Es una magnífica propuesta, pero puede quedar en burocracia y discursos, lo que llevaría a más lucha callejera vaciando los barrios y generando combatientes a cambio de productores, debido a que aún es baja la incorporación de vecinos, que no se van a incorporar porque somos buenos para pelear con los pacos, sino porque además estamos haciendo huertas, dando vida propia a los territorios y aprendiendo a administrar los barrios desde abajo. Estamos entonces pensando sólo en la vanguardia de combatientes y no en la dinámica social de construcción y de nuevas formas de vivir y compartir, en la retaguardia, nuestros ejes y pilares del protagonismo social. A menos, claro, que las asambleas de despeguen claramente del ejemplo que admiran algunos: la dictadura de Maduro en Venezuela.