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La ciudad, un espacio de emancipación. La gran transformación desde los barrios


Alberto Acosta :: 03.09.19

Otro mundo será posible si -en el camino- imaginamos y construimos sociedades desde principios totalmente opuestos a la actual civilización, causante de tantos y crecientes desequilibrios, frustraciones y violencias. Requerimos relacionalidad en vez de fragmentación; reciprocidad en vez de competencia desbocada; solidaridad y correspondencia en vez del individualismo egoísta; cooperación mutua en vez de competencia feroz; derecho a la vida digna en lugar de derecho absoluto a la propiedad privada o al lucro sin fin. La codicia, rectora del capitalismo, debe reemplazarse por la búsqueda de una vida en armonía. Desaceleración, descentralización y desconcentración deben parar el paroxismo consumista y el desbocado productivismo. Y en todo este empeño, desde lo comunitario, desde territorios concretos, urge desarmar -democráticamente- las estructuras jerárquicas patriarcales, racistas, empobrecedoras, destructoras, concentradoras, policiales y sobre todo autoritarias.


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