Manuel Cavieses hace una magnífica descripción de una realidad contumaz concluyendo que la protesta silenciosa se expresa en la indiferencia política y la abstención electoral, pero insiste en que el descontento se canalice en torno al instrumento político, esto es: la vanguardia, pasando por alto la derrota de esa vanguardia en Venezuela y Nicaragua, la domesticación de esa vanguardia en las nefastas experiencias “progresistas” del continente, etc, y desechando las experiencias de avances del protagonismo social que construye otra sociedad y lucha sin vanguardias ni instrumentos políticos, que ya son innecesarios porque en vez de ir a tomar el poder del estado, el protagonismo social de orienta a diseñar y construir nuevos modos de vivir y de superar el mcrácter destructivo del capitalismo que al final las propias vanguardias revolucionarias caen obligatoriamente en el capitalismo de estado. La autonomía social y rechazo a ser vanguardizados para traernos de vuelta al estado está creciendo por todas partes generando modos de autogobierno que van dando forma a las maneras de sustituir a ese instrumento estatal del capital, como los zapatistas en México, el Concejo Indígena de Gobierno de ese país, el confederalismo democrático kurdo, los autogobiernos amazónicos y de las comunidades colombianas, la Alianza Territorial Mapuche, los chalecos amarillos en Francia, en fin sólo hay que abrir los ojos y salir del encierro de los viejos dogmas arrasados por la historia.