Cada uno quiere hacer ver que las soluciones pasan por adherir a sus postulados de que ellos son los buenos y los otros los malos, o sea el binarismo maniqueista clásico y la necesidad de conseguir empatía, negando el carácter y perfil propio del despliegue de la potencia social de un sujeto protagonista que tiene como meta la utopía de Galeano, aquella que se desplaza en el horizonte cuando caminamos.
Estamos en presencia de un nuevo sujeto, y el miedo de las izquierdas y derechas no es solamente porque el otro le gane el quien vive, sino que ese nuevo sujeto llegue a desconocer las reglas del juego binario y descubra que es una trampa y sueñe con otras reglas del juego, más próximas al instinto que al poder, como las comunidades y pueblos originarios, y quizás juntos puedan abrir las puertas del cambio civilizatorio, como lo han entendido las principales dinámicas feministas del continente: las Comadres Púrpuras de Venezuela, las Mujeres Creando de Bolivia, el Movimiento Autónomo de Mujeres de Nicaragua y las mujeres zapatistas.