeta. Se trata de ecosistemas integrados en los ciclos vitales, sincronizando las dinámicas complejas ecológicas.
La amenaza a la sobrevivencia humana exige un cambio radical en todas las poblaciones y en todos los pueblos, en todas las sociedades. No se puede seguir por el camino del “desarrollo”; el costo es la destrucción del planeta y el ecocido, la destrucción de la vida.
Sabemos que el núcleo del conflicto en la coyuntura es el TIPNIS, por el motivo de la construcción de la carretera que cruza el bosque, en lo que se ha venido denominando el núcleo del ecosistema del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure. El discurso en cuestión sirve para descalificar la lucha indígena en defensa del TIPNIS y la vida, para descalificar al activismo ambientalista y al activismo ecologista, para descalificar a los movimientos ciudadanos y de intelectuales críticos en defensa del TIPNIS. También el discurso sirve para legitimar la construcción de la carretera.
El “gobierno progresista” se convierte en un brazo operativo del ejercicio de poder mundial de la hiper-burguesía de la energía fósil.


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