Siguiendo las tradiciones troskista y anarquista, las ocupaciones sólo son focos rebeldes aislados de la población circundante, realizando actividades “comunitarias” para partidarios y afines ideológicos y sumándose a la “izquierda”. Siendo loable su resistencia ante la ofensiva mundial de las derechas, su vocación ideológica les impide formar parte integrante del barrio o localidad al que perteneces y que debería orientar su producción y distribución sobre la base de la capacidad de gobernanza del protagonismo social. Digamos que deben cambiar sus actuales jefes o referentes políticos por la asamblea de vecinos y trabajadores que aprendan juntos a cambiar la producción y el salario desde las relaciones capitalista-mercantiles hacia nuevas formas donde esos temas formen parte del cotidiano de la tribu, digo, de la comunidad.