Las izquierdas cayeron por sus propios errores al utilizar el capitalismo como manera de acumular fondos con los cuales ayudar al pueblo, pero ahora en el continente el pueblo está aprendiendo a rascarse con sus propias uñas, salvo la insistencia en los partidos que viven de la vocación de poder. Que se vayan todos y se abra paso al despliegue protagonista de la potencia social. La propaganda y la agitación por Lula no borran el carácter neoliberal de su proyecto “Brasil potencia” que aunó a las empresas de cemento y a los militares, que hicieron de sustento del PT, partido que ya no sirve para asegurar la estabilidad y gobernanza que requiere el proceso de acumulación capitalista.