Podrían haber tantos modos, personas e intereses diversos que necesitaríamos años preguntando a cada persona lo que le parece más importante y –dejando de lado los paradigmas, teorías y ortodoxias- comenzaría por las cosas que parecen más pequeñas y más próximas, las que hacen a su cuerpo, a sus hijos, a su núcleo afectivo, a sus vecinos, a los perros del barrio, al aire que respira, el agua que toma, la naturaleza que le rodea (que con los humanos, todo ello es el nicho ecológico), la energía, el clima local, los alimentos y las relaciones entre personas y de ellas con la madre tierra.
O, si fuera apegado al poder y a la intelectualidad, comenzaría de lo mayor, lo más grande, el todo, el planeta, el continente, las fronteras trazadas por el estado, el Producto Industrial Bruto, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Bolsa de Valores, el Registro de Propiedades, la tecnología de punta y la guerra entre China y Estados Unidos por el mercado, la densidad demográfica, etc.